Partida Rol por web

[DM 24/05] Dragonlance - El Imperio en Guerra

Capítulo I - Decisiones

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18/05/2024, 13:56
Dungeon Master

10 Sirrimont 435 AC

Cuando hicisteis llegar al emperador el botín obtenido del saqueo de la tumba de santa Leodinia, éste envió una nueva carta a la Alcaidesa del Paso de Palanthas expresando que se sentía muy complacido con el éxito de vuestra misión. Desde hacía siglos, nadie había sido capaz de entrar en el monasterio y solo ese logro ya era digno de elogio. Y mucho más el que hubierais cumplido con vuestro cometido, poniendo el tesoro a disposición del Imperio en lugar de quedaros con él como viles rufianes.

Por todo ello, Markham tomó la decisión de poner bajo el control de Freya la gestión de la valiosa mina de hierro situada en sus inmediaciones, mientras que se asegure de que su producción no se interrumpa. Y, para ayudarla a proteger este enclave estratégico, ha dado órdenes de que el capitán Solanthian y sus piqueros permanezcan acuartelados en el Paso de Palanthas.

Desde entonces, han quedado atrás los últimos coletazos del invierno, también la primavera y buena parte del verano.

En este tiempo, el Cónclave ha reconocido la Torre del Paso de Palanthas como un centro de enseñanza oficial del Arte y los primeros aprendices han acudido a aprender las enseñanzas del maestro Sëlanar; media docena de jóvenes privilegiados de familias adineradas a las que no les importa pagar una matrícula cara. La mayoría de ellos aspiran a convertirse algún día en Martines Pescadores, que es como se conoce al cuerpo auxiliar de magos que sirven en la caballería solámnica, pero de momento ninguno parece particularmente prometedor.

Pero mucho más lucrativa que la apertura de la escuela, ha sido la concesión administrativa de la mina de hierro. Esta cesión os ha proporcionado no solo pingües beneficios, sino influencia en la zona como uno de los principales suministradores de hierro de la región en tiempos de guerra, cuando el preciado metal resulta tan valioso como necesario. Una influencia que no solo se circunscribe a Palanthas, sino también y de forma muy significativa a la cercana villa de Daron, actualmente bajo el ataque esporádico de los minotauros.

A instancias de Flechas de Muerte, allí se ha establecido hace pocas semanas un círculo clandestino de la Legión de Acero, que ayuda a la asediada población portuaria y os mantienen informados de las noticias que llegan hasta allí.

Habéis oído algún rumor sobre armas y armaduras malditas, que se volvieron contra los oficiales que las portaban en el campo de batalla, pero desconocéis si tales rumores son ciertos o no; y, en el caso de que sean verídicos, si tal equipamiento maldito es el que entregasteis a Markham fruto de vuestra profanación del monasterio. Sea como fuere, el emperador no os ha hecho ninguna reclamación al respecto.

Lo que sí son noticias contrastadas es la presencia de muertos vivientes merodeando por la provincia de Coastlund, entre Hargoth y el Pantano del Guardián. Nadie sabe de dónde han salido, pero su presencia ha abierto un nuevo frente en el flanco occidental del Imperio donde antes no lo había, dificultando todavía más la defensa de unas fronteras imperiales en constante retroceso.

Pero lo más preocupante para Enrielle le ha llegado de Sombrasilente, a través de la piedra de recado que guarda Bugambilia. Tras un largo asedio, la ciudad de Kalaman ha sido arrasada y ha caído en manos de las fuerzas de Neraka. A Enrielle no le resulta difícil imaginar que a estas alturas los miembros de su populosa familia habrán sido todos asesinados o esclavizados.

El propio Sombrasilente es el único superviviente del Círculo de Kalaman y en estos momentos viaja a través de un continente en guerra hacia occidente, tratando de unirse en Daron a sus compañeros de la Legión de Acero pero con pocas esperanzas de conseguirlo.

Notas de juego

Por su escuela de magia, tras descontar costes, Ailas gana 70 pa mensuales netas por cada alumno matriculado. Así pues, cuenta con que has ganado 1.260 pa para invertir como consideres y que la transcripción de rollos de pergamino arcanos de conjuros de nivel 1 (que conozcas) tienen coste material pero no de PX para ti.

La concesión de la mina os ha aportado unos beneficios netos de 16.150 pa, que Freya es la encargada de administrar como considere.

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19/05/2024, 21:36
Ailaserenth Sëlanar

Durante los días inmediatamente posteriores a nuestro vergonzoso saqueo del monasterio, cruzarme con mis compañeros supuso para mí un constante y bochornoso recordatorio de lo que habíamos hecho de modo que opté por abandonar mis aposentos y trasladarme a la Torre de Alta Hechicería de Wayreth.

Allí tuve ocasión de conversar largo y tendido con lady Coryn sobre nuestro fracaso en el Portal de Kri-Sekt y la importancia estratégico-diplomática que supondría forjar una amistad duradera con el clan ursoi instalado en sus inmediaciones; unos anfitriones hospitalarios a los que nunca llegamos a corresponder debidamente.

A cambio de comprometerme a formar a los jóvenes aprendices de Palanthas en mi torreón, obtuve la concesión para actuar como embajador del Cónclave ante los ursoi del Límite del Glaciar. Un precio pequeño, pensé, a cambio de lo mucho que podía aprender de las costumbres de los hombres-oso y los saberes de su norna invernal.

Durante los primeros meses de primavera tuve la oportunidad de visitar con relativa frecuencia a los ursoi, adoptando su apariencia y empleando mi magia para comunicarme con ellos sin necesidad de intérprete. Sin embargo, antes de que entrara el verano, empezaron a acudir mis primeros discípulos al Paso de Palanthas y no tardé en darme cuenta de lo cara que había pagado la concesión del Cónclave.

Ignorantes, pagados de sí mismos, mediocres y, lo peor de todo, humanos. Como ayudantes de Agapanto en la cocina tal vez no fueran del todo inútiles, pero como Magos de Alta Hechicería no les auguraba ningún futuro. Tuve que enseñarles el delicado oficio de la caligrafía y a uno de ellos incluso ortografía en lengua Común antes de considerar que estuvieran preparados para aprender los más sencillos rudimentos del Arte.

Empezaba a dar por inútiles estos tres meses de instrucción arcana, pero parece que por fin mis enseñanzas comienzan a dar sus frutos. Llevamos desperdiciados miles de pergaminos, cientos de plumas y varios litros de tinta, pero los seis han conseguido finalmente escribir "Yo, mago" en la lengua de la magia y hacer que las palabras prendieran fuego al papel.

Produce vergüenza ajena escucharles reír de gozo cuando alguno de ellos logra realizar un sencillo truco. Resulta imposible creer que yo, cien años atrás, fuese como ellos. Considero un milagro de Solinari el que ninguno haya sufrido heridas de consideración durante sus prácticas y, lo que es más importante para mí, que no hayan dañado los libros de la biblioteca.

La primera y única vez que pillé a uno de ellos leyendo a la luz de una vela, les apliqué tal correctivo como grupo que han aprendido que solo pueden acercarse a los tomos con la iluminación inofensiva que produce un shirak. La ilusoria visión de sus propios cuerpos envueltos en llamas será un recordatorio hasta el final de sus días de que los libros deben ser tratados con la reverencia debida.

En Silvanost había poca diferencia entre un aprendiz y un sirviente, pero aquí, tan lejos de mi patria, prefiero no tener a ninguno de estos zoquetes a mi servicio. Ni siquiera para calentar el agua de mi bañera. Quizá llegue el día en que alguno de ellos sea digno de que me refiera a él por su nombre de pila, pero parece que tal día todavía está lejos. Obviamente conozco sus nombres, pero prefiero llamarles Humano Uno, Humano Cuatro... Ellos me llaman Shalafi, por supuesto; no permitiría que se dirigieran a mí de otro modo, aunque me consta que lo hacen cuando creen que no les oigo.

Por descontado, la estancia de los aprendices en el Paso de Palanthas se circunscribe principalmente al cuarto nivel de la torre, donde tienen sus aposentos comunales, la biblioteca y el laboratorio. Pueden deambular libremente por los niveles inferiores y el exterior, pero el acceso a la quinta planta les está tan vedado como a cualquier otro habitante de la torre y mis cuatro compatriotas silvanesti tienen instrucciones precisas de detenerles, por la fuerza si fuera preciso, si alguno de ellos trata de acercarse a Shilara.

Me consta que Dorvàlar, Ilthalas, Täridan y Válanas no están contentos con la presencia de la infantería solámnica en el Paso de Palanthas, aun cuando los piqueros humanos viven en el sótano. He pensado en tratar de persuadir a sir Aelfryd de que sus hombres estarían mejor acampados fuera de nuestras murallas, pero prefiero no hablar con él. No quiero deberle nada a alguien que me merece tan poca confianza. No hemos vuelto a hablar desde que me negué a identificar para él las propiedades arcanas de la reliquia sustraída del monasterio y ocultada a su propio emperador.

Quien tampoco debe estar feliz con la creciente población de la torre es el pequeño Latonado que vive oculto en el tercer nivel de la torre. Ya he escuchado por boca de los aprendices las primeras habladurías sobre una "salvaje durmiente" y es solo cuestión de tiempo que alguien descubra que el cachorro de león que la custodia no es tal cosa.

Notas de juego

Voy a invertir el dinero de las matrículas en:
1) Copiar en mi libro de hechizos el conjuro "don de lenguas" (450 pa)
2) Copiar en mi libro de hechizos el conjuro "escudo de fuego" (600 pa)
3) Comprar un nuevo libro de hechizos, que con estas dos transcripciones ya he llenado el segundo (15 pa)
4) Lo poquito que sobra, lo dedicaré a material para inscribir rollos de pergaminos y/o copiar conjuros en el futuro.

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19/05/2024, 23:40
Kyliana de Mem

Kyliana regresó a la Torre del Paso de Palanthas casi tres días después de que sus compañeros llegaran en primer lugar. Ella les dijo que no se preocuparan por ella, que sabría volver sola, pero que pasaría unos días en soledad. No sospechaban que era lo que aquella enigmática sacerdotisa goblin tenía entre manos y tampoco preguntaron. Si Kyliana de Mem quería mantener en secreto sus planes, lo iba a hacer por mucho que le preguntaran y siempre podía mentirles...

Fuera como fuera, ella llegó una mañana cualquiera, no obstante, nadie la reconoció cuando se acercó a las puertas de la fortaleza. La tomaron en un primer momento como una viajera perdida o alguien que buscaba cobijo. Cuando se percataron de que vestía como Kyliana, portaba su misma coraza y su mismo equipo incluida la Portadora de la Noche, se pusieron tensos.

- ¿No me reconocéis? - Les preguntó entonces. - Kyliana de Mem a vuestro servicio. - Hizo ina reverencia.

Aquella mujer que decía ser Kyliana no era una goblin de escasos tres pies y medio de altura, de hecho superaba con creces los cinco pies. Su pelo oscuro y áspero, era ahora rubio, fino y delicado. Su piel versosa, era blanca como la nieve y sus labios eran negros como la misma muerta. La mujer que tenían delante era una bella humana, cuya mirada evocaba la de Kyliana, pero cuya propietaria no se correspondía para nada con la goblin que conocieron.

La Senda es impredecible a veces. - Les dijo entonces esgrimiendo una sonrisa pícara. 

De todos, Enrielle era la única que reconocía aquel rostro. Ya lo había visto anteriormente. Aquel rostro era el de Kylian Brickstone. El Kylian Brickstone original, aunque sus facciones eran femeninas en vez de ser las de un joven palanthiano. No obstante, estaba casi segura de que si el joven al que conocía años atrás hubiera sido mujer, la que tenía frente a ella, sería ese joven.

Estaré en mis dominios, adecentando mi alcoba. - Les dijo deteniéndose unos instantes a pensar. - Creo que necesitaré carpintero. - Soltó una risotada estridente de goblin. - Mi cama se me ha quedado algo pequeña...

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20/05/2024, 16:43
Aelfryd Solanthian

Y sin comerlo ni beberlo la Torre del Paso de Palanthas se había convertido en su nuevo hogar. En el suyo y el de Aury. El éxito en el saqueo de la tumba de santa Leodinia le había servido para que le convirtieran en capitán de la pequeña guarnición del lugar y, de facto, en el supervisor de la seguridad de la mina. El emperador en persona les había encargado su gestión y protección. Bueno, en realidad a la Alcaidesa, pero esa distinción estaba de más cuando él se sentía responsable y le daba, además, la oportunidad de cabalgar algunas horas en compañía de su escudera.

Eso no implicaba, desde luego, que descuidara su verdadero cometido, el mantener atentos, preparados y bien entrenados a la decena de piqueros que le habían sido confiados. Todos los días a primera hora, hiciera el tiempo que hiciera, Solanthian salía al patio impecablemente preparado para el combate y sometía a sus hombres a una sesión de entrenamiento de combate. Después gestionaba sus asuntos, como días libres, enfermedades u otras necesidades, y finalmente podían "descansar", vamos, sólo dedicarse a la vigilancia. Dos hombres a todas horas. Dos hombres que a primera hora de la mañana se sentían afortunados por poder saltarse la sesión de entrenamiento.

También estaba, claro, el tema del acuartelamiento indefinido de los soldados. Dada la orden de permanecer allí, Aelfryd solicitó oficialmente que se destinasen fondos para la construcción de unos barracones permanentes, que les sacaran de la precariedad de las últimas semanas. No es que no pudieran vivir de esa manera, pero sin duda mejoraría su moral.

El capitán, por su parte, se instaló en la habitación que le habían designado, dentro de la torre, y la hizo suya. Espartano como pocos, el único añadido que hizo fue el de colgar su gigantesco mandoble en la pared. Marcaba algunas cosas, hacía imborrable cierto traumático recuerdo y, sobre todo en estos momentos, señalaba que el solámnico consideraba ese su hogar, al menos de momento, aportándole alguna serenidad de ánimo.

La transformación de la torre en una escuela de magia, sin embargo, contribuyó justo a lo contrario. La magia le resultaba algo ajeno, al menos la magia mística o arcana. Podía entender y apreciar la magia divina que pudiera ayudarles en sus cometidos, incluso viniendo de Kyliana (la renovada, humana e inquietante Kyliana), pero la magia proviniente de vete-tú-a-saber qué místicas urdimbres extra-planarias le resultaba incómoda. Pese a todo, hizo lo posible por que tal incomodidad no repercutiera en su cuidada educación y amabilidad, e hizo un esfuerzo consciente por ser respetuoso con los jóvenes aspirantes a mago. Ailas, aunque de trato frío y áspero, era digno de confianza, así que era de esperar que sus aprendices lo fueran también. Se merecían, cuanto menos, el beneficio de la duda.

Finalmente estaban los acontecimientos, todos preocupantes, que no cesaban de llegar hasta allí. La red de información de Flechas resultaba impresionante, aunque bien pensado, estando tan cerca de Palanthas, tampoco era de extrañar que al menos las noticias más llamativas pudieran llegar con cierta celeridad. Daron atacada esporádicamente, armas y armaduras malditas, muertos vivientes en Coastlund, la caída de Kalaman... Muchos temas por los que preocuparse, de los que hablar con los ocupantes de aquella torre y por los que considerar qué hacer a continuación.

Si su intuición no le fallaba (y rara vez lo hacía) pronto se pondrían en marcha. Elegido el objetivo, aquel auto-designado Vendaval de Muerte desplegaría su poder para, de una manera u otra, alterar el destino de aquello a lo que se dedicara. Ahora él estaba con ellos, si se lo permitían. Y valgan los dioses que lo deseaba, porque no aguantaba más estando "ocioso"...

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20/05/2024, 23:37
Kyliana de Mem

La fascinación de Kyliana por los aprendices de Ailas comenzó de manera sutil, como un destello en la oscuridad que gradualmente se convirtió en un fuego ardiente. Al principio, los observaba desde la distancia, intrigada por su juventud y su vigor, pero también por la chispa de curiosidad y rebeldía que parecía arder en sus ojos. Algo había cambiado en la sacerdotisa más allá de su propia apariencia física. Por primera vez en su vida se sentía feliz y pletórica y necesitaba de alguna forma decírselo al mundo y entregarle parte de su felicidad a éste.

Kyliana no podía ignorar el atractivo físico de los jóvenes aprendices, cuyos cuerpos robustos y vigorosos despertaban en ella un deseo prohibido pero irresistible. Nunca había sentido una necesidad como aquella, pues la lujuría no había sido nunca uno de los pecados de los que se le podría acusar. Tan sólo había amado una vez y tan sólo había yacido con un hombre. Un hombre que hacía años que había muerto de forma horrible en un pantano lejano, al que en esos momentos no deseaba regresar.

Como sacerdotisa de Chemosh, Kyliana estaba acostumbrada a lidiar con las complejidades del alma humana, y en los aprendices vio un potencial que la atrajo poderosamente. Percibía en ellos una sed de conocimiento y experiencia, un ansia de explorar los límites de lo prohibido y lo desconocido. No obstante y como bien había observado ya el maestro arcano Ailaserenth, el interés por conocer la magía no era lo suficientemente poderoso en aquellos jóvenes como debiera ser. Quizás la juventud y las ganas de experimentar con sus propios cuerpos eran en gran medida una distracción suficiente como para hacer desesperar al elfo de cabellos dorados. 

Kyliana de Mem aprovecharía tal circunstancia, pues la idea de seducir a aquellos que estaban destinados a seguir el camino de la magia despertaba en ella un sentido de desafío y excitación que le era casi imposible controlar. Fuera como fuera y por la razón que fuese, Kyliana encontró maneras de acercarse a los aprendices, ya fuera a través de conversaciones furtivas en los pasillos de la torre o mediante encuentros fortuitos durante sus prácticas arcanas. Con el tiempo, su interés se convirtió en una obsesión silenciosa, una necesidad de explorar hasta dónde podía llegar en su juego de seducción y tentación.

Cuatro varones y dos muchachas, jóvenes e inquietos, acabaron por encontrarse en más de una ocasión bajo su tutela esporádica. Al fin y al cabo, la sacerdotisa albergaba un gran conocimiento, la mayoría transmitido por los miles de tomos que había leído principalmente en su forma primera y también podía enseñarles mucho de lo que había vivido desde que perdiera dicha forma.

Kyliana, con su renovado carisma y su mirada penetrante, acababa por seducirlos en un juego peligroso pero excitante. Con maestría, tejía una red de tentación alrededor de ellos, utilizando sus encantos y habilidades para llevarlos al límite del deseo. En las noches silenciosas de la torre, los pasillos resonaban con sus risas ahogadas y susurros prohibidos. Cada encuentro era como una danza prohibida, donde los límites se desdibujaban y los deseos más oscuros encontraban su liberación. Kyliana se convertía en la musa de sus fantasías más salvajes, llevándolos a explorar territorios desconocidos de placer y éxtasis.

Los aprendices, enredados en la tela de seducción de Kyliana, se entregaban sin reservas a la pasión desenfrenada que ella ofrecía y que había descubierto en su nueva forma y gracias a su generoso dios patrón Chemosh, el Lord de la Muerte. Para ellos, cada encuentro era un rito casi sagrado, una experiencia que los transformaba y los elevaba a nuevas alturas de placer y conocimiento. Para ella, cada encuentro le devolvía un poco de lo que ella había entregado durante los años que se había dedicado en cuerpo y alma a seguir la Senda y ante todo, cada encuentro con uno de aquellos jóvenes, era una manera traviesa de perturbar la paz de su rival y amigo Ailaserenth Sëlanar.

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21/05/2024, 00:24
Ailaserenth Sëlanar

No soy ajeno al hecho de que algunos de mis aprendices se entregan al fornicio con mayor dedicación que a sus estudios. Por qué los placeres de la carne les producen más satisfacción que el ejercicio de la mente es para mí un misterio que no tengo ningún interés en desentrañar. Y, por descontado, tampoco siento curiosidad por averiguar de qué modo en qué compañías alivian ninguna de sus primitivas necesidades fisiológicas.

Habida cuenta de que como magos no tienen un futuro esperanzador, me consuela pensar que tal vez el día de mañana consigan al menos ganarse la vida en el puerto ofreciendo sus cuerpos por algo de comida.

Lo que me causa más desagrado es descubrir cómo, durante mi ausencia, han ido levantando poco menos que chabolas alrededor de mi torre para dar cobijo a la infantería solámnica enviada por Markham. Bien está, sin duda, el que hayan abandonado el sótano; pero mejor sería que se hubieran instalado extramuros o, mejor aún, en la mina de hierro que tanto preocupa a su emperador.

Pero en vista de que unos y otros van a quedarse por aquí algún tiempo, la esperanza que me queda es que yo no tenga que hacerlo mucho más.

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21/05/2024, 07:05
Enrielle "Flechas de Muerte"

Durante aquel tiempo Enrielle permaneció poco en la torre. Continuó con sus frecuentes incursiones a las montañas y bosques cercanos con Bruma Gris, pero también dedicó bastante tiempo en la ciudad resuelta a extender activamente la influencia de la Legión de Acero. Tras el revés del maldito emperador la actividad de sus hermanos había disminuido considerablemente en Palanthas, pero fuera de ella los perros de Markham tenían más dificultades para cumplir su voluntad. Perseguidos y acosados, los agentes de Palanthas escogidos por Flechas de Muerte estuvieron más que aliviados de poder salir de Palanthas para llevar a cabo sus actividades en Daron.

A la torre solía regresar al atardecer, cuando no pernoctaba en la montaña, momento en que se interesaba por los quehaceres de sus compañeros del Vendaval y las gestiones de la recién entregada mina de hierro que, irónicamente, también serviría indirectamente a los intereses de la Legión de Acero. Aparentemente la academia estaba funcionando de manera satisfactoria bajo el estricto Ailaserenth, como no podía ser de otro modo.

Algo que había sido impactante, y que todavía seguía siéndolo para Enrielle al cruzársela por los pasillos, al respecto de sus amigos fue el cambio de Kyliana al poco de regresar a la torre. A veces, durante las cenas que compartían, se quedaba observándola en silencio. Era como había recordado al sacerdote de Gilean, pero mujer. Y con un aire mucho más siniestro. Pero, ¿quién no lo tendría habiendo muerto y regresado en el cuerpo de una goblin? Ella misma, cuando se miraba al espejo, podía verlo.

Y en las largas noches de insomnio que sufría desde su propia muerte, momento en que Bugambilia y Bruma Gris dormían, Flechas de Muerte se entregaba al dolor de la carne pasando lentamente una punta de flecha afilada por sus antebrazos y sus muslos, cubiertos ya con innumerables cicatrices. En esos momentos de quietud escuchaba susurros furtivos, y el primer día Enrielle se deslizó entre las sombras para hallar a su amiga seduciendo a los jóvenes alumnos de la escuela de magia para, en unos días, follárselos sin piedad.

¿Cómo podía juzgar a su amiga? Era mucho por lo que habían pasado las dos. Suspiraba. Tal vez debiera buscar una actividad más placentera para sentirse viva, en lugar de cortarse la fría piel con una punta de flecha para ver correr los hilos de sangre, pero aún no estaba preparada.

Y menos aún después de tener la nefasta noticia de la caída de Kalaman. Su corazón se detuvo. Sus muchos hermanos, el resto de su enorme familia, todos los conocidos del pueblo e incluso las viejas que tanto la habían criticado el breve tiempo que vivió allí... todos, con probabilidad, muertos. Fair Meadows, arrasado y saqueado. Eso no hizo sino aferrarse aún más a sus hermanos de la Legión de Acero.

—Sombrasilente es el líder del círculo de Kalaman. Sólo queda él con vida de mis hermanos de Kalaman, y en estos momentos viaja por los territorios perdidos. — expuso al resto del Vendaval poniéndose en pie durante la cena — Se están perdiendo demasiadas vidas de hombres y mujeres valientes que pueden marcar la diferencia en esta guerra que estamos perdiendo. Este hombre es uno de ellos. Sombrasilente puede ayudarme a unificar los esfuerzos de la Legión de Acero y defender esta zona del Imperio. Puede que una vez allí podamos hacer algo para que las fuerzas del Emperador puedan reconquistar Kalaman, o al menos para evitar más pérdidas en la región. —los miró a los ojos uno a uno, con la súplica en la mirada  — ¿Me ayudaréis?

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21/05/2024, 10:35
Kyliana de Mem

Las noches de Kyliana se hicieron eternas. La renovada vitalidad de la sacerdotisa, alimentada por la juventud e inexperiencia de los alumnos de Ailas, hizo que su humor cambiara de su habitual melancolía a una alegría desmedida. Mucho tenía que ver también su exponencial cambio de apariencia física, que no solo la había transformado por fuera, sino también por dentro. En esencia, seguía siendo la misma Kyliana de siempre, pero la fogosidad que portaba aparejada su nuevo cuerpo, se hacía evidente hasta para el más necio.

Las mañanas por lo tanto, las solía pasar durmiendo hasta que el astro solar se encontraba bien en lo alto del firmamento. Para ese entonces dedicaba unas cuantas horas a sus obligaciones para con Chemosh en el Templo de la Torre y también a la lectura de las escrituras. En ocasiones dedicaba horas a copiar plegarias en pergaminos, que sin duda le resultarían muy útiles en futuras misiones que sin duda emprenderían a no muchom tardar, pues el Vendaval nunca se quedaba quieto por demasiado tiempo.

Las tardes, muchas de ellas al menos, las pasaba en lo más profundo de su Templo, junto al hombre que amó en vida y al que ahora alimentaba a base de gallinas de su corral particular y pequeños roedores que la sacerdotisa conseguia mediante trampas que había adquirido en la ciudad. El pobre Valev había encontrado un destino terrible anclado a un cuerpo sin vida y encerrado en un lugar oculto en el torreón, por tal de que no hiciera daño a nadie.

Allí se encontraba la sacerdotisa de Mem, tratando de encontrar una razón para no sentirse culpable por el hecho de haber puesto en aquella situación a aquel hombre. Quizás ese fuera el justo castigo por sus actos en vida, pero eso no apaciguaba la culpa de la sierva de Chemosh.


Una de aquellas tardes, Kyliana de Mem accedió al recinto oscuro su propio templo atravesando todas las puertas de seguridad que ella misma había dispuesto, portando consigo  un conejo vivo entre sus manos. Allí le aguardaba el encadenado no muerto, hambriento, como siempre. Se acercó a Valev, la criatura que con mayor lealtad le había servido nunca y extendió el conejo hacia él.

Sin decir palabra, Valev alzó la mirada, sus ojos muertos reflejando un hambre insaciable. Con movimientos lentos pero decididos, sus manos huesudas y cadavéricas tomaron al conejo, que chilló de terror al ser atrapado por aquellas garras frías. Sin más preámbulos, Valev abrió su mandíbula desmesuradamente y clavó sus dientes amarillentos en el cuello del conejo. El animal emitió un chillido agudo y desesperado, pataleando frenéticamente en un último esfuerzo por escapar. La sangre brotó en borbotones, empapando las manos de Valev y goteando al suelo de piedra.

Valev devoró con una ferocidad inhumana. Sus dientes desgarraron carne y tendones, y su mandíbula trituró huesos con un sonido húmedo y desagradable. La sangre se mezclaba con la saliva mientras devoraba al animal con una eficiencia aterradora. Sus ojos muertos permanecieron fijos en el cuerpo del conejo, completamente concentrado en saciar su hambre. Con cada mordisco, las vísceras se esparcían y los huesos se rompían, resonando en la penumbra del recinto. El cuerpo del conejo fue desmembrado y consumido rápidamente, dejando solo fragmentos de huesos y un rastro de sangre en el suelo.

Finalmente, cuando solo quedaron fragmentos y restos del conejo, Valev se limpió los labios ensangrentados con un movimiento lento y deliberado. Su mirada oscura se encontró con la de Kyliana, reflejando una devoción y una ferocidad insaciables.

- Dime, Valev, ¿cómo te sientes permaneciendo encerrado en este templo? ¿No ansías algo más allá de estas paredes? -  Le dijo mirándole con una mezcla de tristeza y esperanza. Tristeza por ver a Valev en aquella posición tan lamentable y esperanza por una respuesta que redujera su carga de culpa.

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21/05/2024, 13:05
Freya Adamiel

El regreso a la torre había sido una fuente de nuevas contradicciones para la qualinesti. Su fe en Markham se había diluído tras serle asignada la baja misión del saqueo de un monasterio, pero esta tarea había tenido una recompensa monetaria con pocos precedentes entre los suyos. Pese a que el dinero no era lo que Freya había ansiado siempre de Markham, el generoso pago por sus servicios la habían conducido a un nuevo debate interno. Para no pasarse las horas muertas odiándose a sí misma, se entretuvo en las tareas logísticas que sir Aelfryd le sugería, administrando los fondos producidos por la mina para favorecer la instalación de mejoras defensivas en la torre, así como algunas comodidades para la guarnición allí destacada. Aquellas tareas no le resultaban particularmente estimulantes, pero al menos ocupaban su tiempo, evitándole pensar en la traición velada que varias de sus acciones y palabras suponían de cara a Markham. Al final le habían entregado el fruto de su expolio, todo salvo un objeto, que se había quedado el solámnico, hecho que no era menos traición que la falta de contundencia con la que Freya había respondido a las propuestas sediciosas de Enrielle o Kyliana. Así pues, seguían bajo el auspicio de su señor, a la misma distancia de su lecho que meses atrás, y quizá unos pasos más cerca de la horca. Tendrían que andarse con ojo.

Al margen de todo aquello, el avance de la escuela de Ailas, o la extraña y sórdida transformación de la goblin, fueron hechos de los que Freya no participó en demasía. Kyliana seguía siendo siniestra, pese a su nuevo aspecto, el cual, si lo que decía Enrielle era cierto, era más próximo a la apariencia original de aquella criatura. En cuanto a la escuela de magia, Freya no tenía intención de participar en nada que tuviese que ver con ella. No era tan diestra con las artes arcanas, y aquellos adeptos resultaban demasiado aficionados a la cama de Kyliana como para poder confiar en ayudarles a adquirir ningún poder. Que fuese el túnica blanca quien asumiese esa responsabilidad.

Cuando llegaron las aciagas nuevas sobre Kalaman, Freya se solidarizó con Enrielle. La exploradora seguía siendo un alma solitaria, que se alejaba de la torre con frecuencia, y sus palabras contra Markham eran un peligro para todos ellos, así como la cercanía de sus aliados de la Legión. La qualinesti sabía que en su complacencia con aquellos hechos también incurría en una falta hacia su señor. Otra más para contabilizar. Pero no pensó en ello cuando la legionaria les pidió ayuda.

- No está en mi mano facilitar el camino a Kalaman, pero, si otros pueden hacerlo, mi estoque luchará a tu lado contra los enemigos de Solamnia.

Una vez más, habrían de confiar la defensa de la torre a los soldados allí apostados. No obstante, la elfa confiaba en que las defensas adicionales ayudaran a protegerla, si llegaba el momento en que los minotauros penetraban hasta allí.

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21/05/2024, 17:31
Bugambilia

 Bugambilia suspiró mirando al interior de su jarra.

— ¿Yo también tengo que ir? Agapanto necesita ayuda en la cocina.— mintió. — Y puede que ya sea demasiado tarde. No contesta desde anoche.

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21/05/2024, 19:44
Ailaserenth Sëlanar

Por alguna razón que no alcanzo a comprender del todo, siempre he sentido una debilidad especial por Enrielle. Y no será porque no me haya decepcionado tanto y tan continuamente como los demás; al contrario, sus faltas me han dolido siempre más que las de ninguno, precisamente por el afecto que inexplicablemente le profeso.

Y es esta estima personal la que me lleva a empatizar con su dolor y a desear satisfacer su petición aun cuando ésta comporta grandes riesgos y escaso interés para mí.

—Jamás he estado en Kalaman de modo que, aunque quisiera, no podría llevaros hasta allí mediante mi magia —despliego ante nosotros el mapa del imperio solámnico—. La ciudad está a unas doscientas cincuenta millas de aquí. A lomos de Shilara podría llegar allí en cuatro días pero vosotros, a caballo, difícilmente tardaréis menos de una semana en llegar y lo haríais cruzando una región infestada de enemigos. Si lo que planteas es una extracción de ese amigo tuyo, deberías acordar con él dónde debo ir a buscarle y le traeré de regreso. Si no sabes donde se encuentra y lo que propones es peinar todos los posibles caminos desde aquí a Kalaman hasta dar con él, debo decir que es un completo disparate. Y si de lo que estamos hablando es de llevar a cabo una incursión todos juntos en territorio enemigo, recomendaría encarecidamente ponerlo antes en conocimiento de Markham. Él debe conocer la situación del lugar mejor que nosotros y tal vez esté dispuesto a darnos indicaciones de dónde le convendría a su ejército que golpeáramos a sus enemigos para favorecer sus propios intereses.

Notas de juego

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22/05/2024, 09:34
Kyliana de Mem

Kyliana se acercó a su mochila y rebuscó en el interior de uno de los bolsillos extrayendo lo que parecía ser un anillo dorado. Acto seguido se lo mosró al grupo. En efecto era un anillo de oro y rubíes que brilaban con fuerza ante el reflejo de la luz solar que se filtraba por la ventana. Ninguno de los presentes había visto nunca esa joya, pues perteneció a Briand Le Besco, la Embajadora de la Casa Le Besco de Kalaman, una de las miembros originales del Vendabal de Muerte, antes incluso de que se conociera al grupo con ese nombre.

anillo de oro y rubíes sostenido sobre la palma de la mano de una mujer con uñas pintadas de negro

Una amiga mía que sirvió a la Senda como nosotros hacemos ahora, Briand Le Besco, murió asesinada por Guiler Abrena, un alférez de la Orden del Lirio y los suyos. - Se llevó su fina mano de piel blanca al mentón. - Abrena servía a Thakisis. Él me entregó los guantes encantado que he usado muchas veces, así como la piedra negra que luego sirvió para hacer volar la fortaleza de Mem y también este sello. La piedra debía entregarla a los nerakanos, pero nunca llegó a su destino. - Sonrió de forma maliciosa. - Le engañé y bien. - Soltó una risotada. - Sea como sea, he guardado desde entonces el sello. Su portadora se identifica como la Embajadora de la Casa Le Besco, como os he dicho. No sé si en mi caso sería del todo así. No sé si es ético presentarse bajo ese título. No lo creo, la verdad... - Reflexionó en voz alta. - Pero sea como sea, tengo una deuda pendiente con Briand y también con Kalaman y me gustaría saldarla. No sé cual es la forma más óptima de llegar hasta allí, ni tampoco sé que podemos hacer por liberarla de sus invasores,  pero sé que tenemos... - Hizo una pausa. - Sé que tengo que ir hasta allí. - Rectificó.

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22/05/2024, 22:28
Enrielle "Flechas de Muerte"

Flechas de Muerte asintió agradecida a Freya, y tuvo que reprimirse para no arrojarse hacia Ailaserenth para abrazarlo y permanecer estoica.

¿Podrías hacerlo? Sombrasilente tiene una piedra mágica con la que me comunico casi todas las noches desde hace mucho tiempo. — explicó dejando entrever la esperanza que la embargaba — Debería ser fácil establecer un punto donde extraerlo, pero temo que sea arriesgado. Deberíamos ir por tierra para darte apoyo.

La intervención de Kyliana hizo que recordara aquel tiempo y la pérdida de Lady Briand. Apretó su mano con afecto. Kyliana siempre estaría ahí independientemente de su forma.

Volveremos a Kalaman juntos y haremos lo posible para ayudar. Pongámonos en contacto con el Emperador para ofrecerle apoyo, obviando por supuesto el rescate de mi Hermano.

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23/05/2024, 00:00
Aelfryd Solanthian

─La caída de Kalaman supone un duro golpe para Solamnia y una muestra de debilidad. Si se puede hacer algo por remediar su saqueo o siquiera para mitigar el daño causado, contad conmigo. Con nosotros ─dijo incluyendo a su escudera en el asunto, seguro de que querría participar─ Si lo que he escuchado es cierto, ya evistásteis su caída hace un tiempo, cuando les arrebatásteis al enemigo una ciudadela volante que hubieran utilizado para tomar la ciudad mucho antes. Entiendo que queráis salvar a vuestro amigo. ¿Sombrasilente? Imagino que de la Legión de Acero... No, no me miréis así, nunca dije que me cayeran mal, cualquier amigo de Solamnia y sus gentes es amigo mío, en especial en tiempos de guerra.

Su voluntad, la del grupo, parecía clara. Iban a intervenir en el control de daños causados por la caída de la ciudad costera. El tema era cómo llegar y cuándo a la región. Como bien había comentado el túnica blanca (¿acaso se equivocaba alguna vez?) el cabalgar hasta allí podía resultar problemático. Pero no tanto como pudieran creerse.

─Si llevamos nuestras propias provisiones y avanzamos rápido, siendo un grupo pequeño y ligero, no debería ser muy difícil librarse de la mayoría de problemas que sí encontrarían la infantería o los grupos de refugiados. Si nos acercamos demasiado a la frontera podríamos topar con exploradores, pero os he visto luchando y no creo que fuera a suponer un reto. Decidle a vuestro contacto que siga el río Vingaard hacia Maelgoth, la capital de Nightlund. Y según nos acerquemos a la zona otros nuevos mensajes nos pueden ayudar a localizarle...

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23/05/2024, 15:59
Freya Adamiel

Freya escuchaba a sus compañeros de armas mostrar su disposición a participar en aquella misión. Había confiado en que Ailas pudiese aproximarles a la región con la ayuda de su magia, pero parecía que no podrían disfrutar de un medio de transporte tan inmediato.

- Por mi parte, puedo notificar a Markham nuestra intención de participar en la evacuación de supervivientes de Kalaman, así como de sabotear las operaciones de los nerakanos allí. Quizá no lo vea con buenos ojos, pero espero que la inversión que hemos hecho en defensas adicionales le tranquilice respecto al destino de esta torre.P

Freya no podía ofrecer mucho más desde el punto de vista logístico.