ESCENA 1: LLEGANDO A LA AGENCIA DE DETECTIVES BROWN
Lunes 12 de Enero de 1920, 9:00 de la mañana
Agencia de detectives Brown, nº 8 de Hyde Street (Arkham)
Ascendéis por las escaleras del edificio de cinco pisos hasta llegar por fin a la tercera planta. Entrar en la edificación ha supuesto un alivio para vuestros helados cuerpos, pues pese a que en el cielo despejado comienzan a vislumbrarse los primeros rayos del sol de la mañana, las temperaturas no han subido de los ocho grados. A resguardo en el viejo edificio, la sensación de bienestar es gratificante.
Por fin llegáis a la tercera planta, en donde veis dos puertas, una a cada lado. La de la izquierda, sita bajo una recientemente pintada en la pared letra A, se encuentra la Agencia de Detectives Brown, como atestigua una plaquita en la pared, justo sobre el interruptor de la luz.
Echáis un curioso vistazo a vuestros compañeros. Os habéis tropezado en el portal y parece evidente que todos os dirigís al mismo lugar. "Más detectives", pensáis. Incluso se os pasa por la cabeza que quizás habéis sido llamados para trabajar todos juntos. Pero era una tontería el darle más vueltas al asunto o hacer cábalas, sin duda en breves instantes os sacarían de dudas.
Por fin os abren la puerta y os hacen pasar. La recepción de la agencia no es muy amplia, apenas unos ocho metros cuadrados. Según se entra se ven dos puertas, una frente a la entrada, cuya plaquita frontal reza "Mr Orange", mientras que la puerta sita a la derecha, a continuación de unos incómodos asientos desvencijados, dice "Empleados".
A la derecha de por donde habéis entrado hay un escritorio atestado de archivadores y dossieres y que, sin embargo, está perfectamente ordenado y pulcro. Una pequeña plaquita metálica a juego con todas las demás que habéis visto hasta el momento indica el nombre de la mujer que os ha abierto la puerta: Ms Green. Se trata de una mujer de mediana estatura, rozando el metro setenta, de grandes ojos oscuros y el cabello negro azabache. Posee una figura esbelta y no es ni bien parecida ni tampoco podría definirse como fea. Posee una elegancia natural y cierto porte regio. Sin duda ha sido educada en algún colegio de señoritas.
Un par de palabras que cruza con vosotros para indicaros que toméis asiento en espera del señor Orange os resultan suficientes para comprender que bajo ningún concepto es americana, aunque habla inglés con gran soltura.
Mientras aguardáis, Miss Green vuelve a tomar asiento y se enfrasca en la lectura de un folleto de una exposición egipcia. Vosotros aprovecháis, dentro de aquel incómodo silencio, para terminar vuestro periplo visual por la recepción de la agencia. A lo anteriormente mencionado se le puede añadir un par de lustrosas plantas bien cuidadas y un perchero que ha conocido tiempos mejores. Eso es todo. Sin duda, la agencia peca de austeridad en cuanto a mobiliario se refiere.
Por fin un hombre abre la puerta frente a la entrada y sale a recibiros. Es un tipo ojeroso, con cierta incipiente calvicie. Está flaco como un palo y posee unos cuantos años sobre sus espaldas. No obstante, su ajado aspecto contrasta con su vitalidad, sun sempiterna sonrisa de oreja a oreja y un aire de confianza y seguridad en uno mismo que no resultan indiferentes para ninguno de los presentes.
El hombre de mediana edad se presenta como Mr Orange y os hace pasar al despacho, un calco de la recepción, salvo cambiando una planta por un fichero y porque su escritorio está frente a la ventana del final de la sala. Su mesa está aún más recargada de papeles que la de Miss Green, pero a diferencia de la de ésta, la suya está desordenada a más no poder.
Nada más que acercáis unas sillas plegables a su mesa y tomáis asiento, Mr Orange se dispone a iniciar la conversación con su más que patente locuacidad.
-Es una alegría para mí el contar con caras nuevas en la agencia. Últimamente llevamos demasiado tiempo trabajando codo con codo los mismos empleados. Las mismas caras, las mismas voces... Es muy agradable contar con caras nuevas dentro de este despacho.
Como ya sabéis, mi nombre es Mr Orange. No, evidentemente este no es mi nombre real. Todos los detectives que trabajan en esta agencia lo hacen bajo seudónimo, salvo aquellos que se hallan inmersos en su primer caso. Se trata por una parte de conceder cierta separación entre la vida privada y la laboral, y porque muchos de nuestros mejores detectives poseen cargos de cierto interés o relevancia en profesiones que, digamos, no verían con buenos ojos que colaborasen con una agencia de detectives. Por eso, una vez que han superado su primer caso, a todos nuestros novatos se les permite adoptar un alias que, como resulta más que obvio, suele ser un color. Yo soy John Orange, para serviros, y creo que ya habéis conocido a mi ayudante personal y esposa, Miss May-Britt Green.
Sé que yo ya conozco todo lo que debo saber sobre vosotros. De otro modo, no estaríais aquí, pero creo que es un buen momento para que os presentéis entre vosotros. Siempre es interesante saber con quién se va a trabajar, ¿no es cierto? Aunque no voy a abrir la boca si preferís contar una sarta de mentiras a vuestros camaradas. A fin de cuentas, yo sí sé quiénes sois.
El locuaz detective se queda callado por fin y os mira divertido mientras juguetea con los tirantes de su impoluto traje negro.
POR SI PREGUNTAN SOBRE MERENPTAH
Merenptah es el decimotercer hijo de Ramsés II, y cuarto de su segunda esposa Isis-Nefert; fue el destinado a la sucesión debido a la muerte de sus hermanos mayores. Estaba casado desde su juventud con su hermana Isis-Nefert II, y también contrajo nupcias con su sobrina Bint-Anat II, nacida de la relación incestuosa de su padre con una de sus hijas. La comunidad de egiptólogos suele coincidir en que Merenptah fue el padre de Sethy II, así como de los príncipes Jaemuaset, Merenptah y Naneferkaptah. También se ha escrito de la posible paternidad de Amenmeses, pero no hay nada que certifique esto último.
Al acceder al trono era ya anciano, pues rondaba los sesenta años, y su gobierno fue inestable y lleno de problemas. Los problemas internos comenzaban a acumularse, y hacía más de cincuenta años que Egipto no veía un monarca joven y enérgico que pudiera enfrentarse a la ambiciosa nobleza o, sobre todo, a los sumos sacerdotes de Amón, que rivalizaban en poder con el mismo faraón.
El rey murió, probablemente, de muerte natural alrededor del año 1203 a. C., pero no encontraron su cuerpo dentro de su tumba, KV8. En 1898 descubrieron su momia junto a otras 18, dentro de la tumba-escondrijo KV35, de Amenhotep II.
POR SI PREGUNTAN POR LOS VASOS CANOPOS
Vaso canópeo (canope, canopo o canópico) es el recipiente, empleado en el Antiguo Egipto, donde se depositaban las vísceras de los difuntos, lavadas y embalsamadas, para mantener a salvo la imagen unitaria del cuerpo. Estos vasos se introducían en una caja de madera que, durante el cortejo fúnebre, era transportada en un camello.
«Canopo» es una palabra de origen griego, proveniente del nombre de la ciudad donde falleció Canope, el piloto de Menelao. En la ciudad de Canopus, cercana a Alejandría, el dios Osiris fue representado con forma de una vasija con cabeza antropomórfica. La denominación de vasos canopos es fruto de un error, pues fueron asociados con otro tipo de recipientes que poseían tapas con forma de cabeza humana, hallados en la ciudad de Canopus, en el Bajo Egipto, aunque no había ninguna relación entre ellos.
Había cuatro tipos de vasos canopos, que representaban a unas divinidades llamadas Hijos de Horus, quienes protegían su contenido de la destrucción. Las divinidades representadas eran:
Amset: vasija con tapa en forma de cabeza humana, donde se guardaba el hígado.
Hapy: vasija con tapa en forma de cabeza de papión (babuino), donde se depositaban los pulmones.
Kebeshenuef: vasija con tapa en forma de cabeza de halcón, que contenía los intestinos.
Duamutef: vasija con tapa en forma de chacal, con el estómago del difunto.
Cada vaso estaba protegido por una diosa titular —Isis, Neftis, Selkis y Neit, respectivamente— y debía estar orientado de manera ritual hacia uno de los puntos cardinales: el hígado al Sur, los pulmones al Norte, los intestinos al Oeste y el estómago al Este. Los egipcios creian que si no los guardaban bien el difunto no tendria derecho a la otra vida.
FOLLETO DE LA EXPOSICIÓN
Portada:
La galería de arte BREAD se complace en anunciarles la mejor exposción egipcia de los últimos años.
(Foto del vaso de Kebeshenuf)
Pickman Street, nº 12
Página 1:
Con la importante exhibición del vaso canopo de Kebeshenuf (o Kebeshenuef) perteneciente al faraón Merenptah, cuarto faraón de la dinastía XIX.
(Foto inmensa del vaso canopo)
Página 2:
Un vaso canopo es el recipiente en donde se depositaban los órganos de los difuntos, lavados y embalsamados. Estos vasos se introducían en las tumbas dentro de una caja de madera, junto al difunto momificado.
El vaso canopo de Kebeshenuf tiene tapa en forma de cabeza de halcón y se empleaba para guardar los intestinos del momificado.
(otra foto detallada de la cabeza del vaso canopo)
Contraportada:
¡No se pierda otros interesantes objetos de la exposición!
(Media docena de fotos de pergaminos, alguna vasija cuarteada, una pequeña estatuilla de Bastet y de un mural de gran tamaño con fotografías tomadas en la expedición que se está llevando actualmente en Egipto para tratar de localizar los restos de Tutankamon).
Y aquí a Mr Orange, el detective jefe de la agencia Brown.
El director de la galería de arte, Joseph Bread.
Sandra Kalms, pizpireta y parlanchina ayudante de Joseph.
DESCRIPCIÓN DE LA GALERÍA DE ARTE BREAD
Por una mera cuestión de ahorro de tiempo, voy a exponer a continuación cómo es la galería de arte, para que podáis decirme qué zona o qué objeto queréis explorar en detalle. Tened esta descripción abierta en una solapa de vuestro explorador mientras jugamos en otra, de cara a tener a mano toda la información que preciséis.
La galería en sí no es un complejo muy grande. Tiene una marcada forma de L. Según se entra y se va hasta el fondo, se prolonga en un amplio corredor hacia la izquierda.
Vayamos por partes.
La entrada es de cristal, con un escaparate a cada lado. Todo el frontal es cristalino, muy moderno para la época. A la izquierda y a la derecha de la amplia entrada se ven enormes paneles de corcho con inmensas fotografías.
Avanzando un poco más hacia el interior hay una vitrina en el centro del corredor con diversas figurillas egipcias. Al fondo, en la esquina, hay una mesa con una vasija de gran tamaño.
Eso es lo que se ve desde la entrada. Como ya he dicho, hacia el final se prolonga hacia la izquierda en un ancho corredor. Veamos qué se percibe en dicho corredor.
En la pared de la derecha según se avanza hacia el final de la galería se percibe una mesa con varias figurillas, después otra mesilla ovalada con un pergamino y, en la pared del fondo, una gran vitrina rota con un pedestal en el que falta el vaso de Kebeshenuf.
Por su parte, en la pared izquierda hay una serie de puertas y, entre ellas, más paneles con fotografías de gran tamaño y excelente calidad.
La primera puerta de la izquierda tiene un cartelillo con un simpático dibujo de una dama. La segunda puerta, lo mismo pero con un caballero (fácil distinguir que son los servicios para los clientes). La tercera puerta reza "almacén, prohibido el paso", y ya por fin la última tiene una plaquita que pone "Dirección, por favor, llame antes de entrar".
Así a priori, eso es lo que habéis visto en vuestra entrada a la galería, meramente echando una ojeada por encima mientras hablabais con Sandra Kalms y Joseph Bread. Aún no os ha dado tiempo a ver nada con detenimiento, así que sentíos libres de especificarme qué queréis inspeccionar en detalle.
LA EXPLORACIÓN DE LA GALERÍA DE ARTE
Tras la marcha de Sandra Kalms y Joseph Bread a comisaría, la galería se ha quedado desierta -no sin cierta picardía por vuestra parte, al enviar a Anita Drebber a por unos cafés para que os dejase total libertad de movimientos-.
Así arrancó la exploración punto por punto de la galería, lo que os ha llevado a extraer un cierto número de conclusiones, a saber:
Estos son todos los datos que habéis ido anotando en vuestros cuadernos, fruto de vuestras entrevistas con los empleados y de lo que habéis descubierto en la galería.
Hace más de una hora que Anita se ha ido a por vuestros cafés y aún no ha regresado. Sandra y Joseph aún no han vuelto tampoco. Tenéis un juego de llaves en vuestro poder para moveros a vuestro antojo. Un agente de policía aguarda a la puerta, enviado por Beau Cooper para evitar que se produzcan robos hasta que se arregle la cerradura de la puerta de entrada.
Y Anita sigue sin regresar, sin cafés y sin el dinero que se le había dado para ellos...
LA LLAMADA
Mientras aguardáis a que llegue Anita con los cafés -o más bien sin mucha esperanza ya de que llegue- os parece sentir sonar el teléfono del despacho de Joseph Bread. Suena insistentemente, casi con insolencia en mitad de aquel silencio sepulcral.
COGIENDO LA LLAMADA
Al apoyar la oreja en el auricular escuchas una voz gorgojeante que parece estar a punto de ahogarse. Es más un susurro que un grito, pero la urgencia de la voz lo hace parecer un alarido de socorro.
-Aaaa... Ay..ughhgggda... A...gha.... Agh... Aghyughda...
La mujer al otro lado de la línea cuelga el auricular. Te ha parecido que podría tratarse de la voz de Mrs Anita Drebber.
Anita Drebber, la parlanchina y cotilla limpiadora de la galería de arte Bread.
La pensión donde vive Anita Drebber se llama La Manzana Dorada y se encuentra en la calle Armitage, más concretamente en el número 4. Hace falta casi una hora para llegar allí a pie desde la galería, aunque en taxi puede hacerse el trayecto en apenas 15 minutos.
La Manzana Dorada es una pensión de mala muerte. Ocupa la parte del edificio que da a esa calle (pero no la manzana completa). Tiene cuatro plantas que poseen a su vez la misma estructura: un hall en donde se encuentran las escaleras que conducen a las distintas plantas (en el recibidor de la planta baja se encuentra a su vez la recepción). Un largo pasillo conduce a las distintas habitaciones, cuatro por planta.
Cada piso posee una exacta forma rectangular con una puerta a la izquierda del pasillo, otra a la derecha y otras dos al final, casi pegadas.
En la recepción se encuentra habitualmente Mrs Brody, aunque parece que en esos momentos está ausente, posiblemente preparando la comida en la cocina ya que os llegan vapores de verduras cocidas desde una de las salas de esa planta.
Mrs Brody es la dueña de la pensión y que además vive en la habitación número 101. La planta baja posee un comedor (la habitación 104), la cocina (la 103) y una sala de estar (la 102). En el resto de plantas estas salas son todo habitaciones, sin excepción, varias de ellas alquilables por una sola noche o un par de ellas -lo que sea necesario- aunque otras están permanentemente ocupadas por inquilinos que viven de forma estable allí desde hace años. Anita Drebber es una de ellas, y su dormitorio es el 201, en el primer piso, la puerta de la izquierda del pasillo.
LA HABITACIÓN DE ANITA DREBBER
Es un cubículo cuadrado con un minúsculo cuarto de baño a la derecha, según se entra. Tiene una cama, una mesilla de noche a cada lado de ésta, un escritorio al fondo, bajo la ventana, y un armario en la pared de la entrada, a la izquierda.
La sala está inmaculada, como no podía esperarse menos de una mujer que se gana la vida limpiando. Hay unos cuantos papeles acumulados sobre el escritorio, aunqeu todos perfectamente apilados en diversas bandejas.
Una de las puertas del armario está abierta, revelando ropajes, todos ellos ajados aunque impolutos. El closet está atiborrado de vestidos, camisones y abrigos, todos ellos de tonalidades marrones y verdes, muy discretos.