Lo descubierto en las cuevas y la charla posterior con Brummbär había dejado a la sacerdotisa con el estómago cerrado, cenando únicamente un par de bocados en comparación con lo que solía zamparse siempre que tenía ocasión, dejando los restos de su ración casi sin tocar a los más pequeños, quienes parecían estar hambrientos.
Igualmente de vez en cuando echaba una mirada perdida en el bosque buscando cualquier indicio que pudiera guiarla. Todavía estaban en territorio de los elfos y, a pesar de haber prometido que no dañarían y harían el menor de los ruidos, nada les garantizaba que aprovecharan la oscuridad de la noche para emboscarles. Habrá que hacer guardias. Volvió a la conversación principal cuando escuchó la voz de aquél bárbaro enano a su lado, tomándose demasiadas confianzas para su gusto teniendo en cuenta que para ella sólo era un problema con patas y hacha.
Miró el pescado sobrante que los niños no habían querido y del que sólo le faltaba un poco de carne y luego a Karag, ¿se lo daría al final como acto de buena fe? Tiene espinas, con suerte se atragantará. Sin mostrar ningún tipo de emoción, deslizó el pescado hacia Karag como muestra de que podía cogerlo, olvidándose poco después de su existencia aunque no le diera la espalda. Tenía claro que en su turno no dormiría.
Me gustaría ayudaros a contactar con vuestro familiar…- De reojo miró al bardo esperando su aportación ya que, lo quisiera o no, debía ser una decisión conjunta.- Pero no creo que podamos hacer frente a gigantes, al menos no con los recursos que actualmente tenemos.- Recordaba el encuentro con aquél gigante que casi los pisaba. Sí, habían salido victoriosos usando trucos y engaños, pero para entonces trataban con un gigante herido, traumado y asustadizo, no sabía qué pasaría cuando se encontrara uno agresivo.
Artorias hubiera preferido no ser molestado durante la cena.
Habiendo puesto los pescados clavados en ramas a brasearse cerca del fuego, y habiendo partido las raíces y tubérculos en agua para reblandecerlos y crear una espesa sopa con tropezones, se encontraba en aquel momento añadiendo a un pichel de agua caliente unas hojas de té.
-...apreciaría que me facilitaran más datos sobre cómo murio Milady de Nandar.
Su voz era calmada y sosegada, como si no escondiera una furia detrás y no lo hubieran visto atacar a los trasgos con tanta brutalidad como el que más, ensartándo prácticamente a uno de ellos y levantándolo en peso con su espada. Como si no lo hubieran visto afirmar que deberían volver a la cueva y pasar a cuchillo a todo el mundo para ahorrarse problemas. Cogió uno de los pescados y empezó a cortar pedazos de él con el cuchillo, sin establecer contacto con el animal en ningún momento: pedazos que iba dejando en el cuenco de peltre delante suya, para pasar después, meticulosamente, a cogerlos usando la punta del cuchillo para clavar y llevarse a la boca, masticando con cuidado y delicadeza.
Empujó el pichel hacia el centro de la mesa.
-Permítanme que les ofrezca un té -dijo- Por supuesto entenderé sus reservas... pero aun así consideraré como un insulto personal que rechazen mi ofrecimiento. Les conmino a que tomen un trago.
Dijo, con la voz algo tensa. Aunque su voz, grave y un poco rasposa, ya tenía una cierta cantidad de esa cualidad de natural.
-Es altamente digestivo y confortador.
Se sirvió un pequeño vaso de té y le dio un trago, pequeño también, a juego. Reshi pudo observar que sujetaba el vaso de forma sutil en con tres dedos y el índice, la mano izquierda sujetándolo por debajo a modo de platillo, no muy diferente a como se haría en un salón de la alta sociedad; sólo que allí los materiales serían más delicados y los dedos finos y cuidados, no enormes y toscos.
-...
Carraspeó.
-Estudiaremos su caso, señor Urgray. Pero entienda que primero hemos de asegurar la llegada y comprobar la seguridad de todos ustedes, lo que puede conllevar una cierta... santización de la zona. Una vez terminemos con nuestros particulares consideraremos la idea, y nos encargaremos de que el mensaje pueda llegar a oídos competentes.
La forma en que Artorias prefuntaba, denotaba un cierto pesar... quizás, conociese a Lady Velrosa Nandar... Carraspeó antes de hablar
-Cuando llegamos a Piedra Nocturna, vimos destrucción causada por grandes piedras, lanzadas desde quien sabe donde. Al llegar al alcázar, nos informaron de que un castillo de gigantes de las nubes les había atacado, lanzándoles las rocas desde lo alto. Iban a por la Piedra Nocturna. Los aldeanos huyeron hacia las cuevas, siendo capturados, y la escasa guarnición intentó resistir en la fortaleza, pero fué inútil... nada pudieron hacer salvo resistir el bombardeo de rocas; así es como falleció Lady Velrosa,... aplastada por un derrumbamiento. Nos dijeron que murió instantáneamente.
Se quedó mirando al noble Artorias.
-Vos... la conocíais, supongo...
La forma en que preguntó, y en el silencio mientras esperaba respuesta... disfrazado en forma de cambio de tema, pero sin dejar el semblante triste, lo dejaba claro... al menos para el enano.
Reshi hubiera aceptado la bebida de buena gana, pero no pudo evitar arquear una ceja y dar el primer trago con algo de desconfianza tras el haber sido compelido con tanta insistencia. Este pequeño retraso facilitó que el enano se le adelantara para proveer los detalles sobre el deceso de la otrora señora de la región.
—Mis condolencias— alcanzó a acotar. Contado así, casi se sentía responsable, aunque el ataque probablemente se hubiera dado apenas salidos de la ciudad, durante su primera noche fuera de waterdeep. Se preguntó por un momento si aquel gigante malherido no habría venido de un asalto similar.
—Supongo que intentar correr la voz no será un esfuerzo muy grande— dudó en voz alta. Los gigantes eran peligrosos, si, pero eran criaturas razonantes, al menos en su mayor parte. Entendía por qué atacarían villas, pero las posibilidades de que primero se cruzaran con un grupo de cinco o seis viajeros, y segundo, decidieran que valía la pena enfrentarlo, le parecían escasas. Además era cierto que Reshi técnicamente había fallado en su misión, dado que Lady Nandar estaba muerta. No podía volver a su instructora solamente con semejante noticia y esperar recibir igualmente su recompensa.
Con una enorme sonrisa, agarró el pescado que le tendió Nott. Todos dejaban las cabezas, como si no fueran comida, no entendía a esta gente… quizás por eso se les veía tan débiles a algunos y no pudieron defenderse de unos raquíticos goblins. Pero bueno, quizás si aprendían algo serían más fuertes para lograr enfrentar a la próxima amenaza… o morirían. Así era la vida.
Masticando ruidosamente, oyó las palabras de Artorias y no entendió casi nada, aunque debía tener mala memoria, porque Karag le dijo que la noble murió aplastada por una roca… ¿Que tantos detalles querría? No había mucho más que decir, solo que ser aplastado sí que debía doler, a diferencia de lo que decía Barba Partida. Luego le tendió un cuenco con un líquido raro, que fue olido rápidamente por el enano. No olía mal, humeaba un poco y en la lengua dejaba una sensación agradable. Recordaría las palabras del explorador, pues parecían ser importantes de alguna manera.
-No eshtá mal- dijo saboreando la bebida, dando una mordida al pescado y volviendo a beber.
Morak se queda bastante hundido y no dice nada más en toda la noche.
Mientras habláis entre vosotros, se acerca gritando la mujer mediana, asustada y llorando - ¡Señor Karag! - Llega hasta Karag y se le cuelga, prácticamente, del musculado brazo del enano - Mis niños! No los encuentro por ningún lado! me he distraído un momento porque me ha parecido oir un ruido en el bosque y ellos ya no estaban, por favor ayudadme!
Con precisión milimétrica, el enano escupió un trozo de espina que fue a dar en fuego, justo cuando la mediana se colgó en su brazo, llorando y balbuceando algo. Arrugó el ceño y miró a la mujer. Definitivamente era de su tamaño, eso era bueno. Aunque sus hijos eran un incordio y parecían no haber aprendido nada…
-¿Dónde losh vio?- apuró el té de Artorias y empezó a ir hacia donde le indicara la mediana, de pasada tomó su hacha, sabiendo que podría necesitarla. Encontraría a esos niños, vivos o muertos, pero los encontraría. Solo debía encontrar su rastro y olor, aunque eso que dijo sobre el sonido entre los arboles le molestó mucho. Seguramente eran esos malditos goblins. Esperaba destrozar algo antes de finalizar el día-. She quedará aquí. Po´ si vuelven.
No se fijó si alguno de los demás le seguiría, pues suponía que al ser su grupo eran su responsabilidad. Buscó huellas y un rastro de los pequeños, aunque era difícil teniendo en cuenta que estuvieron dando vueltas por todos lados.
-¿Alguno losh vio? ¿Hashia donde marcharon?- alzó la voz y preguntó en general, pues entre tanta gente alguno debió haber visto algo. Solo necesitaba una dirección y luego esperaba poder guiarse.
Motivo: Supervivencia
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+4)=18 [14]
tiro supervivencia para rastrear.
Durante el camino, Edirian se había mostrado callado, tocando a su inseparable Lud. No habló con nadie, pues en esos instantes se encontraba concentrado en su búsqueda de la Melodía. No obstante, la presencia de tantos pequeñajos medianos dando vueltas alrededor de Karag le ponía nervioso. Los niños eran ruidosos y molestos y, aunque el bardo ponía su mejor sonrisa, la verdad es que aquellos chiquillos no dejaban de distraerle y molestarle. Al menos Karag tenía buena mano con ellos y los tenía controlados. Hubiera sido muy triste que le tocase al bardo cuidar de ellos.
-A ti tampoco te gustan, ¿verdad, Neos? -le preguntó Ed al fiel gato negro que le seguía a todas partes-. Los niños no saben apreciar el vedadero arte.
El bardo se abstuvo de hacer comentarios sobre el comportamiento del sacerdote de Lathander, quien aparentemente había decidido abandonar a los demás aldeanos en cuanto se había iniciado el ataque de los gigantes de las nubes. Era especialmente significativo teniendo en cuenta que los clérigos de Lathander tenían el dogma de alentar nuevas esperanzas en las poblaciones. Edirian guardaba un gran respeto hacia Lathander, por lo que le irritaba comprobar que el dios de la creatividad, la primavera y los nacimientos pudiera tener semejante representante.
Que a Edirian no le gustaban del todo los enanos era algo que cualquiera que pasase un tiempo con él se podía haber percatado de ello. El bueno de Brummbär no le había caído muy bien al principio, desde que había visto su amor por los barriles de cerveza y que al fin y al cabo era clérigo de su odiado Tempus, aunque con el paso de las jornadas había comprobado que Brumm era más valeroso y perspicaz de lo que parecía, y el bardo había terminado tolerándolo. Y Karag... bueno, Karag era Karag. Por eso mismo, Ed fue uno de los pocos que no se acercó a Morak para hablar durante el viaje, dejando que fuera la chica luna quien le indicase al enano que se ocuparían de contactar con su primo de Bryn Shander.
Cuando llega la noche y el grupo monta un campamento cerca de un arroyo, Ed se sienta bajo un árbol a tocar su laúd. Esa noche no tocaba para los aldeanos, sino que tocaba para sí mismo con expresión melancólica, con el gato acurrucado a sus pies.
Los gritos de la mujer mediana le sacan de inmediato de ese ensimismamiento que la música le había producido, y Edirian se incorpora de inmediato, aproximándose a Karag para entender lo que había pasado. Los niños habían desaparecido. Algo preocupante teniendo en cuenta que estaban en un bosque en plena noche. "Al final nos toca hacer de niñeras" se dijo el bardo, lamentando lo sucedido. Lo más seguro es que esos cinco críos de pies peludos no andasen muy lejos, tal vez se hubieran ido a jugar por ahí, pero siendo de noche lo más seguro es que terminasen perdiéndose en la oscuridad.
-No se preocupe, buena mujer, encontraremos a sus hijos -dijo Edirian, en tono seguro y esbozando una de sus mejores sonrisas-. Si hemos podido derrotar trasgos, orcos y ogros, hallar a unos chiquillos pequeños no supondrá problema alguno. -Miró a Karag, quien se encontraba junto a la mediana-. ¿Verdad que sí, amigo? -Karag no era su amigo, pues de hecho Edirian no tenía a nadie a quien considerar como tal, pero tenía la costumbre de llamar con esa palabra a todos los varones con los que trataba, especialmente en los momentos tensos para ganarse su confianza, sobre todo en las negociaciones. Vark y Beedo podían dar buena cuenta de ello.
Nótt aceptó el té aunque más que por cortesía, realmente le apetecía tomar otra cosa que no fuera agua y pescado, apartándola de esa larga jornada que todavía le quedaba por delante.
Gracias por su amabilidad.- Respondió a Artorias antes de darle un pequeño sorbo y prestar atención al resto de la conversación, aunque no dejaba de darle vueltas de que aquella bebida era “digestiva”, algo que le preocupaba teniendo en cuenta que tenía que convivir con una manada de testosterona. No tenía suficiente con tener que dormir con ellos, como para que alguno tuviera un problema intestinal. Ya había escuchado los ronquidos de Edirian y Brummbär, los pequeños movimientos cuando dormía de Reshi o el coro de ventosidades del bárbaro. Selune, dame paciencia y a ellos una buena digestión, pero lejos de mí.
Apenas le quedaba té cuando la mujer se enganchó en el brazo de Karag para pedirle ayuda. La sacerdotisa no pudo evitar poner los ojos en blanco antes de mirar a otro lado, bebiendo otro pequeño trago teniendo claro que no quería ir a por ellos. Teniendo claro cómo era ella, no era de extrañar que no fuera demasiado fanática de los niños. Eran incontrolables, impredecibles y desobedientes, tres características que odiaba. Si se llevan un verdadero susto, esos niños aprenderán a no desobedecer a su madre.- Un último trago, dejando la taza en una superficie lisa para que no se cayera y rompiera fue suficiente para dejar claro que no iba a moverse, dejándole la tarea a otros…o no.
Maldito bardo.
Odiaba que hablara tan a la ligera sobre ir a cualquier lado o hacer tal cosa ya que también la involucraba a ella, prácticamente obligándola a levantarse al tener que ir con él. Le dirigió una dura mirada de reprimenda mientras se atusaba el vestido, quitándose los restos de tierra que pudiera haber quedado.
¿Podría decirnos dónde fue la última vez que los vio? Tal vez hayan dejado un rastro que podamos seguir.- Aquello seguía formando parte de su castigo, adelantándose un par de pasos mirando a la espesura del bosque que los rodeaba. Con suerte los encontraremos rápido.
Se puso en pie como un resorte... Los niños... ojalá los elfos no lo considerasen una agresión, si es que estaban merodenando... pues... podría acabar mal la cosa.
Se acercó a paso rápido para oir la respuesta de la madre a Nött... necesitaban una pista de por donde se les había visto la última vez... solo faltaba que los hubiesen secuestrado de nuevo...
-Que todo el mundo se quede cerca del centro del campamento; solo nos faltaría perder más gente. Morak , organiza a tu gente. Si hay algún buen rastreador entre ellos, se viene con nosotros.
Miró a los demás; si alguien quería quedarse a vigil... proteger, a proteger a los demás... era libre hacerlo; él se iba a por los críos...
Contestó a la pregunta del enano.
-La conocía.
No recibió muchos más datos de lo que tenía ya, lo cual le irritó, pero sabía mantener una cara de póker... o, más cierto, mantenía una cara de irritación perenne como para que se notase demasiado. Había esperado que quizá los aventureros se habían encontrado allí cuando había ocurrido el desdichado acontecimiento, pero... no. Sólo tenía una muerte grotesca. Grotesca y trágica. Lo que no hacía sino más necesario que pusiese un especial cuidado en llevar a cabo las últimas voluntades para con sus posesiones.
"Gracias por su amabilidad"
-Vuestra cortesía me honra, Madre Luna -dijo, seco pero no cortante.
Se permitió disfrutar por unos instantes de la quietud de la cena y de la música: villana, era cierto, pero no por ello menos inspirada. La rusticidad tenía una virtud, incluso cuando estaba bastante seguro de que algo de formación clásica había pasado por las manos de aquel hombre.
"Hrmf"
Por supuesto, no duró mucho. En el camino las cosas raramente lo hacen.
Viendo que todo el mundo se levantaba, decidió hacerlo él también. Le costaba creer que los chiquillos y sus padres fueran tan estúpidos para andar sueltos en aquellas circunstancias, y si era cierto quizá ninguno de ellos hubiera merecido tener al otro como lazo, pero no había visto suficiente inteligencia en los goblin como para elaborar un grupo de comando y raptar a un grupo "valioso" para usarlo como herramienta de chantaje, o al menos para distraerles y ralentizarles mientras los demás consolidaban fuerzas. Eso era lo que hubiera hecho él en aquel caso, o al menos eso pensaba que sería lo que haría... pero la ralea que habían encontrado en la cueva no parecía ajustarse a ese perfil.
-Sería conveniente que alguien consolidase la posición, en verdad. Arriesgarse a una escaramuza o a que cunda el pánico no son situaciones que nos debamos permitir...
Dijo, mirando a Reshi, esperando su respuesta, y quizá sus órdenes. En la actitud del medioelfo, tanto por su deferencia como por su forma de enfocarle, estaba claro que era para él el líder de aquel grupo de aventureros. Y así, de la forma más natural y orgánica, se estaba poniendo a sus órdenes.
Reshi se agarró los cuernos, tironeando levemente de ellos. Su rostro era una mezcla de exasperación, incredulidad y preocupación.
—Yo no soy un rastreador, tengo más chances de perderme que de encontrarlos así que me voy a quedar por aquí vigilando al resto—informó, levantándose de su asiento y buscando una roca un tanto más alta sobre la que pararse.
El campamento de por si era ruidoso, por mucho que 30 personas trataran de pasar desapercibidos, por lo que no le preocupaba hacer más ruido. Sobre su tarima improvisada, los ojos de Reshi brillaron un instante con una luz fria y sobrenatural, y su voz se proyectó fuerte y clara en el claro.*
—Por favor, reúnanse en torno a esta fogata, donde siempre pueda verlos. Si algo pasa, se levantará una niebla. Si es así, no se asusten, y traten de no moverse.
Reshi se estaba preparando para la extraña posibilidad de un ataque directo. No había forma de esconder tanta gente de golpe, pero en caso de una emergencia, una nube de oscurecimiento tendría que servir.
*Taumaturgia, mi voz suena 3 veces más fuerte de lo normal.
Asintió ante las palabras de Reshi, ignorando con educación el resto de aspavientos que había hecho o incluso los cuernos. Al fin y alcabo... acaso en aquellas tierras los privilegios de la nobleza fueran diferentes...
-Cabalmente -accedió- ¿Preferiía que me una al grupo en la búsqueda o que me mantenga en posición asegurando esta zona, señor de Cassalanter?
Cualquiera de las dos respuestas recibidas, Artorias procedió a ponerse en marcha, sólo cambiando la distancia en la que tuvo que moverse en los dos casos: en el uno alcanzando al resto de la compañía, y en el otro moviéndose alrededor de la zona, asegurándose de que la gente se moviese y asegurando el perímetro, primero para las personas importantes (Reshi) y después para todos los que se dirigían hasta allí. Con espada y escudo fáciles de portar y las grandes zancas de que disponía, no fue demasiado trabajo, ni demasiado tiempo.
Según diga Reshi voy con el grupo Enanos o me mantengo en el grupo Mestizaje.