Constantinopla, situada en la actual Estambul, fue llamada desde el principio Nueva Roma por haber heredado la capitalidad de un Imperio en un momento de crisis de Roma, que se había vuelto ingobernable, llegando incluso a ejercer su poder sobre todo el Imperio.
Ubicada en la punta de una península, está bordeada por el puerto del Cuerno de Oro al norte, por el Bósforo (enlazando con el Mar Negro) al este y por el Mármara al sur.
La visión que tenían de la ciudad era de “la metrópoli de oro, ciudad santa o capital de las oportunidades, donde los adoquines están cincelados en oro y las estrellas son gemas labradas”, ya que era una de las pocas localidades donde se podían encontrar mercaderes persas, árabes, etc., que traía mercancías de la lejana China, de la India o Rusia entre muchos otros.
Era, por tanto, una urbe que se transformó en el punto de encuentro de nuevas culturas y milenarias, un paraíso para aquél que quisiera convivir con tantas etnias; Además, gracias al comercio, se convirtió en la capital del mundo, tanto en materia administrativa como en asuntos religiosos o económico financieros.
Siempre se consideró una ciudad con mucho movimiento: Gran abundancia de mercaderes, ansiosos de llenarse de riquezas; los fieles cristianos la tenían por centro de peregrinación o los extranjeros, buscando un lugar en la administración para adquirir poder.
Sin embargo no todo era idílico. Esta felicidad era envidiada por muchos pueblos, sobre todo islámico y europeo, siendo objetivo de distintos ataques. La ciudad cubre 18 kilómetros cuadrados entre la punta de la península y las Grandes Murallas de Teodosio II, sus principales y más grandes fortificaciones. Estas defensas, tanto naturales como artificiales, abarcan el suficiente territorio para permitir que la ciudad se extienda de forma significativa y confortable.
Hay muchos edificios y hogares situados a lo largo de las dos líneas costeras principales y en la mitad oriental de la península. Imitando el modelo romano, la ciudad está dividida en 14 distritos y construida sobre siete colinas, aunque solo las tres primeras son las más importantes. La Primera Colina está coronada por las ruinas de la Acrópolis de la ciudad. La Tercera Colina es un nido de chabolas. La Quinta Colina está en la vertiente norte del valle del Lycus.
Se considera que es una de las zonas más importantes al contener el Palacio de Jucendiae, un retiro imperial, y la Iglesia más antigua de la región, San Juan Evangelista. El palacio sirve también como cuartel general militar y como refugio temporal en caso de terremotos.
La Via Ignatia conduce desde Hebdomen directamente a través del barrio industrial de la ciudad, que se encuentra justo fuera de la famosa Puerta de Oro. El escenario a lo largo del camino consiste en granjas de una sola habitación con pequeñas huertas y arboledas, con agrupaciones de casas.
El Barrio Industrial envenena el aire con una asquerosa mezcla de olores ácidos, tintes y pieles de animales sin curtir que se pudren en pilas junto a las curtidurias. El barrio alberga a carniceros, curtidores, vidrieros, herreros y talleres de pinturas. Muchas de las tiendas tienen hogares adyacentes donde residen los propietarios y sus familias.
Pasando el barrio se extienden las Murallas de Teodosio II, una doble línea de fortificaciones precedidas por un foso y, una vez pasado, una serie de terraplenes abiertos y muros bajos empleados a modo escudo por las tropas defensoras. Con nueve metros de altura y entre cuatro y cinco de grosos, y recorridas por 96 monolíticas torreones empleadas a modo dormitorio por guardias, diez puertas que atraviesas las fortificaciones (siendo la principal la Puerta de Oro) y adornada con dos sendas torres de bloque de hormigón.
El valle donde se encuentra baja hacia el río Lycus, al noreste de la Puerta de Oro, y elevando el terreno de la Quinta Colina en una segunda rama de la avenida. Aunque la cara norte es el lugar más fresco de la ciudad, su terreno es el más abrupto.
La necesidad de agua precipitó la construcción de elaborados acueductos subterráneos y cisternas. Muchos de ellos estaban cubiertos, ya fuese ocultos bajo el suelo o dentro de los edificios.
En la vertiente norte del valle, aislado del resto de la ciudad, se encuentra la ciudadela de Petrion, un antiguo castillo que domina el Exokionion y el Cuerno de Oro.
Sin embargo el edificio sagrado más importante e impresionante es el Monasterio de San Juan Estudio, servido por sus Monjes Insomnes. En su interior se encuentra la Universidad de Constantinopla.
La Avenida Central comienza en la Puerta de Bronce, en el Foro de Augustaion, erigido en honor a Helena, madre de Constantino. Los vendedores de perfumes y fragancias se dedican a su negocio cerca de esta zona.
Entre los Foros de Augustaion y Constantino, la Avenida está atestada de vendedores de carne, aceites, aves, manteca, sal, harina, quesos, verduras y miel. El interior del foro, ovalado y pavimentado, está ocupado por los puestos. La sección de la calle más allá del Foro de Constantino es bien conocida or sus mercaderes de ropa, sastres y remendones. En esta zona se encuentra la tristemente célebre Casa de las Lámparas, un edificio de una planta que comunica la Avenida y el Gran Bazar y, según la leyenda, está maldita.
El encanto y la mística muere en el Foro de Teodosio, dedicado a la venta de cerdos y ovejas.
Al sudoeste se encuentra el Palacio de Bucoleon, dos villas construidas sobre las fortificaciones costeras que dominan el puerto con el mismo nombre.
Al noreste de los límites del Gran Palacio se encuentra el pequeño y embrujado distrito de Arcadio. Tras el traslado de la familia imperial, el lugar fue abandonado y arruinado, aunque solo algunas pocas familias continuan viviendo allí. Un poco más al este se encuentran los Baños de Arcadio.
La Iglesia de San Salvador, una modesta estructura que contiene una fuente que supuestamente cura a los enfermos. Al oeste, el Palacio de la Mangana, una pequeña villa real que domina la iglesia con la función de albergar al emperador enfermo mientras los criados le sirven tragos curativos.
Junto al muro sur del Foro de Augustaion, la Basílica del Senado sirve como cámara.
Al norte de este edificio se alza la estructura más identificable de Constantinopla, la Iglesia de Hagia Sophia. Como tercer eje de la vida en la ciudad - tras el Gran Palacio y el Hipódromo - es un enorme monumento a la Iglesia Ortodoxa y un recordatorio del poder del trono imperial, decorada con el mayor de los lujos.
En la parte noreste, la Iglesia de Irene queda empequeñecida por su vecina.
En la base norte de la Acrópolis, se halla el Distrito Militar de la Mangana, conocido como la Punta de Serrallo. Aunque ya no tiene mucha importancia, las máquinas de guerra de la ciudad siguen siendo construidas y almacenadas aquí, y hay una biblioteca sobre la basílica.
En el Distrito de Mauro se encuentran las residencias de familias influyentes y potentados bizantinos, por lo que es distrito mejor vigilado, iluminado, pavimentado y patrullado.
El Puerto de Sofía está rodeado por tres grandes almacenes y acoge cualquier tipo de embarcación. El Sigma, un edificio verde de dos plantas estilo pórtico, es donde comerciantes y mercaderes descansan, negocian, cambian moneda e informan a la Lonja Marítima.
El primer distrito latino es el Distrito Pisano. Alberga la Torre de Mangana, desde la que una cadena se extiende a lo largo del Cuerno de Oro hasta la Torre Galata en la orilla opuesto, usándolo a modo defensivo en tiempos de guerra al tensarla bajo el agua e impedir el paso de las tropas enemigas.
El Barrio Amalfitano es una zona de hostales cercana a los muelles para hospedar a los cansados marineros.
Más al oeste a lo largo del Cuerno de Oro, hay un pequeño Barrio Judío entre los distritos de los hostiles latinos. Éstos controlan el acceso al muelle de Perama Porta Hebraica, uno de los mayores mercados de pescado.
El Gran Bazar es unas de las pocas zonas compartidas por latinos y bizantinos. Llega hasta la Casa de las Lámparas y está bordeado al oeste por la calle Embolos, la única vía pavimentada del Barrio Latino. Es un ecléctico montón de tienduchas, puestos de aceite, viviendas, almacenes, buhoneros con carros y vendedores sentados sobre alfombras.
En el lado este del Gran Bazar se extiende el mayor y más poderoso de los grupos mercantiles latinos, el Barrio Veneciano. Su control del comercio marítimo casi no tiene rivales, salvo por los esfuerzos genoveses en Gálata.
Al otro lado del Cuerno de Oro está la orilla del Gálata, también conocido como Región 13. Allí es donde tiene su hogar la comunidad genovesa. Originalmente la zona era utilizada por la armada bizantina como astillero para la construcción de sus poderosos dromones.
Aparte está el Puerto de Heptascalon, donde se refleja el empobrecimiento. Se culpa siempre al creciente nivel de la arena de cierre del puerto, pero el verdadero motivo es la supremacía de la flota veneciana.
En la cima se encuentra la Iglesia y Monasterio del Cristo Pantócrator, un bastión sagrado que incluye hostal, asilo de pobres, un hospicio, tres iglesias y un hospital.
Al oeste se encuentra la Iglesia de los Santos Apóstoles.
El río Lycus fluye de las Grandes Murallas de Teodosio II al Puerto de Teodosio. En este tramo, el río se corta bajo el Foro de Bous, un lugar mundano usado por los carniceros para sacrificar los animales y vender carne. Los restos de los animales son arrojados al río, por lo que tanto el agua entre el foro y el puerto está corrompida y negruzca.
El Foro de Arcadio está rodeado de pórticos cubiertos, abiertos por los flancos y expuestos a la noche. Cercano está el mercado de caballos.
El Puerto de Teodosio cambió su función para servir como mercado de vegetales o alfombras.
Una prisión y una torre fueron añadidas al palacio en la periferia norte. La Torre Prisión de Anemas es utilizada como cárcel para los traidores del Imperio y los enemigos del emperador.
Para consultar un mapa donde pueda verse mejor la distribución, pinchar aquí
La sociedad bizantina se divide en tres categorías, siendo el paso de una a otra poco común aunque no es imposible, sin embargo en los albores de la época en la que nos encontramos traen aires de cambio, un renacimiento que aboga con romper lo estipulado, aunque todavía no es solo más que un breve rumor traído con las olas del mar.
La primera facción es la imperial, que incluye no sólo al emperador y su familia, sino también a sus consejeros y miembros de alto rango del clero, el ejército y la administración. El papel del emperador en la sociedad es primordial, pues no sólo es la cabeza del estado, sino además la de la Iglesia.
La segunda facción es la gran clase civil. Este grupo engloba a gente de casi cualquier faceta de la vida bizantina, desde mercaderes hasta burócratas, y sus miembros más prominentes están asociados con la Iglesia. El clero y los obispos asumen la tarea de administración de la Iglesia Ortodoxa, mientras que los diversos monasterios repartidos por la ciudad forman el corazón espiritual de la sociedad. Por debajo del clero se encuentran los que trabajan al servicio de la burocracia bizantina. El servicio más bajo lo ocupan los criados y subordinados, incluyendo guardias civiles menores, dejando a enfermos, desvalidos y otros indeseables a la gracia de la Iglesia.
La tercera facción es el aclamado ejército. El servicio se considera de por vida y está ideado para ofrecer grandes recompensas. Los ascensos dependen de los logros y la ambición, aunque el prestigio familiar se ha convertido en un valor de gran importancia.
Uno de los rasgos más característicos de la civilización bizantina es la importancia de la religión y del estamento eclesiástico en su ideología oficial, Iglesia y Estado, emperador y patriarca, se identificaron progresivamente, hasta el punto de que el apego a la verdadera fe (la «ortodoxia») fue un importante factor de cohesión política y social en el Imperio bizantino, lo que no impidió que surgieran numerosas corrientes heréticas.
Sin embargo a medida que pasaban los siglos distintos conflictos asolaron la imperturbable estructura del cristianismo, dividiendo las dos Iglesias en un cisma que, en la época donde nos encontramos, todavía sigue insalvable.
Por ello puede verse en la ciudad diversas culturas, incluso lugares específicos donde se permitían costumbres paganas, siempre y cuando no se mostraran en público o molestaran al "buen cristiano".
Las tranquilas aguas llevaron a Giancarlo hasta el puerto a primera hora de la mañana con promesas de riquezas y buena esperanza, como otros muchos habían seguido el dulce sueño. Sin embargo tenía constancia del inminente peligro que acechaba la gran ciudad y el continuo abandono de sus mercaderes, temerosos de perder sus bienes por los ataques, aunque no fue hasta que arrió cuando pudo ver la realidad de la situación. Junto al navío de Giancarlo, otros 15 portando la sacra bandera cristiana con varios soldados armados cargando sendas cajas, posiblemente armamento militar.
Poco después se encuentra con Marco Davenia, el capitán del puerto, quien le recibe con expresión taciturna y cansada, con cierto deje de preocupación. Le explica de forma concisa la situación al mercader: El puerto, su modo de vida, estaba a punto de ser cerrado por una misiva del Emperador.
Por orden y gracia de su majestad Constantino XI, quedan clausurados todo tipo de negocios que en el puerto se hicieran o hagan, so pena de castigo.
Otrosí, deberán dar cobijo y alimento sin recibir estipendio alguno a los nobles soldados que luchan en nuestra causa en nombre del Altísimo y su majestad el rey.
Otrosí, aquellos nobles que porten armas o sean duchos en la guerra, deberán ayudar a sus hermanos, también so pena de expropiación de bienes o cárcel.
Firmado:
Constantino XI
A 6 días de abril de 1453
A pesar de las soluciones y ánimos infundados por Giancarlo, Marco comenta el repentino cambio de actitud del emperador.
Hace dos años, poco después de coronarse, nos hizo llamar a la corte a todo aquel con poder en el reino. La reunión fue bien, nos explicó sus planes con la ciudad, su forma de enriquecer las arcas y prosperar. Sin embargo hace apenas un año todo cambió.- Cerró los ojos unos segundos, recordando ese momento a la perfección, cada palabra o pensamiento que acaeciera.- Desconozco qué le hizo cambiar de opinión, es algo que ha guardado con mucho recelo, pero desde entonces todo es distinto.- De la pila de misivas, empieza a enumerar las que tenía, sin enseñar sobremanera ninguna.- Todas y cada una de estas cartas son edictos sin sentido, impuestos, nuevas normas, y más fantasías imposibles. – Ríe de forma irónica, superado por la situación.- ¡Incluso nos pidió luchar contra el enemigo con las manos desnudas!
Creo que nuestros enemigos conocen su estado mental y están aprovechando para atacar, pero todo son suposiciones infundadas.
Interesado por evidente deterioro que parece mostrar el emperador, Giancarlo preguntó su fue el único que mostró tales signos, sacando el tema de los “visionarios”.
¿Aparte de los “visionarios” de la ciudad? – Suelta una breve carcajada, dando un sorbo.- Es cierto que ha aumentado el número de delirios, sobre todo en los suburbios. Mentes insanas que afirman haber sido bendecidos con visiones divinas. Llevan atemorizando varios días con sus teorías apocalípticas, pero estoy al tanto de que la Iglesia se encargará de ese asunto.
Preocupado por este tema, Giancarlo pide que se investigue y Marco accede, pero antes de poder continuar hablando, las noticias de un ataque inminente cortó toda comunicación.
El mercader accede ir con Marco, conociendo al capitán del ejército, Giovanni Giustiniani, un hombre curtido en batallas dispuesto a defender a la ciudad. Después de preguntarle sobre Markus Musa, y el reticente silencio que mostró con cierta incomodidad, ordenó a los civiles ir al Foro de Constantino, donde estaban reuniendo a la población...
He anotado las partes que más información contenían (sacadas directamente del prólogo para que no falte nada). Es un resumen muy general, pero está lo más importante ;)
Constantinopla está gobernada por diversas organizaciones en la sombra ajenas de la mano del Emperador, finas telas de araña que tejen a lo largo de las calles, cada una con su propia estructura interna y su ubicación en la ciudad. Sólo los autóctonos del lugar conocerán de estas facciones, pero los más temerarios serán capaces de cruzarse en su camino.
Hijos de Judas
Uno de los más odiados a la par que temidos entre la ciudad.
Sus intereses principales están en la satisfacción de los vicios de la ciudad, controlando las zonas de juego y prostíbulos, al igual que el juego de intriga y engaños en las cortes y salones, corrompiendo con vacías palabras para sus propios intereses.
Tomaron el nombre por las leyendas cristianas ya que Judas, seguidor del profeta, acabó traicionándolo. Se conoce que son pocos sus miembros, destacando sobre todo hermosas mujeres, todas ellas con la seña identidad del cabello rojo.
Los Latinos
Los bizantinos ven a los latinos como niños incivilizados que no conocen su lugar, respondiendo ellos en consonancia al considerar a los nativos de Constantinopla como majaderos pomposos y egocéntricos.
El traslado del comercio mediterráneo trajo consigo una transición de poder que aprovecharon para posicionarse en los puertos y los barrios colindantes, distribuyéndose por los diversos mercados repartidos en la ciudad.
El Barrio Latino, sin duda el más grande conocido en Constantinopla, está abierto y dispuesto a recibir a cualquier recién llegado mientras respetes las normas y límites dentro de la jerarquía impuesta.
Esta es una información privilegiada que os doy solo a los jugadores con transfondo nativo de la ciudad. Vosotros veréis qué hacéis con ella, pero ser sensatos ;)