Partida Rol por web

Maldito fuera Susanoo, ¿Cómo había podido ser tan imprudente? ¿Seguiría vivo?
Mitsuke había notado como su katana mordía la carne enemiga. El tiro de Takeshi-san parecía certero y Yoshimitshu ya había comenzado su habitual danza. Pensó que con un golpe más podían acabar con ellos, pero la vida de su señor podía estar en juego, en fin no había decisión correcta. Decidió que trataría de acabar con ellos y después auxiliar a Hideyoshi-sama. Habia estado cerca de ser herido si diera la espalda al enemigo quiza fuera más un cadáver que una ayuda, afirmo con fuerza la katana y trató de cruzar un golpe de revés y noto que la vida abandonaba un cuerpo.

Uno de los enemigos contra los que combatía Yoshimitsu había caído, y el otro estaba apunto. Pero todo eso no era consuelo al ver como su joven señor caía al suelo. Y además el lider de los bandidos tenía la cara de decir que se marcharan y lo dejaran así. Ni mucho menos.

Iba a decir que atendieran a Hideyoshi, pero ya se le adelantaron. Por lo que lo único que quedaba era acabar con aquellos malnacidos que se habían atrevido a incordiarles. Y aquello sí que se le daba bien al samurai.

Un golpe seco y el tipo de la nodachi caía al suelo, una pequeña carrera y el otro que portaba una hoz caía también. Mitsuke se había encargado del presunto jefe. Así que lo único que quedaba era atender a su señor.

-¿Cómo se encuentra? Por favor, decidme que está vivo.-

La alarma se instauró en el grupo al ver a Asakura Hideyoshi caer, sin embargo decidieron pagar aquella oferta de paz con más enfrentamientos. El primero que avanzó fue el bandido que enfrentaba a Yoshimitsu, éste perserveró en sus intentos contra el samurái y éstos se vieron recompensados con más sangre, más el samurái no cedió en su ofensiva y con dos golpes de su katana cercenó una vida primero, la del agresor de su señor a continuación.

Mitsuke siguió su ofensiva particular contra su rival que se encontraba acorralado también por Kaishimi. Sin embargo fue aquel segundo golpe de Mitsuke lo suficientemente eficaz como para terminar de cercenar la cabeza de su enemigo.

La batalla había terminado y Takeshi aprovechó para dirigirse raudo a su señor. Tenía un corte feo y la herida manaba profusamente. Su ropa estaba demasiado sucia para cubrir el cuerpo herido de su señor así que tras murmurar una plegaria rompió parte de la ropa que su señor portaba, mucho más limpia y tras mascar algo formo una pasta que serviría para taponar la herida. Sólo quedaba presionarla y para ello utilizó el improvisado vendaje.

El Clan Asakura aún tenía esperanza más debían llegar cuanto antes a su destino para que pudiera recuperarse de sus heridas.

Mitsuke dio gracias a todo lo sagrado.
Debía haberse colocado defendiendo a Hideyoshi-sama en lugar de atacar al salteador. Negó con la cabeza lamentarse no iba a servir de nada. Takeshi-san había actuado con celeridad y seguridad salvado la vida del líder de los Asakura, aun a riesgo de poner en riesgo la suya.
¿Cuántos hombres había visto morir en las últimas horas? Trato no por primera vez desde que todo aquello empezará de entender las motivaciones y fuerzas que mueven las acciones de los poderosos,. Pero como ocurría con el movimiento de Amaterasu y Tsukuyomi le eran asuntos insondables.
La táctica de pasar desapercibidos había fracasado, la de buscar cobijo también, todavía quedaban muchos ri hasta Kai y no sabía si Hideyoshi-sama podría recorrerlos o en qué estado
Mientras los ashigaru se concentraban en el estado del señor, Mitsuke decidió que valía la pena rebuscar entre los cadáveres de los asltantes, quizás alguno fuera de un tamaño aproximado al suyo. O el de Takeshi-san, pensó recordando la mueca de dolor que habia tenido al abandoar su armadura.

La batalla había terminado, pero ¿a qué coste? Sus heridas no le importaban, aunque seguramente después las notaria con más intensidad una vez desaparecida la adrenalina del combate, pero la de su señor la tenía en vilo. Hasta que Takeshi no confirmó que estaba vivo no se percató que estaba aguantando la respiración. Aún así no estaba fuera de peligro. Y todavía quedaban días antes de llegar a su destino.

-¿Cómo está?¿Será capaz de continuar viajando? Si no es así debemos buscar refugio. No podemos perderle, aunque signifique arriesgarnos a que nos reconozcan de nuevo. -

Vuelvo la mirada al samurai para responderle; tras la tensión de ver al Señor casi muerto, ya la voz denota que la cosa va bastante mejor.

-Está muy débil; mantiene un hilo de vida al que se aferra. Es tenaz y lucha por vivir, así que ahora no temo por su vida. Moverle ahora sería arriesgado, pero no se que otras opciones tenemos. Tal vez los ladrones tuviesen una base por aquí cerca; en ese caso, tendrían comida, cacharros con los que poder tener agua caliente, y resguardo del frío.

Me vuelvo hacia el monje, al que observo que está examinando los cadáveres:

-Mitsuke-san, ¿puede mirar si los bandidos llevaban con ellos vendas, ungüentos o algo parecido?, aunque en su base tal vez tengan de ello.

Las armaduras de los bandidos no estaban hechas a medida, eran los restos del pillaje que ellos habrían practicado tiempo atrás y que gracias a aquel nuevo pillaje permitiría pertrecharse a los que estaban indagando entre los restos mortales de aquellos malditos desgraciados.

Asakura, Kaishimi, Mitsuke, Takeshi y Yoshimitsu ya estaban igualmente protegidos. Sin embargo el único que portaba la propia era éste último por ello el samurái parecía llevar una dignidad que parecía haber dejado de lado a los demás. No tenían nada más interesante, ni vendas ni dinero a excepción de unos pocos Shus que apenas llegaban a conformar un sólo Ryo.

Los cinco valoraron sus opciones a partir de aquel momento, y decidieron seguir avanzando como habían hecho hasta aquel momento. Llevaban así cinco días y salvo por aquella última emboscada mal llevada presagiaba una opción mucho más saludable. Sin muchas más opciones salvo esconderse esperando a la muerte, y entregarse a la misma por los caminos principales... Se pusieron en marcha.