Partida Rol por web

La cosa con Lil no estaba bien. Tanto "Carla" como "Misha" y "Markus" estaban completamente priorizando la débil salud de la ahora castaña mujer que respiraba lentamente en los brazos de quien yo conocía como Adán. Estaba un poco confundido porque ese papel, el del amante protector siempre había sido más de Lucifer que del primer marido de la muchacha, sin embargo, parecía que en esta vida las cosas se habían empezado a girar.

-Ya discutiremos luego. - dije a Lucifer... o a Hugh. Porque a pesar de que dentro de todos ellos estaban mis amigos, mi familia... esta vez habían vuelto diferentes, eran más humanos que celestiales y tanto sus pensamientos, como sus sentimientos parecían ser diferentes.

Con el paso acelerado y en casi completo silencio, aceleramos hacia las cuevas. Al llegar, un enorme marco de metal incrustado en la roca y prácticamente tapado por la vegetación nos recibió. Entramos y tras recorrer algunos pasillos oscuros, puse la mano en un panel en la pared y una puerta se abrió a nuestra derecha.

-Raf, han regresado. - dije con voz seria mientras todos entrábamos.

La estancia no era precisamente pequeña, pero estaba tan llena de tecnología, que el espacio parecía menor del que era. En mitad de la sala, había al menos 20 camillas y las paredes estaban llenas de aparatos, pantallas y botones. Junto a una enorme pantalla, estaba Rafael. Se giró para mirarnos y cuando vio a la joven inconsciente señaló una de las camillas. - Es Lil, le ha picado una de las hormigas del manzano de Eva. Eva es la rubia. - le expliqué y mi hermano, miró a todos con una mezcla de mucho que decir y poco tiempo. -Adán, Miguel, Lucifer... y madre. - dije indicándole quien era quien.

Kerberos se acurrucó a la salida del laboratorio pues Raf nunca le dejaba estar dentro y con sus enormes ojos salvajes, lo observó todo desde el corredor.

-Les ha traído conquista de vuelta, todo es una trama así que hay que hacerles ya la revelación para que podamos decidir que hacer. 

Indiqué a Adán que dejara a Lil sobre la camilla más cercana y Raf buscó entre unas cajas metálicas de la pared hasta que encontró un medallón plateado. - ¿Alguien sabe donde tiene Lil su marca? - pregunté comenzando a buscarla en sus muñecas, viendo como el veneno se extendía por sus venas, volviéndolas oscuras. Miguel indicó que en la cadera izquierda, cerca de del hueso y Raf, sin ningún tipo de problema le desabotonó el pantalón y encontramos la marca, poniendo el medallón sobre ella, haciendo que encajara perfectamente como si fuera una de esas marcas hechas al ganado. 

Raf me dijo que le diera a cada uno la suya y que se tumbaran y fueran descubriendo sus marcas para que les diera el medallón. Lil comenzó a reaccionar, abrió los ojos dando una enorme bocanada de aire. - Nos encargamos de ella mientras. - aseguré dándole a cada uno el símbolo que le correspondía. Miguel se quejó de que él no tenía marca y me reí. - Si que la tienes, cabezón. - le froté la cabeza con la mano y dijo que jamás se había tatuado. - No conscientemente, estuve contigo cuando te la hiciste así que lamento decirte que si, la tienes en la cabeza.

-¿Alguno más necesita ayuda para encontrarla? - miré a la capitana, quien parecía tan desconcertada que ni hablaba. - Tu marca no es visible. - me acerqué a ella con el pez en las manos y miré sus profundos ojos oscuros de este cuerpo. - Fue real, Carla. Tan real lo que vas a ver. - rocé su mano al darle el pez. - En el pecho, sobre el corazón. - le indiqué donde debía colocar su símbolo. En el pasado, su corazón estaba ocupado con el de mi hermana. En el ahora, las cosas se habían dado diferentes. Quería hablar con ella, pero no podía hasta que supieran todos la verdad.

Me giré a Lucifer y le tendí su símbolo, mirándole a los ojos con firmeza, respeto y preocupación por lo que pudiera hacer tras saber lo sucedido, después a Adán, quien no le quitaba el ojo de encima a Lil. - Cuidaremos de ella. - le aseguré. Por último a Eva y esperé que todos tomaran posición en sus camillas con su símbolo, para que Raf activara la revelación.

Aquello empezaba a parecer como si fueran una raza alienigena que tomara cuerpos humanos. Nada que ver con la mitología cristiana. ¿Sería verdad que ella era un ente no humano y que su misión fuera cuidar de la humanidad? Si fuera así aún había muchas cosas que no se explicaba como por ejemplo porqué hacerles perder la memoria... ¿Sería esa su forma de irse de "vacaciones"? ¿Y por qué había puesto ella un manzano con hormigas venenosas? ¿Tendría que haber echado esas hormigas a Nathan al cuello y acabar con él antes de que les atrapara ahí dentro?

Tenía demasiadas dudas y la opción de que aquello no fuera más que un sueño seguía muy presente en su cabeza. De todas formas accedió a pasar por aquel ritual. Se quitó la ropa de abrigo que aún llevaba, se tumbó boca abajo en la camilla y descubrió la parte baja de su espalda donde tenía el tatuaje.

- Bueno, ahí lo tenéis angelitos... A propósito, ¿por qué ese perro me odia tanto?-

Asi que Miller les había creado a ellos, y luego Misha y ella se habían encargado de hacer unos cuantos más por su cuenta. ¿Y Nathan era el archienemigo de Miller desde tiempos inmemoriables? Erin le daba vueltas a todo eso no sin mucho escepticismo y con mucho humor, mientras dejaba que le hicieran lo que tuvieran que hacer.

Carla se tumbó en la camilla correspondiente llevando el medallón que Gabriel... o Cero, le había dado. Tumbada sobre la camilla, se sintió algo nerviosa por lo que pudiera descubrir, pero en cuanto el medallón tocó su pecho, un agradable calor la invadió. El mismo calor agradable y olor a primavera que cuando bajó a la cueva la primera vez.

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-Capitana. Capitana. - Carla abrió los ojos lentamente para encontrarse tumbada en una cómoda habitación dentro de lo que parecía algún tipo de transporte espacial.

 -Estamos llegando. - La mujer que había junto a la cama, era la que Carla ya  conocía. Era "Miguel" pero con el pelo largo. La mujer alargó la mano y acarició suavemente la mejilla. - Eli. Lo hemos conseguido. - Sonrió con los ojos llenos de alegría. 

Como si fuera una película que fuera saltando de un lado a otro, todo avanzó a cámara rápida hasta que te viste en una sala de mandos donde un enorme ventanal dejaba a la vista lo que parecía una isla en mitad de la inmensa negrura espacial.

En tu cabeza lo supiste, veníais de un planeta destruido. Nadie sabía bien qué había pasado, pero tú y una tripulación de unas 100 personas conseguisteis escapar antes de tiempo. Habías encontrado un lugar en el espacio similar a vuestro planeta. Oxígeno, agua, vegetación y era vuestra única esperanza. Estaba lejos, pero gracias a los periodos de hibernación, lo conseguiríais. Y allí estaba. Un enorme jardín. - El Jardín de Elieden - La mano de Miguel acarició tu espalda, entre vosotras, había una gran conexión, os amabais, aunque no todos lo entendieran.

-¡Mamá! - Te giraste y un pequeño niño rubio de unos 10 años se acercó corriendo, iba acompañado de un adulto al que reconociste de inmediato. Rafael. - ¿Es nuestro nuevo hogar? - preguntó el niño, señalando la mancha verde flotante.

De nuevo, la película se aceleró, llegasteis a aquel extraño planeta, de la nave bajaron personas, construisteis un hogar entre las rocas de las cuevas y te sentaste junto a una jovencita morena de pelo largo que no tendría más de 15 años. Eva. En sus manos tenía un cuaderno lleno de dibujos y su dibujo mostraba sus dotes artísticas. Un manzano, dos viajeros espaciales y animales. Los viajeros* cogían una manzana. Eva era hijo del botánico que había conseguido mantener con vida las semillas que portabais de vuestro ya extinto planeta y de una bióloga que cuidaba de los especímenes que traíais con vosotros. Había llegado al jardín con apenas 5 años. No recordaba su planeta anterior, pero en sus dibujos, a veces reflejaba detalles del lugar de donde proveníais.  Estaba completamente enamorada de Adán, el muchacho que había perdido a sus padres cuando escapasteis de vuestro planeta y el mejor amigo de Lucifer, al que tú misma habías acogido como hijo, igual que a Gabriel, Rafael y los demás miembros que habían pasado a ser tu familia. Lucifer era el único de tu sangre, pero a todos los amabas como a tus hijos. Eva incluida.

Pero para tu desgracia, Adán no estaba enamorado de Eva, sino de Lilith, la tímida y retraída niña que apenas llegaba a los 12 años y a la que Lucifer sobreprotegía por alguna razón que aún no comprendías.

Tu mundo se oscureció y de pronto estabas ante un hombre moreno y atractivo, Adán, y una hermosa mujer pelirroja que ya no era una niña, Lilith. Adán lo había conseguido, era su esposa, tú los estabas convirtiendo en marido y mujer mientras al final, apoyado en un árbol, viste a Lucifer con cara de sufrimiento. Le habías entrado la mujer que amaba a otro hombre, porque él, formaba parte de la guardia, junto con Miguel, Gabriel, Rafael... su misión no era formar una familia, era proteger a vuestra gente. 

Lo siguiente, fue una escena tensa, Lucifer discutiendo contigo, recriminándote que habías permitido que Adán se saliera con la suya. Que se quedara con Lilith y que él llevaba toda la vida sirviéndoos a todos y para una cosa que había pedido, se la habías negado, así que se largaba. Miguel se quedaba al cargo y él, simplemente, se iría.

La sensación de desazón fue grande, pero eras la líder de esa comunidad, no podías permitir que todo se viniera abajo por una rabieta de tu ya no tan infantil hijo, aunque las cosas empeoraron. Eva no iba a renunciar a Adán. Lilith era infértil y no podía darle a Adán la familia que siempre había soñado, así que le engañó, se quedó embarazada y Lilith también desapareció. Suponías, que se marchó con Lucifer, pero no podías saberlo a ciencia cierta.

Como castigo, los expulsaste del jardín y los enviaste a otro planeta que habíais encontrado. Si querían ser líderes, lo serían fuera de tus dominios y en la tierra, Eva plantó su manzano en una cueva y parió a su hijo Caín, el fruto del pecado.

Las discusiones siguieron y la sociedad se dividió, algunos se fueron a la tierra con Adán y Eva, otros se quedaron en Edén. Los años pasaron y peleas aumentaron, los hermanos, Conquista, Guerra, Hambre y Muerte consiguieron escapar de ti y de los arcángeles y se refugiaron en la tierra. Esta comenzó y tú, no podías permitirlo, así que enviaste a los arcángeles a detenerlos. Comenzaron guerras, hambrunas, muerte... y solo el verdadero líder podría detenerlos.

Hablaste con Lucifer, hicisteis las paces, él y Lilith fueron a la tierra a darles caza, pero los hermanos lo habían infestado todo y la tierra ya no era divina y los hijos de los primeros hombres dejaron de ser inmortales. Con cada muerte, las almas volvían a Edén y esta podía colapsar, así que Remiel consiguió que las almas volvieran a la tierra mediante la resurrección. Hasta que no desterrarais a los hermanos de la tierra y acabarais con ellos, la vida en Edén corría peligro, si destruían la tierra, como hicieron con vuestro plantea de origen, todos moriríais.

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Carla abrió los ojos, por fin lo sabía todo.

Erin se tumbó en la camilla correspondiente, dejando que Gabriel le pusiera su medallón en la piel. Tumbada sobre la camilla, se sintió algo nerviosa por lo que pudiera descubrir, pero en cuanto el medallón tocó su cuerpo, un agradable calor la invadió. El mismo calor agradable y olor a primavera que cuando bajó a la cueva la primera vez.

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-Eva. Eva, despierta... hemos llegado. - Una voz dulce y femenina te acarició el rostro y al abrir los ojos, te encontraste en una bonita habitación a través de la cual, podías ver las estrellas. También pudiste ver una pequeña isla en mitad de la inmensa oscuridad que era el universo. - Hemos llegado. - sonrió la mujer de nuevo. En el reflejo del ventanal, pudiste ver a una pequeña niña de no más de 5 años, morena y de cabello largo mirando con emoción, lo que sería su nuevo hogar.

Como si fuera una película que fuera saltando de un lado a otro, todo avanzó a cámara rápida hasta que te viste escondida tras un árbol, observando a un muchacho moreno que te hacía temblar cada vez que le veías. No de miedo... sino de amor. Era alto, guapo, fuerte... y el hijo de la líder, pero tú, estabas completamente enamorada de él. Adán era el hombre de tus sueños y aunque era más mayor que tú, sabías que algún día sería tu marido.

Los años pasaron y te convertiste en una hermosa jovencita de 15 años, pero aun así, Adán jamás tenía ojos para ti, porque siempre andaba mirando a la niñata pelirroja a la que odiabas con todas tus fuerzas, porque por su culpa, Adán no te amaba, así que cuando Adán la hizo su esposa, lejos de odiarle, supiste que necesitaba ser "rescatado" de la víbora roja. 

Sabías, por tu madre, que era bióloga y médico, que Lilith era infértil y jamás podría darle a Adán los hijos que tu sí, por lo que, aunque te costó, conseguiste hacerle ver a Adán la verdad. Él te amaba a ti, no a ella y quedaste embarazada de él, provocando que ella se marchara.

Aun así, la líder se enfadó y os expulsó de Edén, mandándoos a otro planeta que habíais descubierto, llamado Tierra, donde allí, por fin, tú y Adán podríais liderar como siempre os había correspondido. Allí nació Caín, vuestro primer hijo y poco después Abel. Algo debió de pasar en Edén porque la líder abrió el portal y envió a más gente que quiso seguiros como líderes, siendo ellos expulsados de Edén y convertidos, junto a vosotros, en los primeros hombres y mujeres de la tierra. 

Al inicio, todo iba bien, tu marido, tus hijos, tus seguidores... pero años después, a la tierra llegaron 4 hermanos huyendo de la dictadura de la líder. Se escondieron entre vosotros y convivisteis en paz un tiempo, pero el mundo comenzó a cambiar. Comenzaron las guerras, el hambre, la envidia, la muerte... y el mundo perdió su divinidad. Cada vez que un terrano "moría", su alma regresaba a Edén y la líder os lo mandaba de vuelta, renaciendo en un nuevo bebé.

Las guerras siguieron sucediéndose y al final, la líder mandó a su ejército de arcángeles liderado por Lucifer y seguido de Lilith a matar a los hermanos, y allí empezó la verdadera guerra, porque Adán y tú no pensabais permitir que Lucifer y Lilith os arrebataran vuestro mundo. Murieron hijos, hermanos, nietos... y vosotros. Te costó siglos encontrar de nuevo a Adán y cuando lo hiciste, la muerte volvió a separaros. Una y otra vez, hasta en una de las vidas, Conquista, el mayor de los hermanos del apocalipsis, te prometió que si le ayudabas a destruir Edén y a matar a la líder, sus arcángeles, Lucifer y Lilith... juraba convertirte en líder para que nada volviera a separarte de Adán ni tus hijos.

Lilith te encontró y tras una batalla, ambas volvisteis a renacer, solo que esa última vez, algo pasó, con Erin, no recordaste nada... hasta ahora.

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Erin abrió los ojos. Ahora sabía toda la verdad.

Hugh se tumbó en la camilla correspondiente, llevando su medallón a la marca que correspondía. Tumbado sobre la camilla, se sintió algo nervioso por lo que pudiera descubrir, pero en cuanto el medallón tocó su cuerpo, un agradable calor le invadió. El mismo calor agradable y olor a primavera que cuando bajó a la cueva la primera vez.

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- Lucifer... despierta. Hemos llegado. - La voz de Miguel te despertó suavemente. Querías mucho a esa mujer, quien pese a saber que no era tu madre, la querías como tal. Aún no sabías muy bien qué relación tenía con tu madre, pero apenas tenías 10 años. ¿Qué ibas a saber tú de eso? - Venga, mamá te espera. Corre. - dijo con una sonrisa, llevándote a donde estaba tu madre, en la sala de mandos de la nave.

 A la salida de tu habitación, Rafael te guio hasta la sala de mandos y al llegar lo viste, la gran isla de la que tu madre te había hablado y la cual sabías sería la salvación para tu especie. Veníais de otro planeta, uno que acabó siendo destruido y tu madre, como la líder, consiguió salvar al menos a 100 de los vuestros y poneros a salvo hasta llegar a vuestro nuevo hogar, que ahora flotaba delante de vosotros en mitad de la inmensidad del universo.

Como si fuera una película que fuera saltando de un lado a otro, todo avanzó a cámara rápida hasta que tus pies tocaron la hierba fresca y tus ojos la vieron. Una pequeña niña de 12 años pelirroja y tímida que siempre te había despertado cierta ternura. Tú tendrías ya unos 15 y a tu lado estaba Adán, de unos 17, que nunca le quitaba los ojos de encima a esa niña, haciéndote sentir algo incómodo. Habías sido siempre protector con Lilith, porque sus padres murieron cuando abandonasteis el planeta anterior y estaba sola. Era divertida, dulce e inteligente y solo querías protegerla, pero Adán estaba enamorado de ella y tú, con el paso de los años, terminaste haciéndolo.

- Lucifer, tu madre no lo permitirá. Eres el hijo de la líder, el guía de los arcángeles... tienes que olvidarte de ella. - dijo Miguel, la mujer de piel morena a la que querías como a tu misma madre y que luchaba mano a mano contigo para proteger a los vuestros. -Lilith se casará con Adán y no hay más que hablar. - sentenció Miguel, antes de marcharse.

Lo siguiente que recuerdas, fue la boda bajo el enorme árbol centenario del centro de Edén, lejos de los invitados, viste como tu misma madre, entregaba a la mujer que amabas a su otro hijo, hombre que más tarde la traicionaría con Eva, una mujer que por alguna razón siempre había odiado a Lilith. Tras la boda, discutiste con tu madre, le recriminaste que después de toda una vida sirviéndole a ella y a la comunidad, lo único que habías pedido era ser libre y ella te lo había negado, entregándole a Adán lo que tú más querías, así que te fuiste, dejando a la comunidad, a tu madre y a todos. Marchaste a la selva y allí viviste algunos años hasta que un día, Lilith apareció en la puerta. Adán la había engañado con Eva e iban a tener un hijo.

Ella se quedó contigo y durante años fuisteis solo vosotros y Kerberos, pero un día, tu madre apareció en la puerta. Tras saber de la traición de Adán a Lilith y que ella se machara, expulsó a Adán y a Eva de Edén y les dio la tierra, otro planeta que habían descubierto para que empezaran de cero, lejos de la comunidad, pero las cosas estaban tensas y parte de la comunidad había elegido irse con ellos a la tierra, no estando desacuerdo con las decisiones que ella tomaba como líder. No había querido arrebatarte la paz que tanto habías luchado por tener, pero 4 hermanos, liderados por Conquista, habían escapado a la tierra y estaban empezando a consumirla. Les había robado la mortalidad a los terranos y cada vez que morían, sus almas regresaban a Edén, pero Edén podía colapsar, así que Remiel les hacía renacer de nuevo en la tierra. Si el problema seguía todos podrían morir, así que te pidió que, una vez más, lideraras al ejército de arcángeles y fueras a la tierra a terminar con los hermanos del apocalipsis.

Lo que encontrasteis en la tierra fue tan desolador que las muertes se sucedieron, llegando a morir tú y Lilith en el proceso y renaciendo una y otra vez con la idea de cazar a los hermanos, pero algo debió de pasar en la última reencarnación, ya que al nacer como Hugh, tus recuerdos no se grabaron.

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Abriste los ojos, ahora sabías toda la verdad.

Sin perder de vista a Andy, Misha se tumbó en la camilla correspondiente, llevando el medallón a su nuca. Se sintió algo nervioso por lo que pudiera descubrir, pero en cuanto el medallón tocó su cuerpo, un agradable calor le invadió. El mismo calor agradable y olor a primavera que cuando bajó a la cueva la primera vez.

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El sentimiento de inicio fue trágico, Michael sintió miedo y dolor, lloraba, era apenas un crío de 12 años que acababa de perder todo lo que conocía. Su planeta de origen, a sus padres... pero la líder le acogió como su propio hijo y junto al verdadero hijo de la líder, Lucifer, encontró algo de paz en su nueva familia. Venían de un planeta que había sido destruido y tras un tiempo viajando por el espacio, la líder había encontrado un planeta con características similares para poder vivir y allí, habían comenzado de 0, en un lugar hermoso, cálido, con mucho futuro.

La primera vez que sus ojos vieron a esa pequeña y tímida cría pelirroja, ella tendría 12 años y Adán 17, pero aun así, se enamoró de ella hasta la médula. Su "hermano", Lucifer, era sobre protector con la pelirroja y apenas les dejaba estar nunca solos. Una parte de Adán siempre odió a Lucifer por ello, pero según creciendo entendió el porqué. Lucifer estaba enamorado de Lilith y Adán no permitiría que su hermano se la quedara. Él se había enamorado antes y tras hablar con "su madre", esta les permitió casarse, haciendo que Lucifer y él se odiaran y Lucifer, quien hasta ahora había liderado el ejército de arcángeles, se marchara.

Adán y Lilith habían vivido una vida "feliz" juntos. Él lideraba junto a su madre y aunque el sueño de su vida era tener la familia que jamás pudo cuando su otro planeta fue destruido, Lilith resultó ser infértil. Jamás podría darle hijos. Quizás, por esa razón, Eva se ganó un hueco en su corazón. Una dulce y preciosa chica morena de la que terminó también enamorado y a la que dejó embarazada tras sus encuentros secretos. Tras saber que finalmente seria padre, tuvo que confesarle la verdad a Lilith y esta se marchó. Desapareció igual que lo hizo Lucifer, pero ahora, no importaba, porque él y Eva tendrían un hermoso hijo, el primero de muchos.

No obstante, la líder se enfadó y los expulsó de Edén, les dio a cambio la Tierra, un planeta que habían encontrado con similitudes a Edén. Allí, Adán y Eva pudieron tener a Caín primero, Abel después. Pero algo debió de pasar en Edén, pues parte de la sociedad fue expulsada y llegaron a la tierra, convirtiéndose en seguidores de Adán y Eva. Todo era perfecto. Su familia, sus seguidores, su pequeño paraíso... hasta que un día, llegaron 4 hermanos huyendo de Edén. La líder se había vuelto loca, estaba matando a muchos y ellos solo querían vivir en paz.

Las guerras en la tierra comenzaron a sucederse, quizás por el miedo y la sombra de la líder. La gente comenzó a morir y lejos de poder quedarse en Edén, la Líder volvía a expulsarlos y los resucitaba en la tierra en forma de nuevos bebés. Poco a poco, su mundo se iba pudriendo y un día, los arcángeles y Lucifer llegaron a la tierra para matar a los hermanos. Con ellos, llegó Lilith y Adán recordó lo que ella fue para él. Eso provocó que Eva y ella se enfrentaran y Eva la matara. Lilith se reencarnó y en cuanto Adán intentó protegerla de la furia de Eva, Eva le mató a él también.

Comenzó un ciclo de muertes y resurrecciones que no se detendría hasta que los hermanos del apocalipsis murieran, así que Adán quiso aliarse con Lucifer, pero tras la última batalla, Adán murió y en su última reencarnación en Michael, algo falló, porque sus recuerdos no se grabaron correctamente.

Si no mataban a los hermanos del apocalipsis, la tierra, sus hijos, sus seguidores... todos, morirían. Eva estaba obsesionada con él, odiaba a Lilith y todo había sido una mentira. 

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Michael abrió los ojos, ahora sabía la verdad.

Abrí los ojos sintiendo que me ardía cada pálpito de mi corazón. Giré la cabeza sin demasiada fuerza para ver que los demás estaban allí. Ahora, lo sabía todo. Markus... ¿Miguel? Se bajó de su camilla con cierta debilidad y me miró, piro se acercó a Miller ¿Dios? ¿La líder? Toda la información se agolpaba en mi cabeza, me sentía como un avión de papel en medio de una tormenta.

Enfoqué a Erin cerca de mí y mi ansiedad se disparó. ¿Por eso no me había curado? No, esa no era ella, Eva no era Erin. Erin era Erin... ¿Me estaba muriendo otra vez? La miré a los ojos, no la odiaba, nosotras no éramos ya las personas a las que habíamos visto. ¿O sí lo éramos? - Muravey. - murmuré sintiendo la garganta seca. - Lo siento. - susurré cerrando los ojos un instante.

Sentía no haberle podido dar lo que siempre quiso y tampoco le odiaba por haber seguido su camino. Esperaba que no me odiara él a mí. - ¿Voy a olvidarlo todo otra vez? - pregunté y alguien desconocido se acercó a mí. En cuanto vi sus ojos supe quién era. Remiel. 

"Es posible... pero irán a buscarte y te lo recordarán." Dijo poniéndome la mano en la frente, la cual sentí muy fría. 

-Pero yo no me quiero morir. - sollocé notando como las lágrimas brotaban de mis ojos y busqué con la mirada a Silvan. Ya me había prometido una vez que vendría a por mi, esperaba poder escucharlo antes de irme.

Tal y como desperté, busqué a Andy con la mirada y en cuanto vi las marcas de su cuerpo supe que era tarde para ella, al menos en esta vida. Me acerqué a Elieden. - ¿Estás bien? - le pregunté buscando ver en sus ojos que así era. Si yo estaba confuso con todo lo que había visto, ella debía de estarlo aún más.

Remiel llegó para llevarse el alma de Andy. - Espera, espera. - le pedí, este ya le había puesto la mano en su frente, conocía el proceso, pero se detuvo y nos miró. - An... Lil, iremos a por ti y acabaremos con todo esto.  - Le prometí, mirando a Eli. - Tenemos que acabar con ellos de una vez por todas, quizás a la siguiente no podemos contarlo. - le susurré y miré a Eva, parte del origen de nuestros problemas.

-Estás con nosotros... ¿O contra nosotros?

Elieden abrió los ojos de repente y se quedó unos segundos en silencio, procesando toda aquella información. Ya recordaba quién era, aunque todavía se mezclaban esos recuerdos con los de Carla Miller.

Se incorporó y su mirada se dirigió rápidamente hacia Lucifer. Tenía tantas cosas que decirle. Había sido tan egoísta e hipócrita...  Le había hecho lo peor que una madre podía hacerle a su hijo. Pero no era el momento de las confesiones, Miguel se le acercó y le preguntó cómo estaba. Ella le miró a los ojos y negó ligeramente. Estaba jodidamente mal. Habían estado viviendo varias vidas en la tierra, buscando a los cuatro hermanos y, ahora que habían tenido a Conquista al alcance de la mano, habían caído en su trampa y regresado a Edén. 

Se levantó de la camilla y se dirigió hacia Lilith. Le cogió una mano, mirándola a los ojos. 

— Volverás a estar con Lucifer, no te preocupes. — Le dijo y su mirada buscó la de su hijo. Una vocecita en su interior, la de Carla Miller, gritó que aquello no era real, que era una puta locura, pero ella la ahogó. Sabía quién era, lo había recordado y todo lo que había ocurrido había sido por su culpa. Si no hubiera sido tan estricta con Lucifer, si no se hubiera interpuesto en su amor, él no se habría ido, Adán no se habría casado con Lilith y Eva no habría sido la causante de su expulsión. Si nada de aquello hubiera ocurrido...

«Mierda...»

La voz de Carla volvió a resonar en su conciencia. Resopló y dejó que su hijo se despidiera de Lilith antes de hablar.

— Ahora ya lo recordamos todo. — Empezó a decir y su mirada recorrió los rostros de sus antiguos compañeros, hasta detenerse en los de su amado hijo. — Si dejamos que Conquista, Guerra, Hambre y Muerte destruyan el planeta, será el fin para la humanidad y para todos nosotros. Yo voy a seguir luchando y me gustaría contar con vuestro apoyo. — Volvió a recorrer la mirada de todos, deteniéndose finalmente en los ojos de Eva.

Lucy se incorporó, se quedó sentado en la camilla, después de aquel proceso de “revelación”. Su corazón sentía diferentes clases de amor. Amaba a su madre, a pesar de su decisión nunca explicada, que consideraba una traición por parte de ella. Amaba a Lilith tantísimo que su corazón no era capaz de asimilar un sentimiento desbordante de inconmensurable felicidad. Amaba a Kerberos. Amaba a Edén. De alguna forma amaba a algunos de sus hermanos y hermanas y a la tierra.

Amaba mucho a Miguel.

También había rastros de rencor. Hebras deshilachadas de un ovillo disforme. Ya no detestaba a Adán. Ni a los que se fueron con él y con Eva. Tampoco sentía emociones negativas hacia ella.

“El tiempo diluye los sentimientos que oscurecen el corazón”.

Se sintió de pronto cansado. No eran inmortales. ¿O sí? Andrea hubiese muerto, pero ¿Lilith? No eran distintos de los humanos. Ellos eran los padres de todos los humanos. Las almas. ¿Cuántos hijos e hijas tengo? 

Resultaba imposible de creer. Todos regresaban, una, mil veces. ¿Y cuáles eran los motivos de Conquista? 

“Así que no soy tan malo. Sin embargo, soy el más odiado”.

Torció la boca en una sonrisa triste a la par que burlona. 

Sus ojos se encontraron con Lil. Lágrimas. Demasiadas veces la vio llorar. Se acercó a ella. 

-No vas a morir. Te amo. Siempre te he amado.

Se giró hacia su “madre”. Carla. Descubrió arrepentimiento y fortaleza en su mirada. Si Carla le hubiese pedido aquello, Hugh no hubiese dudado en aceptar el desafío. Negó, con la sonrisa apagada. -Quizá es momento de buscar otro lugar. O de enviar a otra gente a por Conquista. Yo, no lo he hecho bien. No he logrado vencerle. El Biel y el Mal, ¿a cuál pertenezco?

Ofreció su mano a la mujer que amaba (intención), y se encaminó a la salida con Lilith.

-Vamos, Kerberos. Regresamos, los tres, a nuestro hogar.

Se encontró con los ojos de Miguel. Veía a Markus en ellos. -Te agradezco todo lo que hiciste por mí. Siempre has estado en mi corazón. Y siempre estará mi casa abierta para ti y para Madre.

Tal vez la Tierra no tenía salvación. Y, si su madre tenía razón, si era el fin, prefería un soplo efímero de felicidad a una eternidad de guerras, desgracias y vidas que no eran la suya.

Eva se despertó boqueando como si le faltara el aire. Tal fue el impacto de la revelación que creyó que su corazón no lo soportaría. Pero ella era mucho más fuerte que cualquier mujer pues no había nada más fuerte el amor de una madre para con sus hijos y el instinto de protejerlos. Ahora recordaba, lo recordaba todo.

"Tenemos que acabar con ellos de una vez por todas..."

Aquellas palabras la hicieron reaccionar, se incorporó. Fue al lado de Adán y se abrazó a él con fuerza. Él era el único en el que podía confiar, él era el padre de sus hijos y aquel que siempre había estado a su lado pese a todos los problemas por los que habían pasado, las guerras, las hambrunas, las enfermedades...  Todo lo que no quería aguantar en Eden se lo mandaba a ellos y ahora quería matarlos a todos, a ella y a sus hijos incluidos para quedarse con la Tierra.

- ¿Dónde están mis hijos? Habéis dicho que Abel esta aquí, ¡quiero verlo!-

Miré a Elieden y sonreí débilmente cuando dijo que volvería con Lucifer. Vi en sus ojos que, por fin, aceptaba lo que sucedía entre nosotros y separarnos no estaba en sus planes. Había que acabar con los hermanos del apocalipsis. Quería ayudar, pero sabía que ahora mismo, no podía hacerlo.

Miré a Lucifer en cuanto se acercó a mí y sonreí con diversión cuando dijo que me amaba. - Al final has vuelto a caer en mis redes, capitán. - Recordaba la broma que tenía con él de que le enamoraría en todas y cada una de nuestras vidas y él siempre me decía que a cada vida me lo pondría más difícil para que no me lo creyera.

Lucifer me tendió la mano y la cogí con idea de levantarme, pero estaba demasiado floja para poder andar por mi propio pie. - ¿Me vas a llevar ahora en brazos o tengo que volver a desmallarme? - pregunté esperando algo de ayuda para irme con él. Estaba cansada de todo esto. Solo quería volver a estar en paz, tranquila, en nuestro hogar. Palabras que Lucifer dijo en voz alta.

Salimos de aquella sala. Él sabía exactamente a donde ir, yo solo deseaba aguantar para ver aquel hogar una vez más.

En cuanto salimos de aquella sala, alargué la mano para que Kerbie me la lamiera y cerré los ojos suavemente. La siguiente que los abrí, supe que estábamos en casa. El ruido del agua frente a nuestra casa me espabiló y el olor a vegetación me reconfortó.

Kerberos se levantó de mis pies para ir a buscar a Lucifer y le trajo casi a cabezazos. ¿Cuánto había dormido? El tiempo había dejado de importar. - Sé que estás cansado, pero tienes que ayudar a tu madre. - susurré buscando su mano. -No quiero que te quedes aquí solo. - Kerberos hizo un gesto de queja, dejando claro que él también estaba. - Lo sé, lo sé. Cuidarás de él. - suspiré. -¿Vendrás a buscarme o ya te has cansado de mí? - busqué la mirada del amor de todas mis vidas.

-No te hagas tanto de rogar la próxima vez, me pones de los nervios cuando te haces el tío duro. - reí empezando a notar algo de frío. Aflojé el puño en el que había mantenido mi medallón y se lo tendí. - Como siempre, te espero en Irak. - busque su calor antes de que desapareciera igual que lo estaba haciendo el mundo. - Te amo, Lucifer.

Un ligero pitido se fue intensificando cada vez más, hasta que él, su calor, su olor y su presencia, desaparecieron, dejándome una sensación de asfixia que odiaba. Aparecí ante Remiel y me señaló unas pantallas que ya conocía. - Por favor, que esta vez no sea una cría, no quiero empezar de cero otra vez. - le pedí. - No quiero perder 20 años de mi vida Remi.

..

"Ha despertado! Es un milagro"

Dijo alguien mientras el pitido de mi cabeza desaparecía. ¿Qué había pasado?

Cuando Lilith me recordó su broma, sonreí. Esta vez con alegría en la sonrisa y en mis ojos. 

-No puedo resistirme a ti. Supongo que estamos unidos por lazos que ni siquiera la eternidad puede romper.

La cogí en brazos. Me vi rodeado po su olor, envuelto en su fragancia ancestral. Aquel primer sentimiento cálido y reconfortante cuando conocí a Andrea.

Felicidad.

Palabra extraña incluso en el pensamiento, reverberaban ecos de su esencia de aquellos primeros días.

El paraíso perdido.

Recuperado.

Soy Lucifer. Soy Hugh. 

Lil me besó. Sus labios dulces acallaron las voces de mi cabeza. De multitud de vidas. 

Elieden no hizo nada para detener a su hijo. Se quedó mirando como se alejaban, con el corazón en un puño y en ese momento su resolución se hizo todavía más fuerte. Tenían que acabar con los cuatro hermanos y evitar la destrucción de la Tierra. Ya habían vivido un éxodo, cuando tuvieron que huir de su planeta natal y habían perdido tantas vidas... No podía permitir que ese planeta corriera el mismo destino. Allí estaban los hijos de sus hijos y ahora que tenía los recuerdos de Carla tan vívidos, era consciente de que aunque la humanidad se abocaba a su autodestrucción, merecía una nueva oportunidad. 

Cuando Lucifer y Lilith se hubieron marchado, pestañeó y se volvió hacia Gabriel. Había tomado una decisión. Le dedicó una sonrisa llena de tristeza y se volvió hacia Remiel.

— Hacedme volver, pero joder, encontrad el modo de que recuerde una vez esté allí. — Carla y su forma de hablar todavía estaba en ella. — Encontraré a los cuatro hermanos y acabaré con ellos. No voy a permitir que la Tierra sufra el mismo destino que Elioron* — Todos ellos habían sufrido por su culpa e iba siendo hora de que hiciera las cosas que tenía que haber hecho desde un principio. — Si fracaso y al final el planeta es destruido, no permitas que las almas regresen a Edén. Salvaos vosotros. Mientras sigáis vivos habrá esperanza. — Todos ellos vivirían... Lucharía hasta el final, pero no podía permitir que aquella destrucción se los llevara a todos... Su hijo merecía esa felicidad que ella le había negado durante tanto tiempo y ahora, que había vivido aquel sufrimiento siendo Carla y sabía lo que era perder a la persona que amabas, se arrepentía tanto de sus decisiones pasadas...

 Andrea se iba, si no hacía algo se iba. Cruzó la mirada con Markus, no hacía falta verbalizarlo, los dos estaban visiblemente preocupados ante la posibilidad de que la arqueóloga expirara. Los problemas entre Gabriel y Silvan no eran importantes, lo único era acelerar, llegar a tiempo. Habría tiempo para discutir, en cuanto llegaran a las cuevas todo tendría sentido, o eso esperaba.

 Los recibieron en una estancia grande, llena de cacharros que parecían alienígenas. Habían camillas, 20, y todo estaba lleno de pantallas, botones y sensores, y el domador de todos esos cacharros parecía ser Rafael. Les presentó a cada uno de ellos, y él respondió con una sonrisa tímida. Michael, era Michael, no Adán. Le indicaron que dejara a Lilith, Andrea, en una camilla y la depositó allí con ternura

 - Aguanta un poco más, aguanta yabloko. - susurró apartándose para que el tal Rafael pudiera hacer lo necesario para salvarla.

 La marca de Andrea estaba en la cadera, y sin dudarlo le quitaron el pantalón para poner un medallón encima. A él también le darían uno, que tenía el mismo símbolo que tenía tatuado. Abrió los ojos, tomó una bocanada de aire, justo la que Michael exhaló, de alivio. Todos tenían marcas, el sabía donde estaba la suya. Se quedó mirándola. ¿Se atrevería? . Sonrió a Gabriel

 - Cuidad de ella, que no se muera.... solo pido eso.

Se tumbó en la cama y apoyó el medallón en la base de su nuca. Calidez, vuelta a casa, aquello se sentía bien, muy bien, pero pronto dejó de hacerlo. Dolor, tristeza, pérdida. Había hecho tanto daño a la gente que quería que le aplastaba el corazón. Lilith, su madre, Eva, su orgullo y egoísmo habían hecho tanto daño...Caín, Abel, la expulsión del Edén, la guerra. Comenzó a llorar, Lilith, la furia de Eva, la muerte de su corazón, el cuchillo que había empuñado Eva para matarle. Había sido un ciclo sin fin, donde los hermanos del apocalipsis jugaban con ventaja. Ya no podía pensar en seguidores, ya no podía pensar en sus hijos. Había amado dos veces y no había merecido en ningún momento el amor recibido. Eva, Lilith, tanto daño por su estúpido orgullo.

Abrió los ojos anegados de lágrimas. Tanta información de golpe trataba de mezclarse con lo que quedaba de Michael. Una parte de él chillaba, asqueada con todo lo que había hecho. Algo quedaba de Michael, una persona íntegra y que no había hecho más daño que el decepcionar a sus padres. La voz de Lilith le llamó, sonrió con dulzura y negó con la cabeza, con los ojos anegados en lágrimas

- No pidas disculpas Yabloko, yo sí debería pedírtelas. Lo siento, lo siento tanto.

Sabía que tenía que hacer, lo correcto. Por una vez en su vida, sus vidas, podía hacer lo correcto. Y eso era decir adiós, separarse, liberarla para que hiciera su vida. Él tuvo su oportunidad y la desperdició, solo podía hacer eso por ellos. Markus prometió buscar a Lilith, acabar con ello, aunque supusiera enfrentarse a Eva. Sentía amor por Eva, pero también una profunda lástima, tristeza y decepción. Madre prometió que volvería a estar con su hermano, y eso despertó una sonrisa triste a Adán. Madre les pedía apoyo para seguir en la guerra, evitar la destrucción de la humanidad.

Su hermano se acercó a su amada, le prometió que no iba a morir. Nada dijo, había tantas cosas que decir que un lo siento no valdría. Se había quedado sin padres, y al final le había robado a la madre, a la mujer, a su familia, era peor que una langosta. Lucifer no iba a ir tras Conquista, se iba, lo que le quedara lo viviría en paz con quien amaba, un futuro que Adán bendecía. Se lo merecían, se merecían una vida lejos de él y de la ponzoña que había en su corazón. Se marcharían, no tenían nada que decirse. Bajó la cabeza, avergonzado y musitó

- Adiós hermano, sé feliz, solo hazla feliz.

Eva se despertó y lo abrazó con fuerza. Esa fuerza le recordó el cuchillo, lo que había sufrido, el daño que le había hecho. Eva había perdido la cabeza, había perdido la humanidad, y precisamente Adán la había recuperado. Se dejó abrazar. Su decisión estaba tomada, sería la última vez que la haría llorar. Con extremada dulzura le dijo

- Hemos hecho mal Eva, hemos favorecido a unos hijos frente a otros. Nos ha cegado la soberbia, el egoísmo... hemos hecho mal, y tenemos que reparar ese error.

Miró en dirección a Elideen

- Yo también volveré, una última vez. Consiga o no consiga derrotar a los cuatro jinetes no deseo volver. Deseo acabar mis días como un mortal. Fui el primero, pero hasta el primero tiene que acabar un día. Tengo muchos pecados que purgar.

Eva vio como Adan, pese a haber recobrado sus recuerdos, lo único en lo que pensaba era la felicidad de Lillith. No le importaba lo que hubieran vivido ellos dos juntos durante milenios, lo que Eva le había dado, ni siquiera parecía importarle sus propios hijos. El corazón de la mujer se rompía en mil pedazos siendo por fin consciente de que hiciera lo que hiciera ese hombre nunca la amaría de verdad. Se separó de él mienrtas las lágrimas florecían en sus ojos.

-¿Es que acaso te has olvidado de que nos echaron a la Tierra y nos la entregaron para que vivieramos en ella? ¿Es que acaso te olvidas que fuimos nosotros los que tuvimos que lidiar con los problemas de los que Elieden se deshizo? ¿Y también te has olvidado que ha mandado a sus hijos favoritos a matarnos? Sí, no solo a los cuatro renegados, aquellos que siempre se han opuesto a su mandato, sino a nosotros y a toda nuestra descencencia. Quiere hacer limpieza dejar la tierra sin los nuestros para empezar ella desde cero.

Adan. No me voy a engañar más, sé que no me quieres por mucho que me hayas dicho lo contrario, ahora lo veo. Pero... ¿Vas a dejar que mate a todos tus hijos? ¿Es eso lo que haría un buen padre?-

Se sentía traicionada por el único hombre al que había amado y al que había dado absolutamente todo. Pero el daño ya estaba hecho y ahora solo podía hacer una cosa; proteger a sus hijos con su propia vida.

Eva fue retrocediendo, apartándose de aquel hombre al que ya no reconocía y acercándose al panel de mandos. Si había una forma de destruir Eden lo haría sin pensárselo dos veces. Con todos ellos muertos, sus hijos serían libres para vivir en la Tierra en libertad, sin miedo a que unos ángeles justicieros cayeran sobre ellos y los aniquilasen sin opción a defenderse o elegir su propio destino.

Elieden miró a Eva con una mezcla de tristeza y determinación. Le daba mucha pena verla así de trastocada. Eva empezó a lanzar una serie de falsas acusaciones sobre ella y en el fondo no la culpó. Tantos milenios reencarnándose, una y otra vez, sufriendo un castigo que ella misma le había impuesto... 

— Eva, no lo entiendes. Si la Tierra es destruida todas las almas vendrán hacia aquí y Edén también quedará destruido. Desde aquí creamos un sistema para que fueran reencarnándose, porque los 4 hermanos provocaron que la humanidad dejara de ser inmortal y no queríamos perder ninguna alma. Esta ha sido nuestra labor desde los principios y no es mi intención dejar de hacerla, pero si no tomo decisiones acabará siendo la destrucción de todo.