Partida Rol por web

Agachado como estoy junto al cuerpo inconsciente de Frederick, veo como su respiración se normaliza, levanto la cabeza para decirles a mis compañeros que esta a salvo de momento, cuando veo como Thorgar cae al suelo con los ojos blancos y sin vida, no puedo hacer otra cosa mas que gritar.

Noooooooooo, Thorgaaaaaaaar, ¿por queeeeeee? .

Tras las palabras del asesino y del mediano, me rindo pero en mis ojos esta reflejado el color de la venganza.

Muy pronto, muy pronto, llegara el momento de disfrutar de la venganza y cuando llegue ese momento, lo disfrutaremos lentamente .

Me aparto de Colmillogris, para beber la poción, pero al parecer mis manos no logran encontrar con rapidez el bebedizo, y sólo siento un fuerte dolor, moemntáneo. Un golpe rápido de Colmillogris, pero que no ha logrado su objetivo. Me doy vuelta rápidamente para enfrentarlo, pero un mareo repentino me afloja las piernas, y hace que mi visión se opaque. ¿Un veneno? Era probable. En el lugar oscuro en que me hallaba, sentía el gemir doloroso de los espíritus malignos que moraban aquí. No lograba ver bien, pero intenté pararme con todas mis fuerzas. Mis amigos (si, amigos al fin) me necesitaban.

¿Que pasaba con las luces? Intenté aclarar mi vista, pero era dificultoso. Había poca luz, y no conseguía ver en dónde estaban mis compañeros, y los enemigos.

No tenía mi hacha, había caído quizás. Aunque tampoco mi armadura. ¿Nos derrotaron y nos quitaron todo? ¿O ganamos y estoy en un sitio de curación? No recordaba haber caído, pero era posible?.

Una luz se acercaba. Era un figura de enano, o mejor dicho, de enana. Me recordaba a Hilda, una joven risueña de mi caverna, de la cual estuve mas que un poco enamorado. Pero no, esta figura era mas...grande, en todo sentido. La luz, ahora podía verla mejor aunque aún me deslumbrara, provenía de sus armas y armaduras.

Mis ojos se aclararon, y finalmente pude verla bien. No era Hilda. Su armadura, brillante como el sol, sólo se opacaba ante su rostro, fuerte y firme, auqnue no exento de piedad. Su hacha, brillante como nada de este mundo, relucía por sobre la armadura.

Miré a mi alrededor, y vi mi cuerpo caído, sangrante y roto. UN sentimiento de piedad, y de pena, corrió por mi espíritu. Piedad por Colmillogris, pena por mis amigos. Porque ya no estaría mas allí para ayudarlos.

Tomé la mano extendida de Haela Hachabrillante, y me fui.