Partida Rol por web

Escuche el susuro de Leia y no pude mas que reir quedamente. - Asi que es lo minimo que te debo por abandonarte. - Claro que si, sigues siendo igual de buena consiguiendo sacarme lo que quieres o yo dejandome, sea como sea. La mire de la misma forma que ella a mi, sabiendo que estaba jugando conmigo pero sin importarme. Ademas tras tanto tiempo, un trago es lo minimo que podia ofrecerle, mas aun cuando ella habia venido a mi hogar. - Esta bien, esta bien... yo pago.

No sabria decirte. Roland es reservado pero si es favorable para nuestros intereses os ayudara como mejor pueda. Si tener vivos a tus compañeros, nos ayuda a nosotros estoy segurod e que os proveera al menos con lo necesario para que sigais vivos. - Negue lentamente. - Al menos eso creo, ultimamente hay demasiadas cosas raras ahi fuera, creeme se lo que me digo pero estoy seguro de que al menos para un cuchillo tendremos.

En ese momento vimos a Shane. Sin duda el tipo no habia oido hablar de mi y yo bueno, habia oido lo justo. El preferia estar dentro o en los alrededores y yo solia estar mas fuera que dentro. Escuche sus palabras, sabiendo bien a que se referia, pero no me paso por alto su comentario hacia Leia. A veces, sin duda estos tipos conseguian tocarme las narices pero incluso alguien como Shane tendria que esforzarse mucho para conseguir eso de mi. - Pareces saber bien de lo que hablas. - Mire a Leia. - Aun asi tiene razon, el hombre es bastante celoso de quien se acerca a su nieta. - Mire en direccion a las duchas, dejando claro a que me referia.

Tan mal aguantas el alcohol que no te nos uniras para una ronda. - Mis palabras iban dirigidas a a Shane, el tipo aprecia ser mas util de lo que muchos decian, aunque tambien decian que habia reventado a un mutascopius con un RPG, como si eso feura algo dificil de hacer. Lo jodido era cargarselo con un rifle o una granada, con un RPG perdia toda la gracia.

Lo del culo y esas tonterías no le hizo gracia a Kiabi, que no se molestó en contestar, sino que lo miraba impasible. A lo que si respondió fue a la mirada de Pratt refiriéndose a Ligeia, estaba completamente sorprendida y eso se traducía en su expresión, de que a quien coño fuese le pudiese parecer mal alguien como la chica azulada, que era lo más parecido a una heroína que había en aquel refugio.

Miró como se unía alegremente a tomarse algo con Shane y negó con la cabeza, en silencio -Me lo han cambiado ¿Cómo puede preferir a este cargante?

La médico estaba cansada, lo único que quería era emborracharse tranquilamente y perder el sentido; echar un polvazo ya sería para conseguir el diez. Pero entre las delicadezas del viejo, Shane borrachuzo y el nuevo Pratt no tenía muy claro que fuese a ser una borrachera de las buenas, y del polvo ya ni hablamos.

Cogió aire y se dirigió a su amigo del alma – Voy a ayudar a Ligeia con la ropa, ahora venimos -Asintió y se dio media vuelta, desapareciendo en las duchas.

Por supuesto nunca aparecieron.

Cuando encontró a la joven esperó a que terminase de arreglarse y con un simple – Mejor vámonos a nuestra bola- fue suficiente para pasar de la testosterona.

Se fueron a un lugar tranquilo en el que poder hablar, en el que le contó la trola que tenía pensada decirle a todo el mundo. Le jodía mentirle, pero por el momento, su seguridad era lo primero:Iba con un grupo que llegaba a Parody desde The Burgr, los apresaron en las afueras dos días antes y estuvo sobreviviendo curando hasta que la liberaron ella y sus compañeros; habían matado a todos los que la acompañaban y no sabía que podía hacer con su vida a partir de ahora.

Le contó que Pratt le había dicho que era extremadamente importarte que no se supiese que no era del grupo inicial, que Ronald era muy exigente con la seguridad y que lo mismo hasta la echaban al saberse que era una agregada, y sin miramientos.

Le pidió por favor que guardase el secreto hasta que encontrase o supiese donde ir.

Dos chicas como ellas tardaron poco en dejar de estar solas, se les acercaron unos pavos, cuando ya estaban algo borrachinas, unas cuantas tonterías, bravuconadas, borderías... en fin, iban con botellas cargaditas de alcochol, así que cada vez hay menos detalles que poder contar.

En un momento en el que no se sabría precisar hora del día o de la noche se separaron, Ligeia a por su colega Khan y Kiabi con uno que había encontrado para esa noche.

Le dolía la cabeza. Bastante. 

Debí parar en la quinta, o en la sexta ronda. JODER.

Iba por aquellos pasillos concentrándose en despejarse, meter la cabeza bajo el grifo de las duchas había ayudado algo, pero tampoco iba a hacer milagros el agua. La jeringuilla que le habían chutado también aliviaba, pero es que se había pasado siete pueblos con el alcohol y eso poco arreglo tenía.

Pese a todo, tenía clarísimo que tendría que estar muerta para no buscar a su colega, no se planteaba descansar, o enterarse del plan, nada de mierdas de esas, ahora que lo había vuelto a encontrar quería tenerlo cerca siempre que fuese posible. Aprovechar esa segunda oportunidad que a muy pocos les llega y que todavía menos puede llegar durar.

Por allí iban ella y su resaca, preguntando a la gente si lo habían visto, y le sorprendió bastante que no tenía que describirlo físicamente, que cuando decía el nombre era suficiente para que le dijesen por donde debía andar. Eso le dio la pista de que no era ningún pringado en aquel refugio.

Al principio no tuvo suerte y nadie lo había visto, pero cuando estaba a punto de cagarse en su estampa alguien la avisó de que estaba desayunando y cuando fue hacia el lugar que le indicaban, justo estaba saliendo por la puerta.

Lo vio solo y sonrió ampliamente, andando resueltamente hacia él, con la misma ropa que el día anterior - Hola Pratt, ¿qué tal? - Por supuesto llevaba puesto el palestino que le había regalado.

Su bien más preciado. Y el único.

Así que así es como Leia acabó en esa puta cloaca…

- De momento puedes seguir, si salimos vivas de las granjas, y le conseguimos a esa puta lo que quiere, te pagará bien y podrás empezar a hacer cosas. Yo es lo que hago, ir improvisando, sin pensar – me encojo de hombros – no es el mejor plan de vida, pero es mi manera. Tú tendrás la tuya.

Yo le conté lo del Moxxi, estaba allí porque le debía una favor la perra esa y porque necesitaba pasta, no me suelo quedar demasiado en Parody, voy de aquí para allá, sin rumbo fijo pero hace un tiempo que pernocto en casa de Khan, y de momento quiero quedarme con él. Busco una sirena, no se me ha olvidado, pero he hecho una paradita ahora. Esa zorra es muy escurridiza.

Y no sé por qué, le termino contando aquella historia del barco, y la cola, le termino contando por qué Khan me hizo el tatuaje también*. El alcohol aumenta, y no es que yo sea una persona que habla de si misma, ni mucho menos, todo lo contrario, pero Leia me gusta como poca gente me gusta en este puto mundo plagado de buitres, arpías y víboras.

Le cuento que antes iba con otro tipo, pero que nos separamos en una emboscada, a mí me llevaron, me utilizaron cuánto quisieron y luego me quedé medio muerta. Llegó el tatuaje en la cara, y como estoy muy borracha, mi manera de contarlo es tan inconexa como parece. Khan fabricó al tiburón, al monstruo de Ligeia, el bate es del primer tipo que maté, los clavos oxidados del primer coche que robé, cuento las historias pero ni siquiera distinguen, me hago un lío con la lengua tan trabada. A Poe... no recuerdo ya ni cómo lo conocí, creo que nació conmigo... quizás yo no nací de una persona, yo nací de un monstruo, seguro.

Khan aparece justo cuando unos tipos nos rodean, no dice nada, me tira del pelo para que me levante y me carga al hombro mientras yo le digo adiós con la mano a Leia, dejándola en buena compañía.