Siempre he pensado que tenía un estómago fuerte. Al fin y al cabo llevo toda la vida trabajando en un centro de procesamiento de carne. He trinchado y destripado más de lo que soy capaz de recordar. Por mis manos han pasado reses de todos los tamaños. Pero joder, cuando vi a ese cabrón con la cara machacada dirigirse hacia mí, que me cuelguen si no sentí revolverse mis entrañas. No tuve más remedio que clavarle el cuchillo en la cabeza. Juro que no tuve más remedio. El hijoputa se abalanzó sobre mí intentando morderme con lo que le quedaba de boca. Por poco lo consigue. Debería haber hecho caso a Fred hace tiempo, y empezar a hacer ejercicio. Mis más de 100 kilos de peso no ayudan a moverme rápido. Afortunadamente tengo unos brazos fuertes, y estos capullos hambrientos son más blandos de lo que imaginaba.
No sé si mi padre sigue con vida. La residencia de ancianos está desierta, salvo por unos cuantos cadáveres. Los encontré allí tirados como basura. Parece que la moral y las reglas han desaparecido. Lo único que importa es sobrevivir. Por suerte, he encontrado a un grupo de personas que todavía conservan la cordura y voluntad suficiente como para ayudarse unos a otros. Quizás juntos tengamos más posibilidades de seguir vivos. La cuestión es… ¿Por cuánto tiempo?
Hoy ha sido un día tenso.
Por un lado no hemos encontrado muchas cosas útiles en este Hotel. Nos va a servir de refugio durante algunas horas, pero es evidente que vamos a tener que salir a buscar suministros (me muero por un chuletón con patatas), y de paso quizás encontremos otro lugar más seguro.
Por otro lado, esta mañana ha salido el tema del embarazo de Tereza. Todavía queda tiempo para "el día crítico", pero en algún momento la cosa se pondrá complicada. Ella no quiere ser una carga, y ciertamente será difícil lidiar con la situación, pero no vamos a abandonarla. Al menos yo no pienso hacerlo.
Para rematar el día, un zombi nos ha hecho una visita. Por suerte era sólo uno, y pudimos eliminarlo antes de que atrajera a más. El cabrón apesta una barbaridad. Le he mirado los bolsillos y he encontrado una brújula. Tiene ropas de camuflaje. Es posible que fuera uno de los militares, o igual se trata de alguien que se iba de caza.
Ahora toca descansar. Mañana saldremos en cuanto salga el sol. Ojalá tengamos más suerte que hoy en nuestra búsqueda.
Creo que tardaré en olvidar lo sucedido hoy. El accidente que contemplamos por la mañana y la horda de zombis que le siguió me dejaron congelado durante unos segundos. Por culpa de eso, uno de ellos se coló en el hotel y casi consigue atacar a Tereza de no ser por Lenore. Desfogué mi frustración con alguno de esos cabrones en nuestra huída. Vilem y Rubén no se quedaron atrás. He quedado impresionado especialmente con este último. En cuestión de segundos el tío consiguió llegar hasta el camión, arrancarlo y recogernos mientras aplastaba a algunos de esos hijoputas.
Seguramente pasemos la noche dentro del camión. El ruído del motor atrae a los zombis, pero confío en que aguante, y estoy convencido de que, aunque durante la noche vengan más, Rubén tiene la destreza suficiente para arrancar y sacarnos de aquí por la mañana, sin que le suponga un grave problema. Incluso puede que se lleve por delante a varios. Estaría cojonudo.