Partida Rol por web

Comienza el camino en la noche y los sentidos de nuestra joven Mekhet la inundan de sensaciones y advertencias. No obstante, la noche parece tranquila, llena de silencios incómodos en una ciudad que es presa de leyendas y monstruos peores que los propios vástagos. Poco a poco, se va haciendo una con el caballo al notar el latir de su corazón, el sudor de su piel, su aumento de la velocidad e incluso a veces, creía distinguir el estado de ánimo de este, si es que eso era posible.

El caballo, bien adiestrado por lo que puedes comprobar, comienza su camino totalmente a tus órdenes, resonando sus cascos por las calles bajo la noche estrellada. La escena no puede sino transportarte a tus recuerdos de juventud, allá en tu Venecia natal, cuando cabalgabas fuera de la Villa di Sangiovanni en noches como esta. Mientras tu ensoñación pasajera se encuentra en su clímax, notas algo que te incomoda y no es otra cosa que el silencio de la noche aún más tranquilo que de costumbre, pero lo que de verdad hace que su corazón frio y congelado en ese pecho blanco como la leche se pare aún más, es la repentina sombre que cree ver a lo lejos, sobre uno de los tejados... Es una visión que apenas dura un segundo, pero basta para dejarla intranquila y casi hacer que se caiga del caballo, de no ser por su control sobre el animal y sus años montando. ¿Realmente estaba Jerusalén siendo asediada por los Otros?

Avanzaba intentando olvidar la sombra que había contemplado por un segundo, mientras la noche y las calles de la ciudad pasaban a su alrededor y ella intentaba pensar en la reunión con los otros vástagos en el Palacio, evitando recordar los sucesos de hacía escasos minuto y medio. Sonrió, aun quedaba mucho por hacer y su Sire había sido muy claro al respecto...

"Ve, ayuda a ese Principe y lábrate una posición, por el momento serás mis ojos y oidos en esa ciudad. Hay demasiado en juego para los vástagos enterrado en esas arenas..."

Iba en su ensoñación hacia la muralla que llevaba al camino por donde el invitado llegaría con su pequeña corte, pero se paró en seco al ver los destrozos que tenía frente a sí misma. Guardias de la ciudad, guardias del Principe patrullando, guerreros vestidos con ropas de la tierra de Lydia y tipos ataviados con ropajes que le trajeron a la memoria a los Otros... Los Asesinos de VII. Todos estaban muertos, algunos hechos cenizas, otros despedazados, miembros por doquier... La carnicería estaba servida. El Invitado no estaba entre la matanza, y los caballos habían salido huyendo o estaban despedazados también en su mayoría, asi que un pensamiento frío se cruzó por su mente como un relámpago...

"Mierda... La sombra estaría persiguiendo a ese tipejo..."

Giró con su caballo en un movimiento ágil, y salió del lugar con la esperanza de seguir de una pieza al llegar la mañana. Pronto, los Lobos de los caminos empezarían a reclamar los cuerpos... Era cuestión de tiempo que algo empeorara en esta ciudad.

 Reviso los cadáveres, viendo las causas de la muerte de cada uno, y dándose cuenta que no estaba ahí el invitado que esperaban, igual se lo habrían llevado o igual escapaba de ellos. Que haría su Sire para ser mas útil?? ya lo sabía, mandaría al caballo con un mensaje, sin duda el caballo sabría volver de donde provenía, y mientras ella iría a inspeccionar el camino y seguir el rastro que posiblemente hayan dejado, quizás cuando los demás acudan ya sea tarde para el invitado.

Lydia concentró su vitae para aumentar su velocidad y sus reflejos lo más posible, mientras se esforzaba en llegar al tejado con gracia felina. El arco le iba dando golpecitos en la espalda, algo que la ayudó a concentrarse, debía ser más rápida, si esa sombra era realmente un asesino de VII, iban a necesitar un milagro para acabar con él. De pronto lo vió, en lo alto de la explanada q formaban tres tejados unidos por casas contiguas, alto y de complexión fuerte, encapuchado y con una hoja que iba directa a por el Invitado. Sin pensarlo siquiera, Lydia se encontró disparando una flecha al tipo en la espalda alta, que acertó al asesino de pleno, lanzándolo hacia el vacío, desapareciendo de su vista. El tipo al que habías salvado, se puso en pié y tubo tiempo de sacar una espada, blandiendola ante tí tembloroso, desconfiado, hablando incoherencias:

- ¡¿Te manda a matarme verdad?!... Debi imaginarlo... Siempre fuí su marioneta... ¡Se acabó!... Me dejaras marchar con el sello, no puedo darselo... ¡No es suyo!... Yo lo saqué de la tumba de...

Los siguientes segundos fueron a cámara lenta para nuestra Sombra, cuando en una maniobra digna de un trapecista, el Asesino apareció de un salto controlado, aún con la flecha en su espalda, y de un ágil movimiento decapitó al tipo, cogió su cadena mientras enfundaba su arma y la miró. No esperaba que hablase, pero lo hizo...

- Pequeña, ese tipo merecía morir, como todos... Unos más que otros...

Intentaba irse con el colgante, eso estaba claro, pero la flecha de Lydia, disparada a una velocidad increible, surcó el aire hasta el pecho del Asesino, haciendole perder el equilibrio y lanzándolo al aire. Se entregó al vacío en una maniobra grácil, al tiempo que te lanzaba algo... El cuchillo, largo y afilado pasó por el brazo que recargaba velózmente el arco, haciendola sangrar, pero cláramente habiendo fallado en su intento de clavárselo.

"Al final de la escaramuza, aún se preguntaba por qué tenía suerte de seguir con vida, mientras contemplaba la noche estrellada y las opciones que traía la situación actual..."