Partida Rol por web

—Al final resultó que Fluffy decía la verdad y no pegó a Eve. — explicó mirando a su compañera que acababa de chillar, provocándole un microinfarto— Ha debido ser cosa de la movida de la tormenta

Lo que no explicó era que el resultado de que las dos hubiesen acabado echándose una siestecita era precisamente por aquella razón. Vaya viaje. Ni la vez que Azotitos le engañó para tomar una extraña droga para que se "soltase un poco" y la chica había terminado abrazando al primero que pillo gritando que era un abrigo, negándose a soltarlo. Shatura se frotó la cabeza. Por supuesto, todo había sido un sueño... ¿Cómo iba a ser Jeremy un jodido psicópata? Por un lado, quería despertar a Eve, pero por otro... bueno,  sabía que aquel no era un sueño común.

—¿Qué querían Los Huesos?— preguntó inclinándose sobre el respaldo del conductor. Había visto a Azotitos venir de aquella zona y le había invadido el pánico por ello, pero el sueño había pasado.

No pasó mucho tiempo hasta que tuvieron el accidente. El golpe fue tan fuerte que sacó a Eve de su sueño y al resto casi de sus asientos. ¿Qué demonios había pasado? Afortunadamente Eliza estaba con ellos.

—Será mejor que arreglemos esto pronto... vete tu a saber que hay allí dentro— comentó señalando aquel extraño edificio. Por algún motivo, no le gustaba nada. Tenían que llegar al taller de una vez.

— Menudo meneo Azotitos! — dijo Jeremy riéndose como si estuviera en una atracción de feria, aunque miraba por el retrovisor como su taller estaba dando tumbos sin control y recibiendo golpes por todos lados.

Se bajó de la limusina y fue a examinar su taller motorizado para examinar los daños causados. Quizá sería mejor desacoplar y viajar en ella, mas lento pero mas seguro.

Jeremy no creía en la antigua religión pero ese edificio estaba casi intacto y eso quería decir que quizá hubiera algo de valor ahí dentro.

— Hay gente que cree en esas tonterías, quizá no han arrasado con el edificio por miedo a lo desconocido. Yo digo de echar un vistazo ya que estamos aquí, quizá podamos encontrar algo de valor ¿no?

—¿No sería mejor que trataseis de hacer funcionar el coche antes? Por si hay que salir por patas, digo

Shatura no se había alejado mucho del coche, y no dejaba de mirar a su alrededor. No dejaba de buscar rastros de presencia humana en la zona, así como señales de gas nocivo, restos biológicos o animales. No le gustaba aquella situación. No le gustaba estar ahí, ni el asentamiento, ni que los Huesos estuviesen rondando, ni... bueno, nada.  Suspirando, se giró hacia su compañera. No había tenido un despertar bonito.

—¿Cómo vas, Eve?

Pasar de estar viendo aquel árbol a ver el techo de la limusina (y tan de cerca por el accidente) fue bastante descorazonador para Eve. Aunque una parte de ella se alegró de volver al mundo real.

Miró alrededor, con sus compañeros saliendo de la limusina tocándose partes del cuerpo doloridas y sonrió detrás de su máscara. Estaban todos ahí, eso era bueno.

-Bien -respondió a Shatura, seca pero dentro de su normalidad. Pese haber escuchado al ángel decir que Eve estaba equivocada, entendía que podía ser así. A fin de cuentas, Eve perdió la consciencia momentáneamente y asumió que había sido un golpe físico... Quizá fue la vorágine. ¿Cuántas veces más iba a perderse con eso...?

Después de incorporarse un poco y revisar que todo estaba en su sitio, vio como Jeremy se separaba del grupo de camino a la iglesia.

Aquella era muy parecida a donde creció con otros niños. Tras perder a sus padres y vagar entre callejones buscando algo que echarse a la boca, un sacerdote que se hacía llamar Jack el Bondadoso la recogió y le dio un lugar donde vivir. En total eran 5 niños en aquel sitio y, en general, no pasó mal tiempo allí, a excepción de cuando había que tratar con Sebastian. Aquel era un mal hombre. Vestía con la misma túnica que Jack, una roja y dorada que se ponían siempre sobre la ropa del día, que le confería un aspecto similar. Pero no era como Jack, precisamente. Aquel hombre siempre tenía un semblante serio y aplicaba los castigos con severidad. Y palos. Muchos palos.

Eve se estremeció al recordar aquellas palizas. Pero aquello ya quedaba muy atrás. Suspiró profundamente y dejó que la curiosidad la invadiese, sobre todo viendo como Jeremy avanzaba hacia el portón.

Eve miró alrededor, intentando convencerse de que ni ella, ni él, correrían peligro de continuar el camino.

-Voy contigo -le dijo a Jeremy tras apretar el ritmo y ponerse más cerca de él, para que se sintiera acompañado.

Jeremy estaba cagado pero sentía una necesidad extraña de entrar en ese sitio y descubrir que había en él, le daba un nosequé en sus huesos, como cuando amenazaba para llover. No creía en esos fanáticos ni en sus idas de olla, pero eso no quitaba que sintiera respeto por ellos.

— Si esto es una Iglesia del Cónclave, no se que demonios harán tan lejos de su zona, es que tienen algo que proteger o hay algo que no me encaja aquí. — comentó con Eve al ver que se le unía.

Aquellos naturistas, pro-animales, anti-tecnología se habían radicalizado. Contaban las leyendas que en el Mundo Antiguo eran ridiculizados o simplemente obviados pues eran pacíficos y solo había que respetar su ideología, pero hoy en día eran unos fanáticos y algunos sectores mas cercanos a la Fé eran hasta peligrosos. Jeremy siempre había sido para ellos una aberración, una encarnación del mal: un reparador, un inventor, un tecnólogo.

— Putos druidas.. — musitó casi para sí, pero audible a Eve.

Había dolor en aquellas palabras, mientras pegaba una calada, recordaba que su afición con el fumar y las drogas naturales salió de cuando él mismo formaba parte de las filas del Cónclave.

Recordó el día que fue expulsado, cuando descubrieron que su suministrador de maría y opio -el propio Jeremy- se había creado un sistema de riego y control anti-plagas con un montón de cachivaches eléctrico-mecánicos. Se sintieron maldecidos y traicionados de haber estado fumando aquellas sustancias que habían crecido a raíz del Tecno-Mal, en vez de haber sido plantadas siguiendo todos los protocolos de respeto a la naturaleza y a Gaia, su Diosa.

Shatura se puso a rebuscar en el camión de Jeremy. No era algo que le gustase; al menos desde que había perdido el reloj Casio de Azotitos. Había sucedido al poco de entrar a formar parte del asentamiento de Jackson. En aquellos días Shatura estaba más alterada que nunca en su vida, además de muy paranoica. Lo suficiente como para que Jeremy no consiguiese "darle cosas divertidas" para que se tranquilizase ni ofreciéndolas ni intentando colárselas en la comida. Además, se había obsesionado con los límites del asentamiento y los tiempos que se tardaría a llegar de un punto a otro. Había pasado unos cuantos días haciendo sus cálculos saliendo y moviéndose sin dejar de mirar aquel Casio, con la correa algo floja. Siempre que terminaba la exploración, volvía a dejar el reloj en su sitio. Hasta el día en el que tuvo que salir corriendo huyendo de un grupo de moteros que al verla habían decidido "invitarla a su grupo". Ese día iba andando y, probablemente eso fue lo que la salvó, ya que la permitió saltar por una zanja y ocultarse en una enorme tubería de hormigón. El sonido de las motos la acompañó mientras se arrastraba por aquella tubería llena de mierda hasta llegar a la salida. Tras unas largas horas, consiguió llegar al asentamiento, apestando y con algunos rasguños sin importancia, pero de una pieza. Fue la última vez que salió a explorar sola de aquella manera. Y Azotitos no recuperó su reloj. Cierto era que casi nunca lo usaba, pero una cosa era no usarlo y otra que no le hiciese ni puñetera gracia que lo hubiese cogido sin permiso. Aun con todo, el ángel estaba atenta a ver si encontraba otro igual o parecido, para dárselo en compensación... o para dejárselo como que acababa de aparecer y ella no tenía nada que ver.

El caso es que Jeremy había decidido irse a pasear a aquella iglesia malrollera y, probablemente, eso terminase con todos teniendo que huir sin mirar atrás. Y eso sin coche pues... no era muy buena idea. 

—¿Me ayudáis a buscar una de esas cosas? 

La caravana de Jeremy era cualquier cosa menos ordenada. Había de todo y en grandes cantidades, pero encontrarlo era una cuestión más de suerte que de buscar. Toda ayuda era más que bien recibida, era necesaria. Al ángel no le sorprendió encontrarse cinturones y munición en la pequeña nevera portátil ni las diferentes llaves y herramientas guardadas sin orden ni sentido. No acababa de entender como podía encontrarlo, pero lo cierto es que lo hacía, igual que era capaz de inventar cualquier cosa útil para facilitar la vida al asentamiento

Azotitos se bajó de la limusina cagándose en los ancestros de varias personas. La iglesia y el resto pareció darle bastante igual. Mientras Shatura se encargaba con Eliza de buscar la pieza para arreglar el motor, Azotitos comprobó que los daños que había sufrido la limuvana no fuera muy grave. Por suerte hacía tiempo que le había hecho caso a Jeremy y había reforzado su limusina igual que el viejo loco llevaba reforzada su caravana.

Debía ser el día de suerte de Shatura, o al menos eso le pareció en el momento, porque en apenas dos minutos había encontrado la pieza que necesitaba. Quizás fuera que cada vez conocía mejor al genio de su amigo. Se la mostró exultante a Eliza. Sentía bien trabajar de nuevo con ella. Salieron fuera justo a tiempo de verlo.

En la lejanía, a varios edificios de distancia en la acera de enfrente, había un esqueleto andante.

O esa era la primera impresión hasta que podías fijarte que jugaba el efecto óptico de la ropa y los tatuajes, amen de la extrema delgadez, su parte para esconder que se debía de tratar de una persona… si es que una persona podía resistir un disparo del rifle de Azotitos que se había subido a lo alto de la limusina.

Aquel tipo, aquella cosa, había recibido el disparo en la cabeza y apenas parecía afectado por él. Se había tambaleado un poco hacia atrás antes de dar varios pasos hacia delante. El ruido se habría oído a kilómetros, pero daba igual en aquel momento.

La cosa pareció pensárselo mejor y desapareció por el callejón que había al lado suya. Al poco se oyó el motor de una moto arrancando y alejándose.

De momento la habíais espantado, pero era de esperar que simplemente hubiera ido a buscar refuerzos.

Shatura reaccionó al fin a lo que acababa de ver. Tenía claro que su mejor ruta de escape era con la limuvana. Salir a pie de aquel lugar les llevaría muchas horas.

Sin embargo, podía inutir una alternativa si era necesario. Aquella iglesia debía tener un sótano y muy probablemente un túnel de escape hasta algún lugar cercano. Los miembros del Conclave eran una panda de paranoicos, pero muy prudentes que siempre se aseguraban de tener una ruta de escape subterránea ya que bajo tierra se sentían muy a gusto, como las raíces de las plantas que veneraban.

Al entrar supisteis enseguida el motivo por el que daba malas vibraciones aquél lugar. El hedor os golpeó a pesar de que estuviera bien ventilada por las aberturas de los muros y los cristales rotos.

Junto a la puerta había varios bancos destrozados que tenían pinta de haber sido amontonados delante de la puerta para bloquearla, pero lo que fuera que había abierto las puertas había podido empujar los bancos sin problema y después los había destrozado quizás por mera diversión.

La nave parecía tremendamente vacía sin los bancos, pero el vacío lo rompían los miembros, brazos y piernas, arrojados aquí y allá como pintando un macabro cuadro. Lo peor no eran las manchas de sangre reseca por todos lados, ni las moscas cerca de ellos, si no los mordiscos que tenían que no se asemejaban a los bocados de ninguna bestia que conocieseis, señales de una dentadura extrañamente semicircular para un depredador, una forma que ni siquiera era ocultada por los mordisquitos de las ratas que se habían estado alimentando de esos restos en los últimos días, quizás par de semanas. Eve instintivamente sacó su pistola, para sentirse más segura.

Avanzasteis con la madera crujiendo bajo vosotros. Os separasteis, cada uno a un lateral de la nave para no ser un blanco tan fácil y obvio allí en medio. Allí pudisteis algunos de los cuerpos que pertenecían a los brazos y piernas que veíais por la nave. Habían sido arrancados de cuajo con fuerza sobrehumana.

Sobre el pecho aún se distinguían las túnicas del Conclave, esas rojas y doradas que tan bien conocíais los dos. Por un momento a Eve le pareció recocer las caras de Jack y Sebastian sobre algunos de esos cuerpos, pero no eran más que malas pasadas de la memoria.

Continuasteis en dirección al altar donde se amontonaban más bancos como una improvisada barricada que hubiera sido derribada hacia dentro. Era fácil imaginar que había más cuerpos allí dentro mezclándose con las raíces de las plantas que crecían desde los muros y se extendían por esa madera putrefacta y carcomida a vuestros pies.

Jeremy conocía bien Conclave. Aunque hubieran sido asaltados sus tesoros no habrían sido fácilmente saqueados, ya que solían esconderlo en lugares subterráneos.

El peso de Eve era poco, pero menos parecía ser lo que necesitaba la madera que cedió bajo sus pies. Con tiempo a agarrarse con una mano Jeremy llegó más rápido de lo que se habría esperado en un señor de su edad. La adrenalina tenía sus beneficios.

Jeremy dejó caer su recortada al lado del agujero para agarrar a Eve con ambas manos, quien había tenido tiempo suficiente para guardar su pistola entre su túnica y tener la segunda mano libre para ayudarse a levantarse. Jeremy hincó mejor la rodilla para ayudarse, la chiquilla pesaba poco pero el vacío parecía multiplicar su peso, con la mala suerte de darle sin querer a la recortada. Eve tuvo los reflejos de cogerla al vuelo, pero su pistola asomó por entre la túnica amenazando caerse… e iba a necesitar ambas manos para salir de ahí.

Sin embargo, lo más extraño para ambos en aquella situación era el olor. De debajo de Eve el aire circulaba hacia arriba, un aire fresco con un aroma atrayente que borraba todo rastro del hedor a muerte de la iglesia. Un olor que prometía paz y ser reconfortado. Era un olor que Jeremy conocía bien, una planta, un experimento que había comenzado décadas atrás con el Conclave y nunca llegó a ver crecer más que de su forma de mata antes de que lo expulsaran, a pesar de que sin sus aportaciones jamás podrían haber cultivado aquel árbol.

Fuera escuchasteis un disparo del rifle de Azotitos.

—¿Mucho trabajo últimamente? ¿o algún lío para que hayas preparado la maleta?

Era agradable volver a trabajar con Eliza. O más bien, sostenerle las herramientas e ir pasándoselas mientras la mecánico hacía su trabajo mientras miraba como hacía su magia. En el asentamiento, Eliza había identificado a Shatura como un cordero tembloroso y no muy avispado entre lobos hambrientos y, por algún motivo decidió ayudarla. La mecánica había enseñado a Shatura a tener más confianza en si misma, una actitud menos inocente y a defenderse. O bueno, lo había intentado... El tema era que gracias a ella había evitado situaciones desagradables con los hombres del asentamiento el tiempo suficiente como para que la respetasen por su trabajo. Y era una de las pocas personas, aparte de su grupo, con las que podía charlar alegremente.

Cuando salieron, Shatura estaba más tranquila, sabiendo que la limuvana estaba otra vez disponible para huir... Hasta que oyó y vio el disparo de Azotitos. ¿Cómo era posible aquello?

—Joder...— Shatura cerró los ojos al oír el motor. No le gustaba nada aquello. Pronto vendrían muchos más y aquellos dos cabezas locas se habían metido en aquella iglesia. Sabía muy bien lo que había que hacer: ir a buscarlos mientras arrancaban el coche y salir ya de allí. Y claro, Azotitos era el que tenía que conducir, que era el que conocía su coche. Vamos, que le tocaba el muerto de acercarse a ella. Lanzó una mirada acojonada a sus compañeros antes de hacer un gesto con las manos imitando una llave al arrancar.

Shatura se dio media vuelta y se movió deprisa hacia la iglesia para avisar a sus compañeros de que había que echar patas, no sin antes volver a murmurar otro "Joder..."

— Ya hacia tiempo que quería cambiármela igualmente — dijo al ver caer su recortada, agarrando a Eve con ambas manos para que no cayera.

Luego se giró al escuchar el disparo de fuera.

— Creo que quizá debamos volver, ese disparo sera para avisarnos que están listos para irse — dijo abriendo solo la comisura de los labios para no dejar caer el puro, pues tenía las manos ocupadas.

Se guardó la localización de ese sitio, le gustaría volver en otro momento, pero ahora no era el mejor.

— Vamos.. arriba.., tenemos que irnos.

Jeremy miraba como ambas armas estaban justo en el borde de aquella grieta, al igual que Eve.

Eve se agarró con fuerza a los brazos de Jeremy, descubriendo los suyos propios mientras las mangas se le recogían hasta los hombros. Jeremy pudo ver de bien cerca los tatuajes que marcaban la piel de Eve, pareciendo que estaba toda resquebrajada. Al sentir como su pistola se deslizaba, con un rápido gesto la volvió a encajar en la cartuchera, oculta en el ropaje. Intentó agarrar la escopeta con las piernas, pues era demasiado tarde para alcanzarla con las manos, pero fue incapaz. Miró a Jeremy con ojos apesadumbrados por no haber sido capaz de cogerla, aunque las palabras de su compañero la tranquilizaron. Al escuchar el disparo afuera, la expresión cambió completamente, abriendo los ojos como platos, y se apresuró en intentar subir a suelo firme. -Gracias -susurró mientras Jeremy la ayudaba a subir.

- ¡Headshot!

Vitoreo sonriente cuando la bala impacta, pero lo que ocurre después me desconcierta y mis labios se tuercen todavía con el rifle apoyado en el hombro.

- Así que por eso la peña no sale de la zona roja, eh?

Empiezo a hablar conmigo mismo mientras cuelgo el rifle y me dirijo de un salto a la puerta del conductor de la limuvana.

Compruebo que haga contacto y que entren las marchas. Doy un poco de gas con el embrague apretado poniendo bien el oído en los ruidos del motor.

- Zombies. Lo que nos faltaba.

- Ts – chasqueó la lengua – Nah, ya,… los tipos esos que vinieron antes al asentamiento trabajan para un tipo al que prefiero evitar.

El disparo de Azotitos cortó la conversación rápidamente.

- La madre que me… - se cortó la frase de Eliza. Prefería currar para salir de allí que pararse a pensar mucho en lo que acababa de ver.

- ¡Para loco! – le espetó Eliza al ver lo que pretendía hacer – ¡Deja que yo te avise cuando tienes que probar! – le gritó desde detrás del capó – Descerebrado… - murmuró para sí sin nadie que la pudiera huir con Shatura ya casi en la puerta de la iglesia dónde se quedó petrificada un momento y Azotitos en el asiento del conductor.

- Los zombies se lanzan a por ti, no se lo piensan mejor ni conducen motos… - siguió para sí misma aunque en un tono más audible que podía llegar hasta Azotitos aunque no quedaba claro si lo decía para discutirlo o no.

Shatura se paró al abrir la puerta de la iglesia donde el olor a muerte y putrefacción le llegó como una bofetada. La sangre reseca por el suelo de madera de la nave vacía salvo por los brazos y piernas desmembrados de más de media docena de cuerpos, los troncos aún envueltos en las túnicas rojas y doradas en los laterales de la nave, los bocados de los miembros de mordiscos que eran claramente de un animal que no era un depredador, un mordisco semiesférico,…

Eve y Jeremy ya estaban a medio camino de la nave tras ayudar a Eve a salir del agujero en el que había caído. Por el sonido de la recortada al caer no parecía que la caída fuera demasiado alta, incluso podría ser que no se hicieran daño al dejarse caer, al menos si lo hacían desde la altura a la que había estado Eve colgando de las manos de Jeremy. Solo les habría faltado llevar algo para la oscuridad de allí abajo, pero eso siempre podrían solucionarlo con las linternas de la caravana.

Jeremy parecía dispuesto a dejar atrás su sueño de juventud. Después de todo, quizás podría haber imaginado ese olor y seguro que sería capaz de volver a encontrar la iglesia. Seguro. Sólo había sido casi una hora dando vueltas por la Zona Roja pa’lante y pa’tras. Con casi toda probabilidad podría encontrar el camino de regreso. Un 50% seguro. Casi. Un poco menos. Bueno, siempre podía tardar un poco más en encontrarlo si se perdía, ¿no? Y seguro que el árbol o esqueje que había allí abajo estaría bien hasta que él regresara. Un sótano a oscuras parecía un lugar estupendo para conservarlo. No es que le faltase luz ni le sobrase humedad, claro…

—Tenemos que irnos

Shatura había entrado un par de pasos en la iglesia y miraba a su alrededor con una mezcla de asco y respeto. Aquel lugar era terrorífico, pero le preocupaba mucho más lo que había visto fuera. La joven ángel se abrazó a sí misma como para protegerse ante el espectáculo que había ante ella y es que, a diferencia de sus compañeros, había distinguido a la perfección las marcas de mordiscos de aquellos cadáveres. Estaban producidos por dentaduras humanas.* Todo aquello olía a secta cánibal que tiraba para atrás. Salvo por el detalle de que eran inmortales.

—Azotitos ha pegado un tiro a un tipo muy raro. Un tiro en la cabeza. Y no solo no ha sobrevivido, sino que ha cogido una moto y ha se ha ido,seguramente a buscar refuerzos. Tenemos que irnos antes de que lle... ¿Jeremy?— Shatura se detuvo y miró a Jeremy. El viejo tenía una expresión rara. Por supuesto, Shatura no sabía nada del árbol ni de los vínculos de Jeremy con el Cónclave, ni que era el maldito cónclave ni de aquella religión. Quería irse a toda costa, pero como todo el mundo sabía, era incapaz de llevar la contraria a nadie, por evitar el conflicto. A pesar de todo, aquella situación era tan loca que quizás hubiese podido plantarse. Solo había un pequeño detalle: Jeremy había tenido que pirarse de un asentamiento donde era respetado por ella. Se había jugado el cuello por ella. Si había alguien a quien seguiría por lealtad y no por miedo era al genio. Aun cuando estuviera completamente loco. Pese a todo, insistió— Azotitos y Eliza ya han arreglado el coche. Hay que largarse

Saco el codo por la ventanilla

- Date prisa, me da que pronto tendremos visita.

Miro por el retrovisor a ver si veo más de esos zombies pensantes.

- ¿Le doy ya al contacto?

"Uff, que aburrimiento estar aquí esperando"

Toco la palanca del asiento para reclinarlo un poco y veo el trasero de Shatura corriendo hacia la iglesia. Mi mano instintivamente se encuentra agarrandome el pene por encima de los pantalones.

"Hace días que no vacío el cargador"

— Me habría encantado visitar este sitio.. hacia tiempo que no visitaba una iglesia de estas. Me gustaría volver, pero no se si podremos, además se me cayó la escopeta por el agujero. — dijo apenado, pero tampoco se iba a jugar el tipo si Azotitos había vuelto a hacer de las suyas.

Antes de largarse de ahí echó un último vistazo a esos cuerpos devorados. Había acabado mal con el cónclave, pero no todos se merecían esa muerte.

— Creo que voy a desenganchar mi taller de la limo y voy a seguiros, total, tampoco se puede ir muy rápido y maniobraremos mejor.