(tomado del manual Descriptio Cordubae)
División de la Ciudad
Córdoba se encuentra situada en la orilla septentrional del Guadalquivir, encajonada en una llanura con la Campiña y el río al sur, y con Sierra Morena al norte. Se divide en dos grandes núcleos, los dos amurallados de forma independiente: hacia el este, la Villa, la antigua Medina islámica, la ciudad propiamente dicha; hacia el oeste la Ajerquía, arrabales que con el tiempo se han amurallado e integrado en la ciudad.
Tanto Villa como Ajerquía se dividen a su vez en collaciones, barrios artificiales utilizados en la administración de la ciudad (cada una cuenta con un juez, un mayordomo, un escribano y un alcalde en el Concejo), que toman el nombre de las grandes iglesias construidas en ellas tras la conquista. Las collaciones que forman parte de la Villa son las de Santa María, San Bartolomé, San Nicolás de la Villa, San Miguel, San Salvador, Santo Domingo, Omnium Sanctorum y San Juan; las de Ajerquía son las de San Nicolás de la Ajerquía, San Pedro, Santa Marina, San Lorenzo, María Magdalena, San Andrés y Santiago.
En algunos casos, estas collaciones pueden albergar en su interior pequeños barrios cuyos habitantes se diferencian del resto por su procedencia (como el barrio de Francos en la collación de Santa María), por su nivel social, por su oficio (la mancebía de la collación de San Nicolás de la Ajerquía es un buen ejemplo), o por su etnia o su religión (como la judería y la morería).
Collaciones (barrios) de la ciudad:
Población y Sociedad
Durante la época del califato, Córdoba llegó a tener una población de 500.000 habitantes, pero en la Baja Edad Media sus murallas acogen a poco más de 25.000 vecinos, en su mayor parte descendientes de repobladores venidos de diferentes lugares de Castilla, ya que los musulmanes abandonaron la ciudad tras la conquista (y los mozárabes tuvieron que abandonarla antes, cuando los fanáticos almohades gobernaban Andalucía).
Al igual que ocurre en el resto de ciudades cristianas de la Península, la población de Córdoba se divide en clases según su nivel y su posición social. Según un escrito que los jurados de la ciudad mandan al rey Enrique III a comienzos del siglo XV, estas clases sociales son:
Gobierno de la Ciudad
El máximo órgano de gobierno de la ciudad es el Cabildo municipal, que tiene por costumbre reunirse en las Casas Consistoriales de la collación de Santo Domingo todos los miércoles y los sábados de cada semana (exceptuando las festividades o los motivos excepcionales). En estas reuniones, el Cabildo atiende en primer lugar las cuestiones que le sean presentadas por vecinos de localidades pertenecientes a la jurisdicción del municipio, para evitarles gastos innecesarios, y a continuación trata los asuntos de la capital.
Todo se resuelve mediante votación, aunque sólo tienen derecho de voto el Corregidor, los regidores y todos los oficiales,
exceptuando a los jurados. En caso de empate, el voto del Corregidor decide. El Cabildo lo conforman los siguientes órganos:
Guía del Viajero:
Primera Impresión
Un viajero que llegué por el sur a Córdoba se encontrará primero el río Guadalquivir, frontera natural de la ciudad, sólo franqueable por el Puente Viejo. Si se detiene un momento en su entrada, junto a la torre de la Calahorra, podrá contemplar en todo su esplendor la antigua ciudad califal. El río es un tráfico constante de barcazas de fondo plano que zarpan en dirección a Sevilla, que pescan, o que lo cruzan simplemente para poder pasar a algún vecino a la orilla opuesta. Junto a las barcazas flotan grandes troncos de pino que viajan río abajo desde la sierra de Segura hasta Sevilla, donde serán utilizados en la construcción de barcos. Frente a sus murallas, en las riberas del río, se levantan frondosas arboledas con húmedos cañaverales repletos de juncos y cañas, sobrevoladas por bandadas de toda clase de aves, que ocultan y rodean algunos molinos o batanes, edificios indispensables para el teñido de tejidos. En ocasiones, pequeñas partidas de nobles acuden a las alamedas y cañaverales para cazar o para entrenarse en el manejo de sus armas.
Y al fondo, más allá de la ciudad, como telón de fondo de los campanarios y los tejados, se encuentra la sierra, en cuyas verdes laderas, junto a cuevas, simas, torrentes y las ruinas de antiguas civilizaciones, crecen multitud de hierbas medicinales, árboles frutales y olivos que llenan el aire de agradables aromas. En ocasiones, sus cumbres se llenan de nieve, lo cual es muy raro ya que el invierno cordobés, pese a ser frío, es bastante seco, lo mismo que su verano, cálido y tórrido, de sol inclemente. Poco podemos decir del otoño y la primavera, ya que suelen ser estaciones muy cortas.
Calles de la Ciudad
Una vez que el viajero traspasa la Puerta del Puente, u otra cualquiera de las catorce puertas que se abren en sus murallas, descubrirá que las calles de Córdoba están llenas de recovecos, de saledizos, de balcones, de pasadizos construidos sobre ellas, a la par que oscuras, sucias y estrechas, sobre todo las calles destinadas al comercio, ya que los artesanos colocan sus productos en ella, entorpeciendo aun más el paso. La mayor parte de las plazas de Córdoba son poco más que calles
ensanchadas o se encuentran en el cruce entre dos o más travesías, y es normal encontrar en ellas a gentes de toda ralea que allí se reúnen, que conversan, que discuten, que chismorrean, que venden o que se pelean, ya que la ciudad entera vive hacia a la calle.
Para terminar de arreglar el asunto, la ciudad se encuentra bien surtida de callejones (angostos, tortuosos o sin salida) y de “casas de paso”, cedidas gratuitamente por el Concejo a una familia con la única condición de que mantengan abiertas sus puertas durante el día para que los vecinos que lo deseen entren, atraviesen el patio y pasen a una calle que discurra paralela. No debemos olvidar que, al igual que ocurre que otra muchas ciudades del reino, toda Córdoba está descuidada y sucia. La gente arroja sus basuras y desechos directamente a la calle, convirtiéndolas en verdaderos basureros, una costumbre que no consigue remediar ni las normativas del Concejo, que multan con doce maravedíes a todo aquel que arroje desperdicios o basura y no la lleve a los muladares que se encuentran
alejados de la ciudad...
Además, al no contar con ningún tipo de pavimento, las calles se convierten en auténticas polvaredas durante el verano o y en enormes lodazales cuando llueve, formándose en ellas auténticos arroyos que bajan atravesando toda la ciudad hacia el río, llevando con ellos las inmundicias o los restos de las “necesarias” (letrinas) de los ricos, y que en no pocas ocasiones terminan obstruyéndose y formando enormes charcas pestilentes. También es habitual contar con un pozo en el patio de la casa y siempre podremos recurrir a los aguadores recorren las calles llevando agua fresca en grandes tinajas de barro sobre mulas.
Mesones
Los mesones son muy similares a las casas, aunque con las estancias modificadas para albergar en ellas a los muchos viajeros que hacen noche en la ciudad. El centro de un mesón sigue siendo el patio, también de suelo empedrado, al que se entra por un portal o corredor que conduce directamente desde la calle. Alrededor del patio se disponen los establos y algunas dependencias, y en un lateral del mismo encontramos el pozo y las escaleras que conducen a un saledizo de madera con baranda del mismo material que rodea todo el patio, y desde donde se pueden acceder a las habitaciones del piso superior. El piso inferior alberga las estancias privadas del mesonero y su familia, y un comedor-taberna para los clientes.
Murallas y Puertas
Las murallas de Córdoba, construidas por los árabes sobre los cimientos de la antigua fortificación romana, han sido ampliadas, reparadas y reconstruidas decenas de veces desde la reconquista de la ciudad, y lo seguirán siendo durante muchos más años, ya que son el principal baluarte defensivo con que cuenta la ciudad a la hora de enfrentarse al cercano enemigo granadino.
Miden entre 4 y 15 metros de altura, según la zona, y posee treinta torres, cuadradas o circulares. Se encuentra almenada y cuenta con un camino de ronda interior (está prohibido levantar casas apoyadas en la muralla, tanto por fuera como por dentro del recinto fortificado) y un adarve superior que la rodea y al que se puede acceder gracias a las diferentes escaleras al aire con que cuenta. En la muralla se abren además dieciocho puertas. Todas están defendidas por torres y son guardadas personalmente por los jurados de la ciudad que tienen la obligación de abrirlas al amanecer y de cerrarlas al llegar la madrugada (alrededor de las 11-12 de la noche), incluso las puertas que unen la Villa y la Ajerquía.
La Mezquita-Catedral de Córdoba
La Mezquita Islámica
Mientras los musulmanes dominaron Córdoba, el recinto que albergaba la gran mezquita aljama se fue ampliando conforme crecía la ciudad (a mayor población, mayor espacio para el culto). Aunque mantuvo la planta cuadrada, la mezquita se alargó hacia el sur en varias ocasiones, añadiendo más naves, más arcos y más columnas, y decorando el mihrab y la maqsura con nervios, mosaicos bizantinos y relieves con versículos del Corán.
La última ampliación que sufre la mezquita tiene lugar en el año 987 cuando Almanzor, el caudillo de Hisham II, amplia hacia el oeste el edificio. Esta obra fue realizada por esclavos cristianos, prisioneros de guerra de Almanzor (encargados también de traer las campanas de la catedral de Santiago de Compostela para convertirlas en lámparas para la mezquita), supervisada personalmente por él (se dice que incluso trabajó con sus propias manos para terminar la ampliación cuanto antes). Fue tanta la presión ejercida por el caudillo para concluir las obras, que el buey utilizado para transportar las nuevas columnas cayó fulminado al suelo tras acarrear la última, reventado por el cansancio.
Esta será la mezquita que conocerán los cristianoscuando lleguen a Córdoba: un edificio con 19 naves, 36 tramos, decenas de lámparas, un exquisito y lujoso mihrab, una brillante maqsura y un número casi infinito de columnas, de todos los colores y texturas conocidas, colocadas por todas partes.
La Catedral Cristiana
Los cristianos entran en Córdoba el día de San Pablo y San Pedro (29 de junio) del año 1236 y su primera actuación dentro de la ciudad será colocar sobre el alminar de la mezquita una gran cruz, derribando la media luna que coronaba la cúpula de bronce de la torre. A continuación varios obispos, acompañados por sacerdotes y por el rey Fernando III purifican el templo, santificándolo con agua bendita y sal, convirtiendo la antigua mezquita en la nueva Catedral de Santa María. Durante la Baja Edad Media, el aspecto interno del edificio sufre multitud de cambios, sobre todo con la
construcción de numerosas capillas y enterramientos (que se multiplicaron durante el siglo XVI). La primera de todas ellas sería la Capilla de Villaviciosa, utilizada como capilla mayor de la catedral. Detrás de ella, Enrique II de Castilla ordenará construir en el año 1371 la Capilla Real, decorada completamente con yeserías de tradición mudéjar que se inspiran en los trabajos de los maestros nazaríes de Granada.
La parte externa de la catedral también sufre algunos cambios, ya que Alfonso X ordena derribar todas las tiendas y casa-tiendas de los alrededores del edificio (algunas incluso adosadas a sus muros) para poder realzar de esta forma la belleza y grandiosidad del monumento.
Para que os hagáis una idea, los mesones de Córdoba son así (más o menos), por dentro:
http://www.artencordoba.com/LUGARES-INTERES/FOTOS/...
http://www.artencordoba.com/LUGARES-INTERES/FOTOS/...
Lo digo para que no penséis que es como una posada normal: sino que tiene habitaciones, un patio grande interior, una herrería, establos, comedores, etc. Es como un "hotel de época" (XD) con todas las "comodidades".
He aquí un plano "tipo" de mesón: