-Thannks...- alcanzó a decir de manera temblorosa, tampoco sabía cómo reaccionar. Aquello había sido una locura y decidió no salir más de su habitación mas que para ir a la universidad y vuelta.
Todo pasó tan rápido que ni se lo creía. Agradeció a la policía y antes que pudiera suceder una cosa extraña de nuevo, tomó de la mano a ambos y los llevó a afuera a coger un taxi, dejarían a Björn y luego irían a la residencia; podría decirse que casi estaban fuera de peligro, ahora tenían que tomar otras decisiones pero sobrevivir a aquella noche diabólica ya era mas que suficiente.
-Creo que ahora estamos bien...
Los sanitarios se apresuraron en atender a Padilla. La herida era grave, pero no había tocado ninguna de las arterias principales. Afortunadamente. Un centímetro más a la izquierda o a la derecha y estaría muerto. Pararon la hemorragia y le enchufaron una transfusión en la ambulancia, de camino al hospital.
Marqués pidió que buscaran y dieran las gracias a los dos chavales y Alex "el turco" por lo que habían hecho. Pero no estaban por allí, se habían esfumado. En España era mejor no tener que dar explicaciones a la policía. Todo lo habían hecho ellos oficialmente. ¡Que cojones tenían! Putos héroes. La furgoneta bajo la antena de radio seguía ardiendo, aún cuando llegaron los equipos forenses para retirar los cadáveres de los goes muertos. Pero ellos ya no estaban allí para entonces, no. Estaban de camino al hospital de La Salud. Al ser funcionarios, tenían sanidad privada a través de muface. Menos mal, por que los de la seguridad social estaban hasta la cencerreta aquella noche.
Borja y su hermana regresaron al piso. No había ni rastro del cadáver de Will. Llegaban coches patrulla de otras ciudades de Andalucía, y pronto Granada se llenó de maderos que pedían explicaciones y efectuaban detenciones. Ellos ya estaban de nuevo en casa, y tras colocar unos muebles en la puerta e impedir el paso de curiosos, se fueron a dormir. Un descanso más que merecido. Cinco polvos y dos carreras cansan mucho.
Lupita y Chantal, supervivientes del Carlos V, regresaron a la residencia en Taxi y se metieron en la cama. Se quedaron dormidas cuando los nervios se lo permitieron, y se pasaron el sábado entero durmiendo y no haciendo ni las ganas de comer. Brittany había sido la única superviviente de sus amigas, pues el resto no regresaron. Se sentían bien por haber salido vivas de aquello, pero al mismo tiempo tenían el cague en el cuerpo. ¿Y si volvía a pasar? Solo el paso de los días y las semanas las tranquilizaría.
En el piso de Pelayo en la calle Príncipe, la pareja desnuda dormía tras la intensa actividad sexual. Tranquilos, en paz y silencio tras las ventanas de doble acristalamiento. Ni siquiera escucharon la gran cantidad de coches patrulla que merodeaban en el cercano ayuntamiento. Dos katanas colgaban de unas alcayatas en la pared, donde antes había un cuadro raro de éstos posmodernos.
Fuera, Granada amanecía, y los currelas salían de sus casas, topándose con los cadáveres. Algunos no se habían empanado ni siquiera de lo sucedido, por que les había pillado dormidos. Granada estaba llena de fotógrafos y periodistas echando fotos a los destrozos y las víctimas. Ensañándose con el asunto. Pronto, toda España se enteraría de lo que había pasado allí. Pero afortunadamente, para miles de granaínos era un día normal y corriente. Y lo seguiría siendo.
La vin compae, vieho.