Fue un único paso, pero un extraño agotamiento hizo presa de ambos cuando atravesaron aquella puerta que les alejaba de su mundo, produciéndoles un cierto mareo que, por unos instantes, les impidió centrar la mirada y observar lo que les rodeaba.
Únicamente Leonard había vivido aquella sensación con anterioridad, pero de eso hacía ya varios años y además su mente se había esforzado por borrar cualquier detalle de su anterior viaje, aunque no por ello lo había conseguido del todo.
Poco a poco abrieron los párpados y alzaron la mirada, encontrándose con un paisaje desconcertante.
La superficie podía parecer normal, con grandes extensiones de campo y bosques abriéndose ante sus ojos, pero lo que más llamaba la atención era un cielo carmesí que convertía la visión en algo ciertamente fantasmagórico y de carácter singular.
Tras ellos, en el lugar donde debía encontrarse la puerta por la que habían accedido a aquel mundo, únicamente encontraron una pared de piedra que se extendía hacia las alturas, como parte de una pequeña loma.
Era como si la puerta se hubiera cerrado para impedirles el regreso, pero por lo que Leonard recordaba de aquel lugar, este no era el sitio por el que había accedido la otra vez, ni por donde había regresado a su mundo.
¿Era posible que la puerta hubiese cambiado de ubicación?
Sea como fuere, ahora parecía que se encontraban atrapados en aquel lugar. O al menos así era hasta que encontraran la puerta que les permitiera volver.
Lo que era claro es que no se veía a Bernard o Drumlak por ningún lado, tan solo una enorme extensión de tierra, y a unos diez kilómetros lo que parecía una ciudad, aunque nada parecida a la que habían dejado a sus espaldas, pues esta era pequeña y gobernada por un castillo que se elevaba sobre ella.
Un pensamiento cruzó su cabeza, es como en la tierra. Algo muy dentro de él le había echo imaginar que viajarían a un lugar recóndito de la fantasía de una cabeza desquiciada, tal y como lo había entendido a las puertas de los portales, pero todo aquello, era en cierto modo, desconocido, pero a la vez familiar. No era nada extraño. Nada era anormal... ¿donde estaban las criaturas sobrenaturales? ¿donde estaban esos humanoides agresivos? ¿Donde estaban esas ciudades que pasaban entre las nubes?
¡Ah! si, allí, a lo lejos se veía una ciudad y toda la tranquilidad (dentro del nerviosismo) que sentía se vio alterada. El miedo comenzó a recorrer su cuerpo. Observó a Roster, y la duda volvió a su corazón. ¿Sería cierto que él era el "bueno" y su padre el "malo"? en cierto modo, se la sudaba. Estaba metido en aquello y con aquel tipo, y no tenía más huevos que acompañarlo, además, él era el único que sabía donde estabamos y que nos podíamos encontrar, y sobre todo... como salir de esta mierda.
Siguió mirando y observando todo lo que le rodeaba con atención. No sabía exactamente por donde había llegado allí, él se había iimaginado que había algo parecido a lo que atravesó en este lado, para poder volver, pero no lo había, supongo que se abrirá algo en el espacio y entonces aparecemos.. no tenía ni idea, pero su imaginación aportaba los datos que le faltaban.
No le dirigió la palabra a Roster y siguió observando, esperando que de un momento a otro apareciera Nadine allí...
Nadie surgió de la pared de piedra que tenían tras ellos....ni Nadine...ni Janika.....estaban solos en un lugar desconocido.
Un lugar extraño cuando ellos mismos eran practicamente eso. Dos extraños que se habían visto unidos por las circunstancias y ahora se encontraban apartados de todo cuanto les era conocido.
Ante ellos se abría un mundo de dudas y poco más, pues a sus ojos sólo podían ver un paisaje de aquellos que podían encontrarse en cuadros antiguos.
En su mundo apenas quedaban lugares como este, y desde luego el aire que respiraban tampoco era el mismo.
Aquí era tan puro que casi era doloroso respirarlo, acostumbrados como estaban a la polución de las grandes ciudades.
Ninguno de los dos expresó en voz alta sus pensamientos. Simplemente se dedicaban a observar a su alrededor.
Y fué de este modo como pudieron divisar en la lejanía lo que parecían cinco figuras a caballo que se acercaban en su dirección, aunque en aquel momento habían frenado su avance y parecían estar mirando en su dirección.
Otra vez de nuevo por aquí ... musité mientras observaba aquel mundo que no me parecía tan desconocido a pesar de que no era el mismo lugar al que había llegado anteriormente ...
Ya hacía mucho de ello ... pero hubiera deseado que hubiera sido mucho mas ... para ser sincero ... hubiera querido que este momento no llegara de nuevo ... pero no me quedaba otra opción ... debía detener a Bernard y ahora me encontraba en ese mundo tan diferente al que estábamos acostumbrados a vivir ...
Inspeccioné con la mirada la zona ... hasta que me topé con los ojos de Kane ... sus ojos no reflejaban una gran extrañeza ... y eso era porque quizás estaba acostumbrado a ver cosas diferentes a las que yo estaba acostumbrado ... mis ordenadores ... mis fórmulas ... mis papeles ... todo había quedado tras ese portal del cual ahora ya no quedaba rastro alguno ... como si no hubiera existido nunca ... tan solo un muro se alzaba donde debía estar la pared ...
Entonces mi mirada divisó a lo lejos lo que parecían unos jinetes ... los cuales se detuvieron y nos observaban ... como nosotros lo hacíamos a ellos ...
¿Seran los Zeerath? pensé sin inmutarme esperando a que ellos tomaran el primer paso hacía nosotros ... en ningún momento quería parecer agresivo ...
El tiempo pasaba, si es que verdaderamente existía allí el tiempo tal y como lo conocía antes. Hacía poco que estaba aquí, y ya se estaba planteando preguntas filosóficas, era realmente extraño. Pero bueno, lo importante, o mejor dicho, la putada, es que Nadine, ni nadie aparecía por el portal que no sabía a ciencia cierta si había sido cerrado o es que nunca había sido visible en este mundo. Supongo que si hubiese sido visible en este mundo, más de uno de los habitantes de aquí fuesen cruzado al otro lado.
Miro a Roster. Parece que él también se ha dado cuenta de que alguien nos ha visto. Esos jinetes me dan mala espina. Instintivamente me acerco a él y me pongo a su lado, dejando caer mi peso sobre una pierna y relajando la otra.
¿Los has visto?
Pregunto inútilmente, pues ya me había dado cuenta de que sí. Pero era algo como romper el poco hielo que se había formado en ese instante, al vernos sólos allí.
¿Quienes eran los que van a caballo? ¿Tan poco abanzados son que van a caballo? ¿O es que son tan ricos como para mantener una montura?
Las figuras, que ambos recién llegados podían vislumbrar en la distancia, parecieron ponerse en marcha lentamente en la dirección en que se encontraban, aunque cuando se acercaron pudieron comprobar que "lentamente" no era el término adecuado, sino un efecto óptico que se había producido por la distancia y por la extraña luz que dominaba los cielos, provocando que llegasen hasta ellos más pronto de lo que hubiesen esperado.
Ahora podían ver perféctamente como eran los que, montados a caballo, habían llegado hasta su posición.
Se trataba de cuatro hombres y una mujer, la cual cabalgaba al frente, junto a uno de los hombres que la acompañaban.
Algo en sus rostros y en la forma que les miraban, con suspicacia, les indicaba que las cosas no iban del todo bien, aunque al menos, aquellas que les miraban, eran caras de gente completamente normal y no como el rostro de Drumlak.
Lo que sin duda les llamó la atención, fueron las vestimentas que portaban los recién llegados, pues allá de donde procedían, armaduras como las que portaban los cuatro hombres o vestidos como el que llevaba la mujer, sólo podían verse en reposiciones de películas antiguas.
Si eran disfraces, desde luego estaban muy bien conseguidos, aunque las espadas parecían reales como la vida misma, sobretodo la del hombre que encabezaba la comitiva, pues se encontraba desenfundada, permitiendo que aquel cielo carmesí robara reflejos del mismo color de su filo, como si se encontrara bañada en sangre.
Pasáis a la escena "Desolación".