Partida Rol por web

Lucía no logró rajar los bracitos, que seguían asiendo a Ana firmemente y volvieron a morder a la pobre muchacha, quien no consiguió soltarse. Mientras tanto, se escuchó una nueva explosión aunque esta vez no salísteis disparados y javier no se movió lo más mínimo para ayudar a las dos mujeres, demostrando que era un vil cobarde.

Seguí acuchillando con rabia a aquella cosa  mirando impotente cómo mis golpes no hacían ningún efecto y el ser seguía atacando a Ana. Iba a acabar con ella y yo no podía hacer nada... y todo ante mis ojos. Un nueva explosión hizo que el cuchillo se desviara pero por lo menos, en esta ocasión, no había conseguido desequilibrarme. Las lágrimas de frustración empezaban a empañar mis ojos y yo seguía intentando alcanzar a aquel ser con el cuchillo.

- Joder Javier... haz algo... ayúdanos.

Cada vez me sentía más débil, perdía sangre por bastantes partes de mi cuerpo y apenas lograba escuchar las voces de mis compañeros. Todo era oscuridad, oscuridad y dolor.

Javier seguía con la mirada perdida ante aquella visión hasta que las palabras de Lucía le hicieron volver un poco en sí. No sabía cuanto tiempo llevaba estático, pero Ana parecía estar en graves problemas...

-Eh...Eh...Eeeeestá bien...está bien...

Con mucha torpeza empezó a buscar algún objeto alrededor que le permitiera ayudar a Ana a liberarse de aquella cosa que la estaba atacando.

Lucía apuñaló las manos pero con muy poca fuerza, mientras que Javier que ya por fin reaccionó consiguió hacerse con otro extraño instrumento que más bien parecía un serrucho y con él sesgó los dos brazos casi a la primera. La presión sobre Ana entonces aflojó y pudo salir de debajo de la camilla, pero al hacerlo, vísteis cómo tenía el cuello desgarrado y quizás la Yugular o la Aorta o la que fuese desgarrada, pues al ponerse en pie os dísteis que a la pobre chica le salía del cuello un chorro de sangre oscura a presión, como se veía en las películas. Ambos dedujísteis, que a la pobre no le quedaban más que unos minutos de vida.

Entretanto, la camilla se movió y de debajo también emergió uno de esos seres verdes sin brazos, aunque la tonalidad de su piel era verde tirando a marrón, tenía una boca chiquitita con dientecillos pequeños pero muy afilados, avanzó hacia vosotros. Teníais detrás vuestra la puerta por donde habíais entrado y frente a vosotros, tras un par de camillas, la puerta de salida a lo desconocido.

Mierda... y ahora ¿qué? La herida de Ana era demasiado fea y sangraba demasiado para pensar que aquello tenía solución y encima aquella cosa asquerosa, con aquellos dientes afilados que ya habíamos visto lo que conseguían hacer, venía a nuestro encuentro. Miré a mi alrededor incapaz de decidirme por una vía de escape.

Sabía que si volvía a la habitación de donde acabábamos de salir igual estaría a salvo, pero... ¿por cuánto tiempo? Y traspasar la puerta detrás de las camillas, ¿no sería adentrarme directamente en la boca del lobo? Pero algo tenía que hacer, quedarme allí parada sólo significaba mi muerte y aquella puerta misteriosa quizás me llevara a la salvación. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde... pero creo que sólo es una tontería para justificar lo inevitable.

Sin pensármelo dos veces esquivé las camillas en dirección a... ¿dónde? Lo sabría cuando traspasara aquella puerta.

Después de cortar aquellos pequeños brazos verdes que agarraban a Ana tanto Javier como Lucía dieron un paso atrás para dejar algo de espacio a su compañera. Parecía que estaba gravemente herida, pero al aparecer el pequeño ser que la había atacado Javier ya no vió nada más.

Ni siquiera sintió a Lucía intentando escapar, lo único que pudo hacer fue levantar de nuevo el serrucho y atacar al hombrecillo verde esperando acabar con él de una vez por todas...

-MUERE!!!!

Camino tropezando hacia la puerta de salida mientras noto un calor que desciende desde mi cuello y un frío glaciar que nace del interior de mi cuerpo.

Siempre había tenido cierta pasión por la muerte y lo que significaba. Ya desde niña había aplastado al ratón de la familia por accidente y me había pasado horas "jugando" con él hasta que mis padres me encontraron. Desde entonces fui mucho más precavida, leyendo sobre medicina, anatomía y, algunas veces, cogiendo algún animal con el que experimentar. No fue hasta mi entrada en medicina cuando comencé a jugar de otra forma con la muerte, buscando cadáveres aún calientes con los que mantener relaciones sexuales tras despertar cierto órgano. El olor casi químico de la muerte, los cambios que se generaban en el interior de un cuerpo, raudos como solo la naturaleza puede trabajar, y los ojos vacíos me hacían entrar en un estado próximo a la cúspide del placer.

Pero ahora no, ahora la muerte se avecinaba a por mí y solo podía sentirme asustada, realmente acojonada. Y cabreada, muy cabreada. Tanto como para hacer todo lo posible para cargarme a esos cabrones antes de que hicieran lo propio conmigo.

Toda la tecnología de nuestra especie, y seguramente la de los aliens, eran solo imitaciones del funcionamientos de los organismos de los seres vivos, que también conocía. Y ese conocimiento me hacía creer que, como todo organismo, si se sabe donde tocar se puede llevar a la autodestrucción. Y eso iba a hacer, cargarme a esos cabrones, aunque sea asegurando la trayectoria de la nave hasta su planeta natal, liberando esta plaga en su tierra...

El dependiente de videoclub de aspecto bobalicón y maneras suaves se convirtió en un auténtico psicópata sádico en un abrir y cerrar de ojos, acuchilló con vehemencia utilizando el serrucho y al ver que no era del todo efectivo de esa manera, pensóselo mejor y usó el instrumento como era menester, cortando medio cuerpo del ser desde la clavícula (si es que lo que tenía esa mierda de criatura era una clavícula) hacia abajo, hasta llegar al bajo abdomen, casi partiendole por la mitad. Un líquido oscuro casi negro voló en todas direcciones y empapó a Javier desde el pelo hasta las los huesudos dedos de los pies.

Lucía abrió la compuerta para descubrir lo que sin lugar a dudas era un almacén de comida, centenares de hileras de enormes bolsas de plástico con seres humanos dentro se alineaban en cuatro kilométricos carriles. La nave parecía acabar en aquella sala lo que sólo podía significar que la parte que había reventado era la parte en la que iba el "timón" de la nave y la sala de máquinas, lo que significaba que estaban atrapados y que morirían muy muy pronto.

En éstas aparecieron una Ana medio muerta y un Javier totalmente ido con el serrucho en su mano derecha. Casi al mismo tiempo, los tres vivos escucharon un ruido y vieron a poca distancia cómo caía al suelo una de las bolsas de plástico con un humano dentro. La bolsa se movía como si tuviese espasmos y al fijarse vieron que en efecto, el ser humano que había dentro estaba sufriendo espasmos. Al mirar hacia arriba, vieron que TODAS las bolsas de plástico se movían y empezaban a caer al suelo como si de las manzanas maduras de un manzano se tratare.

Miedo, pavor, pánico, asco y finalmente ira. Los tres se miraron justo en el momento en el que la primera bolsa de plástico era rajada por una extraña garra de un ser humano "mutado" y decidieron que ya no tenían nada que perder. No entendían qué había pasado ni cómo uno de esos seres humanos se había infectado si ya estaban muertos o si era de una mutación del virus , que se había combinado con el ADN alienígena y al inocularse en un ser humano les había hecho cambiar...

El caso es que Javier se lanzó con el serrucho a descuartizar, Ana como no tenía tampoco ningún instrumento, simplemente se lanzó con los brazos por delante y Lucía con el extraño escalpelo dieron matarile a todos los mutantes que se les pusieron por delante.

Javier giraba y giraba usando el serrucho como si fuese una espada y cortando con el serrado filo a los mutantes de alrededor aunque con escaso éxito. Lucía apuñalaba metódicamente (muy propio de ella) cráneos para dejar fuera de combate a todos los que pudiese y Ana arañaba y arrancaba ojos.

Javier cambió de táctica, ahora usaba el serrucho para cortar miembros y el líquido oscuro que ya no era sangre encharcaba el sulo metálico de la nave, Ana se resbaló precisamente con el líquido y cayó al suelo levantándose a los pocos segundos convertida en Zombie (no en mutante). Lucía melló la hoja del escapelo de tanto apuñalamiento y llegó un momento en el que la hoja no pudo penetrar el cráneo de turno, así que fue rodeada y reducida, siendo engullida por la masa de mutantes. El dependiente de videoclub siguió matando y matando hasta que se quedó solo. Miró y vio a sus pies decenas de mutantes, pero miles más se acercaban lentamente hasta él. Tuvo que limpiarse los ojos y la boca pues el líquido lo tenía por todo el jodido cuerpo, miró a la masa que se acercaba y pensó que era su triste final, no era una mala muerte, pues según creía, era el último de la especie humana que aún vivía. ¡ERA EL JODIDO ÚLTIMO HOMBRE VIVO!

Ese pensamiento le reconfortó sobremanera, la masa se acercaba, cuando el primer mutante de la segunda hornada casi le podía tocar, notó un ligero temblor y después durante una décima de segundo vio cómo el techo de la sala se abría y se contraía y luego una luz blanca, el trozo de la nave que quedaba había explotado.

FIN