Partida Rol por web

El grupo caminaba junto al caballero que había ido a buscarles. Llevaban ya varios días de marcha, acampando un par de veces al día para dormir y para comer sin más dilación. Al parecer, el hombre que les acompañaba tenía prisa. Su encargo tenía que ser cumplido con premura. Los bosques que cruzaban parecían llorar a su paso, con una voz que el mismísimo Dios calificaría de sonata triste. Todo era muy quieto, todo estaba en un estado de letargo como si el mundo esperara un suceso excepcional, una acción especial que cambiara todo de inmediato. Y los que estaban causando eso, o al menos en medio de todas las intrigas eran aquellos aventureros... unos llegados allí por una casualidad otros por encargos de sus superiores, lo cierto es que sus decisiones iban a cambiar el destino del mundo, un mundo que esperaba el cambio, como quien tiene sed.

Nadie sabe qué pasaba por la cabeza de nuestros héroes después de lo acontecido. La fiesta en casa de Inoel no acabó bien, ni mucho menos. La incursión de la guardia arruinó la celebración, y consiguió que su misión fuera mucho más complicada. Pero aún así, y no sin pasar miedo consiguieron su propósito. Pero lo que no sabían es que aquella misteriosa mujer trabajaba para el enemigo... o al menos sus intenciones no eran buenas. El libro que con tanto celo estaban guardando era fácilmente leído por ella, y ninguno de los que integraban el grupo era capaz de comprenderlo. Aquella mujer era muy poderosa... pero, ya estaba muerta.

Había caído bajo las garras de la muerte gracias a unos hombres que habían aparecido en el lugar secreto de ésta, junto a los aventureros que trataban de descubrir el entuerto. Inoel, mantenía retenido a un joven guerrero mago que se había pasado de listo duerante el día anterior en la ciudad, y iba a ser ejecutado. Mediante una pantomima pública, fue salvado pues sus posesiones y quizá su conociemiento fuera útil. Pero lo que la mujer no esperaba es que un los otros acompañantes encontraran el camino secreto en la catedral y se lanzaran contra ella.

Ni tampoco la extraña ayuda de un hombre misterioso, con un símbolo de un león en el hombro, que desveló el engaño que habían tragado los mercenarios, así como facilitó el combate, mandándolos allí, como estatuas.

Pero ahora estaban de camino a Arkángel. Un caballero de la emperatriz había sido enviado para remitirles la orden de que quería verles con urgencia, y allí se dirigen. Interrogándose qué es lo que sucede y cómo será el desenlace de todo esto. 

 -Vamos caballeros, tenemos que seguir adelante. Tenemos que llegar a Arkángel cuanto antes.

Esas eran unas palabras repetidas por el hombre que os acompañaba. Eran su muletilla y las decía muchas veces. La verdad es que el hombre tenía prisa, y el ambiente reinante no ayudaba. Aunque, a pesar de eso era un hombre divertido capaz de entablar una conversación normal con cualquiera del grupo. Los días que lleváis juntos habéis descubierto que se llama Brad, y que lleva en la orden del cielo desde que era pequeño. Esta es una de sus primeras misiones importantes, según él, y quiere hacerla bien.

Nemo, a pesar de su habitual desconfianza para con cualquier persona, y sobretodo para una caratan nueva, charlaba a veces con Brad, mientras esperaa el momento en que pudiera averiguar cuál era el motivo de aquel viaje y su urgencia. Realmente era consciente de que tarde o temprano lo descubriría, pero necesitaba distraerse con algún pequeño objetivo, por innecesario que fuera. Realmente necesitaba mantener la mente ocupaa en algo. porque si empezaba a divagar sobre aquel viaje, y el lío en el que estabann involucrados, perdería los nervios, pese a su aparente tranquilidad. Porque temía que cada día que pasaba le estuviera alejando más y más de ella. Por ello, se distraía charlando con el caballero.

- ¿Sabéis? -le comentó aquella noche- está bien tratar de dejar buena impresión en el prmer cometido  importante de uno. Pero -aconsejó- no vayáis a obsesionaros demasiado. Porque entonces las cosas nunca salen como uno desearía.

 Como mi primer encargo -pensó- aquel sí que fue un desastre.

Nemo se quedó cavilando, de nuevo había caído al desesperante flujo reflexivo de su mente. Su mirada se perdió en las profundidades de la pequeña fogata ante la cual estaban sentados.

Trinovantes, en los dias anteriores a esta parada, habia ido avanzando en la parte posterior del grupo sin hablrar mucho con los demas, desde esa poosicion los observaba para intentar averiguar algo de ellos. Con quien mas hablo fue con los hombres que ya conocia, Marcus con el cual llevaba varios años viajando como mercenario y Vincel con el que habian coincidido Marcus y él en algunas de sus misiones, aunque ahora se hacia llamar Nemo.

A los que habia conocido al aparecer delante suyo como una estatua, en un primer momento solo le inspiro confianza el guerrero, al cual habia ayudado a salir de las catacumbas de la catedral porque estaba herido, aunque veia que no era del todo gerrero, que habia algo mas, (Trinovantes aunque prefaria la compañia de ina hermosa dama solia estar rodeados de guerreros y eran estos los que a su parecer eran valientes de verdad y los que merecian su confianza, ni magos, ni esploradores, ni asesinos, estos ultimos los que menos).

Con el hombre que habia ido a buscarlos no queria hablar, ya que le recordaba los tiempos pasados en la Orden del Halcon, orden de caballeria, que nunca fue muy importante, pero molesto a un miembro de la nobleza, el cual la persiguio y la ataco hasta que consiguio destruirla. De esta orden solo quedaban, que supiera Trinovantes, 14 miembros incluyendose el mismo. Estos recuerdos lo llenaban de dolor y tristeza.

Muchos momentos del dia los pasaba pensando si al guien mas sobrevivio a la masacre de la Orden del Halcon, o si seguirian vivos los que escaparon con el, y de los cuales no sabia nada desde hacia años.

Esa noche al acampar, Trinovantes paso unos minutos apartado del resto, luego se acerco a Brad Fichgestain y le dijo:

-Perdona, pero normalmente, cuando se va a cofiar una mision a alguien, se le da algo de informacion, no solo que debemos llegar a Arkangel lo mas rapido posible. Dinos algo mas, como por ejemplo, que va a pasar cuando lleguemos, o que estaba pasando cuando te enviaron a buscarnos. Necesitamos saber mas para ayudar mejor. Espero que no te ofendas por ser tan directo, pero quiero saber algo sobre lo que puede matarme.

Brad miró extrañado a trinovantes. En sus ojos se notaba un aire de disculpa por lo poco que realmente sabía.

-Lo siento Trinovantes, mi misión es llevarles hasta la emperatriz, o al menos cumplir sus órdenes si hay algún imprevisto. No sé cual es la misión que os va a encomendar. Y quizá sea mejor así, no es bueno dar demasiada información a los subordinados. 

 Dante no hablaba mucho con los demás, pero intentaba saber de que hablaba todo el mundo, todos los días, cuando acampaban, Dante iba a cazar alguna liebre, prefería ir solo porque así recordaba los paseos que el daba por el bosque cerca de su pueblo.

Todavía no sabía si podía confiar en sus nuevos acompañantes, estaba muy agradecido por haberle salvado la vida pero no olvidaba que no sabia cuales eran sus intenciones, quien sabe, a lo mejor les venia bien que el siguiera con vida...

-Cuanto quedara hasta que lleguemos a Arkangel, espero que no mucho, estoy harto de ir a cazar...-

Todas las noches, cuando iban a dormir, dante se esperaba a que se durmieran todos, no le gustaba ser el primero en dormir, aunque muchas veces debido al cansancio, siempre se quedaba despierto mas que el uno de los nuevos. Pero para su desgracia, casi siempre se levantaba el último, es algo que nunca cambiara. Así que cuando despertaba, siempre se aseguraba de que seguía con todas sus pertenencias.

-Parece que este soldado no miente, no sabe lo que nos espera, solo espero no equivocarme y que esto no sea una trampa...-