Partida Rol por web

Y medio descansáis hacinados en una tienda diseñada para dos personas. Elisa se levanta un poco antes del amanecer y sale de la tienda. La seguís casi por miedo a que use el cianuro. -Quería ver el amanecer -os dice -es maravilloso en esta época del año en este lugar. Algo que quizá no podamos disfrutar en los días que están por venir...

La imagen es preciosa si no fuese por que la situación no es precisamente idílica.

De pronto el sol hace acto de presencia, como un fogonazo blanco antes de apagarse de nuevo y seguir ascendiendo con la tranquilidad que le da ser el astro rey.

Algo os llama la atención, cuatro siluetas en el horizonte recortadas contra el sol. Se dirigen a vosotros. Sus largas sombras casi se proyectan a vuestros pies, aunque les queda trecho hasta llegar a vosotros.

Van a pie, lo cual es extraño ya que los nómadas locales usan caballos para desplazarse por el peligroso desierto. A mitad de camino podéis veros mejor, sus ropas no son de la época, son viajeros en el tiempo sin duda alguna.

No parecen hostiles, pero tampoco tenéis donde esconderos, ni donde escapar. Con suerte traen víveres y podréis saquearlos. El desierto es un lugar duro...

Los cuatro se detienen a unos cuatro metros de vosotros, ocultan sus rostros con palestinos y ya no hay duda de que vienen de vuestro tiempo por las gafas de sol que portan.

Un joven delgado con la cabeza rapada y de aspecto demacrado se quita el palestino mostrando alguna fea herida cicatrizando en su rostro.

-No tienes buen aspecto Elisa -dice a modo de presentación con una voz demasiado aguda para su aspecto.

-¿Sara? ¿Eres tú... Sara? ¿Qué demonios te ha pasado?

Ambas mujeres se funden en un fuerte abrazo mientras se echan a llorar como niños de preescolar.

-Lo conseguiste Elisa. Lo conseguiste. Detuviste la mayor plaga que hubiese podido conocer la tierra. Y sólo os costó la vida. Encontramos las chapas -dice mostrando unas chapas como las vuestras pero con siglos de desgaste sobre ellas -Muy lista -se vuelven a abrazar.

-Ooooh pero que dabuti Sara -dice uno de los tipos que acompañan a Sara. Alto, moreno repeinado y engominado -qué tal si nos dejamos de mariconadas y salimos de este lugar cagando leches. Se me ha metido arena en las deportivas y molesta un webo.

Sara, que por su aspecto bien pudiese haber escapado de Auswitch se gira y asiente.

-Volvemos a casa -os dice- ...Todos.

Con un fogonazo blanco que os envuelve, volvéis a sentir ese cosquilleo y esa sensación de ser incorporeos por un momento, de flotar en el flujo de unas corrientes que no os empapan pero que os transportan a una velocidad que os es imposible comprender, justo antes de materializaros en el interior de una nave de blanco y acero prístino.

Noté como Elisa salía de la tienda y después de la explicación de las chapas de cianuro la noche anterior, la seguí. No fuera ser que tomara una mala decisión. Fuera vimos amanecer en el desierto - ¿Y aquello? - al fondo vimos una especie de sombras que acabaron transformándose en personas.

Con cierta angustia, allí en el medio de ningún sitio los esperamos, con la pretensión de que no fueran hostiles. Cuando llegaron a nuestra altura, Elisa reconoció a una de las sombras, la que llaman Sara; después intervinieron sus acompañantes, al parecer tenían forma de sacarnos de allí - ¿es eso posible?

(...)

Luego todo ocurrió a una velocidad endiablada, volvimos al agujero de gusano y acabamos en una nave blanca - ¿hemos vuelto, en serio?

No veía gran cosa fuera del receptáculo que nos envolvía, tenía un mar de preguntas - Oye, Elisa cuando antes... en el desierto tu amiga Sara dijo lo de las chapas, ¿a qué se refería?

 Y sólo os costó la vida. Encontramos las chapas -dice mostrando unas chapas como las vuestras pero con siglos de desgaste sobre ellas -Muy lista -se vuelven a abrazar.

Lo que iba a ser una vida en aquel desierto y en aquella época y a lo que aún debía Serguei mentalizarse, finalmente tuvo otro desenlace. La amiga de Elisa apareció de la nada y tras unas pocas palabras, les teletransportó a su época actual. Lo que era imposible (el regreso) se volvió posible. 

Las chapas... claro- dijo Serguei- supongo que era un código, una especie de localización para que nos recogieran de nuestro destino. Elisa lo hablaría antes de partir con ella, sabiendo que la vuelta era imposible. Pero quizás con ese código o coordenadas, no tengo claro que es exactamente, sería más sencillo resolver nuestro problema. Muy lista.

Juanga ya estaba más tranquilo. No es que durmiera mucho, pero ya no estaba tan enfadado. Lo del cianuro le había sentado mal, cuando se tenían los unos a los otros. Ya incluso había empezado a interiorizar que viviría allí para siempre. Y después de lo que había probado de fumar y las fiestas que se montaban, tal vez no estaba tan mal... Pero igual su tío le echaba de menos cuando el lunes no fuera a trabajar y lo putearía al máximo. Se preguntó si le pitarían los oídos a través del tiempo cuando su tío le insultase desde su época.

Entonces vio a los cuatro tipos que venían a lo lejos. Esas Ray Ban... ¡esa gente venía del futuro! Serían agentes de Marco Polo, la madre que lo parió. Se preparó para tirarles algo si se acercaban mucho, pero resulto que era...

— ¿Sara? ¡Esta es la misma Sara que escuchamos en los mensajes de tu casa! ¿Cómo... habéis venido? ¿Y qué leches te ha pasado en la cara?

Con lo siguiente que dijo, quedó estupefacto.

— ¿Que volvemos? — miró a su alrededor, incrédulo — ¿Y cómo, si se puede saber? Porque no veo ningún DeLorean por aquí... ¿Cómo piensas llevarnos de vuelta a...?

El fogonazo interrumpió su frase. El viaje de vuelta fue igual de desconcertante que cuando llegaron allí. Joder, eso era peor que las setas monguis. Al menos era más breve el efecto...

Se incorporó a medias en el suelo de la nave. Todo le daba vueltas. Pensó en las placas y lo que decían sus compis.

— ¿Nos... nos estás diciendo que nos morimos allí hace una pila de años, y que esas son nuestras placas, y que gracias a ellas nos habéis localizado antes de morirnos...? — Casi se escuchaba cómo el cerebro de Juanga procesaba la información. Casi echaba humo, aunque francamente no lo entendía. Cosas de los físicos-ultra-cuánticos, qué sabía él. Pero el resultado es que allí estaban — Joer, Eli, eres increíble...

Se terminó de incorporar.

— Cucha, no se vosotros, pero yo estoy desmayao. ¿Qué hora es aquí? ¿Nos vamos de tapeo o qué? Porque no se come muy bien que digamos en China, o Mongolia, o donde leches estuviéramos. Por no decir la cagalera que me entró con el agua sucia esa que bebían los nómadas esos, madre mía... Y ya os digo, que esta noche parto la cama en dos.

Se detuvo un momento, recordando algo.

— Por cierto, ¿necesitáis que vayamos a alguna parte a rayarle el coche al imbécil del jefe de la compañía? ¿Después de esto qué ocurrirá? Porque me cago en sus muelas... Por cierto Elisa, hablando de coche... Esto... espero que no le tuvieras mucho cariño al tuyo...

-La cara es el resultado de las atenciones dela Corporación en una mazmorra premedieval -se encoge de hombros resignada. No es lo peor que le han hecho

Elisa se sorprende ante la pregunta y mira a Sara pidiendo ayuda. 

-Pues... -comienza Sara golpeando las Chapas viejas en la palma de su mano - los viajes en el tiempo son teóricos. Bueno... Gracias a esta tecnología es una realidad. Pero, no tenemos claro cómo funciona el flujo temporal.

-Vosotros estáis aquí ahora, pero... Hace 700 años Elisa os dio estas placas con unos coordenadas y una fecha. Y... Vivisteis una vida larga, teniendo en cuenta donde encontramos vuestras Chapas. Y... Bueno... Moristeis allí. Y encontramos las placas. retrocedimos a la localización y fecha indicadas y estáis aquí

-Otra vida, otra aventura... Pero no esta... Esta es otra. Digamos que el flujo temporal no es lineal y al rescataros hemos creado una ramificación. Una de tantas. 

-Lo cierto es que no tenía ni idea de si funcionaría o no -interrumpe Elisa -Sólo pensé que podría funcionar. Que si alguien podía hacer volver a alguien del pasado esa eras tú, Sara -escucháis autentica admiración en la voz de Elisa y los que la conocéis, sabéis que es un genio -Pero no entremos en teoría de física cuántica, mundos paralelos y lineas temporales alternativas. Lo importante es que estamos aquí.

-Sólo hay un problema -dijo Sara de pronto -La compañía sigue teniendo la maquina prototipo y somos los únicos que podemos oponernos a ellos. Necesitaremos un equipo que esté dispuesto a todo por luchar contra ella -dice paseando la mirada por Juanga, Marta y Serguei -es nuestra responsabilidad Elisa.

-¿Qué decís? y ante la verborrea desatada de Juanga añade -pues hay cuarentena generalizada por una pandémia mundial. Estamos investigando si la Corporación tiene algo que ver, pero no parece ser así. Los bares están cerrados. Pero podemos pedir unas pizzas... y aquí hay camas para todos.

¿Una pandemia? Vaya, pues sí que era casualidad aquello... Salvan a la humanidad de una, y cuando vuelven hay otra... Pero bueno, si había pizza...

Pero Juanga se quedó con que necesitaban un equipo. Meditó unos instantes aquello. Luego pensó en volver el lunes a la cerrajería de su tío. Y luego sacó de su bolsillo la pieza del ventilador. La miró con gesto solemne. Nunca pensó que pensaría eso, pero la humanidad les necesitaba. Entonces habló:

— Eh, ¿Pues sabéis qué os digo? Que esa gentuza de la Corporación me ha tocado un poco los huevos con todo esto. Así que... ¡Podéis contar conmigo! ¿Qué decís vosotros, muchachos? — miró sonriente a sus viejos amigos, dándoles un toquecito con el codo. Desde luego, si se metía en aquello, los necesitaba. No se veía viviendo algo parecido sin ellos.

Serguei pensaba que habiendo ya vuelto de nuevo a su tiempo podría volver a la normalidad, pero parecía que no iba a ser posible. La corporación iba a seguir activa y solo ellos podrían hacerle frente. Además, ¿como vuelves a la normalidad tras viajar en el tiempo y salvar a la humanidad de una enfermedad mortal?

Supongo que no nos queda más remedio que ayudaros a luchar contra la Corporación. Yo me apunto también

- Qué fuerte! - habíamos muerto hace como 700 años atrás y a través de los viajes en el tiempo habían conseguido ir a buscarnos y sacarnos de aquel remoto pasado a nuestro presente contemporáneo. Me palpe el cuerpo por ver si me había traído algo de allí o tuviera alguna secuela. 

Abracé a cada uno de mis amigos, por haber vuelto, por estar bien.

Lo de la pandemia, me hizo pensar - ¿no será peste, no? - ya sólo faltaba que nos hubiera seguido la maldita enfermedad a través del agujero de gusano y hubiéramos desatado la plaga.

Y luego pues, saber todo el mal que estaba causando la compañía a lo largo de la historia por el mero interés de lucrarse era algo terrible - por supuesto que me sumo a la aventura!!!