Partida Rol por web

Con unos andares torpes como un pato, la pequeña salió de entre los abrigos y se abrazó a la pierna de Gianna con fuerza, aunque siendo una niña aquello apenas era un ligero apretón. Atrella sollozaba y moqueaba.

- Papa grita abu. Muy susto. - la niña hablaba atropelladamente

- "vidores" feos, ya no quiero. Ido con ellos -

La niña se agarra a mi pierna y empieza a llorar mientras cuenta lo que ha visto. Lo primero que hago, por puro acto reflejo, es llevarme las manos a los bolsillos, pero me doy cuenta al momento de que es un gesto estupido, esta niña no esta tratando de robarme. Lo siguiente que hago tambien es un acto reflejo, sacudo la pierna con la esperanza de que se suelte, aunque sin demasiada fuerza ya que tampoco pretendo hacerla daño. No sirve de nada, se ha agarrado con fuerza. Cuenta lo que ha visto y sigue llorando mientras me mira ¿Que se supone que deberia hacer con ella o que espera ella que haga yo? El abrazo de un niño pidiendo ayuda (un niño de verdad, no un golfo de la calle intentando robarme) es algo nuevo para mi. La parte de mi que no ha sido ahogada por el lodo de las trincheras y los gritos de los moribundos, por los ocenaos de sangre derramada (amiga y enemiga, propia y extraña), por pequeña que sea, siente algo parecido a lastima y compasion. Pero nunca lo admitire, me tomarian por una blanda.

De todos modos eso no cambia nada, sigo sin saber nada de niños. Por puro acto reflejo miro a mi alrededor, con un gesto casi de suplica en los ojos, pero no creo que sepan mucho mas que yo de estos temas. Suspirando y con nerviosismo me saco un guante de la armadura y le doy palmaditas en la cabeza para ver si se tranquiliza. Con los perros de la compañia funciona- Ya... ya paso.- Al ver que tartamudeo me siento estupida y un poco ridicula. Decido recuperar el control de la situacion.- Tu abuelo esta ahi, seguro que se alegrara de verte- Señalo en direccion a Magnus, con la esperanza de que vaya donde el.

Iba a acercarme a la puerta del armario para abrirla e investigar cuando, antes siquiera de moverme de mi sitio, una manita asoma y unos ojos se ven a traves de la pequeña abertura. Asi que ahi estaba la niña.

Cuando vi que la niña se pegaba a Gianna y le balbuceaba cosas, y esta era la viva imagen de la incomodidad y el desconcierto, traté de reprimir una carcajada. Seguramente me llevase un tiro por ello pero la imagen bien lo valía. Miré hacia otra parte esperando que no se me hubiese notado y decidí prestar atención a otras cosas, como por ejemplo a si percibia algun ser vivo mas en el radio de acción de mi percepción.

La nieta de de Wolfe ha dicho que su padre se ha ido. Heinrich deseaba que ojala pudieran conseguir que les digera a donde se ha ido.

Sin embargo, a pesar de su curiosidad, no abandona su guardia. Desconfia de la disformidad, no ve con buenos ojos el uso de la misma y desconoce sus limitaciones, aunque sabe desgraciadamente, algunos de sus poderes.

Quiza Taikel no detecte a los servidores o quiza estos esten fuera del alcance sensorial del psiquico. Heinrich no pondra al grupo en peligro por asumir que estan seguros.

El arbites vió con alivio como la rehén, la niña, salía por su propio pie del armario. A simple vista parecía no estar herida, lo que siempre era una ventaja adicional y más tratándose de alguien tan importante - Bien - habían hecho lo que habían venido a hacer y ya no pintaban nada allí.

El arbites echó un último vistazo a la habitación, que había estado registrando con la mirada desde que llegaron¹. Carraspeó de forma claramente audible y viendo que Gianna intentaba apartar a la niña de sí con la pierna dijo con voz profunda - Atrella, tu abuelo está aqui, junto a mi, ven a darle la mano - el arbites esperaba que Arcturus, cubierto en gran parte por su túnica color teja no asustara demasiado a la niña, que a fin de cuentas estaría acostumbrada al ir y venir de servidores, según había dicho Urtzi.

Se volvió entonces hacia Magnus que seguía amodorrado - señor, ya tenemos a la niña - pareció que éste le miraba confuso - Atrella, lord Magnus - dijo - Atrella está a salvo - esto pareció espabilarle un poco - Señor, debemos irnos de aqui, ahora. Sugiero que vayamos al cuartel del adeptus arbites local - para Hieronymus no existía un lugar más seguro o más recto en la colmena que un cuartel arbites. Sólo la Inquisición sería más leal y aún ésta requeriría al arbites en caso de necesitar un puño armado.

Lord Wolfe no parecía en estado de aceptar o rechazar tal sugerencia, por lo que el viejo, como era su costumbre, se limitó a ladrar las órdenes habituales - nos vamos. ¡Ya! ¡posiciones de combate! Gianna, conmigo, en cabeza. Señor Chrom, haceos cargo de lord Wolfe. Maese Arcturus aseguraos de que la niña mantiene el ritmo, llevadla en brazos si es necesario. Mantenedla junto a su abuelo.

Alzó la voz para que los dos guardias apostados en la entrada se preparan - ¡Heinrich, Orionus! ¡salimos! ¿tenemos el camino libre?

El arbites ni por un instante había dudado, rara vez lo hacía. Quizás deberían registrar toda la mansión en busca de Ignatius, pero el viejo no estaba dispuesto a hacerlo cargando con un alto noble herido y con una niña. Les entorpecerían y saldrían heridos o muertos. Si era necesario, volverían más tarde y lo encontrarían aunque tuvieran que limpiar la casa a base de plasma y promethium².

Orionus escucha desde fuera de la habitación que hablan de la niña, después se escuchan las palabras de la niña y a los pocos minutos toma la iniciativa Hieronymus para comunicar al grupo la salida de la mansión de una forma organizada, como habían hecho hasta ahora.

El asesino miro desde su posición en todas las direcciones para confirmar que no había nada sospechoso y contesto "Podéis salir, no hay ningún peligro en los pasillos". En el momento que salgan todos sus compañeros de la habitación se incorpora en la formación como 

Para disgusto del adepto, sus suposiciones habían sido erróneas y su genuflexión había resultado tan humillante como inútil. Nada más que unas pequeñas motas de polvo habían encontrado refugio bajo la espléndida cama. Durante unas milésimas de segundo permitió que su mente divagase tratando de justificar su actuación y trató de buscar, al más puro estilo del señor Homron*, alguna extraña y herética razón por la que dos solitarias y sospechosas pelusas estuviesen escondidas de esa manera, seguramente conspirando... Pero tardó todavía menos en ver que esa línea de pensamiento no le iba a llevar a ninguna parte. 

Para cuando Urtzi se disponía a incorporarse, la nieta del señor Wolfe salía de su escondite para correr hacia los brazos de Gianna quien la tranquilizó sin muchos problemas. El adepto había podido conocer mejor a la soldado en su primera visita a la cúspide y pudo ver que había mucho más en ella bajo esa fachada de mujer imperturbable. Urtzi no pudo evitar esbozar una sonrisa sincera al ver de nuevo esa faceta de Gianna. -Atrella, me llamo Urtzi.- Le dijo a la niña acercándose un poco hasta ella con un sorprendente tono de tranquilidad. De alguna manera, el interactuar con alguien que tenía más miedo que él mismo le hacía sentirse con mayor seguridad. -Te prometo que mis amigos no dejarán que ni a tu abuelo ni a tí os pase nada.- Le tendió una mano para que la acompañase. Gianna formaba parte del músculo y no podían dejarle la carga que suponía la nieta del señor Wolfe y seguramente el propio Urtzi fuese de los menos temibles del grupo así que esperó pacientemente a que la propia Atrella evaluase y decidiese. -Dime, Atrella, ¿sabes porqué estaba enfadado tu padre?- Le preguntaba mientras ocupaba su puesto en la formación en cuanto el arbites daba la orden de ponerse en marcha. 

Heinrich comprueba que el pasillo sigue despejado en ambas direcciones. A su modo de ver, Orionus es impulsivo, irreflexivo, algunos lo tildarian de temerario, Heinrich lo tildaria de "jodido idiota suicida", por lo que Heinrich prefiere asegurarse y reportar al veterano arbites, sabiendo que este confiaria mas en la palabra del operativo guardia imperial, que en la de el asesino, cuyas habilidad de perspicacia era tan limitada que habia intentado interrogar a una persona inconsciente.

-Despejado. 

Asiente Heinrich a Hieronymus. No deja su posicion de combate, tiene su escopeta lista y dispuesta, casi como una idea pasajera propone.

-Dado que llevamos a dos posibles testigos con nosotros, quiza seria interesante que alguien se adelantara como explorador, para garantizarnos que tenemos libre la salida. Solo serian unos diez metros, pero eso daria margen al grupo para reaccionar y esconder a nuestras masco...nuestros escoltados. Que sea alguien sigiloso ayudaria a que no le detecten. Por lo que me temo que quedo excluido de esa posicion. Algun voluntario?

Isolda miró a la niña y no supo si envidiarla o compadecerla. Si su padre no vivía, ella iría al Schola Progenium si no tenía un familiar, y no tenía pinta de ser capaz de sobrevivir en uno de esos lugares. 

Escuchó las órdenes de Homron y se sintió ligeramente frustrada por no recibir ninguna posición, así que simplemente se dispuso a cubrir la retaguardia y al señor Wolfe, atenta a todo lo que pudiera surgir en un momento cualquiera.

Lord Wolfe continuaba apenas consciente de sus alrededores, pero de alguna forma hizo algo similar a una afirmación con la cabeza. Los acólitos ya habían decidido era momento de marcharse de la vivienda de los Wolfe una vez encontrada la niña, y ya se estaban dirigiendo a la salida con las adecuadas precauciones, pero no las suficientes al parecer...

Estabais de vuelta en el hall de entrada. Comenzabais a entrar en la enorme sala cuando un objeto se dejó caer entre las sombras del techo directamente sobre Heinrich, al ser uno de los más adelantados del grupo. Heinrich se retorció al ser golpeado por lo que resultó ser un servocraneo, que inmediatamente después se lanzó hacia la pequeña.

El servocraneo no llegó muy lejos. Una vez alertados por su caída sobre Heinrich fuisteis capaces de derribarlo antes de que avanzase más de un metro. Atrella gritó. El servocraneo yacía humeante en el suelo. No era un servocraneo armado, como los que os habíais encontrado en la guarida del tecnohereje, pero en lugar de un arma sostenía en su articulación mecánica un inyector medio vacío con el mismo líquido azul que encontrásteis en el escondite.

En pocos segundos Heinrich se tambaleó y cayó al suelo inconsciente. Instantes después la puerta cayó derribada y una docena de Arbitradores entraron a la casa apoyados por 3 cibermastínes de combate. Ordenaron arrojar las armas y soltar a Magnus Wolfe y a la niña. Su potencia de fuego era muy superior y además eran fuerzas del orden, y decidísteis entregaros sin oponer resistencia para aclarar las cosas.

Finalmente, con vuestras autorizaciones como acólitos, y la declaración de la niña y el propio lord Wolfe cuando se recuperó un par de horas después, salísteis airosos. Apoyados por los arbitradores iniciasteis la búsqueda de Ignace Wolfe, aunque Heinrich continuaba inconsciente y quedó al cuidado de Arcturus, descubriendo que había escapado del planeta apenas minutos antes de que subierais a la cúspide de la colmena. Reclamó una nave con la autoridad que le concedía su nombre, y embarcó en ella con casi medio centenar de servidores, servocraneos y querubines de toda clase. No había registro ni pista de donde podría haber ido, y os fue imposible seguirle la pista a partir de ese momento.

Lord Wolfe pasó al cuidado de los árbites y un equipo médico en su propia casa, ya que se encontraba débil tras todas aquellas emociones, y a vosotros se os concedió libertad de movimiento por la ciudad colmena...