!Muchachos!- dice con mucha alegría el hombre recibiendolos formalmente y con mucha alegría- Callum, Pietro, Mariam y Rogelio, !Bienvenidos!, no saben lo feliz que estoy de verlos- dice de manera rápida dandole a dos de ustedes paraguas para que se cubran- Me disculparan, el clima aquí es bastante extraño, hoy le ha dado por llover, pero posiblemente mañana el sol este hermoso y el clima perfecto.
Con mucha cordialidad les dice a todos
Pero por favor suban a mi auto, no se mojen, las maletas las podemos poner en el baúl, deben estar cansados.
Mientras ponen las maletas todos no pueden dejar de notar que en la casa más cercana hay un corral con gallinas, siendo lo más evidente entre ellas un enorme gallo negro que caminaba tranquilamente alrededor de corral y les miraba picoteando la tierra. El animal era tan imponente que ustedes nunca habían visto un gallo de tal envergadura. Es más podría confundirse con un pavo, si no fuera porque era evidente de que especie se trataba.
Es más, notan más gallineros más alejados, suponen que deben comer mucho pollo en este sector.
Mientras tanto ya habían puesto la mayoría del equipaje en el vehículo y algunos de ustedes comenzaron a ingresar en el carro del anciano.
La lluvia hace que Callum intente guarecerse en cualquier sitio, pidiendo disculpas a los presentes y argumentando que su salud era algo delicada y que no debía de exponerse a coger un resfriado. El día va pasando hasta llegar al lugar del encuentro, se vio como un animal cobijado ante la inclemencia del tiempo hasta que este amainó, entonces salió de su guarida para acercarse a sus compañeros y proseguir el camino. Ya veía el muelle, los letreros de bienvenida, y algunos barcos y botes en su muelle, a lo lejos las casas se erguían en un ambiente de paz y calma, Callum respiró hondo a la vez que decía al viento: - Necesitaba esto, necesitaba un viaje.
Desembarcando ven al coche lujoso que le hace señales con las luces, se dirigen hacia aquel lugar... pero antes ven a Arthur, la sonrisa se refleja en su rostro mientras que sus brazos se abren en la distancia como gesto de amistad, de cariño, y de alegría. Una vez llegado a su encuentro le da un apretón y toma uno de los paraguas: - ¡Qué sitio más fantástico Arthur!, gracias, muchas gracias lo necesitaba. Con el paraguas intenta cobijar a aquellos que se encuentran sin el, como señal de compañerismo y atención hacia la salud de los demás.
El saludo cordial de su amigo lo llena de entusiasmo, pone su maleta en su maletero, mientras sigue llevando su libro como si de una biblia se tratase. Espera con caballerosidad a que los demás se instalen en el auto... para después de sacudir el paraguas y ponerlo en la parte de atrás cerrar la puerta del maletero e instalarse en uno de los asientos libres. Sigue con su libro que le sirve para disimular la timidez que posee. La mirada hacia su alrededor le hace percatarse de un gran gallo negro, también ve diversos gallineros en los alrededores, pero no hace ningún comentario al respecto y se oculta simbólicamente entre las líneas del libro.
Se arrebujo en su abrigo mientras anhelaba un trago de whisky para entrar en calor. Las preguntas se acumulaban en su cabeza. ¿Qué había hecho durante tanto tiempo el profesor? ¿Habría seguido investigando? ¿Quién viviría en esa extraña isla? En ese momento solo anhelaba un fuego y una buena copa.
Finalmente el tenso silencio obligo a Rolegelio a hablar, había pensado hacer algún comentario sobre el tiempo de la isla o sobre la afición de los isleños a la avicultura pero finalmente la vena profesional le obligo a hablar del trabajo. ¿Profesor, ha seguido sus investigaciones en la isla o se ha retirado totalmente del mundo académico?
Pietro obedeció sin rechistar a las indicaciones de su viejo amigo. Estaba lloviendo a cántaros y Pietro ers un hombre al que le gustaba el clima bastante más seco de su Italia natal. Aunque después de años viviendo en Manchester, ya se había acostumbrado a eso.
Ocupó uno de los asientos traseros. No era un hombre muy alto, de hecho era el.mas bajo de todos y pensó en que Rogelio o el señor Jones le agradecerían poder estirar un poco más las piernas en el asiento delantero.
- ¿No podría haber encontrado una isla aún más alejada de la civilización, señor Hopkins? - Bromeó Salvatore.
El italiano se puso cómodo. Suponía que no sería un viaje largo en coche, pero quería relajarse un poco con el traqueteo del coche. Había sido un día largo. Había madrugado mucho y necesita a esos moment de relajación.
Mariam esperó a que alguno de los caballeros presentes guardara su maleta en el coche mientras ella miraba a su alrededor para hacerse una idea del lugar al que se había retirado su amigo. Para alguien como ella le resultaba un paraje desolador, triste y demasiado solitario, bueno para pasar unos días de tranquilidad alejado de las urbes, pero no para vivir durante el resto de su vida.
La mujer se quedó mirando asombrada el corral de la casa más cercana, lleno de gallinas pero especialmente de un gallo negro. Nunca antes había visto un gallo tan imponente como aquel, lo que le hizo pensar que en aquella isla el pollo y los huevos debían ser el alimento principal, algo que no estaba mal de vez en cuando pero no se imaginaba comiendo todos los días el mismo alimento.
Apartando de su cabeza todos esos pensamientos se subió al coche, uniéndose a la conversación de los hombres y, en especial, a lo que Arthur les pudiera contar sobre el lugar, aunque se imaginaba que poco podía decir dado el tamaño de la isla y la vida tan monótona que debían llevar allí.
—Parece que te encuentras muy bien aquí Arthur —comentó, aunque dudaba que se sintiera demasiado cómodo y seguramente ya se estaría aburriendo de tanta tranquilidad. Por lo menos a ella así le sucedería si tuviera que retirarse a un sitio como aquel.
El hombre se rió bastante contento de verlos, sobre los comentarios de sus amigos dijo simplemente…
Oh sí, me alegra tanto que hayan venido, es un lugar bonito, y bastante acogedor…
Dice contestando la broma
Oh bueno, si es alejado, y bastante , pero digamos que de las islas esta era la que más me gustó, la gente es amable, y pues he sido de los primeros compradores – y luego de eso dijo a su amigo el escritor-oh amigo, quisiera decirte que continuo como antes en mis investigaciones, lo cierto es que aunque estoy leyendo sí, sobre nuevos temas, la mayoría de mis libros están en la casa de mi sobrina en Manchester, el plan es poder rehacer bien la biblioteca, posible adaptar alguna de las habitaciones, pero han existido problemas por la salud de uno de sus hijos, y le ha sido difícil enviarme los libros, así que me ha tocado ser paciente, y dedicarme a leer lecturas de bibliotecas locales, o escribir.
El hombre parece cambiar un poco de ánimo y se le puede sentir un poco de tristeza.
Aunque si te soy honesto, mis ojos no son lo que eran antes, y suelo quedarme dormido con facilidad. La edad es, aterradora… el próximo paso será morir, cosa que aunque es natural pues…
De repente el hombre cambia la actitud y les sonríe.
Pues comencemos nuestro viaje a mi residencia, bienvenidos a Rooster Island
Continuamos en la escena: la noche del gallo.