Una calurosa mañana se impone en Cunia. La mosca que ronda en la habitación es lo único que se mueve.
Marco sentado delante del escritorio da pequeñas cabezadas y Samuel simplemente se mira las manos.
Así pensamos
Así hablamos
Así actuamos
Por favor, escribid en 3ª persona, que así leído todo en conjunto queda mucho mejor ;)
Siento actuar un poco por vosotros, pero quería agilizar esta escena de intro.
De repente llaman a la puerta del despacho con nerviosismo y en un segundo ha entrado un pequeño hombrecillo viejo y arrugado.
Con voz ronca y llorosa habla atropelladamente apretando una boina entre las manos.
Por favor, por favor, necesito su ayuda! Ay Dios, que catástrofe, que lío!
Sin dejar tiempo a reacción alguna, se sienta en una silla delante del escritorio de Marco Navarro.
Pobre niña, pobrecita! Ay Ay!
La mosca, mejor dicho el moscón, zumbaba airosamente por la habitación, haciendo aquel particular ruido, que a muchos incordiaría, pero que a Marco relajaba.
Después de que la babilla asomase por la comisura de su boca haciéndole salir de su pequeño trance, Marco se despertó definitivamente cuando oyó aquellos golpes en el vidrio de la puerta de entrada al despacho.
La mosca y el tiempo se detuvo, el detective alzó la cabeza y vió a aquel hombre, que más que un hombre, parecía una pasa.
ehmm... niña... sí... me he dormido, mierda!
Disimulando como pudo lo perdido que se encontraba preguntó al recién llegado:
-Sí, señor cálmese. ¿Quiere un vasito de agua? dijo Marco señalando a la fuente elétrico de bidón que había a un lado de la sala, se acercó le rellenó un vasito de plástico de agua fría y se lo tendió al anciano - Siéntese por favor, siéntese. Así nos contará con mayor tranquilidad lo que aquí nos concierne.
Marco se giró hacia su asiento de ruedas de cuero negro desgastado y roído por el uso de los años y empujándolo levemente la trajo hasta el centro de la estancia.
En qué estación estamos?
Samuel dejó de contemplarse las manos y, en vista de que Marco se había ocupado ya de atender al visitante inesperado, acercó su silla a donde estaban los otros dos, se dispuso a pretar atención a lo que éste tuviera que contarles.
Por fin saldremos de esta rutina
Calmarse... Si, si, será lo mejor... alza la mirada al techo y respira hondo.
Soy Juan Peralta, dueño del restaurante La Ciaboga y mi, mi... se le saltan las lágrimas mi chef Maria Valls ha muerto!
La han asesinado... hoy... la policía no hará nada, seguro!
Tienen que ayudarme, descubran quien fue tan cruel, pobrecita, pobre chica!
Samuel intenta sobreponerse a la tentación de seguir el atractivo vuelo del moscón y, luego de dirigirle una mirada a su patrón, como pidiéndole permiso, se dirige a Juan Peralta.
Cuéntenos todos los detalles
Pues para ser tan viejo, parece que no le va nada mal
Marco escucha con atención todo lo que ha dicho Juan. Sus ojos se abren desorbitadamente, un caso de asesinato no lo reciben todos los días.
Cuando el hombre acaba, Marco le da dos palmaditas en el hombro mostrando algo de afecto. Se levanta y se va hasta la mesa de su escritorio. Una vez allí, se enciende un cigarro al que le da una profunda calada y todo el aire que sale por su boca le envuelve en una extraña aura de humo.
Con el cigarro colgando sobre sus labios secos dice:
-Señor, debo darle mi pésame, nunca es bienvenida la muerte de un ser querido.- hace una pausa y coge el pitillo humeante con el índice y el pulgar y suelta la ceniza, sin ninguna delicadeza, que cae al suelo - Pero empiece desde el principio.
El detective anda y se para delante de la ventana, dando la espalda a su compañero y al cliente, ahí continúa fumando su cigarro mientras se rasca la barbilla y la barba de tres día que tiene.
-Debo advertirle de una cosa, no espere que esto sea un camino de rosas, puede que haya preguntas que le incomoden e incluso deba contarnos algunas intimidades, pero si quiere un camino seguro a la verdad, debe ser ésta la que debe mostrarnos sin ninguna restricción a nosotros.
Juan cuenta toda la historia.
Hace un par de meses contrató a Maria Valls como nueva chef del restaurante, fue toda una adquisición. El restaurante levantó cabeza y empezó a prosperar, era muy buena cocinera.
Esta mañana la han encontrado muerta en el restaurante, la polía lleva unas horas en la escena del crimen y aun no han levantado el cadaver.
Por último añade que el detective asignado al caso es Simón Rentería, y como es un amigo de la casa, seguro que echa una mano extraoficilamente.
Hoy es martes, no os detallo cosas como la dirección y el telefono, porque sobran, suponed que las sabeis ;)
Vaya... justo empieza a prosperar el restaurante y asesinan a la chef. ¿Tendrá algo que ver?
Marco se sigue rascando la barbilla cmientras escucha toda la historia de Juan. Cuando éste termina, su pitillo también que apaga en un cenicero rebosante de colillas que apesta desde hace días.
Juan, déjeme preguntarle. ¿Es usted el dueño del restaurante, no es así? ¿Tenía usted algún enemigo o alguien a quien le estuviese haciendo la competencia? ¿O acaso su chef no contaba con muy buenas amistades?- Marco se acerca a samuel meintras pregunta al señor y acercándose a su lado con una mano apoyada en el hombre le habla Samuel, apunta el nombre de ese detective, averigua su teléfono y vamos a intentar hablar con él.
Samuel, como buen "mandao", apunta los datos del nombre y los apellidos del hombre, no sin sentir cierta añoranza por los tiempos cuando la acción de un hombre se medía por su certera puntería.
Mientras se dirige al teléfono para contactar con la operadora (o, en su defecto, el)y pedir número y dirección, se dirige a su patrón:
Quizás deberíamos acudir antes al lugar del crimen antes de que levanten el cadáver
¿Mafias capaces de matar por conseguir el control de los restaurantes? En Vietnam era todo más fácil.
De acuerdo. Tiene razón
Marco coge una cámara reflex que tiene de fotos de la cajonera de su escritorio, así como el paquete de tabaco, el mechero, el móvil y las llaves del coche. Éstas se las lanza a Samuel y le espeta:
Hoy conduces tú, veterano- y le guiña un ojo de colegueo.
Cuando los dos detectives están cruzando el umbral de la puerta, Pedro les llama la atención:
Oigan, pero y cuanto piensan cobrar? Estoy dispuesto a darles 100 euros al día por cabeza y 300 si resuelven satisfactoriamente el caso.
Sin mas se levanta de la silla pasa al lado de los detectives y se gira sobre sus talones.
Por su ansia, deduzco que aceptarán, qué, malos tiempos para el negocio?
Se marcha por la puerta, sin contestar ni volverse.
Samuel coje las llaves al vuelo y mira con expresión culpable la partida de Juan Peralta. Se dirige a su habitación y extrae con cariño de su desvencijada mesilla de noche el machete y la 9mm (vulgarmente "pipa") y se introduce las armas en el pantalón. Coje su licencia de armas esperando que nadie note que caducó hace dos años y desciende al aparcamiento para poner en marcha el coche: si hay tiros, Dios lo quiera, no desea sorprenderse.
¿Sólo 300 euros si conseguimos resolver el caso? Me parece que va a haber que hablar más seriamente con el viejo.
No hay posibilidad de poseer una Thompson, ¿verdad?
-Lo del precio ya lo hablaremos. Depende de los días que nos lleve el caso y de los peligros a los que nos podamos enfrentar.
Marco ve como se marcha el viejo pesumbroso por la puerta con su boina en la mano, aún manoseándola. Automáticamente gira la cabeza hacia su compañero Samuel y ve como se arma a conciencia.
Poco después están el garage listos para partir. Marca siente un cierto nerviosismo en su estómago, hacía tiempo que no se enfentaba a algo así, siempre cuestiones de infidelidades, vigilar a los niños de los padres ricos, para ver como se drogan o como se pervierten en el sexo a edades tempranas y alguna que otra búsqueda de gente desparecida.
No había trabajado en un asesinato por lo menos desde que empezó siendo pupilo de uno de los detectives de bajos fondos más solicitados del país. El caso en cuestión fue la muerte de un conocido narco, al que todos daban carta blanca por ser un buen hombre, si se puede decir que esa gente era buena, y por respetar y hacerse respetar en todo el negocio de la cocaína.
Ante este estado de alteración, se recostó sobre el asiento del copiloto, encendió un pitillo y fumó lentamente, dando profundas caladas, soltando el humo muy despacio y todo esto con los ojos cerrados.
-Cuando lleguemos avísame, voy a echar una cabezadita.
Usted manda, patrón
Samuel se concentra en el escaso tráfico de las horas cercanas al mediodía. Maldice en silencio a los niños que juegan a la pelota al lado de la carretera, a los motoristas que adelantan en zig-zag a los vehículos de cuatro ruedas y a los jóvenes que le adelantan con la música bakala a toda pastilla y a punto está de atropellar a una venerable anciana que comienza a cruzar el paso de cebra sin esperar a que él pare. Mediante un quiebro consigue esquivarla sin atropellar al gato que circulaba en sentido contrario ("animal", le espeta la venerable anciana). Mira de reojo a su patrón, pero observa que no tiene que preocuparse: no parece haberse inmutado por el volantazo y sigue dormitando. Aprovecha un semáforo en rojo para quitarle el cigarrillo de sus labios y darle una calada. Se lo vuelve a poner y acelera sin esperar a que el semáforo se ponga en verde
Samuel esquiva coches a diestro y siniestro, claramente las señales de trafico para el sólo son consejos amigables que no hay por que tomar en serio. Después de unas maniobras dignas de un profesional del volante, el coche llega al escenario del crimen, el restaurante La Ciaboga.
Pasad a la escena En la escena del crimen.
Por cierto, aun tenemos que pulir lo del equipo, porque no me convence del todo eso de que llevéis armas tan ligeramente... por si no ha quedado claro, si matáis a alguien se os cae el pelo si o si... a menos que sea un caso clarísimo de defensa propia o algo así.
Vamos que esto no es como en vampiro o así, que te cargas a alguien y no le importa a nadie. Así que decidme que equipo queréis tener vale, pero en la escena de armado de personaje y por privado por favor.