Orionus escucho a los asistentes o miembros del equipo del que iba a formar. Varios de ellos opinaron sobre el credencial que propuso para identificarse delante de las autoridades de la Colmena, aun así estaba confuso si el equipo se inclinaba de acuerdo o no de solicitarlas ya que Ishmael prefería una infiltración completa, sin sospechas ni revelaciones.
Orionus dijo "Sería conveniente aclarar todas las dudas e información antes de viajar ya que una vez que lleguemos no nos podrá asesorar el señor Gallus" "por el momento no sabemos como infiltrarnos todos dentro de la Colmena sin ser delatados" "por desgracia seguro que más de un arma o accesorio que nos han entregado señalan que somos soldados infiltrados" preguntando a Ishmael "¿de qué equipo común disponen los pandilleros y nosotros a parte de las armas que debemos investigar su origen?" a todos los asistentes "podríamos sacrificar sin llevar parte de nuestro equipo militar y copiar la estética de los pandilleros con las imágenes que nos proporcionen Ishmael para poder infiltrarnos con más facilidad o la organización de la Inquisición puede buscar a alguien que fuera pandillero y aprendamos sus costumbres durante un tiempo parcialmente en el viaje hasta llegar a ese planeta".
Heinrich escuchó en silencio, negando para sus adentros. Notaba el ansia en la voz y palabras de algunos, la ilusión en otros, impaciencia, desprecio... El había visto demasiado para su corta vida, mas de lo que querría, pero también había reafirmado sus ideales, si bien cambiando y mucho, el concepto de ser soldado para el. Luchaba convencido, había que erradicar muchas cosas en el Imperio, pero al mismo tiempo, luchaba como quien se sabe muerto, con cierta desgana. Todo un encontronazo de sensaciones.
-Yo me llamo Heinrich, soldado raso de la guardia imperial.
Hizo una pausa, y suspiró, para acto seguido contestar a Orionus:
-Eso no creo que sea un problema. Procurad ir bien equipados, con lo que queráis. Recordad que en principio entramos como mercenarios, y en ese gremio nadie sospechará lleves lo que lleves. Hay mercenarios con mas pasta y con menos, con mejor equipamiento y peor, lo importante es dar el pego en cuanto a la belicosidad y talante de este tipo de gente.
Una vez que estemos allí, ya recabaremos información, que es el mejor sitio. En cuanto a los ropajes y armamento de los pandilleros...nada mejor que quitárselo a un cadáver local, seguro que hay unos cuantos, y si no...tendremos que hacerlos nosotros.
Hizo un leve gesto con la mano, como quitándole importancia a todo lo que acababa de decir
-Bueno, al menos esa es mi opinión. Solo soy uno mas de la manada, haré lo que diga la mayoría. Y ya que estamos, sería bueno repartir responsabilidades en el grupo, y elegir una cabeza. Pero eso lo podemos hacer durante el viaje, desde que nos conozcamos un poco y sepamos en que destacamos cada uno. Al fin y al cabo, vamos a pasar meses de viaje.
Se acercó un momento a otro de los allí presentes, dijo algo que solo su interlocutor pudo oír y volvió a dirigirse al grupo:
-Si no os importa, he de resolver un asunto antes de partir, y me hace falta el tiempo. Nos vemos en el transporte. Un saludo compañeros.
Asintió a su viejo amigo.
-Me parece una espléndida idea, vamos. Quizá tengan algo para mi de paso.
Oye dire, el equipo que tenía en la mina...se supone que lo sigo teniendo o no? Es por hacerme una idea y saber si pillar unas cosas u otras.
Por lo visto había que presentarse para evitar recibir un disparo en el primer vuelco del camino. Que remedio...
-Arcturus. Tecnosacerdote asignado a la planta Ultia con rango de tecnografo. Origen: Megalonis Secundus, mundo forja del Segmentum Tempestus.- Comenté rígido ante el resto de la gente.
Por lo visto ya estaban hablando sobre el resto de la misión, que si infiltrarse entre mercenarios y apoderarse de ropas de muertos. El tema no era de mi interés de modo que poco a poco me fui abstrayendo de la conversación, hasta que al final casi ni escuchaba a los presentes, mas concentrado en tallar una A de estilo gótico en la nuca del servocráneo.
La revelación de que el mensajero del Inquisidor formaba parte de su escolta personal y aún más importante ostentaba el cargo de Hierofante me dejó sin palabras pues podía significar dos cosas, o bien teníamos cierta importancia para el Inquisidor Severus o esta misión era bastante importante, aunque me decanté enseguida por la segunda opción dadas las circunstancias, era bastante obvio que eramos bastante prescindibles si nos enviaban a una misión de tal peligrosidad, si bien se hacía de manifiesto que el Inquisidor no hubiera pensado en encomendarnos la tarea si pensara que no teníamos una ínfima posibilidad.
Parecía que la reunión llegaba a su fin a juzgar por las palabras del Hierofante Ishmael, por lo que me apresuré a abandonar mi asiento con la caja negra que me correspondía, sin embargo antes de que pudiera dirigirme hacia la puerta de salida uno de los compañeros de misión se presentó, no esperaba que quisieran adelantar las presentaciones, más bien lo contrario, teníamos dos meses de viaje después de todo.
Poco importaba, posponer lo inevitable nunca fue de mi agrado y cuanto antes nos diéramos a conocer todos antes podríamos con suerte trabajar como un equipo, nos haría falta allá donde íbamos sin duda alguna, aguardé pacientemente a poder presentarme, acomodando la caja de equipamiento bajo el brazo, como si de un yelmo se tratase, no iba a fingir, estaba deseosa por marcharme y prepararme para el embarque que nos esperaba por la mañana.
-Gianna Anzerani, pertenecí al Regimiento Vanthiano número 37 de Infantería mecanizada-examiné al resto del grupo, sosteniendo sus miradas para luego continuar-Pueden estar seguros de que si los disparos comienzan, tendrán a una aliada capaz a su lado en batalla-asentí con firmeza, reforzando las palabras pronunciadas.
-¿vosotros ya formabais un equipo?
Dirigí entonces mi mirada hacia el Psíquico Imperial, negando con lentitud-Me temo que es la primera vez que comparto misión con los aquí presentes, no sé si los demás podrán decir lo mismo.
Entonces guardé silencio, escuchando lo que los demás tenían que decir, era posible que se dijera alguna otra cosa de interés y por impaciencia tuviera desconocimiento de ella nada más salir por la puerta, por lo que reprimí mis ganas de abandonar el lugar, al menos de momento.
El grupo empezaba a disolverse y aunque alguno ya se había presentado, en algún momento empezarían a abandonar la sala. Le pareció entonces un buen momento para hablar. Con voz grave, tono serio y lo suficientemente alto para que todos lo oyeran dijo - yo soy Hieronymus Homron, agente senior del arbites, al servicio del Trono. Heinrich es mi compañero. Os recomiendo que empleos bien el tiempo antes de que partamos, equipados lo mejor que podáis, no sabemos que es lo que vamos a encontrar allí ni cuando dispondremos de la posibilidad o libertad de hacerlo - miro hacia las dos mujeres, que parecían guerreras avezadas - armas, munición - miró al maestro - medicinas - y en su fuero interno rezó porque aquel hombre supiera medicina, pues presentía que les haría falta más pronto que tarde - miró a Arcturus que estaba abriendo un servocráneo como quien pela una naranja - comida - y apenas se notó un deje de duda en su voz - o comunicadores - Volvió para mirarse a los demás - cualquier cosa que consideren necesaria y transportable de una forma discreta. No espero que tengamos problemas para entrar pero si que puede haberlos para movernos una vez dentro. Ya trabajaremos los meses de viaje en la forma de entrar para todos - No podía evitar pensar en la sororitas, el individuo de la Ordo Psykana y el maestro, como aquellos más difíciles profesionalmente. Ojalá estuvieran tan necesitados en Desarbolada que los controles fronterizos se hubieran relajado respecto a los estándares planetarios habituales - Ya trabajaremos en eso más tarde. Ahora, equípense - respondiendo a la indicación de Heinrich de salir del Tricornio y siguiendo su propio consejo, dijo a modo de despedida - Nos vemos en la nave. Buena suerte.
Isolda, acaraciaba con delicadeza su bolter, cual gatito de angora, esperando que todos marcharan. Tenía cosas que hacer y la primera era con su orden. Escuchaba paciente y sería la última, o del último grupo en marchar. Quería escuchar a todos.
- Voy a intentar averiguar si hay Hermanas en la zona y me gustaría que, uste arbitres, hiciera lo mismo. PAra dos cosas. Una que no interfieran en nuestra contra, y otra, que puedan ayudarnos en un momento dado. Sería interesante el saber que uno o dos sitios son ... o seremos ... bien recividos.
Orionus vio como los asistentes y futuros compañeros de equipo se iban de la sala de reuniones para prepararse para el viaje de mañana. Orionus le dijo a Ishmael "Muchas gracias por el equipo, señor, intentare hacer el mejor uso posible para cumplir la misión". Cogió la caja y mirando a los compañeros que quedaban en la sala de reuniones les comento "compañeros nos vemos mañana, hasta luego".
Después Orionus camino hasta salir de la sala de reuniones.
Urtzi saludó con un gesto a cada uno de los componentes del grupo a medida que se iban presentando. -Veo que tenemos un grupo surtido.- Dijo con cierto alivio, pues el Adepto tenía bastantes carencias que debían ser compensadas. Sobre todo si la misión iba a ser una en la que debían acceder a una subcolmena. -Durante el viaje podremos concretar el mejor el plan de actuación una vez llegados a la colmena.- Comentó al ver que varios ofrecían diferentes soluciones o propuestas.
Sin más demora, Urtzi se despidió con una leve inclinación de la cabeza. Recogió su nuevo equipo y abandonó la estancia para prepararse para un nuevo día.
Viendo que la reunion se disolvía, cada uno marchándose cada uno por su lado. Abrí las manos para dejar libre al servocraneo. Este empezó a levitar hasta quedar a la altura de mi hombro.
-Por fin alguien con quien conversar...- Musité mientras me marchaba de la zona de vuelta a mi planta de trabajo.
Hasta media tarde no pudiste contactar con la superiora, era una hermana muy ocupada. Sin embargo te recibió con los brazos abiertos, y escuchó con interés todo lo que la dijiste.
- Hermana, ojalá pudiera concederte tus deseos, pero la inquisición ha solicitado los servicios de una sola hermana, no de varias, y no es nuestra misión conquistar, sino liberar los planetas de cualquier raíz de maldad que pueda provocar daños al sagrado imperio de nuestro señor.
En cuanto a tu arma, el bólter es un arma poderosa y bendita y tu solo comienzas a alcanzar a entender lo que significa que te la hayan concedido, tratala con respeto y ella se encargará de que vuelvas a casa con el deber cumplido. Tal vez la falta de munición sea solo una prueba más que debas superar para demostrar tu valía o tal vez no, no lo se, pero no podemos insultar a un inquisidor haciendo ver que no proporciona a sus siervos el material necesario para cumplir sus objetivos.
Aunque nosotras como orden no podamos ayudarte, recuerda que cuentas con todo nuestro apoyo. Estoy segura de que tendrás éxito sean cuales sean los obstáculos. -
Nota: De forma encubierta te está diciendo que reserves esas balas de bólter que tienes para cuando sean realmente necesarias.
El transporte resultó ser un buque imperial de tamaño medio con cerca de 100 mercenarios además de vosotros mismos. Nadie hacía preguntas, aparente todo el mundo parecía saber adonde se dirigían y que trabajarían para uno de los comerciantes independientes situados en el planeta.
Conforme os acomodasteis en vuestros dormitorios y os asignaron funciones dentro de la nave durante el viaje quedó claro que no os habían colocado al azar, repartidos en 5 habitaciones contiguas estabais los 8 que conformabais el grupo. Tras no más de una hora de vuestra llegada anunciaron el despegue, y con un rugido de los motores que hizo temblar toda la nave, ésta se alzó y desapareció rumbo a las estrellas.
Fin del prologo. Si alguien aún quería adquirir algo de equipo antes de partir puede hacermelo saber en su escena privada.