Partida Rol por web

Tomando un sorbo de su sojacafe, Gabriel enarco un ceja ante la historia de la abogada, una abogada entrenada en algo mas que leyes, bueno, no seria la primera vez que un SR trabaja de manera legal para ganarse unos neoyenes extra, que siempre vienen como dios a fin de mes.

Hasta luego entonces asintio Ethan a Juan antes de que el hombre se marchara pero tomando una pagina del libro del Aztlan, expandio sus sentidos al astral unos segundos solo a modo de precaucion.

Entiendo, se lo agradezco Señorita Goldsmith dijo Gabriel aceptando las cerillas y memorizando tanto el numero como el local, algo de trabajo seria de agradecer, no estaba pasando por el mejor de los momentos economicos precisamente.

Y digame, si no es indiscreccion claro puntualizo Ethan ¿que arte marcial practica?

Tras escuchar a la abogada asiento. - Allí estaré. - respondo encogiéndome de hombros. Nunca está de más un trabajo si está bien pagado. Luego simplemente salgo y me pierdo entre la gente.

En nigún momento aparto la mirada de la abogada, y no molesto en disimularlo. El sucedáneo de café está demasiado flojo para mi gusto, pero es gratis, así que lo engullo.

- Señorita Annie, no tengo ningún problema en aceptar trabajos pequeños, siempre que la paga no sea "pequeña" también. Me reuniré con su "contacto", pero espero que no me haga perder el tiempo. Demasiado he perdido ya en esta maldita celda.

-¿Arte marcial? No sé de qué me hablas... -responde Imaginaria a Gabriel con una pícara sonrisa. -Y es de mala educación leer auras sin permiso, amigo mío.

Se gira para encarar al resto de los metahumanos. -Veo que todos estáis de acuerdo. Buena suerte y tened cuidado, ya sabéis que los Barrens de Redmon pueden ser peligrosos.

A continuación, un Eurocar Westwind 3000 con los cristales tintados, dobla la esquina se detiene delante de la cafetería.

-Ahhh, mi transporte está aquí. No os metáis en líos...

Y con un único movimiento fluido, la abogado recoge su cartera, se levanta y sale de la cafetería para montarse en el vehículo y perderse entre el tráfico.

Orfebre deja caer su vaso de sojacafé al que sólo le queda una gota dentro de una repleta papelera del local. Coge sus gafas inteligentes que están sujetas con la patilla al cuello de su camisa y se las pone, las conecta de forma inalámbrica a su commlink para ver superimpresa la hora en la esquina inferior derecha de su campo de visión. Apunta una alerta en el commlink con el lugar y la hora del encuentro.

Bueno... ya nos veremos por ahí. Dice a sus compañeros forzosos mientras sale de la cafetería. Aún me dará tiempo de descansar hasta la tarde, comer un poco, quizá hacer alguna llamada y preparar el equipo que no llevo encima. En seguida se pierde en la maraña de wageslaves que pueblan las aceras y suben y bajan de manera casi automatizada de transportes públicos.