Partida Rol por web

A toda prisa el Sargento se precipitaba con Hendel al hombro hacia la lanzadera siendo perseguido apenas por pocos metros por la horda de bichos que se acrecentaba a cada momento.
Con un ultimo esfuerzo logro llegar justo cuando sus infantes le extendían sus brazos para ayudarlo a subir y el piloto amenazaba con que iba a despegar ya. A su orden también, le indicaba al fusilero de resguardo que abordara ya, pero en el confusión del despegue este se retraso un par de segundos los cuales fueron suficientes para que al encenderse los motores de la lanzadera perdiera el equilibrio, en ese preciso instante Ramírez que estaba junto a la fusilero le extendió sus brazos para cacharla a tiempo pero súbitamente unas mandíbulas la tomaran de la cintura precipitándola al exterior.
Unos pocos segundos después estaban ya arriba y a salvo, todo había terminado por fin; abajo una marabunta de arácnidos se precipitaba en torno a la colina, lo que Sonny y Ramírez jamás olvidarían de aquel instante seria ver como el cuerpo de aquella infante era desmembrado trozo a trozo por esos malditos bichos.

Pero las cosas cambiaban súbitamente de atmósfera, y el sargento ya empezaba a acostumbrarse a esto y es que justo cuando parecían a salvo el piloto le indico nuevas malas noticias.

-Maldita sea, no saldremos vivos de esta, informa al sargento- Hablo el copiloto con una voz que entonaba claramente resignación.
-Sargento haya arriba se aproximaba un enjambre de bichos aéreos, habrá que cerrar las compuertas de la lanzadera ya, pero dudo que logremos atravesar la atmósfera vivos-

Acompañado de esas terribles palabras se encontraba el terrible momento que se vivía en el compartimiento de carga; Hendel yacía en su charco de sangre y se convulsionaba producto de sus heridas, su muerte era prácticamente inminente.

A Jake se le acabó el repertorio de bromas al ver cómo desaparecía la infante. Apretó los dientes y no quiso ni pensar en lo que habrían visto Sonia y Sonny. Por sus rostros, había sido demasiado desagradable

Jodidos marineritos, ni despegar como Dios manda saben hacer bien. Magnífico, el genio del piloto puede apuntarse una muesca en su palanca o lo que narices utilice para pilotar esta lata de sardinas volante...

Y para colmo, no podían hacer nada por el pobre Hendel. El sargento se había ganado no ya la admiración de Buendía -que ya la tenía desde hacía tiempo-, sino el cielo de la IM al traer al moribundo a la nave.

Bueno, ahora a ver si estos autobuseros nos sacan de aquí. Bonito sería que todo se fuera al carajo intentando salir de la atmósfera, tras todo lo que hemos pasado en el megacongelador de ahí abajo pensó el consejero táctico...

El cabo estaba esperando la llegada del sargento para ayudarle a dejar a Hendel despacio en el suelo. Ni siquiera se enteró de la caída de la infante hasta un rato después, cuando se percató de su ausencia.-Vamos soldado aguanta, pronto estarás pateando culos de bicho otra vez.-Evans intentaba contener las hemorragias con todo lo que podía, utilizando gasas, pañuelos y manos, sin parar ni un minuto de darle ánimos a su compañero y recordarle que el escuadrón Fox le haría una fiesta de bienvenida cuando saliese del hospital.-No te des por vencido joder.- 

Dejo a Hendel y subo, justo a tiempo para ver como una infante cae bajo las fauces de los aracnidos mientras partimos. Rapidamente tomo las granadas que me quedaban y las suelto sobre los bichos, esperando que le den una muerte más rapida a la soldado de lo que los enemigos lo harian. Cuando paso por al lado del piloto recuerdo su comentario, en el que dijo que se estaban jugando el culo por nosotros, a lo que le respondo:

- "¿No es acaso divertido, Señor? Nosotros a diario nos jugamos el culo por la humanidad, Inteligencia y la Flota. De vez en cuando es bueno saber que hacen lo mismo por nosotros."

Digo mis palabras con ironia, pero sin dejar el respeto de lado. Al fin y al cabo, los pilotos tienen rango de oficiales. Veo que Hendel no está bien. Me acerco a él e intento presionar las heridas como nos enseñaron para evitar que pierda más sangre, mientras le digo al resto:

- "Para todos los presentes. Hoy podria haber sido cualquiera, incluido yo mismo. Quizas lo encontraron tonto e innecesario, pero en el escuadron Fox no se abandona a nadie que aun respire y se pueda sacar, no mientras yo esté al mando. Aunque muera, sabré que no fue inutil, pues lo intenté, y lo haria por cualquiera de ustedes, incluso por Aleksei y su bocaza."

Termino mis palabras riendome un poco y mirando a nuestro tecnico con un poco de humor.

Luego escucho las palabras del piloto, a lo que respondo con calma:

- "Haga lo que pueda, Piloto. Morir en una caida o en llamas es la mejor de las opciones de muerte en esta mierda de planeta. Si salimos de esta, le invitaré un trago."

Sigo intentando mantener a Hendel con nosotros, con la esperanza de darle algo de tiempo hasta que pueda ser atendido. Saco las vendas del cuchillo y se las pongo sobre las heridas, en un ultimo intento por evitar su desangramiento.

La felicidad por haber conseguido por fin un tiro certero y masacrabichos se apaga al contemplar cómo la fusilero que ha bajado con la nave cae en la maraña de insectos que estábamos abandonando sin bajas directas... y el espectáculo dantesco que muestra la situación por la compuerta de disparo me hiela el corazón, hasta que un puñado de granadas revientan la situación trayendo una muerte más rápida a la infante de la que habría tenido bajo el manto de monstruos que la estaba asaltando. Y todo empeora cuando no puedo sino volverme al fin, y contemplar cómo Hendel , el mismo compañero que hace... ¿solo unas horas? ¿Ni siquiera un día? Comía con nosotros en la nave, antes de la misión que ahora lo ha destrozado y tal vez lo mate. Y todo por no haber hecho nada, aparte de encontrar una jodida cabaña en medio de la nada. Por lo menos, el Sargento se ha vuelto a ganar todas mis confianzas con lo que ha hecho, y su discurso consigue animarme un poco más que lo que estaba antes. Y es por eso que lo digo totalmente en serio cuando suelto la siguiente frase.

-Sargento, si hubiese sido usted el herido, el escuadrón Fox se hubiese quedado abajo y hubiese pateado el culo de todos los bichos que había, y de todos los que hubiesen quedado en el planeta. Se creen esos insectos que van a poder con nosotros, ¡pues no! -Y luego me agarro a uno de los pasadores, preparándome para ese agresivo ascenso que nos está prometiendo nuestro piloto, mientras aseguro que mis heridas están lo suficientemente protegidas como para no abrirse con la salida del planeta y empapar de sangre a todos mis compañeros.

Por el rabillo del ojo, la muchacha pudo ver como el Sargento entraba, finalmente, en la nave, con el más que maltrecho Hendel en brazos y haciendo gala de unas pelotas tan grandes como las de un toro. Sonia sonrió, contenta de ver que al menos todos habían subido a esa nave.

Al menos, eso fue lo que creyó, pues la chica que había bajado como apoyo tardó un poco en subir y, cuando lo hizo, la nave se había puesto en marcha y eso la hizo trastabillar con una expresión de pánico. Sin embargo, la latina fue lo bastante rápida como para mover las manos para sujetarla, exclamando:

- ¡Tranqui, te teng...! - sin embargo, las palabras se le murieron en la garganta cuando la cogieron, así como el cambio en el rostro a una mueca de horror profundo. Además, la sangre de Ramírez se le fue de vacaciones, palideciendo como la misma asquerosa nieve que acababan de dejar, mientras gritaba al escapársele la fusilera entre los dedos - ¡Nooooo!

Inútil. En segundos aquellos jodidos bichos la estaban haciendo pedazos mientras iban subiendo. Y Sonia estaba en la compuerta abierta, boqueando, con la mano extendida entre cuyos dedos aquella vida se había escapado. Con el aviso de peligro reaccionó y, al tiempo que cerraba los ojos para dejar de ver lo que sucedía con la otra muchacha, cerró la compuerta de un tirón, sentándose contra la pared de la nave.

Las manos le temblaban por el shock. Ella, que normalmente aguantaba bien, tenía las manos temblando como una colegiala que iba a declararse. Además, en ese momento se dió cuenta de algo... Se tocó la cara para confirmarlo y, efectivamente, así era: sangre. Cuando las mandíbulas cogieron a la muchacha de la cintura, el líquido saltó y le manchó la cara, como es lógico.

Oyó lo que el sargento decía, pero su única reacción fue un leve asentimiento con la cabeza. Esa escena no se le borraba de la mente y, desde luego, no iba a olvidarla nunca.

Y podría pasarle factura.

Es bueno saber que el sargento cargaría con mi bocaza si estuviese apunto de morir, pero quizas yo no lo permitiera, nada seria mas bonito que activar una granada junto a dos cargadores de morita enese instante que los bichos me creyeran su cena... seria algo digno de ver, una pena que no podria disfrutarlo..., no sargento, no arriesgaria su vida, por salvar la mia, si mi momento llegase, me iria por todo lo grande.

Tras esas palabras miró al cielo preocupado, esos jodidos bichos voladores les darían bien por saco, y ni siquiera tenian enfriadores para congelarlos...