Partida Rol por web

Rotengon piensa que cuando pille al desgraciado de Gregori le va a meter uno de esos prismas por la boca a ver si así habla bien . Despues se intenta palpar para por lo menos comprobar si es el mismo solo una proyección de su mente lo que esta allí . Luego busca una piedra de su honda ( caso de tener su cuerpo fisicamente ) y la intenta lanzar hacia delante como quien tira un manzana a un burro , por ver si se mueve o no .

Pues Gregori regresa a la camara de presencia, saca la cajita, quita el pedrusco blanco, y lo vuelve a meter.

Esperas con excitación y curiosidad a ver dónde te lleva el cubo blanco, pero... no pasa nada. Nada de nada. Ni luz, ni teletransporte ni nada.

No tienes manos, no tienes cuerpo, no puedes palpar, y por supuesto no tienes piedras ni honda. Estás jodido.

El hobbit se comienza a preocupar de veras:

-Diantre Dotengón ¿Donde diabloz te haz metido?

Y prueba otro cristal, el amarillo.

No, no lo oyes. Tú no oyes nada. No te oyes ni a ti mismo.

Colocas el cubo amarillo en el centro y FLASHS!!! Fogonazo de luz blanca que te ciega, y cuando consigues recuperar parte de la visión lo ves todo claro, como la luz del día, y es que estás bajo el cielo encapotado de las montañas. Miras a tu alrededor acostumbrándote a la claridad y observas que estás en una especie de tejado. Es circular, y deduces que estás en el exterior de la torre invertida, en el tejado de la primera estancia donde entrasteis. Con mucho cuidado te acercas a un borde, hasta que ves un mar de orcos muertos, y un par de elfos. La batalla con Glorfindel ha debido ser épica. Buscas el cadáver del valiente elfo, pero no lo ves. Ya no hay lucha ahí abajo, ni nada vivo, sólo cuatro elfos muertos y decenas de cadáveres orcos. Guardas la caja de la vidente en lugar seguro en tu saquillo y observas la manera de bajar de la torre, pero... no parece que haya. El tejado es circular, con pendiente suave desde el centro hacia los exteriores, y cinco pequeñas estatuas de adorno que surgen como gárgolas. ¿Qué haces?

-Eztúpida magia y eztúpido de ti, Gregori, pod queded jugad con ella ¿Donde edtadá mi pobe Dotengón? ¿Y cómo demoniod bajadé de aquí zin dompedme la quizma?

El fuerte mediano se tira al suelo casi de inmediato, al darse cuenta de que puede, de seguro, que haya orcos en la zona o cosas peores. Tapado con su capa élfica, por la que poco o nada ha hecho por merecerse, se arrastra por el suelo (o techo) cual reptil (o hobbit merodeador); entre pitos y flautas acerca el anillo a las estatuas, examinando estas mismas por si hay algo curioso en ellas, o algún botón o algo, y también acerca el anillo al suelo, esperando alguna magia de artificio. Por último saca con la mano enjoyada el cristal amarillo de su recipiente y lo guarda con los demás cristales, bonitos, valiosos, pero peligrosos.

Si nada de eso resulta, Gregori saca su equipo de escalada y la cuerda, engancha un garfio en la base de una de las estatuas, y si parece que resiste algunos empellones, se descuelga por ahí hasta el suelo. Bueno, no exactamente, antes espera durante algunos minutos escondido y tirado en el suelo, a ver si puede descubrir a algún guardia orco. Pero de ver la cosa segura, si que baja, si.

Yo sigo mirando ... la inmensidad del blanco .

Pienso fuerte en que es un sueño y en que quiero regresar a ver si asi vuelvo .

No ocurre nada con el anillo. No ves a ningún orco, al menos no con vida. Sacando el cristal tampoco sucede nada. Finalmente te descuelgas con el equipo de escalada, lo que no es demasiado complicado, y llegas a la superficie. Estás en la entrada de la torre invertida. La puerta está abierta y hay huellas ensangrentadas que entran. Qué haces?

Guardo todo, recupero la cuerda y saco el hacha pequeña de leñador a dos manos; encapuchado con la zamarra élfica, va andando paso a pasito hasta la puerta, allí se asoma un momento para ver si hay algo o alguien, y por último se mete dentro. A menos que se encuentre con moros en la costa, hará el camino que ya sabe hasta la cámara de la presencia.

Son más bien huellas de elfo. Entras en la torre invertida y comienzas a bajar por la escalera de caracol, y te quedas parado a mitad observando quién hay abajo. Ves claramente la figura de Glorfindel, de rodillas sobre otro elfo, que parece estrar herido de muerte, o incluso muerto. Glorfindel parece herido de gravedad y su armadura está manchada por todos sitios de sangre orca y élfica. Tras permanecer arrodillado ante su compañero durante unos segundos y con los ojos cerrados, el elfo Noldor se levanta y comienza a mirar los carteles que hay sobre los espejos.

El jobit se queda mirando un rato, sin saber muy bien qué hacer o cómo o por donde. Finalmente se espabila, y como no se fia un pelo del tarado de Glorfindel, que es capaz de sacar la espada y matarle antes de darse cuenta de lo que está haciendo, coge una moneda de cobre y la tira contra la pared (bien lejos).

-¡Nomemateznomematez! -gritita tratando de parecer lo menos ofensivo posible, que en un hobbit es muy poco- Ed camino ed pod ahí -dice señalando la puerta correcta- yo volví ataz podque puze la pieda amadilla, pedo Dotengón dezapadeció y temo que edté pedido pada ziempe... edto... zi... -termina acabándose la voz, frotándose las manos nervioso a la espalda y haciendo un surco en el suelo con un pie; intimidado por el extraño elfo-.

-Ah... maese hobbit -dice con un hilo de voz-. ¿Dónde está el resto?