Partida Rol por web

La cara de la mujer, que primero traslucia sorpresa por ver en su cocina a estas horas de la noche, se torna en terror al oir tus palabras. Mmmm...mi señora, bushi-sama. Tartamudea torpemente. Disculpe, disculpe a mis sirvientes. Debe de haberse dado una desgraciada equivocacion. La reverencia, aunque profunda, no parece muy gracil. Esta mujer, piensas, debe de haberse pasado tanto tiempo entre cacerolas y pucheros que ha olvidado el modo de dirigirse a un samurai. En realidad no comprendo como pueden haber llegado a parar dos faisanes a sus habitaciones. Se asusta por lo que ha dicho, por lo que sus palabras cada vez son mas rapidas.Pero no se preocupe, mi señora. Ahora mismo la acompaño para arreglar tal desaguisado. Se da la vuelta y busca freneticamente por las mesas un trapo con el que limpiar. Es el momento oportno para lanzar el veneno a la jarra, que se encuentra a un metro de donde tu estas.

Con un grácil gesto en abanico, prole de cientos de golpes "iai" con instrumentos más pesados que un simple sobre, Shukiro espolvorea el té con el ominoso elixir. Antes de que la cocinera pueda siquiera reaccionar, la bushi ya espera a la cocinera en el exterior de la sala, borrando toda posible sospecha de su mente.

Con gesto airado, la samurai-ko se encamina hacia sus aposentos, para indicar a la sirvienta los dos faisanes.

Shukiro lleva a la mujer hasta su cuarto, donde le muestra la macabra escena de naturaleza muerta, a la izquierda del acceso a sus aposentos:

-La visita de la muerte alberga cambios; un nuevo ciclo del Yin y el Yang inicia y termina.- proclama la bushi, misteriosa y solemne, hablando al aire -Alguien desea cambios... o ya los ha realizado. Guárdate de la kmirada de la parca, cocinera, pues tu vida vibra con su melancólico gemido. Llévate este símbolo de mal agüero que alguien dejó aquí, y que no se repita.

Sales de los patios de palacio y te diriges al camposanto por el estrecho sendero que rodea la colina tras la que se esconde. El sol esta en las alturas y sus rayos bañan los prados y los altos arboles que comienzan a aparecer tras la colina. No parece un ambiente para ir al encuentro del oscuro Eta, sientes que incluso el viento murmura palabras de desaprobacion a tus actos.
Hasta donde estas involucrada en lo sucedido? no lo sabes, ni siquiera sabes que es lo que ha ocurrido. No va a ser facil hacer hablar al alma de un escorpion.

Sintiendo todo el peso de su honor arrastrándose por el suelo, Shukiro camina por los contornos del cementerio, buscando alguna silueta que delate una cola afilada y venenosa tendida al sol que más calienta.

Sus ojos recorren el erial muerto, tratando de evitar con la mirada los sepulcros, que no hacen más que recordarle a su amado, ahora besado por los gusanos.

Rodeas el cementerio hasta estar segura de que lo hes visto por completo, aunque no hayas entrado mucho en el. No hay rastro del eta por ahora. O ha salido a hacer algun trabajo, o esta dentro de la cabaña de madera que se encuentra en la esquina sur, justo donde las tumbas se entrelazan con un bosquecillo de guinkos.

De su chimenea no sale humo y algo te dice que no hay nadie, pero no puedes estar segura.

Las botas de la samuraiko resbalan gráciles sobre la tierra removida, mientras se dirige hacia la cabaña envuelta en un manto de silencio. Cuando llega a su puerta, deja reposar la mano derecha sobre la empuñadura, mientras llama con precaución, con los nudillos de la izquierda, a la puerta.

"Se esconde usted en lugares muy recónditos", dijo la serpiente descastada al escorpión bastardo.- piensa Shukiro para sí irónicamente.

Pasan unos segundos y vuelves a llamar. Nadie contesta ni se abre la puerta. Puedes ver que la puerta es endeble, incluso es probable que este abierta. Podrias entrar...pero quizas no sea muy recomendable entrar en esa oscura cabaña. Aunque repudiado, el escorpion, como cualquier animal, siempre mantiene su instinto intacto.
¿Que ocurriria si te descubre urgando en su casa? No lo tienes muy claro, al fin y al cavo solo es un eta ¿No?
Que sencillo seria esperar, o simplemente volver en otro momento.

La serpiente se había hartado de ver pasar el sol lentamente a lo largo del día, mientras poco calor llegaba a su blanca piel. Cualquiera que fuese la implicación que hubiera tenido en los sucesos de la noche anterior, seguía siendo una samuraiko de Rokugan. No había puerta plebeya que le pudiera ser negada. lenta y cadenciosamente asió el pomo con la mano izquierda, mientras la derecha aún acariciaba su acero, y dejó que la puerta resbalara adelante, por la oscuridad de la casa.

La puerta cede sin dificultad a pesar del chirrido de los goznes. Todo dentro es oscuridad. Te encuentras directamente en una estancia que parece una especie de sala de estar, con una sencilla chimenea al fondo y varias esteras deshilachadas en el suelo. Unos cubiertos de madera sucios reposan en un balde juunto a una pequeña mesa y tres sencillas banquetas de madera.
Dos abrigos de piel ajads cuelgan de sendos ganchos en la pared tras la puertta.
Una puerta cerrada a cada lado de la sala permiten la entrada de una tenue claridad. Pprobablemente sean habitaciones o despensas.
Miras un momento hacia el hueco de claridad que dejas a tu espalda y...

...y reúne todo el valor que es capaz, antes de regresar su mirada al interior de la vivienda para preguntar con firmeza:

-¡Ah de la vivienda! ¿Quién vive en este lugar? Responde a una samuraiko del Emperador.

Acto seguido espera una respuesta en silencio.

Solo el crujido de las viejas tablas responden a tu exigencia. Seguramente hayan salido a realizar alguna sucia tarea. Se te eriza el vello al imaginarte a un antiguo samurai realizando la mas despreciable de las tareas encomendadas a un Eta.
El salon no ofrece mucha informacion, solo miseria y esa desagradable sensacion de desgracia en el ambiente.

Maldiciendo su mala suerte, Shukiro abandona la vivienda, no sin antes volver a cerrar la puerta de la cabaña. Prefiere guardar la intimidad de su ocupante, a quien poco más queda por conservar que eso. Acto seguido, comienza el lento camino de vuelta a la fortaleza, esta vez por el interior del cementerio, donde tal vez encuentre al antiguo Shosuro.