Escuché la conversación sin mediar palabra, mientras mi mente intentaba procesar toda la información. Por lo que sabía, los lasombra no aparecían en fotografías, luego era imposible detectarlos por la vía normal, teníamos que confiar en un gangrel ... Buen olfato, pero ¿acaso no habría retratos? ¿Y serían filedignos? otra cosa que me escamaba era que tuviese ghoul. Por lo poco que me había contado mi sire, el sabbat rehuía de los vínculos de sangre. Quizás fuese porque quisiese estar carca de la Camarilla.
- Una pregunta, si no es mucha indiscrección. ¿No habría algún vampiro que pudiese recrear el aspecto de Lucio? Sé que las fotografías son inútiles, pero otras artes o disciplinas pueden servir. Y necesitaremos algún detalle más, un nombre sin apellidos, sin una marca, no es fácil de rastrear. Si tuviese una identidad mortal al uso, podríamos saber algo más.
Me dirijo a salir de la iglesia, peor antes lanzo una mirada sonriente a Alejandro - Señor, un placer tratar con usted, como siempre.
De camino a la calle de Cristóbal Bodiú donde os espera una de esas furgonetas negras con los cristales tintados, Sor Ángela os responde con hastío, aunque parece que se sigue conteniendo, estar fuera del territorio del principe y de su vista hace que se suelte un poco más.
No sea paranoico Hamal, solo me refería al sentido de la tregua. Como podrías haber deducido de Don Alejandro me opuse férreamente a que eso sucediese. Pero la jerarquías en el Sabbat no significan seguir ciegamente a tus superiores. Y el proyecto de Lucio curiosamente se ha mostrado útil para organizar su propio rescate.
Señorita Aguirre, su reputación la precede o la de su Sire más bien. Parece más despierta de lo que hubiera sospechado. Parece que no se fía de su compañero el señor Crespo, hace bien. Incluso usted entenderá que no vayamos repartiendo retratos de nuestros congéneres en los Eliseos de la zona, pero para eso nos vamos a acercar a la catedral, allí podrán ver un retrato suyo.
Junto a la furgoneta hay un chofer esperando que abre las puertas de atrás y ayuda a Sor Ángela a entrar el lugar del copiloto. Una vez estáis todos dentro y el motor se ha puesto en marcha se dirige a vosotros mirándoos a través del espejo retrovisor. Los músculos del cuello y la cara se contraen, imagináis una sonrisa ante vuestro inevitable gesto de extrañeza al no encontrar su imagen en la superficie que solo refleja un asiento vacío.
En cuanto a encontrarlo, no debería ser difícil, no solo los taimados Tremere conocen cómo estudiar y embrujar la sangre, os lo mostraré a su debido tiempo.
Parecía que no le quedaba otra opción . Si "las jerarquías en el Sabbat no significaban seguir ciegamente a tus superiores", era una pena que fueran miembros de la Camarilla. Pese a lo mejor o peor que le pudiera caer el Príncipe, no había tardado ni quince minutos en subirles a una furgoneta negra con los cristales tintados. Se sentía como una oveja camino del matadero
La puerta se cerró con sonoridad, despertando su sentido común. ¿A quién quería engañar? La culpa de estar allí dentro era suya, por no haberse negado, y si no lo había hecho era porque no podía permitirse dejar pasar una oportunidad como aquella. Necesitaba del favor de Don Alejandro si quería mantenerse con vida no ya a sí mismo, sino a su hermana. Lo que de verdad le jodía de toda la historia era el tener que volver a Valladolid.
Suspiró, en vano, porque ya no le hacía falta. Tenía los pulmones tan arrugados como la cara. Sí, no se podía escapar del pasado, y sentado allí, en una furgoneta con una monja de copiloto, volvía a sentirse como si estuviera en el colegio. Se preguntó si cantando el Mil Albricias le daría algún punto con Sor Ángela. Levantó la mano, para hacer una pregunta.
—¿Tenía Lucio algún asunto pendiente en Valladolid? ¿Algún conocido?
La puerta de la furgoneta se desliza sobre sus raíles hasta cerrarse con un chasquido, opacando la luz de las farolas que se ceñían sobre el vehículo. Una monja al volante y nosotros atrás sentados como niños buenos. Casi me da la risa al pensar en pedir una bolsa; "es por si me mareo, profe".
-¿Te acuerdas de la hermana Cayetana? -Le susurro a Jacobo, con una media sonrisa.
Cómo nos reímos cuando rellenamos de cayena todos los vasos de la máquina expendedora de café, en la sala de profesores. Fue divertido verla sudar y resoplar durante la clase de lengua. Y lo que nos escocían luego las manos después de darnos con la regla...
-¿Fue idea mía o idea tuya?
Sin embargo, parece que el leitmotiv de la noche va a ser la desaparición del tal Lucio, así que con resignación vuelvo a mirar hacia adelante, cruzándome de brazos. Escucho las palabras de la otra mujer del grupo, y luego la respuesta de sor Ángela, y no puedo evitar rascarme la barbilla.
-¿Alguien ha pensado que eso de que los lasombra no se reflejen, hoy en día es más una virtud que un defecto? Quiero decir, si fuera una maldición real, el aspecto que proyectarían en los medios digitales tendría que ser algo... fantasmagórico, rasgos deformes y cosas así. Pero diablos, si quisiera ser una ladrona de guante blanco o una espía, sin duda me haría lasombra.
"Ya, como si pudieses elegir quién te convierte".
Bueno, en cierto modo, sí.
Carraspeo, dándome cuenta repentinamente de que me estoy desviando del tema.
-Lo que quiero decir es... es... sí. Contactos. ¿Tenía Lucio contactos en Valladolid? -Creo que no soy la primera que hace esta pregunta. Vamos a completarla- ¿Una novia? ¿Amigos? ¿Una mangosta mascota?
El grupo, quien parecía muteado incapaz de formular preguntas, tras su intervención parecían animados a darse un papel de investigador que seguramente sólo habrían experimentado en la televisión o videojuegos. Igualmente escuchó las preguntas como si de cadetes recién reclutados se tratara, esperando las respectivas respuestas a pesar de imaginarse alguna de ellas. Lo había comprobado con la mirada que le dedicó Sor Ángela, hueca y vacía como el resto de datos que tenían.
Los siguió en silencio hacia la furgoneta negra, donde tomó uno de los asientos mientras seguía escuchando y ordenando la información que tenía. Hechos inconexos que un hilo amarillo enlazaba con datos que aún no tendrían pero esperaba encontrar, pronto.
Sor Ángela mira hacia las estrellas, se lleva una mano al mentón y se queda en silencio durante unos cinco minutos.
He estado pensando en los últimos setenta y cinco años y creo recordar que solo una vez fue Lucio a Valladolid, hace cincuenta y cuatro, la camarilla todavía no era fuerte allí y tanteamos Valladolid para ubicar unos compañeros que tenían que exiliarse de Atenas, pero finalmente se quedaron en Sicilia. La única razón que se me ocurre para que lo hayan llevado a Valladolid, es que quien quiera que sea sabe que nos lo pensaríamos dos veces antes de entrar.
¿Contactos? No puedo decir que Lucio no tuviera ningún contacto, por la Almudena pasa mucha gente, hospedamos sacerdotes, religiosas, pero no creo que ningún vástago. Pero no creo que exista humano que sea capaz de detener a Lucio.
¿Y ustedes? ¿Alguno conoce Valladolid? No se molesten en contestar, me consta que los hermanos Iradier huyeron hace no mucho de allí.
Si no es mucha molestía, les agradecería su silencio lo que resta de camino.