- Obviamente no puedo controlar vuestros actos. Si él quiso aniquilarte y le ha salido mal la jugada... Deberías sentirte orgulloso, pues así tienes más probabilidades de ganar el concurso- dijo la voz del súper, sonando sus palabras como si salieran de una sonrisa maliciosa. Seguía disfrutando a pesar de que él no había sido el causante de aquel asesinato-. Ahora eres el único concursante inmune y, de momento, nadie podrá hacerte nada... De momento...- añadió, recalcando fríamente esas dos palabras.
Para Ezekiel, aquellas palabras no suponen ningún alivio. Un respiro, todo lo más. Como cuando se cambia de tercio en una corrida de toros: suena la banda y sí, vale, ya no te van a colocar más banderillas...pero es que por ahí asoma un tipo con un trapo y una espada. La tortura continúa tras la una breve pausa (¿quizá para publicidad?).
- Me dirijo al que me esté viendo, a aquellos que han pagado por esta mierda.- Zeke sigue en pié, con un ojo puesto en el cuerpo de Rusty. La voz se le nota quebrada y temblorosa.- Me llamo Ezequiel Saldaña, hijo de Ezequiel y Susana. Mi chica, Marina, espera un hijo. Quizá alguno de vosotros seáis padres. Sólo espero, de corazón, que vuestros hijos sepan algún día lo que estáis haciendo y os paguen con la indiferencia cuando muráis. Porque vais a morir vosotros también, no os quepa duda: al final de la partida, peón y rey van a la misma caja.
Zeke ya no llora y, en algún lugar de su frente bajo esas vendas, el ceño se frunce.
- Allá vosotros con vuestra conciencia..., si es que la tenéis.
- ¿Conciencia? ¿Eso que es?- comentó el súper, soltando una risotada.
De repente, delante de Ezequiel apareció un atril de madera. Sobre él había un mando con dos botones, uno de color rojo y otro de color verde. Hubo un momento de silencio, como si el súper quisiera que Ezequiel hiciera sus propias suposiciones sobre lo que significaba aquel mando. Sin embargo, la explicación no se hizo esperar.
- ¿Ves ese mando, Ezequiel? Deberás pulsar uno de los botones si quieres seguir siendo inmune. No voy a decirte lo que podrá pasar si lo pulsas, eso ya depende de ti. Puedes decidirte a pulsar uno de los dos y ser inmune hasta que llegue la gran final del programa o puedes dejar pasar la oportunidad y atenerte a las consecuencias. ¿Qué eliges?- preguntó el súper, son emitir ni una sola risa.
- Vete a la mierda.
El pequeño Ezequiel parece aún más menudo. Encorvado, temblón y compungido, con más miedo que un coulrófobo viendo "It", casi abandona toda esperanza. Mira al suelo y niega con la cabeza. "Que no duela", piensa. "Por favor, que no duela".
Zeke levanta ahora la cabeza y se acerca al atril. Extiende el brazo y su dedo índice se aproxima al botón rojo. La mano tiembla.
- Vais a pagarlo, hijos de puta. En esta vida o en la próxima.- dice, pulsando simultáneamente los dos botones.
Ezequiel, en un arrebato de rebeldía, presionó los dos botones del atril. A pesar de que el súper le había dicho que presionara uno de ellos decidió contradecirle, llevarle la contraria, todo por el odio que sentía hacia él.
Sin embargo, a pesar de haber actuado así, no sucedió nada. El confesionario seguía siendo igual, nada había cambiado y Ezequiel no sentía ningún tipo de dolor. El súper tampoco se pronunciaba y había un profundo silencio en la estancia. El atril seguía allí, no desapareció en ningún momento.
Entré por la puerta del confesionario, para sorpresa de Ezequiel, y le miré con el rostro apenado. Me horroricé al ver el cuerpo de Rusty tendido en el suelo, al parecer sin vida. Levanté las manos en señal de disculpa antes de comenzar a hablar.
- Ezequiel... Siento mucho lo sucedido. Hemos tardado en reaccionar pero ya está todo solucionado- empecé a decirle para intentar que se tranquilizara y no pagara su ira conmigo-. Verás... Unos locos fugados de un manicomio tomaron el estudio, se hicieron con el control del programa, dejaron de emitir por televisión pero lo grabaron todo con la intención de colgarlo después en Youtube... No pudimos hacer nada, nos retuvieron y algunos organizadores del verdadero concurso murieron en una gran batalla que se libró en los estudios de la cadena... La policía intentó detenerles pero estaban demasiado pirados y siempre encontraban la manera de continuar con su venganza macabra. Esos locos eran antiguos concursantes de "Gran Hermano" que el programa había expulsado a lo largo de sus tantas ediciones- seguí explicándole, haciéndolo bastante rápido para que no me golpeara. No sabía si me creería pero debía intentarlo-. No hemos llegado a tiempo para salvar a tus compañeros pero sí para salvarte a ti. Eres el único superviviente-.
Ahí está.
Huele a colonia cara, con su traje a medida comprado con Visa Oro, su corte de pelo casual en el que cada mechón se desaliña cuidadosamente, su artificiosa barbita de dos días y la pose estudiada. Zeke lo imagina un par de minutos antes, al otro lado de las cámaras, hablando con un tipo mayor que él y obedeciendo órdenes.
"Entra ahí, ya sabes cómo funciona. Cúentale lo que acordamos y ponle empeño a la interpretación, ¿entendido?. Gánate su confianza, es fácil para alguien como tú. Hazlo bien y tendrás tu cheque".
Algo así.
Por eso Ezequiel dá un paso atrás y lo mira con recelo.
- Tienes buen aspecto para haber estado retenido. No se te notan ojeras, no veo una gota de sudor...y el nudo de la corbata no se te ha movido un milímetro.- dice casi susurrando. Traga saliva y retrocede aún más, medroso como un perro con el rabo entre las piernas.- ¿Esperas que me crea eso?. ¿Pensáis que...que soy idota?.
Lo tenía delante. Uno de ellos justo frente a él. Podría atacar, podría negociar. Podría, por qué no, torturar y hacerle pagar por aquello. Podría hacer tantas cosas...
- Acabad ya con esto,...- y es ahí cuando Zeke finalmente se derrumba, dejándose caer en el asiento. Lloraría si le quedasen lágrimas y gritaría si conservase esperanza, pero no. Los brazos, fláccidos, le cuelgan sobre los bordes del sillón y la mirada se le pierde en el atril.-...por favor.
Me acerqué con lentitud a Ezequiel, esperando no asustarle, y le puse una mano en el hombro intentando darle apoyo moral.
- Sé que es difícil de creer, pero es la verdad... Yo estaba en plató cuando todo sucedió y me retuvieron allí. Los que están detrás de las cámaras de la casa acabaron peor. Muchos de ellos opusieron resistencia y acabaron muertos. Otros se rindieron y ya están siendo liberados por la policía- le expliqué, intentando sonar lo más sincero posible para que me creyera. Se trataba de la verdad, aunque daría lo que fuera por estar inventándolo todo, por haberlo soñado y por borrar todo aquello de la mente de Ezequiel. Deseé que nada hubiera pasado pero aquellos pirados, renegados del concurso, lo habían organizado demasiado bien como para poder detenerles-. Siento muchísimo lo que ha sucedido, al igual que la dirección del programa... Pero tu familia te está esperando fuera. Lo han pasado muy mal. Te juro que no hay ninguna intención oculta en todo esto, te juro que estoy de tu lado- añadí, buscando sus ojos para que pudiera comprobar que realmente hablaba en serio-. Eres el único superviviente, el ganador... Y no sólo vamos a pedirle al juez que los encierren de por vida, le vamos a pedir también que paguen tu tratamiento psicológico, porque lo vas a necesitar... Desconocemos lo que habéis pasado, pero a juzgar por el estado de los cuerpos ha debido ser espantoso... Va a ser duro, pero tendrás a tu familia para superarlo. ¿Vamos?- le pregunté, tendiéndole la mano para que me acompañara al exterior de la casa, donde su familia le esperaba.
Zeke no responde. Se limita a mirarlo fijamente con los ojos de un condenado, ya bien sentadito en la silla eléctrica y con los los plomos en posición On, que escucha cómo suena el teléfono en el último segundo. ¿Podría ser posible?.
Se levanta del sillón despacio y, con la parsimonia del que cree haberlo perdido todo, se coloca frente al presentador y comienza a quitarse el vendaje que cubre parte de su cara. Las capas de gasas van, poco a poco, acumulándose en una tira larga entre sus manos, dejando ver la ruina de medio rostro destruído por el fuego. El dolor es intenso, pero Ezequiel aguanta presionando los dientes unos contra otros. Finalmente deja caer las vendas al suelo, mostrando su deformidad en todo su esplendor.
- No quiero que mi familia me vea así.- dice con tristeza, pero también con decisión.
- Son conscientes de tu estado y te puedo asegurar que no les importa cómo estés. Lo que quieren es apoyarte y ayudarte a superar lo que has vivido. Vamos, Ezequiel... Ya ha terminado todo- le dije, queriendo ponerle el brazo por encima de los hombros pero me retuve pues sabía que aquel gesto podía dolerle horrores-. A partir de ahora debes empezar una nueva vida lejos de ésto... Te ayudaremos-.
Y así, como si fuese una versión grotesca de la clásica pareja de payasos -el guapo listo y el feo tonto- Zeke accede a salir de aquel circo en compañía del presentador. Sin embargo...
"Repito los nombres de los nominados; Antxon, Eneko, Ezequiel y Rusty. Éstos son los cuatro nominados que deberán luchar por su permanencia en la casa..."
..., en un lugar oscuro de sus pensamientos, Ezequiel espera el golpe de gracia. Un final sublime para una audiencia enferma: la ejecución del que se cree a salvo.
"Así que ya sabéis, a ganaros vuestro público. Pero recordad,..."
- Nada es lo que parece...
Salgo junto a Ezequiel del confesionario y llegamos a la casa, aquella que había sido testigo de los horrores que los concursantes habían sufrido.
Pasamos a la otra escena.