La Guardia del palacio no tardó en llegar. La escena resultaba dantesca: varias decenas de reconocidos jugadores de Blood Bowl tumbados por el suelo, entre mesas derrumbadas, sillas destrozadas y cristales por el suelo. El suelo, una amalgama de pastel y ponche era sumamente resbaladizo y la misma guardia tuvo problemas para hacerse contra los malditos orcos y el goblin que, haciéndose pasar por una banda de titiriteros lograron desmontar la fiesta de celebración de la llegada del ogro Morg'n'Thorg al final de la liga.
Más tarde, el viejo ogro, en cabestrillo, aseguraría que aquellos eran enemigos temibles. Rápidos cual corredores de alcantarilla, hábiles cual bailarines y inteligentes como él mismo. A pesar de la escayola, se moría de ganas de enfrentarse a ellos en el terreno de juego al día siguiente.
El partido amistoso de entrenamiento había sido todo un éxito. De eso estaba Buark seguro, el mismo Entrenador se lo había confiado. Estaba más que complacido con el comportamiento de los chikoz.
En el momento álgido de la fiesta habian hecho su entrada triunfal por la puerta principal a pesar del portero ogro allí situado1. Tal y como Buark les había instruido, los chikoz venían ataviados con sus mejores galas: harapos humanos, banderolas afanadas de alguna parte, un estandarte de la milicia local... ¡y tampoco habían olvidado su equipación reglamentaria! ¡ahí estaban todos ellos, con sus cascos relucientes, sus petos de cuero, sus botas de punta de acero, sus nudilleras! ¡pero si hasta había venido Trikki y su colección de cuchillos oxidados instrumental médico!
Los orcos recién llegados no tardaron en unirse a la demostración de juego que habían empezado los vigilantes ogros con Grok y Napi 1bis. Demostrando el porqué los blitzers del Malaspulgas habían llegado tan lejos. Los humanos asistentes a la fiesta se unieron espontáneamente al partido de demostración que estaban jugando. Claro que ellos no habían traido sus cascos, ni sus protectores bucales... de hecho había algunos que ni siquiera parecían jugadores de BloodBowl sino nobles y mercaderes acaudalados. Pero los orcos no eran racistas y dejaron que todos se unieran a la jarana, arrollando a unos y a otros igualmente.
Sólo Morg parecía haber recobrado la compostura y jugaba y placaba como el profesional que era. El resto del equipo humano parecía conformarse con huir en desbandada ante el crujir de huesos. Una muchedumbre de orcos se preparaba para lanzar una nueva carga contra el jugador estrella (nadie recordaba dónde estaba el balón o qué se estaba usando como éste, pero eso daba igual), cuando se escuchó un golpeteo rítmico de madera contra el empedrado.
La silueta de MA se dibujó en la puerta y como uno sólo los miembros del equipo orco empezaron a abrirse por piernas por la salida del salón del extremo opuesto. Buark, que había permanecido en el estrado haciendo lanzamiento tras lanzamiento de cubertería y vajilla contra los receptores contrarios, miró a MA, miró el estandarte del equipo que aún llevaba puesto como atuendo y que sorprendentemente apenas estaba más sucio que cuando lo sacó del arcón del equipo, volvió a mirar a MA y respondió con voz suave y en tono conciliador:
- Como vez loz chicoz no paran de entrenar, pero noz ibamoz ya, zi, todoz, juzto ahora - y emprendió un trotecillo suave que MA no debería poder alcanzar, de camino a la salida. A sus pies el equipo rival y la nobleza humana local se removían entre sollozos.
1 Sabías que... un ogro está en leve desventaja frente a un orco negro si éste está apoyado por al menos dos líneas orcos (2d) y en mucha desventaja si lo que le rodea es una multitud (3d) 2.
2 Sabías que... la posibilidad de que un ogro sufra conducta antideportiva en forma de una lluvia de patadas de orco y pellizcos de goblin tras haber sido derribado por una multitud pielverde, son muy altas.
Grok sonreía de oreja a oreja, lo cual en su gran cara redonda y estúpida suponía una gran sonrisa. Aquello era una fiesta de verdad, de las que se recuerdan después de muchos años. Al final los humanos igual no eran tan sosos como parecían. Y hablando de soso, el estomago, vacío como estaba, le empezó a gruñir de nuevo. Así que, sin pensárselo dos veces, se tiró al suelo a darse un atracón con lo que se encontraba por allí. Esto eran, además de restos variados, algún que otro humano pequeño y regordete que llegaban resbalando de vez en cuando hasta él. Una fiesta fantástica y un servicio de lo mas atento. Mañana, en el gran partido, no le faltarían energías.
Entonces llego la Guardia Real. Valientes aguafiestas, pensó Grok para si, siempre llegaban cuando está todo en lo mejor. Pensó por un momento en liarse a mamporros con esos floripondios engreídos de la Guardia. Estaría bien. ¡Ooooh si! Sería un final perfecto para la fiesta. Se levando del suelo envuelto en un grumo viscoso y maloliente, que el apenas apreciaba como tal, dispuesto para cargar contra el primer guapin con armadura que se le pusiera por delante, cuando volvió a recordar el partido del día siguiente. Seguro que podría cargarse a unos cuantos. De eso no había duda, pero acabarían por reducirle y se pasaría unos días en el calabozo rodeado de ratas y cucarachas. Eso tampoco sería un problema, pues no iba a pasar hambre con todos esos bichitos suculentos circulando por las mazmorras de palacio. ¡No! El problema sería perderse el partido de mañana. Aún no sabía porque, pero parece que era un partido importante para el manager, y solo había una persona a la que no quería ver enfadada Grok : el manager del Malazpulgaz de Orkalejo.
Se dirigió hacía la salida de forma pacífica y con las manos en alto, como le habían dicho muchas veces antes que tenía que hacer para evitar problemas mayores, cuando se acordó de algo. Algo muy importante. Metió la mano en uno de los bolsillos de ese traje tan raro que llevaba y encontró allí el papel. Cuando Morg cayó cuan largo era tras el embiste del trol, un trozo de papel se deslizó de uno de los bolsillos del ogro quedando a la vista. Grok supo en seguida que se trataba de otra invitación a una fiesta y no dudo dos veces. Con un movimiento rápido el papel cambio de dueño y de lugar, y desapareció entre los pliegues del pantalón del trol. Ahora, para estar seguro que no se la quitarían durante un posible cacheo de la Guardia, decidió guardar el papel en el único sitio donde ningún humano se atrevería a buscar en un trol. Allí estaría seguro. Pero no debía de olvidarse de sacarlo antes de que los excesos culinarios del día de hoy llamarán para pasar factura.
Los Guardias de Palacio no terminaron de entender porque un trol se les entregaba voluntariamente y con una sonrisa bobalicona en la cara, y sin siquiera hacer intención de querer zamparse al sargento chusquero, apodado el tres pies, mientras este saltaba para leerle sus derechos, por otra parte tan diminutos como el propio sargento.
Amaneció un día plomizo en la ciudad. Los guardias, chambelanes, pisaverdes y vendedores de rumores lo tenían bien claro: aquel era el partido del año. ¿Qué digo del año? Del siglo. Los seguidores de los Delfines de Bogenhafen aullaban de emoción ante el ascenso meteórico de su equipo y, sobretodo, ante la estrella invitada a tal acontecimiento: el ogro Morg'N'Thorg. Un momento, decían algunos, ¿No es precisamente Morg'N'Thorg ese ogro que anda cabizbajo, con un brazo en cabestrillom media cabeza envenada y un ojo de color mornado? ¿Qué valiente guerrero habría hecho frente al ogro? Pero, una cosa estaba clara, el ogro no podía jugar en esas condiciones.
El primer desánimo se vio acrecentado al ver salir el equipo rival al campo de juego: pielesverdes sonrientes y un horrible troll sonándose una gruesa nariz con un papel. "Un momento" dijo un hechicero calcándose una especie de catalejo. El papel con el terrible troll se sonaba las narices parecía un contrato. Un contrato sellado con una brillante estrella. Eso solo quería decir que ese tipo era un jugador estrella. Por Sigmar que aquello era bien curioso, el público esperaba un solo jugador estrella, el temible ogro apodado "La Ballesta" y ahora resulta que los pielesverdes traían a otro. ¿Quién sería? ¿Qué temibles jugadas sería capaz de realizar?
¿Sabias que… Grok Mazkakraneoz, una de las estrellas de la gran final del 71, acabo sus días pobre y solitario (o casi) en su cabaña de las montañas?
La final de Blood Bowl del año 71 fue única y aun hoy se sigue haciendo referencia a ella en la mayoría de las retransmisiones deportivas, manuales tácticos de Blood Bowl y clases de humanística y comportamiento ético y anti violento (como ejemplo completamente opuesto, claro esta). De aquel partido nacieron no sólo estrellas si no auténticas leyendas de la talla del goblin Napi o el lanzador tuerto Buark „un ojo“. Una de ellas, la masa de músculos verde y tarada de Grok Mazkakraneoz, recibió al igual que sus compañeros innumerables contratos de grandes equipos que le ofrecían enormes fortunas por seguir desollando enemigos de manera despiadada Domingo si y Domingo también (por que siguiera las instrucciones de su código genético, vaya). Sin embargo Grok rechazó todas y cada una de ellas para abrirse paso en un nuevo modelo de negocio: organizador de fiestas fashion para la aristocracia del reino. Sus fiestas eran el último grito (y de esos había muchos en cada una de ellas) entre los snobs de palacio y durante muchos años, hasta que el número de nobles empezó a decrecer de manera alarmante, Grok fue un empresario reconocido cuyo rostro (con muchísimos retoques y después de haberse zampado por lo menos a cuatro de los maquilladores que se atrevieron a tratar de mejorar su careto) llego a aparecer en la portada de la revista “Grimes“.
Pero en lugar de amasar una fortuna y acabar tan apestosamente rico como sus propios efluvios corporales, Grok acabo mas pobre que un ratón de iglesia, pues como único pago a sus servicios pedía invitaciones a sus propias fiestas (a las que igualmente debía de asistir) y poder comerse a algún que otro asistente (lo cual -el querer eliminar a un rival en la corte- era a menudo uno de los motivos principales para querer organizar una de las fiestas del trol, o al menos un efecto secundario agradable para muchos intrigantes de palacio).
Cuando las fiestas de Grok dejaron de estar de moda, el trol paso en muy poco tiempo de ser un personaje buscado y respetado por todos a ser solo respetado… por miedo. El negocio dejo de funcionar y Grok se vio obligado de la noche a la mañana a volver a sus montañas natales y ejercer vida ermitaña (característica de los de su genero). Por fortuna aún había gnomos, medianos y humanos que recordaban a la estrella del Blood Bowl y se aventuraban a buscarle en su alejado refugio para acceder a un codiciado autógrafo del trol. Codiciado por que aún nadie había podido mostrar ni uno solo, ya que ninguno de ellos había regresado de tal empresa con el objeto de su deseo. De esta manera Grok por fin volvió a reencontrase con sus admiradores. Ocupando él parte de sus corazones y estos parte de su estómago.
Ahí está la mía. A ver si mis compañeros se animan, que quiero saber que fue de Buark o de Napi entre otros... ^-^
- Dejazme que oz cuente - dijo el anciano echando un tronco más al fuego. A pesar de estar tapado con una manta y tan cerca del fuego que parecía que ésta iba a salir ardiendo en cualquier momento - Oz contaré de cuando fuimoz grandez. Grandez como laz eztrellaz y tan grandez como el Emperador de los humanoz. Casi tan grandez como un Waaagh!
Los orcos abrieron las orejas y pusieron toda la atención que sus diminutos cerebros les permitían. Pues, aunque ya habían escuchado aquella historia muchas veces, el anciano, de aspecto frágil, había sido un héroe y aún tenía buena puntería y buen oído y era capaz de meterte una pedrada si te oía decir que estaba viejo.
- Aquel día ze juntaron muchoz orkos y muchoz humanoz y no para pelear, al menos no en una batalla. Sin armaz... o al menoz con pocas armaz. Los humanoz con zuz armaduras brillantes y sus plumaz de colorez que hacen que parezcan pavos y cotorras.
Los orcos se carcajearon de la broma. Porque aunque ya la habían oído muchas veces, el cerebro orco no es muy grande y olvida las cosas con facilidad y aquel era un chiste de humanos además.
- El cazo ez que empezó el partido, la graaaan final. Algo azí como el armageddon, el último waagh, donde un orco debe demostrarle a Gorko y a Morko de que está hecho. Allí eztaban héroes como Borzag, el furiozo Krakka, Torok... Zí, eze Torok que se cayó en un pozo hace unoz añoz y ze ahogó y luego el agua estuvo sabiendo a cerveza todo aquel invierno. Gorkul el aplaztador de rodillaz, Grom... zi eze que fue atravesado por un lanzavirotes de loz orejaz puntiagudas y aún azí cruzó el campo de batalla y se cargó a los elfoz que le habían disparado. Zí, luego murió, pero ezo no cuenta.
- También estaba Grok, que no era malo, para ser un troll y apenas olía mal, para ser un troll. Teníamos en el equipo incluso algunos goblins - los goblins del campamento que habían estado esperando a ver si podían robar algo de comida o conseguir algo de calor del fuego dejaron por un momento de molestarse mutuamente, se callaron y prestaron atención aunque sólo fuera un instante. Pues aunque el cerebro de los goblins es pequeño, su capacidad de centrarse en una sola cosa es aún más pequeña - había uno... uno escurridizo que se llamaba Trikki, que ziempre se andaba escaqueando - en ese momento los goblins más listos desaparecieron, pues no era raro que alguien tomara venganza histórica sobre uno de ellos en momentos como aquel - y también uno muy molezto... Napi, Napileón o algo así... que nunca dejaba de hablar y que tenía tiña en el pecho, porque nunca dejaba de rascarse el pecho por dentro de la chaqueta.
- Los humanoz se habían traído un ogro nada menoz - la audiencia pronunció en ese momento una adecuada exclamación de asombro. Estaban bien entrenados... a base de golpes - pero ya noz habíamos ocupado de él - el anciano se dió unos toques en la sien con el dedo - porque eramos muy liztoz.
El viejo le arreó un capón a uno de los goblins e instantes después ya tenía una cerveza fría en la mano. Seguramente el pequeño le habría dado un par de sorbos de camino, pero había hecho su trabajo y lo había hecho rápido asi que el anciano se limitó a carraspear satisfecho antes de seguir con su relato.
- Con el ogro fuera de juego y nunca mejó dicho, los humanoz tenían bien poco q'acer, pero aún así se laz ingeniaron para traerse un montón de guardiaz de palacio, que nunca habían visto una pelota de Bloodbowl, pero que tenían armaduraz brillantez y eran bastante fuertez... ¡para zer humanos! - una vez más la audencia se carcajeó y la cerveza se derramó y se repartieron más capones y los goblins sirvieron más cerveza antes de que se acabaran las carcajadas.
- Bueno, puez puzieron a aquelloz tipoz duroz en el centro. Para cubrir, decían. Mientraz que en las alaz habían dejado a sus jugadores habituales. Bueno aquelloz a los que no les habíamos zurrado la badana lo suficiente durante "La Fiezta" - la audiencia, entrenada profirió adecuados ruidos de admiración y asombro, porque ya conocían la otra gran historia épica del anciano "La Fiezta", que ziempre ocurría antes que "El Partido".
- Nozotroz, puez no puzimos como ziempre. Con Grok en el medio, que como era un troll, no era muy lizto - en ese momento nadie se rió, porque una cosa es hacer chistes de humanos y otra reirse de los trolls, que no es de buen gusto y menos cuando anda alguno por ahí - puez siempre tenía que tener alguien zerca para decirle hacía donde tenía que ir o podía salirse del campo y ponerse a comerse las provisiones o a algún hincha.
- Azi que los orcoz negroz ze quedaban con él, Gorkul y Grom. Azí Grok sabía hacia donde tenía que aplastar en cuanto los otros dos empezaban a repartir palos.
- Loz blitzer estaban en las alaz, vamos, en loz lados - explicó el anciano ante la cara de incomprensión de alguno de los orcos más obtusos - a un lado Borzag y en el otro, el gran Krakka.
- Mientras que en la parte de atrás, controlando el juego estaba Buark, el famoso lanzador tuerto, que tenía un parche en un ojo - dijo al anciano al tiempo que se tocaba su propio ojo cubierto por un trozo de cuero - controlando a los goblins - los pequeñajos del campamento gritaron generando una tremenda algarabía.
Luego sigo.