Las desapariciones del señor Flag son siempre misteriosas. A veces te dice en cuantos días u horas volverá, si le interesa que lo sepas. Otros días, como el presente, simplemente te dice "me voy", y se larga por un tiempo indefinido.
Ver cómo Ashton bebía el cappucchino le recordó lo mal que lo había pasado antes de conocer a Randall. Tenía mucho que agradecerle.
- Encantado.- dijo de manera extremadamente cortés.
Kevin no dudaba ni un segundo de que la historia de Ashton fuera verdad. ¿Y por qué no? Randall seguro que tenía grandes planes y esos planes necesitarían muchos "soldados" a sus órdenes. Y tampoco le disgustaba el tener que compartir escena con una mujer atractiva y dividir el trabajo que últimamente empezaba a ser demasiado.
Pero aún así le extrañaba que Randall no le hubiera avisado de que esperaban visita. Ni hubiera comentado en ninguna ocasión que llegaría un componente importante del "grupo". Y tampoco estaba dispuesto a dejar entrar a cualquiera sin la aprobación directa del "jefe".
- Y cuéntame, ¿cómo has sabido su nombre?
Observó al tipo un momento, calibrando la situación. Los hombres armados, los tipos de chaqueta. Solo había que sumar 2+2, para darse cuenta de que lo que le había dicho Randall se estaba convirtiendo en realidad. Y eso era interesante, a decir verdad. Entre otras cosas, demostraba que no estaba mal de la cabeza.
-Le conozco desde que era niña -dijo, reflexiva- Aunque nunca le he visto en persona, todavía. Hace poco hablemos, y me dijo que viniera aquí, a las Vegas. Que tenía planes para mi.
Le miró, interrogante. Cambió de tema bruscamente.
-Hace eones que no fumo. ¿No tendrás un pitillo, verdad?
Kevin hizo un gesto a uno de los guardias para que le trajera un cigarrillo a la dama. Fumar y su filosofía de "Mens sana in corpore sano" no eran compatibles, aunque sí se daba el lujo de vez en cuando de saborear un buen puro habano.
Después de la catástrofe, los puros habanos habían perdido su estatus de ilegales, pero eran tan difíciles de conseguir que seguían manteniendo su atractivo.
Si lo que Ashton decía era verdad, ella conocía a Randall desde mucho antes que él.
- Perdona mi curiosidad, pero si nunca le has visto, ¿cómo es que le conoces desde pequeña? -
-Por que yo siempre he estado ahí, señor Lawson -dijo la voz.
Al girarse, vió entrar por la puerta de la sala al señor Flag, en una de sus sorpresivas visitas. Este se quedó muy quieto, mirando a la recién llegada. Luego se acercó a ella, tomando una de sus manos. Su semblante reflejaba preocupación.
-El camino te ha tratado mal, mi amor. Pero ya estás aquí.
Ella le miró fijamente, como si no se creyera que fuera él, y como si recelara de su aparición en aquellas circunstancias. Él le acarició el pelo con mucha dulzura, y ella se quedó quieta, envarada. Parecía visiblemente incómoda.
-Tienes que descansar. Te daremos de comer, un buen baño, y toda la ropa que quieras.
Ella se doblegó finalmente ante la expectativa de aquellas comodidades, asintiendo. Se le escaparon un par de lágrimas rebeldes, y él la abrazó, para luego besarla (ante el estupor de Kevin). La mujer lloró durante unos interminables minutos, y luego el señor Flag consigió que se levantara, y caminara hacia fuera, donde la escoltó hasta su habitación.
Pasó media hora, cuando Kevin fue llamado al despacho del señor Flag. Este estaba amueblado con un estilo minimalista, aunque destacaban algunas obras de arte, sobretodo pinturas, que parecían antiguas y caras. Flag estaba sin corbata, con los primeros botones de la camisa desabrochados.
-¿Bourbon? -le preguntó, sirviéndose una copa.
Le miró con una breve sonrisa, como tratando de ser afectuoso.
-Siéntate, por favor. He estado mucho tiempo fuera, pero ahora voy a quedarme más por aquí. Y tu tendrás que irte, a hacer algo, algo muy importante para mi.
Miró en dirección a la puerta que comunicaba con su dormitorio.
-Ruego que disculpes el comportamiento de mi mujer. Está muy conmocionada por lo del virus, y lo que ha vivido. Desde Nueva York hasta aquí, sola. Es para volver loco a cualquiera.