Cierras los ojos para combatir el conocido vértigo inicial de tu conjuro de teleportación y, cuando los abres de nuevo, descubres que Shilara y tú os encontráis junto donde deseaste estar: en el patio de Villa Rosad, la mansión de lady Coryn Brinefolk.
Las cantarinas fuentes del patio os reciben con su espectáculo de brillantes luces de llamativos colores y chorros sincronizados.
En el interior de su jaula de hierro, la criatura prisionera continúa chocando contra los barrotes y renegando en una lengua que te resulta desconocida, pero usas tu magia para tratar de comprender qué es lo que está diciendo. Grita sin parar exigiendo que lo dejes en el suelo de inmediato y abras su prisión de una vez.
Parece más enfurecido por seguir cautivo que agradecido de que lo hayas rescatado de los minotauros.
Tirada oculta
Motivo: Averiguas intenciones
Tirada: 1d20
Resultado: 15 [15]
Antes incluso de abrir los ojos ya sé que he llegado a mí destino por el sonido de las fuentes. Eso me llena de alivio y alegría, porque las consecuencias de haber fallado mi conjuro de teletransportación podrían haber sido espantosas.
No es para mí una sorpresa descubrir que la criatura atrapada es un ser "inteligente", pero sí lo es constatar que no reconozco el idioma en el que me habla. Alguno de mis compañeros conjeturó que podía tratarse de un pequeño dragón y, por algún motivo, creí que así sería. Por fortuna, mi magia me permite comprender sus excitadas palabras y ellas me hacen desconfiar.
—Mantenlo en el aire, Shilara, te lo ruego —pido a mi montura, al tiempo que desmonto de ella con torpeza.
El anillo mágico que llevo ralentiza mi caída pero aun así estoy tan débil que se me doblan las rodillas al contacto con el suelo empedrado. En cualquier caso, confío en que ahora que se encuentra libre de mi carga a mi grifo le resulte más llevadera la que todavía sostiene entre sus garras.
Siento el impulso de acercarme a la jaula y atisbar en su interior, pero prefiero no arriesgarme. No cuando correr riesgos es algo tan innecesario. Es preferible estudiarlo en colaboración con la Jefa del Cónclave. Sobre todo ahora que ya he agotado la mayor parte de mis recursos arcanos de la jornada y extenuado por el uso continuado de la magia.
Apoyándome en mi bastón, recorro los metros que me separan de la entrada y golpeo insistentemente la puerta con él.
—¡Donald, señor Rupert! —llamo con una impaciencia impropia de mí y de mi condición—. Soy Ailarenth Sëlanar y necesito ver a la señora de la casa. De inmediato.
Pasan unos minutos antes de que el estirado y anciano mayordomo de la casa acuda personalmente a abrirte la puerta. Por su expresión, está claro que considera que tus modales no son apropiados para esta respetable casa pero no lo verbaliza. En su lugar, te informa de que la señora se encuentra ocupada en estos momentos y que te atenderá en cuanto pueda, hasta entonces, puedes esperarla tomando algún refrigerio o incluso un baño caliente. A juzgar por el modo de decirlo, es evidente que esto último le parece lo más apropiado viéndote y oliéndote tras semanas sin asearte en condiciones.
Sin embargo, tú no tienes ni tiempo ni paciencia para ello e insistes en ver a lady Coryn de inmediato y en esperarla en el patio junto a Shilara hasta que decida recibirte.
Con un educado asentimiento, el viejo mayordomo te asegura que así se lo hará saber a su señora y se retira cerrándote la puerta frente a tus narices. Después de tanto esfuerzo resulta insultante que sea un simple criado quien se interponga ahora en tu camino, pero estás tan cansado...
Mientras esperas, te sientas en el cerco de una fuente y contemplas a la esforzada hembra de grifo batiendo sus alas enérgicamente para no dejar caer su carga, pero no parece que ella tampoco pueda aguantar así indefinidamente mientras la criatura atrapada en el interior de la jaula continúa chillando y maldiciendo.
Por fortuna, ninguno tenéis que esperar mucho antes de que la lideresa de los Túnicas Blancas salga a vuestro encuentro. En un primer momento parece más curiosa que contrariada de encontrarte aquí en lugar de en la desértica provincia de Tanith pero, a medida que le cuentas por encima los sucesos de Mirivale y de las afueras de Ryx, su expresión se torna más seria.
—No estoy segura de que hayas hecho bien abandonando a tus compañeros en esas peligrosas tierras —dice con severidad, antes de dulcificar su discurso—. Pero está claro que has realizado un gran esfuerzo para traer hasta mí a esa criatura y coincido en que debe ser importante para nuestros enemigos. Hasta qué punto, todavía es pronto para saberlo, pero lo descubriremos juntos. Espérame aquí un momento.
Cuando regresa al cabo de un par de minutos, lo hace con una varita intrincadamente tallada y apunta con ella a la jaula. Pronuncia una única palabra y el pesado artefacto queda suspendido en el aire, flotando.
—Donald se ocupará de que a tu montura no le falte de nada y el señor Rupert ya te está preparando un baño perfumado, un tentempié y una habitación para que pases aquí la noche —se asoma al interior de la jaula y retrocede espantada cuando la criatura de su interior le devuelve la mirada—. Aunque sospecho que nos espera una noche muy larga y con pocas posibilidades de descansar.
Estoy tan cansado, que no le encuentro el sentido a negarme decorosamente a aceptar la hospitalidad de mi superior jerárquica. Es cierto que comer algo en condiciones y darme un largo baño caliente es más que un capricho, es una necesidad si quiero dar lo mejor de mí mismo durante el interrogatorio de la criatura que hemos atrapado.
La reacción de lady Coryn al verlo ha despertado en mí una enorme curiosidad, pero confío en que podré saciarla con creces una vez que me encuentre parcialmente recuperado.
Antes de retirarme, insisto en pagar a mi anfitriona la manutención de Shilara. Le he prometido una yegua y un potrillo y bien sabe Solinari que se los ha ganado con creces. En estos momentos no ando muy boyante en cuanto a dinero en efectivo se refiere, pero estoy convencido de que encontrará algún modo en que pueda devolverle su generosa hospitalidad.
Las horas pasan avanzan mucho más deprisa de lo que lo hace vuestra investigación.
Después de comido y aseado, te has reunido con lady Coryn en su estudio personal, en el que poco a poco se han ido dando cita los mayores eruditos venidos de todo Ansalon. Magos de las tres Órdenes y también un Esteta de la Gran Biblioteca de Palanthas llamado Aleck uth-Kinear que, al parecer, es una absoluta eminencia en cuanto a criaturas extrañas se refiere.
Según su docta opinión, tenéis ante vosotros nada más y nada menos que un huldre, considerados los fatas primigenios de Krynn. Una raza de consumados hechiceros innatos, polimorfistas y elementalistas que desapareció de la faz de Ansalon hace milenios, dejando sólo unos pocos individuos. Al parecer, procedían de un Plano de existencia más allá de Krynn al que el propio huldre llama "El Griseo", donde, por lo visto, también residen espíritus y habitan otras criaturas mágicas. Algunos de los eruditos presentes conjeturan que dicho plano es, en realidad, el Mar Etéreo.
Hay quienes afirman que tienen la capacidad de poseer a los muertos con un simple toque, mientras que otros aseguran haber leído que la luz del sol puede matarlos o atraparlos. Aunque tú desconfías de tales ideas supersticiosas. En lo que sí crees es en que probablemente tenga la capacidad de fundirse con la tierra y viajar a través de ella, a juzgar por la insistencia con la que vuestro "invitado" exige ser posado y liberado.
Se trata de una pequeña criatura humanoide sin pelo y de piel gris. Su cuerpo es delgado y soporta una gran cabeza bulbosa con una pequeña boca en forma de hendidura, pequeñas fosas nasales en lugar de nariz y grandes ojos negros como el carbón.
Hacen falta dos de los mejores encantadores Túnica Negra para doblegar su mente y obligarle a contestar algunas de las preguntas que todos tenéis.
Responde al nombre de Fisura y asegura haber estado en Krynn desde siempre. Si bien también afirma ser un viajero interplanar que lleva miles de años viajando a donde le place a través de los Portales que su gente ha ido creando en todos los mundos que han explorado.
Confiesa haber sido aliado del difunto Señor Supremo Azul Khellendros, la Tormenta Sobre Krynn, hasta que éste lo traicionó después de que él lo ayudara a abrir uno de los Portales para acceder a El Griseo. Desde entonces lleva casi dos décadas cautivo, pasando de mano en mano como una valiosa moneda de cambio.
Hasta ahora, su último amo ha sido lord Mondreth Arcagum, el Sumo Sacerdote de Zeboim, quien ha sabido de la existencia de unas ruinas de la antigua civilización de los huldre en los confines septentrionales del continente y confía en que, al desentrañar sus secretos, pueda abrir un portal al Abismo para recuperar una de las reliquias de Takhisis escondidas allí. En contra de su voluntad, asegura, Fisura ha estado colaborando con ellos, pero ahora promete estar dispuesto a colaborar con cualquiera que le ayude a regresar a El Griseo, el sueño que Khellendros frustró con su traición.
¡Un huldre! Su existencia siempre me pareció un cuento de ancianas para asustar a los niños elfos pero ahora que lo tengo delante de mis propios ojos no puedo negar la evidencia.
¿Al mirarme sentirá lo mismo que siento yo al tratar con las razas inferiores? Para él, que lleva en el mundo desde tiempo inmemoriales, tener que hacer tratos con nosotros debe ser como rebajarse a tratar poco menos que con insignificantes recién nacidos.
Y, sin embargo, ahora está en nuestro poder (bueno, en poder del Cónclave para ser preciso) y las implicaciones de semejante hecho exceden incluso a mis propias capacidades. ¿Qué secretos largo tiempo olvidados podrá redescubrirnos? ¿Qué conocimientos atesorados por su raza durante miles de años? ¿Qué misterios aprendidos tras visitar incontables mundos?
Para empezar, ya conocemos por fin lo que los cultistas de Zeboim están haciendo en Tanith, por qué lo hacen y sus pactos con los minotauros para repartirse esa desprotegida e ignorada región del Imperio Solámnico. No hemos acabado con la amenaza, como Markham nos encomendó, pero hemos descubierto que era mayor de lo que ninguno esperábamos.
Después de todo, el hallazgo nos conduce una vez más al potencial retorno de la Reina de la Oscuridad. En su fanática obsesión, aquellos que buscan su regreso están dispuestos incluso a viajar al Abismo para traerla de vuelta.
La noche está bien entrada cuando te retiras a los aposentos que los sirvientes de tu anfitriona han preparado para ti.
Villa Rosad vuelve a ser un lugar tranquilo desde que hace cosa de media hora lady Coryn ordenara transportar a vuestro "invitado" a la Torre de Wayreth. Temía que su hogar en Palanthas terminara convirtiéndose en un hervidero de gente en los próximos días a medida que la noticia de vuestro hallazgo corra como la pólvora entre los Magos de Alta Hechicería y todos acudan a contemplar al huldre con sus propios ojos.
Estás sumido en la profunda meditación que para los de tu raza sustituye al sueño cuando la señora de la casa entra en tus aposentos, algo de lo más irregular, tras haber llamado suavemente con los nudillos en la puerta.
—¿Todavía despierto? Bien, me alegro —comienza con suavidad, cerrando la puerta del dormitorio a sus espaldas—. No te robaré mucho tiempo, solo quería que supieras que lo has hecho bien y estoy complacida. Esa criatura que has traído es extraordinariamente valiosa. Nos ayudará a comprender mejor otros mundos y a defendernos de lo que pudiera venir de ellos, como vinieron la mayoría de los Señores Supremos de los Dragones.
»Y hablando de dragones, el huldre asegura que los cultistas de Zeboim tienen a su servicio un dragón marino al que llaman Tempestad. Es él quien ha estado hundiendo los barcos imperiales. Reúnete con los Héroes de la Desolación y acabad con esa amenaza para restaurar el comercio marítimo. Las gentes de Ansalon lo necesitan. Id a Señal Oeste y un barco os recogerá allí para recorrer la costa de Tanith. Confío en ti, Ailaserenth Sëlanar, nunca me has fallado y sé que tampoco lo harás ahora.
»En vuestra ausencia, yo buscaré el modo de abrir un Portal al Abismo. Fisura ha confesado cuál es la reliquia que está allí escondido, nada menos que la Piedra de Sangre de Fistandantilus. Un artefacto que, por lo que sabemos, fue creado en la Era de los Sueños y es capaz de transferir el alma del portador a cualquier cuerpo prolongando su existencia más allá de los límites naturales. Un objeto de semejante poder no debería estar en manos de los Príncipes del Abismo.
No puedo evitar sonrojarme cuando lady Coryn irrumpe tan sigilosamente en el aposento para invitados que tan generosamente me ha ofrecido para pasar la noche. Tal irrupción resulta de dudoso decoro y podría despertar las habladurías entre los sirvientes de la casa.
Sin embargo, tras escuchar lo que tiene que decirme, comprendo que quiera ser precavida. Es mejor que la gente rumoree sobre nuestra relación a que sepan lo que ella está dispuesta a revelarme en la más absoluta confianza.
—Señora, vivo para servir a Solinari, al Cónclave y a vos, como Señora de Wayreth y cabeza de la Orden de los Túnicas Blancas. Haré cuanto esté en mi mano para satisfacer vuestras demandas, si bien debéis saber que no puedo hablar en nombre de mis compañeros, ni garantizar que ellos harán lo que les sugiera. Toda información y toda ayuda que podáis prestarnos para acabar con ese monstruo al que os habéis referido, será bien recibida y contribuirá de forma positiva a que vuestros héroes se sientan mejor dispuestos a complaceros.
Coryn pone a tu disposición un pergamino con el conjuro "respiración acuática" (NL 5) y toda la información disponible sobre los dragones marinos (considera que conoces toda la información del manual "La Era de los Mortales", págs. 213 y ss. relativas a esta criatura).