Partida Rol por web

La conversación se animaba por momentos, todos parecían tener algo que decir. Sin embargo, durante unos segundos, tras observar la curiosa acción y cara de perplejidad de Carla, él mismo se perdió en su propio mundo. Fue algo muy extraño, inaudito, sin ningún sentido. Regresó, de súbito, al aquí y ahora, consciente de que no tenía idea de los últimos comentarios a su alrededor. 

Su corazón cabalgaba acelerado, sus ojos buscaron los de los comensales, en particular a Miller, cuando recibió una ligera patada. Alterado, por una cosa y otra, lanzó una mirada como si fuese un gruñido a Andrea, aunque al poco dejó entrever que no tenía importancia. 

Iba a beber un poco de agua, pero no tocó el vaso. Taladró con la mirada al jefe de la expedición. Sería absurdo que le hubiese puesto algo en el agua o la comida.

-Nath, yo quiero que nos cuente ahora todo lo relacionado con la expedición. -dijo, con ese tono suyo que no admitía una negativa- Y que nos entregue el resto de informes. Mejor ahora que mañana, el futuro es incierto. 

Miró a la doctora. -Me gustaría un análisis de sangre y orina. Algo básico de resultados rápidos. Le diré luego qué buscar. De Miller y mío. No puedo obligar a los demás aunque agradecería que colaborasen. 

Se detuvo unos segundos, pensando.

-Bien. Entonces, Oakley y Bersson con Miller. Callahan y Ledger, conmigo. Nathan, usted parece un hombre de recursos. -su vista se paseó por cada uno de ellos- Si tienen armas, Miller las revisará y comprobará.

Miró a Erin -. Los masajes los dejaremos para la vuelta, doctora. Y, usted, Misha, tome el consejo de Callahan en serio. Lo mismo para el resto, a nuestra doctora no le falta razón. -añadió, refiriéndose al último comentario de Erin. 

En silencio, observaba como "los niños" se divertían en el patio del colegio. Eran todos diferentes, pero yo sabía que encajaban como las piezas de un reloj suizo. Misha dejo caer que venía revisado de casa, así que la doctora no tenía que revisarle e incluso bromeó con las terapias alternativas como el reiki.

-Anda, eso le va a Andrea. - Dije intentando meterme con la arqueóloga, la cual puso los ojos en blanco y negó, aclarando que no era cierto. Sin embargo, la doctora habló de masajes y técnicas orientales y enseguida vi la mirada de Markus queriendo bromear sobre los finales felices, pero mi mirada bastó para que el guía hiciera un gesto de "soy inocente" y no dijera nada.

Entre el microbiólogo y la arqueóloga se cruzaron un par de miradas que no me pasaron inadvertidas y es que los cerebritos entre ellos solían sentirse cómodos. Encajaban tan bien como la doctora y el guía o los militares.

- ¿Habla ruso? Eso no lo tenía en su informe. Doctora, apunte. - le dije a Erin con un gesto de mímica como si escribiera en el aire, al tiempo que con la mano libre cogía la copa de vino y la llevaba a mis labios. - ¿En Irlanda es tradicional el whiskey también? - pregunté mirando a la rubia.

- Seguro que no habrá simbiontes asesinos, pero de haberlos, nos alegraremos de tener a Silvan y Miller con nosotros. - aseguré. Erin también sabía disparar armas y comentó algo sobre que su padre era médico militar y las armas habían estado al alcance de su mano. - Markus, ¿Tu sabes disparar? - El guía negó. - Pues ya son 3 mujeres con experiencia y solo tenemos a un capitán en nuestro bando, no nos metas en líos. - le dije al guía, quien rio.

Erin me miró fijamente, preguntando algo con la mirada que no supe contestar. Le dediqué una mirada cargada de curiosidad y confusión que desvié en cuanto Silvan exigió saber todo relacionado con la expedición.

-No brilla por su paciencia, capitán. - sonreí amigablemente. - Markus y yo estábamos realizando una expedición cercana cuando una ventisca nos sorprendió. Fuimos a buscar a Andy que estaba en el campamento base con otros arqueólogos estudiando unas puntas de flecha que habíamos encontrado y algunos objetos más y la tormenta empeoró. Cogimos las motos de nieve para volver aquí y el viento nos empujó tanto que nos desviamos del camino. - hice una pausa.

-El suelo se abrió y la moto en la que iban Andy y Markus quedó atrapada. Me acerqué para ayudarles, pero el peso fue excesivo y caímos por un agujero. Creímos, creo que hablo en nombre de los tres, que íbamos a morir congelados en el agua, pero no. Los mapas indicaban que bajo nuestros pies debería haber mar, sin embargo, había una cueva. Cálida. - hice otra pequeña pausa, dejándoles gestionar a los nuevos la información.

- No es algo que pueda explicarse, es algo que tienen que ver. Pudimos explorar un poco la zona, es una gruta cerrada a cal y canto con un enorme manzano en flor, es el árbol más impresionante que he visto en mi vida. Había hormigas doradas como el sol, Misha. - miré al microbiólogo. - Creo que en esa cueva hay especies, elementos y bacterias que quizás no se han descubierto aún. - era imposible no emocionarse ante ese hallazgo.

El capitán exigió pruebas de sangre y orina para él y Miller, dejando entender a los demás que deberían colaborar y después, nos dividió en dos grupos.

-Todos nos haremos una analítica si es lo que desea, capitán. Yo soy quien da las órdenes, pero usted es el encargado de la seguridad, así que seguro sabemos buscar un balance entre el que paga y el que cuida.

Entre bromas y explicaciones, prácticamente todos habíamos terminado de cenar. - Quizás deberíamos ir a dormir, tenemos unas 10 u 11 horas antes de que comience la aventura. - miré el reloj de mi muñeca. - Lo de mañana será una pequeña excursión, para que conozcáis la zona y saquemos las primeras ideas en claro. Voy a retirarme ya porque uno ya tiene una edad y si no descansa 7h, luego no rinde. Así que hacerme el favor de estar mañana aquí a las 7:30 en punto para empezar a prepararnos.

Esperé unos segundos de cortesía por si alguien quería preguntar y si no, me retiraría hasta el día siguiente.

“¿El árbol de la vida? ¿En serio, Nathan? “

A pesar de su cinismo, el hallazgo no dejó de impresionar a Silvan. ¿Cuánto había de verdad y cuánto de fantasía o añadido? 

-¿No se dice que el árbol del fruto prohibido era un manzano o similar? Los griegos creo que también tenían el suyo particular.

Frunció el entrecejo. -¿Bacterias? Deberíamos llevar traje de protección. ¿Entraron en contacto con esas hormigas? No me diga que se comieron una manzana y resultó que era algo así como la fuente de la juventud eterna.

Su tono no aclaraba si bromeaba o iba en serio.

Le gustó menos el comentario del equilibrio entre patrocinador, mando y seguridad. 

-Seguro. -asintió, con un cierto deje de ironía. 

Se fue terminando su cena.

-Miller, revisaremos todo nuestro equipo, incluido armamento, antes de acostarnos.

En realidad no era solo eso, sino que quería comentar algún que otro tema con la cabo.

Aunque no volvió a probar el vino, no pensaba desaprovechar la comida por muchas drogas que llevaran. Parecía que no era la única que había pensado que podían estar suministrándoles alguna sustancia ya que Hugh acababa de hacer una petición algo singular.

- Claro, capitán, si tengo un laboratorio en condiciones, tiempo y una muestra de orina por la mañana, podré hacer lo que me pide.- No estaba segura de tener todo eso, pero sin duda lo haría si estaba en su mano.- Les daré un bote de plástico para muestras antes de irnos a dormir. El análisis de orina es rápido e inmediato, pero el de sangre lleva más tiempo.-

El militar entonces les repartió en dos grupos, no sabía para qué pero supuso que ya se lo diría cuando llegase el momento. Simplemente asintió.

Luego vino la explicación de Nathan y Erin no supo si creerselo. Parecía ciencia ficción o una alucinación. Cada vez cobraba más consistencia eso de que estuvieran siendo drogados o hubiese algún tipo de contaminación ambiental que produjese dicho efecto. Sin duda esos analisis iban a ser necesarios.

¡Y ella que había pensado que solo tendría que poner tiritas y pomadas para las quemduras por frío!

-¡¿Manzanos y hormigas doradas?¡Guau, suena emocionante! Nathan no se olvide usted también de pasar para darme esas muestras ¿eh? -dijo con un guiño y una sonrisa mientras el hombre se despedía de ellos, sospechando que el pobre había perdido la cabeza.

La doctora no parecía que fuera a dar su brazo a torcer. Le guiñó el ojo divertida mientras sugería que podía hacerle un masaje. Sabía que no iba en serio, pero no era una perspectiva nada desagradable de imaginar. Con una sonrisa le dijo

- Oh, no te preocupes Erin, sé que estarás muy ocupada tejiendo ositos de peluche y haciendo analíticas a gente que sí quiere hacérselas. - Puso cara de disculpas y le dijo - No es personal, pero si alguna vez dejo que me acerquen una aguja te prometo que serás la primera. Aunque sí el capitán quiere mi orina no tendré problema en dársela.

Y todo eso antes de saber el trasfondo de la doctora, que sabía usar armas y seguro que era capaz de zurrarle con los ojos cerrados. Tenía su parte de atractivo, pero no le iban las peleas, menos si le podían poner un ojo morado. El capitán le emparejó, o eso creía, con Miller, seguramente para no aguantarlo. A él le daba igual, tan malo era uno como el otro, así que se encogió de hombros como única respuesta hasta que le dijo que debería seguir los consejos de Erin

- Erin sabe disparar, y no tiene problemas éticos por ello, y yo no la juzgo. Yo no sé disparar y no quiero disparar, y si disparara probablemente sería un peligro para todos. Si fuéramos más diplomáticos - dijo sonriendo a Nathan - no haría falta gente como ustedes. Cada uno vale para lo suyo, y yo no valgo para la violencia.

Otra mirada de la arqueóloga, otra sonrisa, y otra vez cada uno mirando hacía otro sitio. No sabía si era bueno o malo, pero por lo que parecía, que no le hubiera pateado era buena señal. Dijo hablar ruso y ante la pregunta de si era cierto le dijo

- Llevan invadiendo Noruega desde hace 150 años. Primero las guerras y ahora el turismo, es raro en mi país no hablar ruso, no saber esquiar y no saber patinar. Para nosotros el clima que tendremos mañana sería una suave primavera.

No le dio más coba a Nathan sobre posibles simbiontes, y se centró en lo que exigía Hugh, saber que hacían allí, sin cuentos ni patrañas. No se podía decir que fuera paciente, pero que fuera directo le gustaba. Asintió e hizo un gesto a Nathan para que empezara a contar. Según ellos un accidente les había llevado a descubrir algo que no debía estar ahí, algo que no era posible. Miró a Andy para que lo verificara. Ella era una persona seria, no era un vendehumos como Nathan, así que si ella lo decía probablemente sería cierto.

- ¿Usted vio lo mismo Doctora Oakley? - Dijo refiriéndose a ella por su título universitario. Si lo era, aquello era imposible, increíble. Las sucesivas teorías aparecían una detrás de otra, y sin darse cuenta empezó a hablar para él mismo - No es posible, no hay fotosíntesis sin sol, y no debería haber flores, no sin otros manzanos de otros sexos para polinizar... aunque las hormigas..... - Se ajustó las gafas al darse cuenta que hablaba solo y sonrió avergonzado - Si los hay, los descubriremos. Parece como un viaje al  Disney World de los microbiólogos.

La mención al fruto prohibido le hizo sonreír, en cuanto a las bacterias les dijo.

- Si no nos quedamos mucho no debería haber problemas, son bacterias acostumbradas al calor, nada más salir a la intemperie morirían, aunque estuvieran en los pulmones y ellos han estado expuestos. Aunque, por precaución, no sería una mala idea llevar trajes de protección de categoría III, por si acaso.

La sugerencia de ir a dormir le parecía bien a Michael que se dirigió a su camastro con la expectación de un niño. Mañana iba a descubrir algo que no debería existir, que se jodiera su padre y su cátedra en la universidad.

Le estaban poniendo en bandeja un descubrimiento que podía cambiar la humanidad, pero había algo que le inquietaba, muchas cosas, a decir verdad.

La expedición era secreta, no tenían permisos y tenían militares para protegerlos, o tal vez para matarlos cuando no fueran útiles. Le inquietaba el capitán Hugh particularmente, no creía que tuviera reparos en matarlos a todos, y también Nathan, demasiado simpático para ser quien pone la pasta. Era un vendehumos, alguien capaz de vender hielo a los esquimales, y en parte se sentía así, como si le hubieran vendido hielo.

Una doctora que podía ser una modelo, un guía acostumbrado a los turistas, una arqueóloga, no era una expedición normal, eso seguro, sobre todo teniendo en cuenta que lo habían drogado. Había algo en ese vino que le había hecho ver algo, algo que no existía, pero que una parte de él le decía que era cierto, que era una parte de su vida. Había vuelto a sentir el dolor y la vergüenza, pero, no sabía porqué, no sabía quienes eran y menos aun porqué él lo sabía, porqué estaba allí.

Suspiró. Iba a morir allí, estaba casi seguro, solo esperaba que no le hicieran sufrir y que le dieran tiempo de descubrir a lo que había consagrado su vida. Aguzó el oído, esperando oír risitas de la doctora que estuviera haciendo una visita nocturna a su guía. No escuchó nada. Tampoco a él le vendrían a ver. Era una pena, estaba seguro que debajo de la capa de hielo Andrea debía ser un volcán a punto de explotar.

A Carla no le pasó desapercibida la actitud, tanto de la doctora, el microbiólogo como la de su capitán. Todos, al igual que ella, parecieron afectados por algo que había perturbado ligeramente sus mentes y por sus gestos parecieron achacarlo a la bebida. Su primera reacción había sido la de culpar al cansancio y la falta de sueño, pero parecía ser que todos ellos habían sufrido alguna especie de... ¿Enajenación? 

Dirigió una mirada interrogante hacia Silvan, pero no dijo nada, prefiriendo no hablar delante de los civiles. Pero si de verdad todos habían tenido una enajenación al mismo tiempo, aquello no pintaba demasiado bien. 

Apretó los dientes y asintió a sus nuevas indicaciones, dedicándoles una breve mirada a los dos científicos. 

Se encargaría de su seguridad y pondría de su parte para que aquella misión saliera adelante. Aunque cada vez estaba más convencida de que Nathan estaba ido de la puta olla. Escuchó su narración, más digna de un libro de ciencia ficción que de la puta realidad y miró de nuevo a Silvan, manteniendo su rostro como una máscara impertérrita, sin mostrar ningún atisbo de emoción. 

Finalmente, con las nuevas órdenes, parecía que la velada estaba llegando a su fin. Carla terminó su cena y se levantó de su asiento, cogiendo la bolsa de debajo de éste y colgándosela del hombro.

— Señor, si le parece bien me voy adelantando para empezar a revisar el equipo. — 

Suspire cuando Nath, sin reparo alguno, dijo lo que estaba deseando decir. - Nunca ha sido bueno guardando secretos, menos si hay vino de por medio. - Dije más para mí, que para los presentes. Todos parecían impresionados, en mayor o menor medida, por lo que Nath acababa de contar. - No comimos ninguna manzana, no. - le dije al capitán. - Ni tocamos las hormigas. Markus quería coger alguna para traerla y estudiarla aquí, pero no me pareció buena idea sacar un bicho que no sabemos de su "hábitat natural". He visto demasiadas películas de zombies y no me apetece nada morir perseguida por hormigas mutantes. - miré al microbiólogo, seguro que él lo entendía.

Miré a todos con curiosidad. La doctora contaba con los dones de la belleza y la gracilidad. La chica militar era tan o más reservada que yo y parecía ser completamente fiel a su capitán, el cual tenía algo en su voz que se me hacía familiar y el microbiólogo era quizás el único capaz de entenderme entre tanto cuerpo bonito y sonrisas de plástico.

- ¿Ahora es cuando debo confesarle que estoy embarazada o lo sacará a través del análisis de sangre? - pregunté con sarcasmo. Nath me miró y miró a Markus. - Eh, eh, como se te ocurre pensar eso. ¡Ni loca! - me quejé completamente ruborizada. Por eso no hacía bromas, porque nunca eran buenas bromas. Markus comenzó a reírse y quiso pasarme el brazo por encima, a lo que le di un manotazo y me alejé de él, acercándome inevitablemente a Michael. - Eres insufrible. Es insufrible. - le dije a la doctora, como si necesitara esa confirmación de algún modo.

Me alejé de Michael en cuanto Markus volvió a su sitio. - Sí, pero eso no es todo... Caimos sobre la copa del manzano, la moto sobre la que Markus y yo íbamos quebró un par de ramas. Al segundo, estaban floreciendo. - negué. - Todo lo que podamos decir es poco. Es algo que deben ver. - chasqueé la lengua.

Me levanté la manga del oscuro jersey de lana que llevaba y les mostré mi antebrazo. - Me hice un corte. Sangré... ¿Ven alguna cicatriz? - miré a la doctora. - Creo que por eso está aquí doctora. Espero que no quiera rajarnos para comprobar las propiedades sanadoras de ese lugar. - Me levanté de la mesa, un poco cansada de todo el tema. Miller aprovechó para escaparse con la idea de revisar el equipo y yo aproveché la huida.

-Me voy a dormir. Ne pozvolyay murav'yam s"yest' tebya* - le dije al científico antes de alejarme.

Perdido en sus pensamientos sobre si moriría en esa misión y tratando de escuchar risitas de la doctora, un par de golpes suaves en su puerta captaron toda su atención. ¿Acaso venía la doctora a verle a él? La sorpresa fue enorme cuando al abrir la puerta, no se encontró la brillante y dorada melena de la doctora, si no la oscura y penetrante mirada de la arqueologa.

-Sí, yo también hubiera esperado a la Barbie militar. Lamento la decepción. - dije nada más ver la cara del microbiólogo. Me había recogido el pelo en una coleta y llevaba el pijama y sobre este, una chaqueta porque en los pasillos hacía frío. - Si está pensando que he venido a verle por el placer de la nocturnidad, quítese esa idea de la cabeza. - dije de inmediato. - Quiero que vea algo. - Le enseñé una zapatilla converse negra bastante desgastada. - No sé si mañana habrá tiempo para recoger muestras, no sé qué plan hay para mañana, propiamente dicho. Pero si Nath te ha traído aquí para que investigues bacterias, hongos o animalitos microscópicos, debes ver esto primero.

La doctora estuvo de acuerdo con él, entretanto que el microbiólogo insistía en su negativa a los pinchazos. El militar respetaba eso… en un niño de seis años. También negaba las armas. “Por supuesto. Los científicos fabrican la bomba atómica y los militares solo la lanzamos”. No entró en discusiones baldías, pero sí le molestó la fresca que le soltó con entregarle la orina.

-Misha, se está ganando una hostia. Y es preferible que se la de yo y no Miller. Ella pega más duro. Así la doctora obtendrá un poco de su sangre sin necesidad de agujerearle el brazo. 

Carla marchaba. No se lo impidió. -Hasta ahora, Carla. Voy en un momento.

Se dirigió a Callahan -Comprendo la dificultad del análisis de sangre. Me entusiasmé. Al menos, el de orina.

Andrea relató algo más de la experiencia. 

-¿Alguna foto? No me digan que no llevaban cámara o móvil.

Lass historias de cama restaron interés al relato. Parecían adolescentes.

-Yo también marcho. Si van a follar, que sea breve y en silencio. Quiero a todos bien despiertos mañana. 

La cosa se puso tensa en un instante. El capitán era un hombre con el que no se jugaba, bueno saberlo. - Calma, calma... - musité. La bromita de Andy quedó en el aire, por suerte, porque la mirada que Nath me echo no me gustó ni un pelo, a pesar del intento de abrazo para molestar a la arqueóloga. - Doctora, caliente que sale. - susurré divertido.

- Teníamos teléfono, pero el teléfono satélite no saca fotos. No hemos vuelto desde ese día así que mañana lo verán con sus propios ojos. Capitán.

La bonita soldado se levantó para irse, Andy aprovechó y dijo algo en ruso, supuse. - ¿Tú también hablas ruso? Yo solo hablo Inglés y Francés. Y algo de inuit que aprendí estos meses aquí. - dije, como si a alguien le interesara. - Bueno, venga, todos a dormir y nada de follar que se nos enfada el capitán y tenemos que ser obedientes. - me levanté yo también. - Buenas noches, equipo, hasta mañana.

Los militares eran siempre iguales, amenazaban, en el mejor de los casos, y en el peor te mataban. Lo tenía claro, en caso de ser golpeado se arriesgaría y trataría de robar una moto de nieve y se largaría a casa. Una vez que estuviera lejos no vendrían a por él, no con lo que estaban moviendo. Tras ello debería ocultarse, tal vez dejar de hacer ciencia hasta lo que hubieran descubierto se hiciera público. Se dio la vuelta en la cama cuando escuchó un par de golpes en la puerta

- Adelante. - Dijo Michael, sin saber que esperarse. Se sonrió al ver a Andy y negó con la cabeza divertido

- Oh, no, para nada ha sido una decepción. La verdad es que esperaba que el capitán malaspulgas viniera a darme la hostia prometida. - Se sonrió cuando dijo que si pensaba que había venido para un revolcón nocturno estaba muy equivocado. Negó con la cabeza y dijo - Estaba seguro de ello, no creo que sea una mujer fácil de conquistar, ni creo que le pegue el hacer excursiones nocturnas. Pase, por favor. Póngase cómoda.

Le mostró una zapatilla y puso cara de extrañeza, una cara que era compartida con una sonrisa amable y franca - ¿Una zapatilla? También tenemos converse en Noruega - dijo con una sonrisa. Entonces se fijó más en la zapatilla. Le estaba intentando enseñar algo, alargó la mano para pedir la zapatilla y entonces le dijo - ¿Puedo? No me digas nada hasta que la haya visto, a ver si veo algo raro.

Se sonrió e independientemente de la respuesta de la mujer le diría

- ¿Y que decían los rastros arqueológicos? ¿Algún escrito en alguna lengua que conocieras? - Se sonrió - Creo que es una arqueóloga capaz, y si está aquí debe ser de las mejores del mundo. Así que si ha visto algo, debe ser interesante. ¿Me cuentas? - Dijo relajándose antes de sonreír - Sé que no tenemos la misma confianza, pero si vamos a ser compañeros en esta locura, sería mejor que nos tuteemos. - Sonrió con simpatía mientras le miraba a los ojos - Trataré que no se me suba a la cabeza, ni pensar que se quiere reproducir conmigo. Solo Michael, o Misha. Es fácil.

Ver la sonrisa del microbiólogo cuando entré en su habitación me hizo sentir un poco a la defensiva y a pesar de decirle que lamentaba decepcionarle por no ser la doctora, no pareció decepcionado en realidad. - Mejor no ponerle a prueba. - comenté pasando a la habitación y cerrando tras de mí. El capitán Silvan no parecía ser uno de esos tíos con los que fuera buena idea jugar a cabrear.

Tras aclararle que no venía para hacer nada "extraño", me sentí mejor al ver que este no esperaba que fuera una mujer fácil de conquistar. Algo más tranquila por esa aclaración, pasé y le mostré la zapatilla. -Ya sé que tienen este tipo de zapatillas en Noruega. Pero seguro que no tienen lo que hay en su interior. - Le tendí la zapatilla cuando extendió la mano y me pidió que no le dijera nada para ver si el mismo veía lo que quería enseñarle.

A priori, la zapatilla no parecía destacar por nada en particular, pero tal y como le había dicho, en su interior había algo increíble. De la propia suela, sobresalía lo que en principio parecía un brote común. Lugar extraño para crecer, pues no había ni un solo grano de tierra en la plantilla.

- Obviamente, no fui al exterior con esa clase de zapatillas, sino con unas botas de nieve. Es posible que durante la caída, atrapara alguna semilla y la transportara hasta mi habitación o que sé yo. Puede haber mil explicaciones lógicas. Pero como microbiólogo... ¿Qué clase de semilla brota en dos días de una suela de zapatilla sin tierra ni agua? - pregunté, confusa.

Michael me preguntó por los rastros arqueológicos, por las lenguas escritas y negué. - Nada que haya visto nunca. Pero tampoco tuve tiempo de verlo en profundidad. Mañana podré hacerlo. Iremos con equipo y quizás pueda sacar algo en claro. - me rasqué la muñeca más por nervios, que por picor.

-Agradezco que en sus planes no entre la idea de reproducirme con nadie. Markus ya me saca de quicio como para tener que estar lidiando con usted. - mis mejillas se ruborizaron, pude notar el calor en ellas y desvié la mirada intentando no aparentar la vergüenza que aquello acababa de darme. Tenía una compostura que mantener. - Si el resto te van a llamar Misha, yo prefiero Michael. Si la doctora te llama Michael, yo te llamaré muravey* - le miré de reojo, dejando claro que no iba a tratarle como le tratara el resto.

Era cierto que el capitán Silvan le podía hacer pasar un mal rato, pero también lo era que podía hacérselo pasar por cualquier motivo. Él era fuerte y Michael no, él tenía armas, Michael no, y desde que el hombre era hombre el fuerte abusaba de su poder sobre el débil. Sonrió y le dijo

- No pretendo ponerle a prueba, pero no me voy a dejar amedrentar. Si me golpea espero que sepa mucho de microbiología, porque yo abandono la expedición. Lo admito, tengo problemas con los médicos, pero mi salud es cosa mía y nadie me va a forzar a hacer lo que no quiero hacer.

Le enseñó la zapatilla y empezó a mirarla por fuera con gesto confundido. Algo de desgaste en la zona exterior, más acusado en la parte de la puntera, una pisada neutra, tal vez algo pronadora, nada extraño. Al decirle que mirara dentro se ajustó las gafas y observó con interés la planta. Un brote, un brote de algún tipo de planta estaba germinando en el zapato, sin presencia de tierra. Tocó la plantilla, y la encontró seca. Aquella planta no debería crecer, de ninguna de las maneras. No tenía sustrato, no tenía agua y no tenía luz natural.

- Mmmmmmm - dijo Michael ajustándose las gafas - Interesante. ¿Me puedes contar más?

Y lo que decía no tenía sentido. Una semilla sacada de ese entorno, en temperaturas polares, no debería haber sobrevivido. La pregunta sobre su opinión experta al respecto le hizo sacar una sonrisa divertida

- No es mi fuerte, eso es campo de la botánica, pero intentaré decirle algo. Conozco cultivos que no necesitan tierra, plantas que crecen sin luz, o con una cantidad ínfima de agua. - Dijo señalando la plantilla - Está seca, así que, salvo que me esté tomando el pelo y dentro de la suela haya agua y tierra, no le puedo decir más que esta es la primera planta que sobrevive sin los tres factores a la vez: Sustrato, agua y luz solar. O es un fraude, y para demostrarlo necesitaría un laboratorio, o es un espécimen por el que matarían cualquier biólogo y que le podría valer el Nobel. - se sonrió - No serán necesarias pruebas, asumiré que no estás intentando engañarme y tomaré su palabra por cierta. Ya sabes, el método científico a veces nos hace un poco cuadriculados.

Michael le preguntó por los rastros arqueológicos y cuando dijo que no había visto nada igual sonrió.

- Otra sorpresa. Creo que no te aburrirás. - Sonrió - Espero que puedas contarme lo que has encontrado, siempre me ha parecido fascinante la arqueología. - Sonrió al ver como se rascaba las muñecas, pero nada dijo, menos cuando le igualaba al nivel de Markus. No podía negar que se ponía encantadora cuando se sonrojaba y desviaba la mirada. Aquella era una mujer digna de conquistar, pero nada iba a conseguir tratando de derribar la puerta de su castillo con un ariete. Fundir el hielo, poco a poco, y tal vez, después de conocerse se daría cuenta que el interés inicial no tenía más recorrido. Se rio cuando dijo que lo llamaría hormiga, y que le llamaría distinto del resto.

- Me parece bien, me han llamado cosas peores que hormiga. Entonces serás Andrea, y si te llaman así te llamaré yabloko *. Así no olvidaremos que nos conocimos en esta misión, y lo que nos vamos a encontrar mañana

Hormigas y manzanas en medio del ártico. Ya estaba deseando que llegara el día de mañana.

Debía admitir que la actitud de Michael, en términos generales, me resultaba agradable. Que no se mostrara como un macho alfa, validando su fuerza u hombría de manera evidente, cuál orangután en celo, ya fuera rugiendo como el capitán, para demostrar su ferocidad o golpeando su pecho como Markus, para mostrar su masculinidad, era cuanto menos atractivo.

Me mantuve en silencio durante el tiempo que examinó la zapatilla, catalogándola de interesante y preguntando si podía contarle algo más. La botánica no era lo mismo que la microbiología, pero compartían algunas ramas.

-Eso pensé yo al inicio. No tiene razón que una planta sin agua, luz ni tierra pueda sobrevivir. Pensé en extraerla y observarla al microscopio, pero me temo que no entenderé lo suficiente y tras saber que se uniría a nosotros, quise esperar para ver si podía fiarme de ti. - le miré, me fiaba de él porque no era un orangután en celo.

- Ahora es nuestro secreto. Nathan y Markus no lo saben. Nath está un poco... obsesionado con esa cueva, con lo que cree que ha descubierto y no quería que se llevara la plata para no volver a saber de ella y Markus es el perro fiel del jefe. Así que, si se lo decía, me quedaba si el hallazgo igualmente, así que... ahora eres mi cómplice. - me encogí de hombros, apoyándome en el escritorio mientras le observaba analizar la zapatilla y su contenido.

-Yo te cuento lo que descubra, si tú me cuentas lo que descubres. - le ofrecí, mirándole a los ojos fijamente. Fui capaz de mantenerle la mirada, hasta que me propuso Yabloko como apodo. - Tenemos un trato, Muravey. - por fin alguien que me hacía sentir cómoda, a nivel intelectual y personal, así que mejor no abusar del tiempo en su presencia, no fuera que se pinchara la burbuja.

-Voy a marcharme antes de que a la doctora le dé por aparecer. - no supe muy bien por qué aquella idea me disgustó. Como si de algún modo la rubia estuviera metiéndose donde no la llamaban. - God natt.* - dije. ¿Había buscado como decir buenas noches en noruego antes de ir a su habitación? Sí. ¿Michael debía saberlo? No. 

Era parecido al inglés, así que, quitando mi pésimo intento de acento, podía colar como algo que supiera casualmente.

Michael asintió, validando la primera intuición de la arqueóloga sobre el descubrimiento. Era inteligente, y no solo erudita, tenía sentido común y curiosidad. Hubiera sido una excelente científica si no se hubiera dedicado a la arqueología. Se le despertó una sonrisa mientras la escuchaba.

- Has hecho bien en no extraerla, puede que sea un ejemplar único y seguramente - dijo sin afirmarlo rotundamente - se moriría sin el sustrato de la suela. Espero que Nathan no haya sido tacaño con el equipo, porque para sacarle el jugo a esto se necesitarán microscopios multifotónicos, como mínimo. - Sonrió ampliamente cuando dijo que quería esperar a saber si era de fiar - No te robaré el descubrimiento, si es lo que te preocupa. Por mi parte estamos ante el primer espécimen de Andreis Oakleysensis registrado por la ciencia.  - Su sonrisa se hizo más soñadora y dijo - Ya que me has desvelado un secreto yo te desvelaré otro. Mi carrera la estoy dedicando a la búsqueda de microorganismos que sobrevivieran a la glaciación. Si consigo encontrarlos y averiguar como se han preservado. Las aplicaciones prácticas serían enormes: Hibernación, frenar el deterioro celular por el envejecimiento, o el Alzheimer.... - se rió, de si mismo - Creo que eso hace de mi un soñador - La miró con confianza - Pero no un bocazas, así que, tu secreto está salvo conmigo

Convinieron compartir sus descubrimientos y en esa ocasión si que le mantuvo la imagen. Le sonrió cuando le llamó hormiga, y se sorprendió que no protestara por su nombre de manzana. Sonrió cuando le dijo que era hora de irse y negó con suavidad

- No creo que venga. Creo que, como dicen los ingleses, una manzana cada día, aleja al doctor para siempre *.  - Dijo haciendo un juego de palabras con su apodo, manzana, y la posibilidad de que una manzana pudiera alejar a una doctora. -Sonrió al escucharla hablar en noruego y le dijo con fluidez, sin pensar que probablemente no le entendería - God natt , liten overraskelsesboks. At du drømmer om maur **