Partida Rol por web

Los investigadores llegan al Manicomio de Roxbury. Es una construcción imponente, de grandes muros blancos en los que contrastan sus oscuros ventanales.

Una vez dentro, observan lo pulcro y bien organizado que está todo. Desgraciadamente no es la norma, ya que hay algunos psiquiátricos que parecen una auténtica casa de pesadilla. Por suerte, no es el caso.

Cuando preguntan por Julia Salazar, la recepcionista recorre con su mirada a los recién llegados y seguidamente llama a una enfermera, que aparece enseguida.

-Así que quieren ver a la señora Salazar...-observa a los investigadores-. Supongo que vienen por el terrible suceso que provocó su marido hace unos años.

Hace un gesto para que la sigan, y comienza a andar por uno de los pasillos mientras sigue hablando.

-Nadie ha venido a verla desde que ingresó, a excepción de la policía durante los primeros días y un periodista el año pasado. Quizá le venga bien la visita. Aquí nos preocupamos por el bienestar de nuestros pacientes. La mayoría no tiene a nadie más que nosotros.

Tras caminar y girar por unos cuantos corredores, al fin llegan a la habitación de Julia Salazar. Es una mujer de mediana edad, hispana, con el pelo negro y corto. Está sentada junto a la ventana, con la mirada perdida en los jardines del exterior.

-Les advierto que no ha dicho una sola palabra desde que llegó. Me consta que la policía ya intentó interregorarla sin éxito, y creo que con el periodista ocurrió igual. Si han venido a por lo mismo, no se frustren.

- McRyan - se presentó escuetamente - Somos conscientes de las circunstancias y también de la situación de la señora Salazar, no se preocupe, enfermera, estamos aquí para ayudarla. - dijo con un tono de calma. - Si recuerda que es lo que preguntó el periodista.. nos sería de mucha ayuda.

El detective se preparó para comenzar con el interrogatorio.

- Señora. Venimos a charlar con usted - dijo a Salazar y le ofreció su brazo para que se apoyara.

La señora no había dicho nada a nadie, no iba a dar información, así que tal vez lo mejor era ir al núcleo del asunto. Sacó su libreta con el dibujo que había encontrado en la iglesia y se lo plantó delante de los ojos.

- ¿Conoce este símbolo?

Paloma tuerce un poco el gesto ante la poca sutileza de su compañero. La mujer parecía hispana, quizás se sentiría más cómoda hablando con alguien que le resultará más familiar, al menos en su forma de hablar.

Se acerca para sentarse a su lado en el banco y comienza a hablarle en español.

-Buenos días Julia, ¿Cómo estás? El es mi compañero Tobías McRyan. Nos gustaría saber si has visto antes este dibujo.

Como cualquier curioso, debía reconocer que aquella visita le generaba una extraña ilusión morbosa, pudiendo ver cómo trataban a los que estaban débiles, mentalmente hablando. Reconoció que se decepcionó un poco, imaginándose un lugar más tétrico como en los libros que había leído, con celadores paranoicos inyectando somníferos a los pacientes mientras los transportaban en sillas de ruedas a la toma de pastillas… Parecía incluso que podía vivir allí. Sabía que tenía que haber metido en uno de estos a mi suegra cuando tuve tiempo.

Perdido en sus pensamientos llegaron hasta Julia, no pudiendo evitar fijarse en el estado de la mujer. Le llamaba la atención, podía ser perfectamente de su tipo si estuviera menos loca, pero todo era cuestión de hablarlo.

Mientras el resto intentaba sacarle información a través del dibujo, y esperando a saber cómo reaccionaba, caminó un par de pasos por el jardín con las manos en el bolsillo, atento al paisaje

Tristeza fue la primera sensación que tuvo Marie al traspasar el umbral. Un lugar como aquel no era plato de buen gusto para nadie. Ver la decadencia a la que podían llegar las personas. Perder la cordura y el raciocinio — Marie... Mi nombre es Marie — Susurró su nombre casi tartamudeando. Estaba tan ensimismada mirando a su alrededor que no respondió a la pregunta. La persona que visitó a Salazar sería el mismo periodista, ahora ya muerto, del que habían obtenido la información.
Miró por la ventana que estaba protegida por rejas, gruesas y algo oxidaras que no servían para impedir el acceso sino para que nadie escapara. Ese sanatorio, como todos, era una prision. Un doble encierro para sus huéspedes que tenían la celda más angustiosa del mundo, su propia mente.
Oh — Un suspiró la trajo de vuelta a la cruda realidad al escuchar las palabras de Tobías. Por alguna extraña sensación ahora Marie no podía apartar la mirada de los ojos perdidos de Salazar. Esperaba una reacción, una vuelta a la normalidad solo con ver el dibujo. La tensión fue en aumento en esa espera que duró unos segundos pero parecieron minutos

-Lo siento. No sé qué le preguntó el periodista-contesta la enfermera al detective-. Me tuve que marchar para seguir atendiendo a los pacientes, y lo dejé a solas. Haré lo mismo con ustedes, pues tengo mucho trabajo. Dejaré la puerta abierta.

Acto seguido, se marcha.

Julia permanece impasible cuando le hablan los investigadores. No obstante, en el momento en que Paloma pronuncia unas palabras en español, capta su atención y gira su mirada hacia la parapsicóloga.

Cuando le menciona el dibujo, la paciente observa el símbolo de la capilla que le ha extendido Tobías. Entonces, su rostro adquiere una mueca de horror, sus ojos se abren como platos y su respiración aumenta.

-¡OJOS DE FUEGO!, ¡CUIDADO CON LOS OJOS DE FUEGO!-dice en español mirando a Paloma-. EL DIABLO SERÁ DERROTADO CON SUS PROPIAS ARMAS...

A continuación, cruza sus brazos sobre sí misma, abrazando su cuerpo, y se mece levemente en la silla mientras susurra una oración es su idioma natal.

-Padre nuestro que estás en los cielos...

Paloma mantiene la compostura, no le sorprende del todo la reacción de la mujer. Mira a su compañeros y traduce palabra por palabra lo que Julia había dicho.

-Ahora esta rezando una oración católica. Dudo que podamos sacarle más información, está conmocionada. Me parecería de mal gusto insistir pero si lo creéis conveniente, haré de traductora.

- Creo que debemos empezar con la casa cuanto antes. No vamos a conseguir nada más. Tal vez si consiguiéramos averiguar cuales son las armas de ese monstruo podamos vencerle.. o tal vez haya otros problemas, pero vamos, que yo marcharía cuanto antes - comentó.

¿Puedes preguntarle cuáles son sus armas? – Sorprendido por el repentino ataque de horror de la hispana, sobre todo por lo que decía, no podía evitar sentir demasiada curiosidad sobre la verdadera identidad de sus miedos.- Si conoce esa información intuyo que ha debido leer o escuchar algo acerca de ese “diablo”.- Impaciente por saber la respuesta a sus dudas y, aunque no conocía el idioma, se acercó a Julia y formuló una única palabra hacia ella que técnicamente no tenía idioma.- Tsathoggua.- Quería saber si ese nombre producía algún tipo de reacción en la mujer o si, por el contrario, se trataba de otra figura que todavía no había logrado descifrar del libro.

Todo les llevaba a la mansión. El círculo se iba cerrando y cada vez era más siniestro —La casa nos dará las respuestas — Aún no sabían gran cosa pero Marie tenía la certeza que las paredes de la casa serían la solución. Se encontraba alto nerviosa y, aunque se había preparado para las respuestas de Salazar, su ímpetu la había sorprendido. Ese cambio seguramente sería algo habitual en un sanatorio pero los hechos que estaban investigando comenzaban a superar la normalidad. Con su manos derecha se tocó el brazo izquierdo en una clara señal de inseguridad. No querría estar sola en aquellos momentos en los que una secta, quizás diabólica estaba en medio de todo

Paloma se encoge de hombros y procede a trasladar la pregunta de Hank, pero espera un poco a que la mujer acabe su oración por respeto.

-Julia...eh...vuelve conmigo...eso es...escucha...-le dice en todo suave y calmado, acariciandole un brazo a la señora para ver si así relajaba su postura.- dime...¿podrías decirme cuáles son las armas de las que hablas? Esa palabra que ha dicho Hank...¿Te resulta familiar?

La señora Salazar parece que se ha cerrado de nuevo y ya no responde a ninguna pregunta o estímulo. Después de rezar, se mantiene en silencio, limitándose a mecerse en su silla.

A pesar de varios intentos, los investigadores no consiguen nada más de la pobre Julia.

Finalmente, los investigadores deciden marcharse del sanatorio y dirigirse a la Casa Corbitt.

Es el momento de ver con sus propios ojos ese lugar que alberga tanto misterio, horror y desgracia.