Kousuke se inclinó hacía Mamoru para escuchar aquello que nunca le había contado a nadie. ¿Podría ser algo que usar en su fanfic? Se estaba imaginando que le confesara la historia de aquella traición, o sobre traumas pasados todavía clavados como puñales, o casos pasados... Todo menos que se echara a llorar por el divorcio. Kousuke miró frenéticamente a su alrededor, primero buscando auxilio, y luego buscando con qué animarle.
-¡No digas eso! ¡E-es un buen despacho, m-muy bonito y cómodo!-exclamó, mientras palmeaba su mano tensa contra el hombro de Mamoru, en lo que intentaba ser un gesto de consuelo.
Y entonces entró la jefa y retiró rápidamente la mano, fingiendo la actitud positiva que según Mamoru tenían. Aunque sentía que Mamoru no estaba siendo muy convincente, sobre todo cuando le acusó de haberle hecho llorar. Si quería permanecer en el trabajo más le valía no meterse en líos con la jefa. Kousuke también quería esconderse debajo de la mesa, pero se quedó paralizado con la sonrisa falsa y la mirada de pánico.
-S-sí, ¡no la meteré!-consiguió decir finalmente haciendo una reverencia de cabeza. Cuando Saiko salió, suspiró. Era un alivio que Saiko se fuera y volvieran a estar los dos solos, pero ahora sentía que se le había ido toda la energía.
-Estoy listo para resolver un crimen...-musitó, pensando que si el Inspector de Sanidad había muerto sobre un gazpacho, él iba a morir dejándose caer sobre su silla.
El entusiasmo demostrado por Kousuke Tsutomu alegró a Mamoru Ai Yastis al punto de que este también se levantó, dispuesto a darlo todo en aquella investigación; pues no había nada mejor para resolver un crimen que una actitud proactiva para ello, excepto, quizás, conocimientos, experiencia, pensamiento crítico, habilidad deductiva, lógica básica, indicios, testigos, pruebas...
-¡Así se habla!. -Gritó animado, golpeando la mesa- ¡Ay!.
Al parecer se había hecho daño golpeando la mesa, algo que se dejó ver cuando este llevó la mano que no la golpeó hacia la que si la había golpeado y se acarició la zona de contacto con cierta delicadeza y pena. Pero por fortuna, Mamoru Ai Yastis siempre caía de pie... o lo trataba.
-A veces se me olvida lo fuerte que soy... -Se excusó de su tontería.
Y así fue como aquellos intrépidos detectives estaban ocupados con otros casos más relevantes y por eso tuvieron que mandar a Mamoru Ai Yastis y a su nuevo ayudante a resolver un crimen que, lo más probable, es que fuera demasiado grande para ellos, o al menos para uno de ellos dos...
[FIN DE LA ESCENA]