Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Caravana de infortunios

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18/02/2009, 18:14
Dhan

Dhan estaba excitado, apenas podía controlar su corazón galopante, habría jurado que podía llegar a Ródennos de dos zancadas.

Se giró y se apoyó en el árbol que lo ocultaba, suspiró, intentó respirar profundamente, pero su sonrisa no se borraba de su rostro.

Movió su cuerpo como solo él sabía, sigiloso y decidido, con astucia y fuerza, pero capaz de camuflarse en aquellos bosques tan familiares para él.

Se alejó silencioso, tanto como lo fue para entrar, en breve arribó al camino de nuevo, donde saltó y brincó, corrió y rió, y rumbo a Ródennos envió sus piernas y su energía renovada, si no era poca la que ya tenía por empezar su nueva vida, ahora el hecho de estar de pleno en semejante aventura le había desbordado por completo... ¿Feliz? Eso era poco para lo que sentía... ¿Emoción? Mucho más intenso que eso... ¿Curiosidad? Nunca se pudo tener tanta tan concentrada...

Miró hacia atrás un momento, al lugar donde la hoguera dejaba entrever los troncos de los árboles más cercanos. Sonrió a la vida y al destino por ponerle aquella noche en aquel camino.

Y tan campante se volvió y echó a correr por el camino hacia la ciudad de Ródennos. A pesar de que iba a llegar con seguridad antes que aquellos extraños y a pesar de que estaba cansado de trabajar todo el día, no le supuso ningún problema correr con libertad por la noche oscura, pues la adrenalina bullía en su interior y movía sus músculos sin esfuerzo.

Cuando llevaba muchos metros ya, quizás algún kilómetro, su respiración y su esfuerzo hicieron el resto, aminoró, se paró y se agachó apoyando sus manos en los muslos, intentando coger más aire del que sus pulmones tenían capacidad. Miró atrás satisfecho del camino recorrido y siguió adelante ahora con un paso algo más comedido pero nada remilgado.

Notas de juego

¡Allá vamooooooooooossssssss!

jajajajajaja ;)

perdón por la tardanza. :P

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18/02/2009, 23:48
Master Indio

Ligero es el cuerpo de un joven cuando es llevado en volandas por sus sueños. Nada existe en el mundo que pueda hacerle desfallecer excepto el olvido de sus propios límites, e incluso cuando el cuerpo decide mostrar su descontento, por la forma de ser tratado, el aire tomado rápidamente para recuperar el aliento se siente de una manera especial.....más fresco, más puro....más vital.
Así ocurre tambien con los colores que asaltan la mirada ávida que observa a su alrededor. No existe negrura para ellos, pues la oscuridad es desplazada por el brillo de las estrellas, por el reflejo que la luna consigue arrancar de la alta hierba de los campos.

Era tal el estado de ánimo que embargaba a Dhan en ese instante, que ni siquiera llegaba a plantearse el peligro que había corrido o el que correría Ródennos en un futuro.
Sólo sabía que él sería el héroe que se encargaría de alarmar a los habitantes de aquel lugar y que por ello sería tomado en gran consideración. Incluso puede que hicieran una fiesta en su honor.....la primera de muchas aventuras que disfrutaría a partir de ahora.

Ese pensamiento le dió fuerzas para continuar corriendo en busca de su destino, pero ahora tenía más cuidado de no agotarse rápidamente, para poder recorrer la mayor distancia en el menor tiempo posible.
Tampoco era plan de llegar ante las gentes de Ródennos y que el aliento no le alcanzara para contar lo que había visto y oído.

La noche pasó y llegó el amanecer. El sol se desperezó y alzó el vuelo tras las lejanas montañas, aportando uno de los últimos días de calor antes de que el invierno decidiera llegar para instalarse durante unos cuantos meses.
Y con esa luz, Dhan pudo ver por primera vez la ciudad de Ródennos. No le era desconocida, pero tras permanecer tanto tiempo en una casa en mitad del campo, no podía dejar de asombrarle el tamaño que tenía el castillo que gobernaba la ciudad, rodeado por las casas ocupadas por los aldeanos.
Era de una piedra oscura, formado por tres almenas, de las cuales la central era más elevada que el resto.

Unos minutos, sólo unos minutos más y llegaría hasta la primera de las casas. Incluso ya podía vislumbrar las carretas de la caravana de mercaderes que había visto el día anterior. Sadicer había llegado, puede que incluso poco tiempo antes que él.

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22/02/2009, 18:37
Master Indio

La ciudad estaba cerca. Casi podía incluso percibir los olores propios de una urbe, así como el ajetreo y diferentes sonidos que surgían de un lugar así, nada que ver con la granja de la que procedía y donde la naturaleza era la única compañía en kilómetros a la redonda.

Y fue entonces cuando lo vió. De entre la primera hilera de casas, surgió un caballo al galope y que se encaminaba en su dirección, aunque aún tardaría un poco en llegar hasta él.
Su jinete vestía ropas de mujer, hecho que reafirmó la larga melena rubia que danzaba a su espalda acompasada por los pasos del caballo.

Un poco más atrás, otra mujer cabalgaba a lomos de otro caballo y seguida de cerca se encontraban dos jinetes más.
De las ropas de estos últimos se desprendían brillos metálicos, señal inequívoca de portar sendas armaduras. Quizá fuesen soldados de Ródennos.

La mujer que cabalgaba al frente se acercó hasta él, deteniendo con brusquedad el caballo provocando un relincho por parte de este, al tiempo que las patas delanteras se elevaban.

- ¿Quien sois? - le preguntó con voz amable aunque levemente agitada.

Rodeó al chico con el caballo, intentando calmarle tras lo brusco del movimiento que le había obligado a realizar.

Notas de juego

Te has encontrado con un jugador. Pasas a la escena Forja de Libertad.