Partida Rol por web

Después del accidente resultó muy difícil recordar algo que tuviera un mínimo de conexión o sentido. Imágenes inconexas, que no tenían ninguna clase de coherencia iban y venían… el audio, de mala calidad, voces embotadas, risas y ruidos extraños que jamás había llegado a escuchar.

Aquello era como un mal sueño, un sueño donde la impotencia era la sensación predominante, como si un terrible tsunami de lava se acercara a una velocidad endiablada e intentaras huir de esa inminente muerte, pero tus piernas no respondían o sencillamente corrías a una velocidad extrañamente lenta mientras alrededor todo acontecía con normalidad o incluso acelerado de más.

Sin duda, el tiempo que había pasado era imposible de saber, los momentos de consciencia eran intermitentes, y cada vez que recobraba el sentido, un dolor lacerante invadía todo el cuerpo de Fernando, un dolor que provocó un intento de grito que se vio ahogado por una serie de tubos que tenía conectados en ella.

Voces y más voces, risas histriónicas y zumbidos de sierras… huesos chasqueando al ser partidos, y una permanente sensación de humedad y metal en el ambiente, pudo ver alguna cara para nada familiar, pero sus rostros eran borrados de la memoria tan pronto como aparecieron… aquella era, sin duda, la peor pesadilla que un hombre podría hacer frente, y más aún por la incapacidad de respuesta, la duda del estado de su hija y el tiempo que había pasado.

Fuere como fuere, llegó el día en el que los ojos de Fernando se fueron abriendo pesadamente, como si tuviera pesas en los parpados que hacía que se cerraran a cada miserable intento de abrirlos y poder ver donde estaba…

Quizás tardó treinta segundos en poder abrirlos por completo y recobrar el control de sus ojos, pero en realidad, pareció como si hubiera pasado un largo día, con sus veinticuatro horas de agonía mientras trataba de ser una persona y no el despojo que estaba demostrando ser su estado físico. Poco a poco fue recobrando los sentidos… la vista estaba algo enturbiada, veía luces por todos lados y todo desenfocado. ¿El olfato? Olor a humedad y sangre seca… escuchaba un silencio sobrecogedor por el momento aunque estaba aderezado por una gotera que dejaba caer gotas y gotas de aguas de manera rítmica, casi musical; pero lo más extraño fue el sentir su propio cuerpo.

Fue lo último de lo que fue capaz de percibir, y algo iba realmente mal. Lo primero era que se sentía como si se hubiera caído de un decimo piso, luego, hubieran cogido su cuerpo hecho mixtos sobre el asfalto y lo hubieran arrojado desde el mismísimo monte Everest, dándose con todas y cada una de las piedras y salientes que hubiera en su camino… en una palabra, se sentía roto. Cuando trató de moverse, un dolor le recorrió cada nervio de su cuerpo lo que provocó que tuviera que apretar los dientes por lo insoportable que le resultó. Parecía que no tuviera control sobre su cuerpo; entonces, una voz habló detrás de él, en su punto ciego, donde no podía mirar…

Aún es pronto, duérmelo – esa voz sonó hasta cruel, cargada de sabiduría y con unas dosis demasiado fuertes de soberbia, quizás Fernando hubiera deseado gritarles, insultarles, pero no pudo, la impotencia lo embargó mientras una placentera sensación de sueño fue tomando control de su cerebro y acabó por dormirse nuevamente, pero justo antes de hacerlo, una pequeña mota de lucidez iluminó su cerebro... "ese idioma no era español... ¿cómo coño lo he entendido?".

Otra vez el abrazo de un Morfeo hijo de puta y sádico. Pesadillas volvieron a asolar el subconsciente de Fernando… sierras circulares cortando docenas de cuerpos humanos que gritaban de puro dolor, una agonía brutal que provocó en Fer el deseo irrefrenable de despertar, pero ese momento no llegaba y ahí se quedó, en una habitación oscura, sucia y rodeado de cadáveres siendo mutilados por sierras empuñadas por sombras de sonrisa cruel…

Una eternidad después, volvió a despertar, pero esta vez sí pudo ver bien. Se encontraba en una habitación en un estado lamentable, un lavabo descansaba a su derecha con un grifo que goteaba intermitentemente, de paredes blancas manchadas por el paso del tiempo, azulejos rotos y partidos tirados por las paredes al caerse sin que nadie decidiera que era bueno mantener aquel lugar lo más acogedor posible... parecía un lugar de pesadilla. Aún no era capaz de moverse como le gustaría, pero al menos la sensación de ser un muñeco roto había desaparecido, pero fue sustituida por otra, si cabe, más desagradable, ese cuerpo no era el suyo… o al menos, no lo percibía como el suyo propio.

Intenta incorporarse, mirando a su alrededor confundido. Pesado. Terriblemente pesado. La memoria somática de su musculatura se apresura en ayudarle a despertar a su manera cuando cada fibra nerviosa en su cuerpo alza resentida su estridente canto de dolor. El mareo sobreviene de improviso, y el mundo entero se tambalea aún cuando ha hecho poco más que intentar sin éxito doblar su tronco.

- Pero qué coño... - Incluso su mandíbula se resiste a funcionar como es debido, costando cada leve movimiento del maxilar un esfuerzo extra. Su voz suena entumecida y ronca, como la de un acabado borracho a altas horas de la noche. No suena mucho, sin embargo. El aturdido intenta alzar un pesadísimo brazo, y un crujido quizás gomoso se une al asfixiante entumecimiento de todo su cuerpo para restringir completamente cualquier intentona de movimiento. Está atado de alguna forma por una serie de tiras de cuero o caucho, como comprueba cuando consigue alzar su cabeza lo suficiente. Al menos el cuello lo tiene libre. 

Por un momento el pánico atenaza sus sentidos, para ser barrido una décima de segundo después por un miedo infinitamente mayor cuando el joven rostro de una preciosa adolescente pasa volando, como al desfile, por su hecha añicos mente. Forcejea contra las correas con todo su adormecido cuerpo, ignorando los pinchazos de dolor que recorrer hasta el último de sus tejidos.

- ¡EH! ¿¡Hay alguien ahí!? ¡Estoy aquí! ¡TENGO QUE SALIR! ¿¡Dónde está Claudia!? ¡Soltadme! ¡Soltadme, hijos de puta! ¡Sé que me estáis viendo, soltadme!!

La paranoia se extiende como gasolina sobre asfalto, contaminándolo todo. No le importa lo que le hayan hecho, no le importa dónde esté, ni todas esas imágenes distorsionadas que aparecen cada vez que intenta recordar. Sólo Claudia. 

- ¡Dejadme ir ahora mismo o os juro que estáis muertos! ¡Necesito encontrarla! ¡CLAUDIA!

Un calambrazo particularmente fuerte, producido quizás por la sobrecarga sensorial, cruza como un devastador relámpago su médula espinal. La cabeza cae pesadamente sobre la camilla, y el eco de una metálica campanada se escucha cuando ésta golpea la dura superfície. Debe estar alucinando otra vez. Un pesado suspiro le recuerda que debe respirar, e incluso mover el aire en sus pulmones supone un esfuerzo del que, por alguna razón, aún no se había percatado.

- Dónde cojones estoy...

Te dije que se despertaría hoy - fue lo primero que llegó a los oídos de Fer... sin duda era ingles, el como era capaz de entenderlo era un verdadero misterio para él, pero realmente, daba igual, tenía problemas más serios. Esa voz la pudo reconocer al instante, era la que llegó a escuchar en uno de esos momentos de consciencia. Una voz altanera, cargada de suficiencia y que sin duda alguna, era alguien con un intelecto muy superior y que desdeñaba a los de menor inteligencia.

Sisisisisisisi, lo se joder, pero... que mierda, parece alelao - dijo otra voz que Fer no había escuchado antes, esta en cambio, parecía irritante, una voz que destilaba cierto desquiciamiento o incluso locura - esperaba que estuviera listo para matar, me dijiste que olvidaría a la puta de su hija - realmente parecían ignorar a Fer, pero sin duda alguna estaban detrás de él, lejos de su campo visual pero tan cerca que parecía que pudiera notar su asqueroso aliento - ¡Eh! ¡Tarado! si, te hablo a ti Fernando ja... se llama como yo, siempre me parto. jajaja, hahahahahah HAHAHAHAHAHAHa - si había duda, esa forma de reírse tan histriónica confirmaba que ese tipo era peligrosamente un jodido tarado - en fin... ja...jaajja... tú, imbécil. Clauda esta sabrosamente bien, lejos de ti, donde podemos controlarla... me impresionó tu actuación en el atentado de la carrera, pero me impresionó más todavía que sobrevivieras al accidente ¿a que no sabes cuanto tiempo ha pasado? ¿eh? - esa pregunta la formuló con ese tono de voz que ponen los adultos para hablar a los bebes... tan innecesario - no verdad... no tienes ni puta idea, pero ha pasado un año y medio, un año y medio llevas ahí chupando de mi bote y ahora, me lo tienes que compensar ¿a que si Cosmos? - si hubo respuesta por parte del tal Cosmos, no la llegaste a escuchar - te hemos desactivado el cuerpo, no podrás moverte hasta que todo quede claro ¿vale amigo? - ese amigo lo dijo en español, con el acentazo de un extranjero tratando de pronunciar bien un idioma que le era totalmente ajeno. - mira, te voy a poner una canción para que la escuches... depende de si te gusta o no, nos llevaremos mal o peor - y acto seguido comenzó a escucharse una canción reproducida, seguramente, a través de un terminal móvil, el volumen al que lo puso era extremadamente fuerte.

Claudia. Controlada. Un año y medio, y las jodidas voces de esos dos tarados sonando para luego dar paso a un puto tema de hace diez años. 

Enloquece. Grita y se sacude intentando librarse de las ataduras, ver las caras de esos dos tipejos y machacarlas hasta que queden irreconocibles. Pero no... Porque ni siquiera empieza a sacudirse. No se mueve ni un ápice y sólo puede gritar aturdido y ardiendo de ira, preso de su propio cuerpo, pesado como un ataúd de metal. 

- ¡RRRRAAAH! ¡Soltadme ahora mismo, hijos de la gran puta! ¡Quitadme las putas cadenas porque si me las tengo que quitar yo van a arrepentirse hasta vuestros putos nietos! - La verborrea surge incontenible, grita con tal de no quedarse callado, de no escuchar ni la música ni a ellos. Algo le dice que ninguna de esas voces es amiga ni va a hacerle favor alguno, y sólo queda el urgente instinto de librarse de esta claustrofóbica sensación de atrapamiento. 

Otra vez esa voz - ¿cómo sabe que mi madre era puta? - preguntó con cierta incredulidad, pero enseguida fue al asunto que le estaba martilleando - no has escuchado la jodida canción... y encima la has interrumpido... suspenso tocayo, muy suspenso - chasqueó la lengua y de pronto apareció una cabeza del revés en el campo visual de Fernando...

Creeme, no podrás hacerme nada - y se rió moviéndose por la sala hasta que se quedó frente a Fernando - no eres libre y ahora solo tienes una opción... - sonrió con malicia y miró a un punto detrás de Fer para luego devolver sus azulados ojos al reo - vas a trabajar para mi, y eso es simple... verás... - se sentó en el suelo con las piernas dobladas y comenzó a agitarlas como si fuera un ejercicio de preescolar, donde los niños imitaban el aleteo de una mariposa - puedes hacerlo por las buenas, que es decir, si mi amo, trabajo para ti... o no, no trabajo para ti y entonces la gente sufre - se llevó el dedo indice a los labios dejando de mover las piernas y sus ojos se pasearon por el techo - gente como... tú hija... sisisisi, ella va a sufrir mucho sino trabajas para mi, tanto que puede hasta morir.. y, llegados a ese punto - chasqueó los dedos y alguien detrás de Fernando lanzo un pequeño aparato de color negro, como el mando a distancia de un coche - solo tendría que tocar este botoncito ¿lo ves? - lo mostró agitando rápidamente el pequeño aparato - y sufrirás una lobotomia que hará que seas un zombie esclavo a mi servicio... - y sonrió de oreja a oreja, pletórico - por cierto, me llamo Ferdinand... aunque puedes llamarme AudioSlave, pero será mejor que me llames jefe

- Hijo de la grandísima... - Pero la frase muere entre sus mismos labios sin llegar a surgir del todo, la furia silenciada por el súbito pánico que despierta la mención a Claudia. Probablemente sea un farol... ¿O no? Todo esto es demasiado turbio y extraño para plantearse siquiera el arriesgarse, así que traga palabras y orgullo y, procurando serenarse por una vez en su vida, se dirige al lunático con una voz dos tonos más suave en lugar de escupirle a la cara como quiere.

- Está bien, hablemos, joder, pero no le toquéis un pelo a ella... ¿Pensáis al menos decirme dónde cojones estoy o qué quereis de mí...? Despacio y por orden, no me encuentro precisamente bien...

¿dónde estas? - enseñó los dientes en una sonrisa mientras le decía "adiós" con la mano a la otra persona que Fernando no llegó a ver. Cuando dejo de hacer ese gesto con la mano volvió a mirar a Fer y nuevamente, sonrió estúpidamente - estas lejos de tu país, "amigou" - chasqueó la lengua un par de veces mirando al techo - estás en Rusia, un gran país ¿eh? lleno de pueblos abandonados con hospitales como este... lugares ideales para coger sujetos como tú y experimentar ¿no te has preguntado por qué no puedes moverte? 

El asunto del inglés seguía chirriando en algún lugar en al menos segundo o tercer plano en su mente, pero distaba mucho de ser algo por lo que preocuparse ahora mismo. Miró al irritante tipo luchando por no perder los estribos e intentando entender a qué diablos se refería.

- Muy gracioso, canijo... Me he dado cuenta de que estoy atado, sí. Podrías soltarme y explicarme qué carajo quieres que haga; ni siquiera yo soy lo bastante idiota como para joderos si la tenéis a ella...

Una sonora carcajada saltó de su garganta, y fue tan estridente que Fer pudo notar como estaban a punto de estallarle los tímpanos por la presión que provocó aquella simple risotada - ¿canijo? JAJAJAJAJAJAJA - siguió riéndose con fuerza aumentando esa sensación de que iba a explotarle el cerebro a Fernando, pero el hombre, por fortuna, dejó de reír y sacó, velozmente un enorme puñal de su bota. Con movimiento experto cortó las correas que ataban al español a la cama mugrienta de hospital y Fer sintió que seguía sin poder moverse - ¿sigues sin poder moverte? - preguntó poniendo cara de pena, como si fueran pucheros más propios de un bebe que de un hombre adulto... aunque su grado de locura y desquiciamiento invitaban a dudar - ¡PARA ESTO! - gritó de pronto sin dar posibilidad de que Fernando pudiera reaccionar y clavó el puñal de metal en pleno torso, pero, algo raro acababa de pasar... al margen de no poder moverse para evitar la puñalada, un quejido de metal arrugándose resonó por la estancia y AudioSlave alzó el puñal completamente doblado y comenzó a reírse nuevamente - ¿te has asustado? - preguntó entre carcajada y carcajada hasta que sacó el mando con el que amenazó anteriormente y pulsó un botón...

Nuevamente no pasó lo que Fernando esperaba, pues le amenazaron con una muerte cerebral si pulsaban el botón del mando, pero en lugar de eso, un siseo, similar al de un motor eléctrico adquiriendo potencia, fue audible y su fuente era el propio Fernando... ahora sintió que era capaz de moverse.

Sintió cómo su respiración se congelaba en su pecho al ver el puñal desaparecer en su torso... O doblarse contra él. 

- ¿¡Qué coño acabas de...!?

Luego ese extraño zumbido metálico, y algo parecido a una respuesta en todo su cuerpo a la vez, como una inyección de vitalidad... de vigor. Fernando se incorpora a medias entre las estridentes y molestísimas carcajadas de fondo de Audioslave, y flexiona los brazos abriendo y cerrando las manos ante sus ojos. Algo en cada uno de sus movimientos se siente ligero y pesado a la vez... Artificial. 

- Agh, deja de reírte así, vas a hacer que me reviente la mollera... - Un gesto dolorido, se lleva una mano a la sien. El metálico tañir de una hueca campana de plomo, y el mundo entero se revuelve súbitamente sin dar al aturdido hombre posibilidad de reacción alguna. Un nuevo gruñido de sorpresa, seguido del quejido de la cerámica de la pared al hacerse añicos contra la cabeza del proyectado. Los pedazos de baldosa caen junto a la cama, el colchón se riega de yeso... Y por alguna extraña razón, no duele...

Parpadea aturdido y le toma unos largos segundos conseguir desencajar su propia cara de la pared, para palpársela luego, esta vez con sumo cuidado. Esa misma sensación extraña en el tacto. Alza la vista al maníaco, ahora realmente perdido, desorientado, y esta vez su voz suena sin una pizca de bravuconería.

- Qué... ¿Qué demonios me has hecho...?

Puso cara de pena - Oh... ¿lo siento si te duele? - preguntó de manera retórica, pero sin duda le importaba lo mismo que una mierda oliera a rosas; nada. Observó a Fer detenidamente como trataba de moverse, como un rictus de confusión asomaba en su rostro de piel sintética. Aquello hizo que sonriera abiertamente, como el puto desquiciado que estaba demostrando ser.

Sin previo aviso, ni música, comenzó a bailar por la estancia realmente alegre. Se movía con bastante ritmo y agilidad, pero tan pronto como empezó dejó de hacerlo - yo no te he hecho nada - comentó de manera ausente - más bien fue otro que te lo hizo para que trabajaras para mi - sonrió de oreja a oreja - ahora eres una maquina de matar. Mola ¿eh? ya no tienes músculos y tus huesos han sido reforzados con nosequeblablabla - dijo con desinteres, los detalles le aburrían - bien... bienvenido a los True Rebelds, has entrado por la puerta grande tocayo ¿estas listo para tu primer trabajito? 

- True... ¿Qué...? - Lo cierto es que no estaba seguro de si había oído o no esas palabras antes, pero lo seguro ahora era que con el volcán en ebullición que su cabeza era ahora mismo, el nombre le decía lo mismo que los garabatos de un crío chino.

- Mira... Yo... Lo que sea, está bien... - Dice esta vez, alzando las manos dándose por vencido. Por supuesto no se le pasa por la cabeza creerse le memez de nosequé huesos que acaba de soltar el tipo ante sí, evidentemente tarado. - Me habéis salvado el culo para reventármelo después, tú ganas. Si la tenéis a ella soy vuestro. Dime de qué se trata y cómo mierda quieres que os devuelva el... "Favor". Cuanto antes saldemos las cuentas mejor para todos, ¿No?

Aquello lo ofendió profundamente, y estalló en rabia y furia. AudioSlave saltó como si tuviera un muele en el culo y se abalanzó sobre Fernando golpeando su rostro repetidas veces, aunque, para este, no sentía nada, aquello eran como caricias de un niño pequeño berreando porque su madre no le ha comprado las chuches de fresa con forma de mono que quería...

¡Cabrón! ¿¡Que no conoces a los True Rebelds!? - bramó furioso y todavía más frustrado cuando no conseguía herir en lo más mínimo al español. Rugió algo que hizo saltar varios azulejos sueltos y paseó por la sala tratando de calmarse, hasta que, de pronto, sin previo aviso comenzó a reírse de manera un tanto histérica. 

LosTrueRebeldssonalosqueteenfrentasteenaquelrallydemierdasomoslamayororganizacióndelmundolosquebuscamosqueesos sereshumanosquesecreenlibresdespiertenysequitensusputasvendasdelosojoselmundosevaalamierdayamejorformadedespertarauninconscienteesaguantazos - explicó hablando atropelladamente teniendo que tomar algo de aire en cierto momento. Señaló a Fernando con dedo acusador - y tú eres mi ultimo recluta. Te vas a pasar unas semanas acostumbrandote a tu nuevo cuerpo y cuando estes listo, saldrás a sembrar el caos por ahí... y si te niegas, tu hija, sencillamente, morirá de la peor manera que puedas imaginarte - sonrió recordando la amenaza que no dejaba de hacerle.

Su primer reflejo fue cubrirse del primer impacto, aunque su extraño, aturdido y pesado cuerpo respondió demasiado lento. Y sorprendentemente, no notó absolutamente nada. Ni siquiera el empuje del golpe... Nada. ¿La anestesia, quizás? No reacciona al aluvión de puñetazos que sigue al primero, y comprueba que, efectivamente, tiene que haber algo muy raro en todo esto para que no note semejante manta de palos, aún de un medio tirillas como éste. ¿Acaso habrá algo de verdad en lo que el tarado ha dicho...?

Para cuando se cansa de golpearle y de verborrear, se obliga a mantenerse sereno y contesta mirándolo a los ojos, muy seria y pausadamente. 

- Así que os debo dos jugadas por una... Lo recordaré. Y no pienso esperar "unas jodidas semanas" para que me soltéis y os olvidéis de Claudia, y más si llevo año y medio durmiendo... Joder, dime ahora mismo de lo que se trate y dalo por hecho. 

Sonrió contrariado y suspiró largamente refrenando las ganas de golpear a Fernando - no, te tiraras unas putas semanas entrenando y acostumbrándote a tu nuevo cuerpo, si por mi fuera, mequetrefe, estarías ya fuera matando a mis enemigos y sembrando el caos, pero por mucho que quiera... no serás ni capaz de andar por ahora - aquello podría haber hecho que Fernando se levantará en el acto de la camilla* pero AudioSlave continuó - tu hija esta viva - se acercó a un mueble que Fer no era capaz de ver y apareció con una tablet. En ella se veía un vídeo de su hija, de su Claudia. Estaba en una habitación acomodada, aunque sin ventanas... una televisión, una cama y poco más, al menos tenía mejor estado que aquel hospital abandonado de Rusia - ¿ves? es en directo

En efecto, aquel tarado tenía toda la razón, pues en cuanto el catalán trató de levantarse, cayó de pronto sobre el suelo como una marioneta sin hilos. AudioSlave se rió a carcajada limpia durante unos largos cinco minutos en los que Fernando era incapaz de ponerse en pie, parecía una tortuga boca arriba a la que le hubieran puesto un piano de cola sobre el abdomen... incapaz de moverse.

Cuando hubo pasado ese tiempo, el captor de Fer chasqueó los dedos y apareció un enorme armario ropero de músculo y mala leche. Un puro asomaba por entre sus labios y lo mascó un poco cambiándolo de lado a lado de la boca esbozando una sonrisa cargada de suficiencia; era obvio que se reía del estado de Fernando. El enorme hombre cogió sin mucho esfuerzo a Fernando y lo arrastró por una serie de pasillos. El lugar era de lo peor, paredes tiradas, puertas destrozadas, tuberías reventadas y vegetación por todas partes; un edificio muerto y abandonado, olvidado por quien trabajó allí, un edificio que vio como la vida se abría paso o como la muerte llegaba inmisericorde dispuesta a llevarse a quien tuviera que abandonar la existencia. Tras un largo paseo la comitiva de tres llegó al fin a un patio interior después de bajar unas escaleras peligrosas y allí, otro hombre de extraño aspecto los esperaba...

Ese otro hombre, el cuarto en aparecer si que desató en Fernando una de las emociones más primigenias del ser humano; el miedo. Parecía un cadáver andante, su piel tenía un tono azulado o grisáceo, su mirada era de superioridad pura y sus ojos desvelaban el destello más puro de la maldad. Llevaba un extraño símbolo tatuado en la frente y unas extrañas muescas que rodeaban la superficie de su cráneo pelado. Sin duda esa gente era peligrosa, un tarado, la silenciosa mole de músculo y aquel cadáver andante. Todos ellos tenían ahora el control sobre la vida de Fernando y de su amada hija, Claudia, de la cual no sabía nada; más vale que estuviera con vida, sino... no tendría nada que perder.

Tras un leve asentimiento de cabeza, el hombre sacado de una película de terror asintió levemente, chasqueó los dedos y con un destello de luz azulada como el hielo, surgió de entre sus manos un enorme báculo de mármol negro rematado en la punta con una calavera construida con lo que parecían cientos de rubies rojos como la sangre arterial de un hombre que aún poseyera vida; la visión del cetro era casi hipnótica, y cuando la mirada de Fernando se perdió en sus intricadas y angulosas formas parecía que un río de sangre fluyera sin remordimiento alguno...

Un guantazo del tipo del puro sacó de su ensimismamiento a Fernando, y constató, por primera vez, que aquel golpe le había llegado a doler; hacía poco había resistido un apuñalamiento y ahora, un simple cachete le dejaba la mejilla ardiendo por el dolor. El hombre se rió pero el cadáver comenzó a recitar unos susurros leves, que danzaron caprichosos por el aire envolviendo a todos los que estaban ahí, parecía que las palabras tuvieran vida propia y poco a poco el ambiente se fue llenando de una corriente pesada de aire hasta que se comentó a centrar en la mitad del patio, acumulando energía hasta que de pronto, hubo una explosión abriendo ante Fer, un portal de color negro, un portal que sus marcos estaban forjados por cientos de calaveras... seguramente Fernando se hubiera negado a pasar después de que AudioSlave lo cruzara despreocupadamente, pero aquello hubiera dado igual, ya que fue arrastrado a través de él.

Vértigo, arriba era abajo, abajo era arriba, izquierda derecha y viceversa, todo a la vez... ingravidez a la vez que sentía una presión tan fuerte que amenazaba con aplastar todos y cada uno de los huesos que formaban el cuerpo humano... y todo esa contradicción de proporciones dantescas duró un solo segundo, el segundo más largo de toda la vida de Fernando, más incluso que aquel día en el que vio a cámara lenta como las llaves de su "burra" caían directamente por el puerto de Barcelona.

En un momento estaba en un hospital abandonado de Rusia y ahora tenía el Big Ben de fondo, asomando por encima de uno de los grandes muros de hormigón armado construido por el gobierno británico para aislar el centro de la ciudad de los suburbios más peligrosos, repletos de bandas criminales que hacían su propia ley... 

Conducido a empujones hacía un edificio en mal estado, fue dejado ahí... AudioSlave se marchó y solo se quedó con el la mole, el otro tipo, el que inspiraba miedo no había debido cruzar el portal que el mismo había creado.

A partir de ese día, Fernando empezó a aprender a usar su nuevo cuerpo, era como un bebe que ni sabía gatear, y en cierto modo resultó humillante, pero los "suaves" guantazos del fumador de puros eran una más que notable inspiración para seguir adelante. Le costó mucho poder andar, correr, saltar y hacer todo lo que aprendió cuando era un tierno infante, realmente era una vuelta a la vida, volver a nacer... en lo más literal de la expresión sin obviar lo metafórico, pues Fernando se sabía muerto cuando su coche explotó en aquella persecución. 

En todo ese tiempo solo había conocido a su guardián, un tipo inglés llamado Brick que lideraba una de las bandas más violentas de Londres, los que se hacían llamar "SkullKings". 

Ese día, el número quince, en el que por fin Fernando era capaz de moverse con normalidad, Brick llegó y tras él un enorme camión con su trailer a juego...

Tú - empezó con un bozarron más propio de un amante del whiskey escoces - ha llegado un nuevo cargamento de armas, tengo que ir a partirle la cabeza a ese cerdo de Scub, el líder de los "Pussy". Otra vez una de sus putas ha matado a uno de los mios por un puñado de libras. Te quedas al cargo de la vigilancia del jodido camión, más te vale que cuando vuelva este todo, sino, te arrancaré ese pellejo de niñata "Spaniard" que tienes ¿me captas?