Partida Rol por web

Dedicando sonrisas nerviosas al respetable, yo sigo hablando en voz baja, a ver si el cabronazo este toma ejemplo:

-Jaime, mira, tío, llevo encima doscientos pavos. Es todo lo que puedo darte ahora. Si quieres más, tendrás que fiarme. ¿Confías en mí, no?
 

Habrá que trabajarse más al taxista... parece como si tuviera miedo pero... ¿por qué narices tiene que declarar él también? Aquí hay algo raro. Estaba dispuesta a seguir con las preguntas que había iniciado el tal Raúl pero fuimos interrumpidos por aquel picoleto. Menudas confianzas...

Aquello tenía mejor pinta que las cuatro palabras mal pronunciadas que podía soltar el moro aquel. Desde luego el guardia civil no se cortaba ni un pelo y estaba dejando en una postura bastante incómoda al reportero. Así que untando a la autoridad ¿eh Raulito? Pasando sobres (*) bajo manga... jajajajajaja... Bien, parece que voy a tener noticia doble. ¿Telecinco eh?

- Vaya, vaya... Interesante sí señor. -Sonreía con suficiencia ante el evidente enojo de Raúl mientras mi mano seguía volando sobre el papel.

El Guardia asiente y sonríe dejando a la vista un diente de oro, asiente con la cabeza y no puede evitar frotarse las manos pensando qué va a hacer con tanta pasta

- Por esta vez me quedo los 200€, pero me debes un favor. Ven por aquí con tu cámara y tu regidora, rápido - te hace un gesto para que le sigas.

El Guardia mira en dirección a una pequeña puerta que parece una salida de incendios o de emergencia a la izquierda de la entrada principal de los juzgados y próxima al lugar en el que el taxista ha aparcado.

Desde luego no sería yo la que dijera a aquel buen elemento que se estaba equivocando, aquella era una oportunidad que no podía dejar pasar, y Raúl... no, él no se atrevería a protestar por la cuenta que le traía.

Con una sonrisa maliciosa dejé de escribir y los seguí hacia la puerta que nos daría acceso al interior de los juzgados. Iba a estar en el meollo de la información y ya me frotaba mentalmente las manos al pensar en todas las oportunidades que se me presentaban para conseguir un buen ascenso.

La socarronería de la chica me informa no sólo de que va de arrimada, sino que además de lista. Le suelto al Pichilla los cuatro azules, uno detrás de otro, y trago con lo de la regidora. Le silbo a Gabi, quien había corrido a dejar la cámara y recoger su material más fino de la furgoneta en cuanto el trato había tomado cuerpo, y me apresuro tras del tipo.

-Te lo debo, te lo debo –iba asegurándole. –Y ella también, por supuesto. ¿Verdad, Raquel?

El Guardia os conduce hasta la entrada, mira de un lado a otro como si estuviera buscando la mirada a alguien en concreto, pero el caso es que la entrada está atestada de gente pero nadie repara en lo que estáis haciendo. Una vez está seguro de que quién quiera que buscase no está, os hace un gesto para que paséis, primero Lucía, después Gabino que viene con la cámara y cuando Raúl va a entrar Jaime extiende el brazo y hace el gesto de la "pela" frotándose el el pulgar con el dedo corazón en alusión a los 200 machacantes.

Animado por su, a última hora, actitud escamada, estoy dispuesto a plantarme frente al vaina este:

-Quillo, que estoy seco ahora mismo. Si quieres más, o te esperas o se lo pides a la regidora.

- ¡Era coña hombre pasa anda!- en aquel momento te parecía que te acababa de hacer un favorazo, te había salido tirado, 200€ por entrar en los Juzgados y conseguir una exclusiva que te reportaría mucho, mucho , mucho dinero. Lo malo era que por error se había colado una listilla sin pagar un euro...

En cualquier caso ya poco se podía hacer, la reportera no llevaba ninguna cámara - al menos aparentemente-  así que a priori no sería competencia directa. Gabino llevaba una cámara oculta bien colocada en la solapa, para grabar bien todo aquello. Con un poco de suerte podríais grabar la entrada y salida en sala o si érais algo más atrevidos...

Ya estábais dentro.