—No digo que digamos una mentira, solo debemos omitir que Moris era un traidor. Murió en el combate y ya está. Es la verdad. Además si los jefes lo aceptaron es porque confían en nosotros, ¿queréis que piensen que no somos dignos de confianza y que metemos a caníbales peligrosos en el Arca? Ahora somos unos héroes, quizá, pero estoy seguro de que Lobo Gris usará esto en nuestra contra tarde o temprano.
»Además, Alfa, no te ofendas, pero tú ves enemigos en todas partes. Jamás hice nada para ganarme tu desconfianza y me tratas como si fuese poco más que una herramienta cuando creo que me he ganado mi puesto en este equipo. Y no, jamás te llamé loco. Simplemente me parece mala idea matar a todos los que nos encontramos. Si le hubieses matado, no habríamos encontrado jamás toda esta comida y los vehículos. Da gracias a que Greeny es sensato y está al mando.

—¿QUE ESTÁ AL MANDO? —rugió, acercándose tanto a Ash que podían tocarse sus narices. El sabueso gruñó por instinto, aunque también agitaba la cola porque no entendía que de repente hubiera un enfrentamiento en el seno del grupo—. ¿Quién ha dicho eso, tullido? Cada uno tiene su parte, porque así funciona esto. A mí sólo me da alguien órdenes, y está esperando noticias nuestras en el Arca.

»Pensaba escucharte, pero ya te puedes ir olvidando —le dio un par de golpecitos en el pecho con el dedo—. En cuanto lleguemos al Arca, todo el mundo va a conocer la historia.

Greeny alzó las cejas ante el último comentario de Ash. Negó levemente para sí justo antes de que Alfa estallara. Eso era lo que iba a pasar. Aunque le sorprendió que hubiera alguien en el Arca de quien aceptara órdenes. ¿Se refería a Marlotte?

- Yo solo le doy ordenes a White porque sin ellas parece no tener iniciativa propia. – explicó – No me gusta. Deberíamos decidir entre todos siempre que haya posibilidad de hablar las cosas. Imagino que si White pasa suficiente tiempo lejos de Lobo Gris y la tratamos como toda persona se merece acabará aprendiendo que puede tomar sus decisiones y no necesita órdenes. – concluyó con su habitual tono desapasionado.

Aquello daba por zanjada la discusión y es que no quería explicárselo a Ash delante de todos, pero con que uno de ellos se fuera de la lengua la mentira se iría a la mierda y entonces los demás se verían como menos de confianza. ¿Podían confiar realmente en que Leech no sería fiel a los hechos en su recolección de lo ocurrido? ¿En que White no se iría de la lengua si Lobo Gris aún lograba darle una paliza? Nah, la única forma segura de mantener un secreto es cuando solo uno lo conoce.

Ignorando a Alfa, el mecánico sopesó la idea de Greeny.

—En ese caso tienes razón. Yo tampoco sé si puedo fiarme del todo de que el resto se vaya de la lengua y está claro que Alfa es un toro desbocado a la hora de tomar decisiones. Lo que sí es cierto es que Moris murió poco después de desvelarse como traidor, así que ya no hay peligro de que hablase del Arca. Salvo que Leech dijese algo.

​​​​​»Ya viste como nos dejaron a nuestra suerte cuando nos atacaba el perro. Tú fuiste el único que acudió en mi ayuda. Solo aparecieron cuando ya estaba casi reducido. 

Greeny frunció el ceño ante la mención de la falta de ayuda.

- Siempre estaré ahí para ti. – le aseguró. Ash podía estar seguro que no era algo que dijera a la ligera y su tono bien podría haber sido el de un juramento inquebrantable. Pasó un poco de tiempo antes de que añadiera algo sobre los demás. – Creo que Alfa quería que le pidiéramos ayuda explícitamente. White ya viste que aunque es muy eficaz en combate si no la diriges se comporta como una niña indecisa. – negó con la cabeza en el gesto de alguien que pensara que era una autentica lástima – Y Leech… – volvió a negar con la cabeza, pero de una forma mucho más negativa sin terminar su frase.

- Por suerte estuviste muy bien en el combate. Creo que con un poco más de entrenamiento estarías mucho más protegido en el cuerpo a cuerpo. A distancia ya vimos lo que eres capaz de hacer con un buen arma. – asintió satisfecho de los disparos que había hecho Ash en el pasado.

- Por cierto, eso me recuerda – sacó su honda rota – Si cuando volvamos tienes algún hueco para mirar esto, te lo agradecería. Creo que le di demasiado fuerte cuando lancé esa piedra contra el chucho.

Unas pocas horas de viaje les bastó para llegar frente al Arca rugiendo a bordo del mortor-ciclo que Ash había acondicionado. Se sintieron más seguros en cuanto vieron la familiar forma del edificio en el que se custodiaban todas las personas que conocían, las que, hasta el comienzo de aquel intrépido viaje, habían considerado como las únicas del mundo. Ahora sabían que había más, y que muchas eran peligrosas. Algunas traicioneras y ladinas como Moris, quien invitado por ellos se había logrado colar en el Arca y había engañado a todo el mundo. Hubo cierta discusión sobre qué hacer con ese tema, Ash proponía omitir el detalle en el que Moris se había desvelado como un traidor, pero Alfa y Greeny preferían ir de cara y decir la verdad, cada uno por sus distintos motivos. 

Cuando llegaron al Arca ya había gente congregada en la puerta observando su llegada. El motor-ciclo había levantado una polvareda tremenda y les habían visto desde lejos, pero todos se sorprendieron al comprobar que eran ellos quienes estaban al mando de aquel artilugio que se movía a una velocidad endiablada. Y mucho más se sorprendieron cuando comprobaron que traían consigo un cargamento de comida que solucionaba el problema de la comida en gran medida, al menos el tiempo suficiente para que los proyectos de caza, de cultivo y las otras vías de conseguir comida que habían iniciado empezaran a funcionar. Lamentablemente había sido tarde para alguno de los habitantes del arca, cuando llegaron les informaron que la noche anterior habían tenido que enterrar a la primera persona desfallecida por inanición. Otros estaban en mal estado, pero esperaban que la comida encontrada por el grupo les ayudara a recuperarse. 

Entre los jefes también se celebró su éxito. Marlotte les felicitó personalmente, y pudieron ver la cara escocida de Lobo Gris al ver toda esa comida que habían conseguido; aunque eso no fue nada en comparación a cuando contaron la historia de los caníbales y de cómo habían terminado. Al final, tanto Greeny como Ash tenían parte de razón, Marlotte se molestó un poco con ellos por haber traído a Moris al Arca, pensando en lo que hubiera pasado si todo hubiera salido de otra forma, pero habían traído toda aquella comida y eran unos héroes. Lobo Gris perdió mucho crédito entre sus seguidores, que evidentemente se pasaron al lado vencedor. Y aunque siguió siendo un jefe temible y peligroso, perdió mucha de su influencia en el Arca tras aquella sonora derrota. Por otro lado, a Marlotte le preocupó bastante los que habían logrado huir del Love Ranch: la pelirroja, el tipo de alas y el de la azotea. Se preguntaba si habría un arca de caníbales de quienes preocuparse. Aunque de inmediato se empezaron a trazar planes para terminar de conquistar ese sitio y que sirviera como avanzadilla para su Arca. Quedaba mucho por hacer, mucho trabajo para poder hacer del Arca un lugar próspero, pero por el momento se habían ganado un merecido descanso. 

Fin de la partida

Ash regresó a su taller, donde fue recibido como una celebridad por el resto de los mecánicos. Tanto las noticias de la comida como del ingenio mecánico que permitía atravesar la Zona a gran velocidad habían corrido como la pólvora por todo el Arca.

No tardó en convertirse en el enlace del taller con el resto de zonas del arca, precisamente para explicar cómo funcionaban los vehículos y para equipar a los nuevos merodeadores cazadores. Aunque lo primero a lo que dedicó su tiempo fue a reparar la honda de Greeny.

El mecánico también sentía curiosidad por el devenir de White, que gracias a los cronistas logró librarse del yugo de Lobo Gris. Gracias a que la popularidad del jefe había caído en picado, la antigua esclava logró el apoyo del resto del Arca. No en vano era una de las heroínas que habían salvado el futuro de aquel pequeño asentamiento.