Partida Rol por web

1920. Boston.

Cuatro personas están reunidas en una habitación trasera de la tienda de antigüedades y curiosidades de Hank. Se conocieron hace ya casi dos años, cuando diferentes caminos les llevaron a coincidir en el meollo de un caso de contrabando de reliquias antiguas. Estos objetos no eran normales. Se trataba de figuras cuyo brillo y tacto parecía antinatural. Pero lo más extraño no fue eso, sino la aparición de agentes federales que cerraron el caso y advirtieron a todos los implicados que no interfiriesen más en el asunto, bajo pena de cárcel.

Aquello les frustró sobremanera, pero al menos, de ese suceso nació una singular asociación que ha ido cimentándose hasta el día de hoy. Los cuatro mantuvieron el contacto y luego comenzaron a reunirse periódicamente en el establecimiento de Hank. Casi sin proponérselo, acabaron formando un grupo de investigadores de lo insólito.

En estos momentos esperan la llegada de un cliente que desea contratarles para investigar una propiedad y las extrañas circunstancias que la rodean. El sujeto llega puntual. Hank le hace pasar a la trastienda, y seguidamente coloca el cartel de CERRADO en la puerta.

La sala ha sido acomodada con una amplia mesa y varias sillas, perfecta como base de operaciones del grupo de investigadores, y también para recibir a clientes que requieren discreción, como es el caso.

El recién llegado no puede evitar desviar la mirada hacia algunos de los artículos que Hank tiene allí. Máscaras, figuras, armas y herramientas arcaicas... Muchas de ellas son de una rareza extraordinaria. Sin duda, el tipo ha acudido al sitio adecuado.

Saluda a los presentes con un ligero gesto de cabeza. Viste de manera elegante, lleva un gran puro en la boca y porta un maletín. Por su aspecto, seguramente ya habrá pasado la cincuentena, pero sus movimientos y gestos son enérgicos y vivaces.

-Caballeros, señoritas...  mi nombre es Edward Knott. Permítanme que vaya directo al grano. He adquirido recientemente la empresa inmobiliaria Sunrise, con varias propiedades a lo largo de la costa este.  Para ponerme al día, he estado comprobando la situación de cada una de ellas, y me he encontrado con la sorpresa de que aquí, en Boston, disponemos de una casa que no hay manera de arrendarla actualmente.

Da una calada al puro.

-Al parecer, han sucedido terribles acontecimientos en ella, y ya nadie se atreve a vivir allí. Podría venderla y olvidarme del problema, pero estoy seguro de que esa zona va a revalorizarse dentro de unos años. En definitiva, lo que quiero pedirles son dos cosas. Primero, que elaboren un informe con los datos que puedan conseguir sobre antiguos inquilinos y acontecimientos sucedidos en la casa. Seguidamente,  que examinen la propiedad y detallen su contenido y estado actual.

El señor Knott coloca el maletín sobre la mesa y extrae unos papeles, un sobre y unas llaves.

-Aquí tienen las llaves de la casa, un sobre con 25 dólares como adelanto y unos datos del Registro Civil* que aproveché para anotar cuando pasé a ser el nuevo propietario. Además de esto, la única información que puedo facilitarles es que me he enterado de que el Boston Globe publicó algunas noticias sobre incidentes en la casa, y que incluso la policía de la Comisaría Central tuvo que acudir en más de una ocasión. Como imaginarán, escuchar esto ha sido más que suficiente para saber que debía contratar a unos profesionales para investigar a fondo el asunto.

Rápidamente, saca un reloj de bolsillo de la chaqueta, lo mira y lo vuelve a guardar.

-En esos papeles del Registro está la dirección de la casa y también, abajo, mi número de teléfono en Nueva York. De hecho, no puedo demorarme mucho más si no quiero perder el tren que va a salir de inmediato hacia allí. Si hacen su trabajo con eficacia y sin demora, recibirán el doble de este adelanto, más gastos, como pago. Ahora,  si tienen alguna pregunta, estaré encantado de responderla antes de marcharme.

La parapsicóloga ocupaba su asiento como todos los demás y cuando entro el que seria su contratante, le saludo con un cabeceo formal. Era una mujer de pocas palabras. Durante el tiempo que duró la exposición del señor Knott, Paloma no dijo una sola palabra. Tan solo escribía en su inseparable libreta una linea tras otra, velozmente y con una letra ininteligible pero hermosa a su vez.

Cuando el hombre terminó de hablar, la señorita Navarrete guardo silencio...unos instantes antes de hacer su escueta pregunta:

-Señor Knott...¿tiene en su familia antecedentes por muertes violentas?- su acento deja clara su procedencia española aunque habla un inglés bastante pulcro.

Parece una pregunta sin sentido, pero Paloma sabe lo que dice y porqué lo dice. En este caso, sólo quería descartar algunas hipótesis.

Para aquellos que conocían a Hank, sabía que era un hombre terco en palabras, huraño, cuyo carácter agrio se referenciaba en su ceño fruncido y sus continuos gruñidos de desaprobación. Sin embargo, a pesar de esa apatía que a veces parecía evidenciar, nadie ponía en duda que su gran pasión eran las antigüedades. Había recorrido cielo y tierra, asistido a subastas legales y no tanto para adquirir los artículos más exóticos y cuya procedencia se databan de cientos de años, una pequeña colección de la que a veces le costaba separarse al tener que venderla.

Su tienda era modesta, más de lo que cabría teniendo en cuenta el dinero que había ganado, y sobre todo cubierta de polvo. No limpiaba demasiado ni dejaba que nadie lo hiciera, teniendo la absurda idea de que el polvo era una representación del paso del tiempo y borrarlo era eliminar una muestra histórica… Aunque bueno, su ex mujer siempre decía que era una excusa para no limpiar su hogar. Nunca supieron quién tenía razón.

Ese día llevaba un traje casual, heredado de su padre con un par de arreglos como ajustar el bajo de los pantalones o un parche en la chaqueta marrón, delatando el incontable paso de los años. Paseaba por su anticuario como si fuera un museo sin etiquetas, queriendo hacer una pequeña prueba a todo aquél entendido que entraba y que creía conocer la procedencia de un jarrón por sus detalles aunque en realidad estuviera equivocado, jactándose entre risas por ello. Estaba esperando a un cliente que prometía un poco de diversión en su pausada vida, mirando de vez en cuando un reloj de bolsillo que databa de finales del siglo XVIII con el cristal agrietado y una de las manecillas con la pintura borrada, su favorito.

Una vez llegó y se aseguró de poner el cartel de “CERRADO”, aunque dudaba que nadie entrara en su ausencia por la escasez de clientela, condujo a todos a la parte de atrás mientras indicaba que no tocaran nada.

Era un lugar pequeño sin ventanas al tratarse técnicamente de un almacén acomodado como “base de operaciones”. La única luz que entraba era por la bombilla que colgaba del techo, tintineando una vez le dio al interruptor.

Si rompe algo, lo paga.- Allí dentro también había algunas piezas de su colección guardadas en estanterías que decoraban las paredes, como si fuera un expositor. Sin embargo no se detuvo en ellas, sino que dejó que hablara mientras caminaba hacía un mueble con la puerta algo atascada, sacando una botella de cristal de oscuro líquido y un vaso.

Se echó un poco de whisky sin ofrecerle a ninguno, importándole bien poco hacer de buen anfitrión. Bebió el contenido prácticamente de un sorbo antes de volver a llenarlo, guardando la botella en su lugar correspondiendo y dirigiéndose a la mesa para ver los documentos que había traído, aunque su mirada viajara más hacia el sobre.

No trabajaré por menos de ciento cincuenta por cabeza.- Aumentó la tarifa sin saber cuánto habría de gastos extras mientras bebía un nuevo sorbo de su vaso. Después cogió el sobre y lo abrió, contando los 25 dólares para guardárselo en el bolsillo trasero de su pantalón.- Sólo la primera parte, el informe sobre inquilinos y sucesos, nos hará acudir a los registros, hacer llamadas, puede que sobornar a algún funcionario para adelantar un proceso que suele durar semanas. Imagino que todo eso vendrá incluido en los gastos extras.- Se acabó el contenido de su vaso, dejándolo sobre la mesa con un golpe seco.- Si dice que ocurrieron extraños sucesos, hay posibilidades de que tengamos que recurrir al cuerpo policial para solicitar lo pertinente, aunque veo que nos ha ahorrado un poco de trabajo.- Esparció por la mesa los papeles de los informes del registro civil, ojeándolos por encima.- Por supuesto estará deseando vender la propiedad a un buen precio, al fin y al cabo acaba de adquirir la inmobiliaria.- Intentó sonreír, aunque con la rudeza de su rostro más bien parecía una mueca de desagrado.- Querrá que hagamos el trabajo sucio en un corto espacio de tiempo, ¿me equivoco?

Tobías escuchó con atención la historia que les contaba Knott.  Aquello tenía buena pinta, les había salido un trabajo que a priori parecía sencillo. Hay algo en la casa, vamos, acabamos con ellos y cobramos. Parecía sencillo. Tanto Hank como Paloma hicieron unos buenos planteamientos. Tobías estaba muy contento con el equipo que habían formado. Tenían mucho futuro por delante. Y tenían también una nueva misión por delante.

Cogió las llaves de la casa y las examinó. Cogió los papeles del Registro y los examinó también. 

- Entiendo - comentó mientras pensaba. - ¿No tiene un mapa de la casa? ¿Fotos? ¿Puede concretarnos esos episodios desagradables? - preguntó intentando no aturullar a su nuevo contratante. 

El señor Knott enarca una ceja ante la pregunta de Paloma.

-Emmm... no. No que yo sepa. Pero no entiendo el motivo de esa pregunta. Mi familia no tiene relación alguna con la casa. De hecho, ni siquiera yo he puesto un pie dentro de la propiedad todavía.

Luego, dirige su mirada a Hank.

-Vaya. Nunca había tenido que contratar a nadie para investigar sucesos extraños, pero no imaginaba que la tarifa fuese tan cara. En cualquier caso, no estoy dispuesto a pagar tanto. Quizá me expliqué mal. En realidad no hace falta que investiguen detalladamente a todos los relacionados con la casa. Su vida, familia, antecedentes, situación... eso no me interesa. Con que anoten los nombres de aquellos que estuviesen implicados con cualquier suceso ocurrido en mi propiedad es suficiente. De hecho, incluso eso tómenlo como algo secundario, si quieren. Lo más importante es averiguar cuáles fueron los incidentes en sí, y también cuál es el estado actual de la casa. Eso es todo. No creo que les lleve más de un par de días como mucho. 

Se rasca la nuca, pensativo.

-No obstante, tengo que darle la razón en una cosa. Quizá mi oferta no está mal para un único investigador, pero ustedes son un grupo de cuatro, por lo que veo, y en ese caso puedo admitir que sea insuficiente. Estoy dispuesto a aumentar el pago a 50 dólares por cabeza, más gastos. No subiré ni un centavo más. Si no están conformes, lamentablemente tendré que buscar los servicios de otros investigadores.

Pega una nueva calada al puro antes de contestar al detective McRyan.

-No, lo siento. Quizá en la oficina, en Nueva York, pueda encontrar los planos originales, todavía tengo mucho papeleo pendiente, pero me llevaría demasiado tiempo. Créame que no se van a perder en ella. Es una casa bastante modesta, por lo que sé. Una casa de dos plantas, aunque sencilla, típica del siglo pasado-dice con cierto desdén-. Sobre los sucesos, eso es precisamente lo que quiero que averigüen. Justo eso. Descubran qué demonios ha ocurrido en la casa para que nadie se atreva a alquilarla y cómo está a día de hoy. Con eso ya habrán cumplido.

-Ummm- parece pensativa sobre la respuesta que el señor Knott le ha dado, pero no hace ninguna aclaración al respecto al menos en voz alta. Ella las clases de parapsicología las cobra, y estaba claro que con lo tacaño que parecía el señor Knott, no iba a pagar por una lección magistral.

Tacha unas cuantas frases de su libreta y vuelve a escribir muy rápido otras tantas lineas. Observa los papeles que Tobías ya iba dejando de lado y parece copiarse nombres y fechas en sus propios apuntes. El tema del dinero y el regateo la traía bastante sin cuidado, ella ya poseía cuanto necesitaba, por lo que cobrar algo más o algo menos por una investigación, a primera vista, muy simple, le daba igual.

Sabía que la cantidad de 150 dólares por cabeza era desorbitada, pero a veces una pequeña trampa era suficiente para conocer los límites del cliente, sobre todo la importancia que tenía. Sin embargo, aunque no hubiera llegado a tal cantidad, el hecho de haber doblado el precio original ya era suficiente para sentirse satisfecho.

Un placer hacer negocios.- Tendió la mano para estrechársela, queriendo así cerrar el trato con los términos acordados.

Esperó por si sus compañeros tenían algo más que añadir antes de dejar que se marchara Edward. No quería planear nada con él delante, no podía ver los métodos que usaban o los contactos que tenían, sino había posibilidades de que buscara a otros o él mismo se encargara de recabar los datos. Aunque fuera una tontería, tenía que asegurarse de cumplir el negocio.

El señor Knott estrecha la mano de Hank.

-Bueno, tengo que marcharme ya. Suerte con sus investigaciones. Espero su llamada.

Sin más demora, se marcha del establecimiento, dejando tras de sí el fuerte aroma de su puro. 

Los investigadores están de nuevo solos en la tienda. Es media mañana, por lo que disponen aún de todo el día por delante.

De acuerdo, tenemos una buena cena por cabeza y espero que mínimo me invitéis a un buen chuletón o una botella del mejor alcohol que encontréis.- Espetó una vez Knott se hubo marchado, alegrándose de la pequeña victoria sobre el pago.- Tenemos que investigar una propiedad y poco tiempo. Tobías, ¿tienes contactos con la policía? Espero que tus años de servicio sirvieran para conseguir una buena línea de amigos.- Sabía perfectamente que Tobías McRyan era detective, no policía, y puede que no trabajara mano con mano con el cuerpo de la ley. Aun así le gustaba pensar que el parecido de su trabajo le hiciera tener dichos contactos.- Marie, seguro que en la hemeroteca encontramos algo. Las noticias jugosas suelen llenar la prensa, más todavía si contamos con una propiedad con una leyenda a cuestas. Ayúdate por las fechas del registro.- Movió los papeles que Knott había tendido para acercarlos a ella.- Eso facilitará la búsqueda.

Paloma, usted…- Aunque aquella mujer no la desagradara, no entendía ni veía con buenos ojos su profesión. Para él los sucesos paranormales sólo eran trucos de magia de farsantes que querían ganar un dinero extra a causa del miedo. Eran vende humos, no profesionales.- Supongo que puede acompañar a Marie. Cuatro ojos ven mejor que dos.

Asintió, la tediosa tarea de repasar noticias para ella era un placer — Encontrare las respuestas que no nos ha dado — Se levantó alisándose la falda. En su rostro se apreciaba la satisfacción de poder ser útil — Entre los dos terminaremos antes de la hora de cenar. Elegid un buen restaurante y nos vemos allí — No quería perder demasiado tiempo. Repasar tantos años de periódicos aunque fuesen dos personas, era una tarea más que considerable. Si tendían éxito podrían obtener información valiosa pero nada evitaría que tuviesen que visitar la casa.
Mañana también podríamos ver la residencia. Me gustaría tomar una fotos y hacerme una buena composición del lugar para la historia — Marie siempre trataba de escribir, idear y plasmar en las hojas de papel sus vivencias y, como no podía ser de otra forma, todo lo que se le ocurría. Esas fábulas que creaba de la nada, de una de las imágenes grabadas en sus retinas, un olor, un color o una casa. La investigación que iban a llevar a cabo le surtiría de material suficiente para crear una novela o quien sabe si una saga

Pese a la opinión evidente de Hank, a Paloma si que le gustaba el anticuario. Todo su afán de conexión con el pasado...sólo estar en su tienda ya la entusiasmaba. Casi podía sentir la energía que emanaban todos aquellos objetos. Si tan solo Hank fuera un poco más abierto de mente y espíritu...valoraría mucho más y aprendería mucho más de todo aquello. Esperaba tener algún día la ocasión de convencerle.

Escuchó atentamente el reparto de tareas y estaba conforme. Le gustaba resolver entre viejos articulos y papeles de otra época, era como viajar en el tiempo. Por otro lado le agradaba la compañía de Marie, era una mujer brillante a la que no se le escapaba ninguna buena oportunidad. Definitivamente la idea de la cena tras el trabajo fue lo que más le encantó de todo el plan.

-Muy bien, caballeros, las damas se van. Espero yo también una agradable cena. Pienso que quizas mañana tambien deberiamos tratar de...como se dice- a veces Paloma musita cosas en español cuando no encuentra la palabra en inglés- si deberíamos tratar de entrevistar a los antiguos inquilinos. Habria que buscar sus actuales residencias...si y luego ir a la casa, efectivamente.

Para ser Paloma, era un discurso bastante largo. La parapsicóloga recoge su libreta y sus útiles de escritura y se levanta lista para acompañar a Marie.

-Tengo el coche aparcado ahí fuera, cuando quieras, Marie.

- Algún contacto me queda. Intentaré conseguir toda la información posible sobre los incidentes. También me haré con los planos de la casa. Es importante que los memoricemos y sepamos en todo momento por donde nos movemos - comentó Tobías asumiendo su papel de investigador.

Apuntó en su libreta los nombres y apellidos de los anteriores inquilinos. En principio no parecía que aquello fuera a ser relevante pero nunca se sabía. 

- Preguntaré también por si alguno de los inquilinos denunció algo en concreto por si consiguiéramos algo de información que fuera útil.. nunca se sabe - concluyó. 

Miró a Marie y luego al resto. 

- Nos veremos a la hora de cenar en nuestro restaurante. Un buen chuletón no sé, Hank, pero desde luego que vamos a abrir una buena botella de vino.