Conforme fueron adentrándose en la ciudad, la situación resultaba cada vez más peliaguda. La mirada de Hideyoshi fue de Takeshi a Kaishimi, con el ceño fruncido. Después comenzó a mirar en todas direcciones, antes de dedicar una última mirada a Mitsuke antes de susurras para sus adentros una oración.
-Deberíamos encontrar en alguno de los edificios -dijo finalmente- Si me reconocen no deberíamos tener problemas, así como a cualquiera de vosotros -continuó- Deberíamos esperar y tratar de movilizarnos tan rápido como podamos una vez la situación sea segura -zanjó.
Día largo, lo siento.
Solo para aclarar, la idea es meterse en un edificio al azar. Haya gente o no y esperar... ¿A qué?
Yo diría que a que la cosa se tranquilice (haya menos patrullas o similar); marcharnos rápido no parece una opción. Además de que me imagino que en esta ciudad viven varias personas del grupo... podrán saber dónde hay gente más simpatizante, ¿no?
El peligro es que no sabemos quien es de firar en la ciudad, ni quien está vivo aún...; probablemente, el Castillo cayó por una intriga, una traición. Las 2 opciones más normales serían:
Huir, en cuyo caso habría que contar con patrullas montadas en los caminos, por lo que habría que ir por sendas de zonas montañosas, con guías locales voluntarios o forzados, y en dirección a... ¿a donde? ¿a Kyoto a pedir justicia? ... probablemente agentes de los Oda nos cazarían allí; como alternativa, huir hacia territorios de enemigos de los Oda, que los tenían, incluyendo monasterios de monjes guerreros que le consideraban poco menos que un demonio. Una posiblidad es esconderse un tiempo hasta que la actividad de los Oda decaiga, disfrazarse, y viajar con cierta normalidad por los caminos, como hizo el propio Nobunaga en la historia real.
Esconderse: en cuanto entramos en la ciudad, pasa a ser la opción más lógica, porque se puede prever que habrá patrullas y controles en las entradas y salidas de la villa a partir del amanecer; es probable que haya saqueos, registros en busca de guerreros Asakura escondidos o de gente prominente que puedan ponerse en su contra -y liquidarlos-... básicamente es aplastar para dominar. En caso de buscar refugio, debería ser en casa de alguien de fiar, que no vaya a dar el soplo, tal vez un templo. Debería haber también la posibilidad de conseguir ropas de paisano, humildes, para poder moverse con toda libertad acarreando leña o similar, y poder averiguar el grado de dominio que han implantado en la villa, antes de pensar siquiera en intentar descubrir quien cometió la traición y así elaborar un plan para hacer justicia, restablecer el honor del Clan, y retirarse a plantear una guerra de desgaste a escala modesta para ir socavando el poder de los Oda, y ser un factor a tomar en cuenta por sus enemigos, a la hora de conseguir aliados externos que nos ayuden a recuperar el Castillo y la provincia.
En todo caso, lo que estime oportuno Hideyoshi-sama, será el camino a seguir por sus fieles servidores.
Yo entiendo que lo que tenemos que hacer es renunciar a los Oda. Es decir, ir a la autoridad superior y exponerle en la corte delante de todos. Con la cabeza del antiguo señor.y el testimonio del hijo, y nuestro, como mínimo tienen que escucharnos. A partir de ahí que hable la justicia Imperial. Y si nos falla como estará allí le desafiamos abiertamente y lo matamos.Aunque luego tengamos que hacernos el sepuku.
Los Oda contarán con que no escape nadie, y estarán patrullando todo. Y nosotros tenemos que esquivarlos. No creo que escondernos sea una opción. Pero que hable Hideyoshi.
La salida de ir a la Corte Imperial de Kyoto es suicida: básicamente, no se llegaría a tener audiencia con el Emperador, por que su Divina figura está por encima de estos asuntos terrenales del Imperio; procedería, sin embargo, ir al Shogun, que realmente sería quien rige el país.
Problema: En la época de Nobunaga, el Shogun no tiene poder real; éste está en mandos de los Daymos, de los jefes de los grandes clanes provinciales; hay que ir a buscar a alguno de ellos. El Shogun de la época, intentó conjurar contra Nobunaga, y salió más que escaldado. El shogunato de la época estaba herido de muerte; por eso, tras el período de nobunaga, llegó el período del Shogunato Tokugawa (El clan Tokugawa fué aliado del Oda en el período en que Nobunaga se hizo con el poder).
Creo que para sobrevivir y recuperar el castillo, no podemos confiar en una justicia superior, porque no la había de facto, y las provincias se atacaban entre sí a la que podían (era una época en que el país estaba constantemente en pie de guerra); habría que ir a los enemigos de los Oda y hacerlos aliados nuestros, pero para ello, hay que darles algo, o directamente, ir a por la cabeza de la serpiente
No se , lo mismo me meto demasiado en la historia real de la época.... pero Nobunaga era astuto y tenía gente capaz alrededor, gente muy capaz.
Estoy con Takeshi-san. Lo ideal sería buscar algún aliado fiel, a ser posible algo menos poderoso que los Asakura pero haya florecido bajo su protección.
De no existir tal posibilidad el enemigo de mi enemigo es siempre la mejor baza, y aquí si, buscar al más poderoso posible. Reconquistar el castillo y vengarse debe ser el objetivo a medio plazo. Hoy debemos centrarnos en la supervivencia de Hideyoshi-sama. Pero también es el quién debe decidir. Los demás acataremos.
Vasallos y aliados los conocéis y están cerca, decid el nombre de uno y yo os relato el camino. Por Dios no digáis que está en kyushu.
Otra cosa, gran parte de lo que habéis dicho se puede decir roleando. Lo digo para que no tengamos 10 mensajes en notas.
Finalmente espero a una resolución final y os narro algo. Tened en cuenta vuestro aspecto, última vez que lo recuerdo.
—Señor, mi tío Kakeru no vive lejos de aquí; si me seguís, os puedo llevar por callejones discretos. Le fue bien en la vida, y consiguió una buena casa en la ciudad. De joven, sirvió a vuestro padre y no dudo de su fidelidad. No podemos quedarnos aquí, hay que moverse mientras la noche nos proteja
Venga, va; a ver al tío Kakeru; como tiré dados de callejeo con acierto, creo que os llevo por callejones discretos
Asintió ante la idea de Takeshi, y siguió sus pasos tan rápido como pudo. Una vez allí podrían reconsiderar sus opciones y pensar como llegar a contactar con sus otros aliados, aquellos que aún se opondrían a los Oda al escuchar su relato... si es que realmente le darían la razón.
Hideyoshi había hablado, o por lo menos asentido a la propuesta de Takeshi. Por lo que la decisión estaba tomada. No era una que le gustase especialmente al samurai, pero seguiría las ordenes de su señor sin decir nada.
Takeshi conocía la zona, por lo que Yoshimitshu decidió cerrar la marcha y dejar al Ashigaru que guiase la comitiva. Estaba atento a todo lo que hubiera alrededor, no fuese a ser que cayesen en alguna emboscada.
Tened en cuenta vuestro aspecto, última vez que lo recuerdo.
Yo me acuerdo. Pero no me voy a quitar mi armadura ni mis ropas de samurai del clan Asakura. Al menos de momento. XD
El grupo avanzó en silencio recorriendo un par de calles las cuales para los que no eran oriundos de allí no se distinguían de cualquier otra calle con el suelo de tierra flanqueada por casas de madera oscura que hablaban del paso del tiempo, de varias generaciones viviendo y trabajando incansablemente allí para servir honestamente a su señor.
Finalmente, el ashigaru se detuvo en una de las construcciones, no destacaba respecto de las que estaban al lado salvo por sufrir los estragos del tiempo de manera diferente, un poco de polvo en su frente, varios rayones en los laterales de las jambas de las puertas pero salvando eso la construcción no parecía decir nada a nadie, salvo a Takeshi.
Golpeó con delicadeza la puerta intentando levantar el menor ruido posible, una deferencia que no supieron valorar en el exterior.
–¡Salid de aquí! – exclamó una voz masculina desde el interior. El ashigaru no se amilanó e insistió susurrando algunas palabras.
Unos ojos se dibujaron en el umbral
–Takeshi-san… –miró a los que allí estaban y al entorno antes de añadir–. Por detrás que no quiero problemas ¡Salid de aquí! – exclamó más alto pretendiendo distraer a oídos extraños.
En el resto de la calle, silencio. El mismo silencio opresivo que parecía no querer dejar hablar a nadie.
-FIN DE LA ESCENA-