Kylian siguió avanzando, tratando de pagarse lo máximo posible a las paredes por tal de evitar cualquier roce con aquel cadáver andante con el que se acababa de topar.
Avanzar por el pasillo que queda detrás de éste era en ese momento la prioridad del sacerdote. Tenía que acabar de explorar todos los pasillos de aquel laberinto y con un poco de suerte hallar una salida viable. De lo contrario estaría en serios problemas. Si, aún más serios.
Sigo por 2 hacia 1. Y si conectan sigo por 6.
Sorteas también a este muerto viviente pero no necesitas avanzar más que unos pocos pasos antes de date cuenta de que el pasillo conduce el enésimo callejón sin salida varios metros más adelante.
Resignado, vuelves sobre tus pasos al cruce de caminos y miras a ambos lados. Las dos sendas giran hacia el sur y en ninguna de ellas se adivina por el momento la presencia de más muertos vivientes.
Kylian (?) → 9/28 [auxilio divino1, esconderse de los muertos vivientes2]
1: Auxilio divino [+1 de moral a las tiradas de ataque y a los TS vs miedo; +6 pg temporales, durante 1 asalto]
2: Esconderse de los muertos vivientes [durante 92 asaltos]
Desesperanzado al ver aquel aquello no parece tener final, el clérigo resignado avanzó hacia su izquierda en busca de un pasillo que le condujera ya no a la salsa, sino a un lugar en el que al menos pudiera descansar el tiempo suficiente como para recuperarás de sus heridas y sobre todo, de los dones con los que su dios le bendecía a diario. Aunque realmente dudaba que aquello pudiera llegar a pasar visto lo visto.
Sigo hacia 1.
El laberinto parece no tener fin y cada camino que escoges se bifurca en nuevos pasillos de destino incierto. Lo único positivo es que la luz mágica que emana tu bastón todavía sigue brillando y que en los últimos metros no has encontrado más muertos vivientes, lo cual es una señal prometedora.
Kylian (?) → 9/28 [esconderse de los muertos vivientes1]
1: Esconderse de los muertos vivientes [durante 91 asaltos]
Kylian pudo respirar unos instantes, pero no sé detuvo, pues el tiempo jugaba en su contra. Por seguir algún criterio, fuera acertado o no, giro de nuevo a la izquierda, aunque algo le decía que iba a toparse con un callejón sin salida. De ser así, seguiría avanzando, está vez d dirección sur. O lo que él creía que era el sur...
Voy a 1 y luego por 7.
No consigues avanzar más que unos pocos pasos antes de sobresaltarte con la repentina aparición de otro muerto viviente, lo bastante perjudicado como para que sus rasgos sean prácticamente irreconocibles y tenga que apoyarse en su gastada lanza para caminar.
A pesar de estar a escasos centímetros el uno del otro, su mirada permanece fija en algún punto más allá de ti. Sin atreverte a darle la espalda, continúas avanzando por el pasillo hasta llegar a una nueva bifurcación.
De un lado, otro hombre-lagarto no-muerto bloqueando el pasillo en el que se encuentra. Del otro, un corredor que se abre en dos direcciones opuestas.
Tirada oculta
Motivo: PG
Tirada: 2d12
Resultado: 6(+3)=9 [1, 5]
Tirada oculta
Motivo: Lanza impar
Tirada: 3d100
Resultado: 93, 100, 89 (Suma: 282)
Tirada oculta
Motivo: PG
Tirada: 2d12
Resultado: 5(+3)=8, 9(+3)=12 (Suma: 20)
Tirada oculta
Motivo: Impar lanza
Tirada: 1d100
Resultado: 24 [24]
Kylian (?) → 9/28 [esconderse de los muertos vivientes1]
1: Esconderse de los muertos vivientes [durante 90 asaltos]
Kylian observó que a su derecha había otra de esas criaturas.
- A la derecha no... Hemos quedado izquierda. - Se dijo.
Acto seguido siguió avanzando todo lo rápido que su maltrecho cuerpo le permitió.
Sigo abajo a la izquierda, por 8.
Sigues hasta el final del pasillo dejando tras de ti un no-muerto tras otro hasta llegar a la bifurcación. A tu derecha, el largo pasillo se ramifica en varias direcciones. A tu izquierda te espera otro hombre-lagarto más, el sexto desde que decidiste con buen criterio dejar de combatirlos.
Pero lo realmente interesante es lo que se encuentra más allá de este último muerto viviente: una sala oscura y, al fondo, un punto de luz que tal vez podría ser la salida de este infernal laberinto.
Tirada oculta
Motivo: PG
Tirada: 2d12
Resultado: 11(+3)=14 [1, 10]
Tirada oculta
Motivo: Impar lanza
Tirada: 1d100
Resultado: 21 [21]
Kylian (?) → 9/28 [esconderse de los muertos vivientes1]
1: Esconderse de los muertos vivientes [durante 89 asaltos]
NOTA: La sala oscura está más allá de "12".
Kylian se pegó a la pared, como ya había hecho anteriormente en más de una ocasión, para tratar de pasar por el lado del reptiliano fallecido, sin rozarle. Con suerte, aquel punto de luz al otro lado del laberinto no sería sino, la salida de su pesadilla.
Suerte que había inscrito aquellos tan útiles pergaminos, pues de lo contrario, lo más seguro sería que hubiera muerto allí adentro. No obstante, no podía vender la piel del oso antes de cazarlo y hasta que no se viera fuera del zigurat y complemente a salvo, no podría respirar tranquilo.
- ¿Por qué diablos me metió aquí el chamán? - Se preguntó confundido. - Veamos si la respuesta está al otro lado...
Y sin más, se puso en marcha dirección a la ¿salida?
Sorteas al vigésimo muerto viviente y entras en la sala situada tras él.
A diferencia del resto del laberinto, aquí entra algo de luz del exterior a través de los viejos y oxidados barrotes de una reja. La reconoces como la puerta cerrada que localizaste en primer lugar durante tu ascenso.
Descorazonado, miras a tu alrededor en busca de un modo de abrirla. Lo primero que te llama la atención es descubrir que, exceptuando una estrecha franja entre el laberinto y la reja, el resto de la inmensa sala parece estar cubierta de un barro sangriento y burbujeante que se extiende hasta donde alcanza tu vista. Te agachas a estudiarlo con mayor detalle y descubres que la sustancia no está ni caliente, ni fría al tacto; sino que está tibia.
Lo segundo que atrae tu interés es la cadena conectada a la puerta a través de la pared oriental y que, esperas, te llevará hasta el mecanismo de apertura del rastrillo.
Comienzas a caminar sobre este charco de lodo rojizo que se va volviendo cada vez más y más profundo a medida que avanzas por él, hasta que te llega a la altura de las rodillas. Caminas diez metros y sigues sin ver el final de esta bullente piscina de sangre. Otros diez metros... parece que no se va a acabar nunca. Diez más...
El lodazal termina unos pasos más allá y vuelve a haber suelo seco. Allí, unos peldaños de piedra ascienden hasta un altar cóncavo de granito y, a la derecha de este altar, el mecanismo de apertura que estabas buscando: un pequeño cabrestante alrededor del cual gira la cadena que eleva el rastrillo de la entrada o lo hace descender.
Ensayas los primeros pasos en su dirección cuando una voz cavernosa retumba directamente en el interior de tu cabeza.
«Escoge una y solo una de tus pertenencias y deposítala en el altar como ofrenda. Elige sabiamente, pues cada uno recibe lo que merece. Ni más, ni menos.»
Kylian (?) → 9/28 [esconderse de los muertos vivientes1]
1: Esconderse de los muertos vivientes [durante 84 asaltos]
Aquella experiencia, nadar en aquel lodo sangriento, era realmente algo asqueroso, pero inundado ya en vísceras y sangre coagulación y putrefacta de los enemigos que había estado derrotando, le había puesto en sobre aviso de que aquel viaje a través del laberinto del zigurat, no iba a ser limpio precisamente.
No se lo pensó demasiado cuando vio el rastrillo al otro lado del lago de sangre y barro. Salir de allí era lo que más deseaba en ese momento y lucharía con todas sus fuerzas para lograrlo. De eso dependía su vida y aunque pensó en detenerse allí a descansar, pues parecía un lugar solitario, aunque repulsivo, sus ansias de salir le impulsaron a ir demasiado lejos.
Entonces aquella voz resonó con fuerza en su cabeza. ¿Le hablaba a él? Era evidente que si, allí no había nadie más, osea, dentro de su cabeza y tampoco en aquellas dependencias. Al menos eso era lo que creía, que tampoco podía asegurarlo, pues aquel sin duda era un lugar maldito, donde los no-muertos y posiblemente también los espíritus camparan a sus anchas.
El mensaje era claro y Kylian no estaba dispuesto a arriesgarse. El altar requería una ofrenda y según la generosidad de uno, obtendría una otra recompensa. Lo primero que le vino a la mente fue aquella piedra que el alférez nerakiano le había entregado.
La extrajo, se acercó al altar y allí la depósito. Esperaba no haberse equivocado, pues sin duda aquello, aún sin saber que diantre era, se trataba de lo más valioso que poseía.
Avanzas hacia el altar, subes los peldaños que te separan de él dejando un rastro de sangre a tu paso y depositas la esfera negra que te entregó sir Guiler Abrena para que se la entregaras a lord Mondreth Arcagum, el Sumo Sacerdote de Zeboim. La promesa de recompensas que te hace la voz en tu cabeza te resulta más creíble o, al menos, más inmediata que la del suboficial de los caballeros de Neraka.
Si esperabas ver desaparecer el negro artefacto a cambio de grandes riquezas o poderes sobrenaturales te llevas una gran decepción. La esfera permanece ahí, inerte.
Esperas. Esperas a que ocurra algo o la voz de tu cabeza vuelva a pronunciarse pero no ocurre nada y empiezas a pensar que te lo has imaginado.
Tras un eterno minuto, te resignas; aceptas que o bien la promesa era una mentira, o que quien te la hizo ha considerado que no mereces nada y te dispones a recuperar el brillante orbe y a salir de este lugar de pasadilla. Sin embargo, tan pronto como recoges la esfera negra, una vívida visión te asalta.
Te ves a ti mismo delante de una criatura aberrante a la que nunca antes habías visto, sobre la que tampoco recuerdas haber leído nada. En tu visión sostienes la esfera en tu mano izquierda y posas tu diestra desnuda sobre la carne de tu antagonista y observas con una mezcla de horror y satisfacción cómo su carne se ennegrece y se desprende en grasientos churretones sanguinolentos.
La visión se desvanece y vuelves a estar frente al macabro altar. Tienes la extraña sensación de que el nigérrimo globo que sostienes es algo vivo. Algo que ahora está indisociablemente ligado a tu mente y a tu alma. Un artefacto con un gran poder latente que compartís y que te pertenece por derecho propio.
Kylian (?) → 9/28 [esconderse de los muertos vivientes1]
1: Esconderse de los muertos vivientes [durante 74 asaltos]
Poder desbloqueado de la Esfera Negra [mientras la sostengas con una mano, podrás usar la otra para "infligir heridas leves" (NL 1), a voluntad]
Aquella piedra era realmente poderosa. No se la entregaría a nadie. Era suya. Era del Heraldo de la Neutralidad, del Azote de los no-muertos y la utilizaría en nombre de Gilean para recuperar el equilibrio allí donde se hubiera perdido. La paz era necesario y para ello muchas veces no quedaba más remedio que hacer la guerra.
Una vez se hizo con la piedra y la voz cayó, el sacerdote se puso en marcha. Tenía que salir de allí. Salir vivo era algo que había empezado a descartar cuando se vio acorralado por los muertos vivientes, pero su previsión crear pergaminos divinos con los que esconderse de ellos había sido providencial.
Rápidamente fue hasta el mecanismo que abría el rastrillo y lo empezó a manipular por tal de abrir el rastrillo. Una vez en el exterior podría al fin respirar tranquilo. Nunca había deseado tanto salir a respirar algo de aire fresco y darse un buen baño como en ese momento y si lo lograba, sería el hombre más feliz del mundo.
Luego iría en busca de ese chamán y le contaría su experiencia. Convertido en un símbolo para los reptilianos, buscaría recuperar la independencia de éstos y desmarcarse de la cruel autoridad que ejercían los nerakianos sobre ellos. Aquella experiencia había hecho que viera la luz y que volviera a centrar sus objetivos en el sentido adecuado, aquel que recuperase la neutralidad del mundo.