Partida Rol por web

Crassus continuó paralizado, temblando, presa del miedo. Pese a todo lo que había leído de la historia del Imperio, jamás se había imaginado una abominación así. Por fin entendía la magnitud de la amenaza a la que se enfrentaba el imperio, pero no lograba asimilarla. 

El bruto centró toda su atención en Xazhum. Era su amenaza directa más plausible con ese rifle. Dejó a un lado a Grunda y lanzó a un lado el cadáver del mutante, agujereado y quebrado, para asir su maza con ambas manos en un arco mortal hacia el pandillero.

Xazhum no las tenía todas consigo cuando vio aquella enorme maza volando contra él. No es que su Mahou virtud fuera la agilidad, pero debía hacer gala de una gran destreza para volver a esquivar un ataque de aquella mole deforme.

El granuja no se esperaba un ataque tan rápido y demoledor contra él, pero por suerte reaccionó en el último momento antes de que la maza le aplastara. Pasó rozándole y no acabó por destrozarle por escasos centímetros.

- ¡Hostia! - Exclamó al ver pasar su vida por delante de los ojos en un pestañeo. - ¡Muere engendro! - Alzó la voz disparando de nuevo contra aquel mutante de enormes proporciones.

Xazhum disparó otra vez y acertó. Debido al movimiento de esquiva previo no pudo atinar mucho con el rifle pero la bala impactó de lleno en el muslo provocando la ira, todavía más si cabe, de la abominación mutante.

ya empezaba a encontrarme mejor, todavía seguía un poco mal, pero encontraba las fuerzas para poder seguir luchando en contra de la abominación, por lo que levanto mi escopeta y disparo, pero todavía no me encontraba en situación de disparar, ya que doy en un cubo de basura.

El muti se revolvió con furia al ser herido en el muslo por Xaz. (Si salíamos de ésta le llamaría así,  me gustaba cada vez más el tipejo. Quizá hasta le diera una oportunidad en la cama. Ya veríamos...).

Por lo que, teniendo la masa en frente le largué un balazo a quemarropa, sin esperar a que arremetiera. Me miró,  lo bastante fijamente  como para enviarle una mirada yo también,  una cargada de ira... y quizá de dolor. Esperaba que el suficiente como para que se aturdiera y llegara a desprotegerse.

La abominación miraba a unos y a otros. Por todos los flancos rugían las balas de rifles, pistolas y escopeta. Al final el mutante fue al que tenía más a mano, Xazhum, pero su mente estaba enturbiada y le dolía. El garrote pasó bastante por encima de Xaz, soltando chispas y dejando un surco en la pared de hormigón, mientras el chirrido del hierro rascando acompañaba la violenta escena.

El ruido, la sangre, el caos y las mutaciones... algo que nunca olvidarás mientras dure tu vida. Nada parecía lo que era y a pesar de haber leído mucho sobre las abominaciones del caos, la realidad siempre supera la ficción.

Tus amigos luchan por su vida y por salvar la tuya contra ese ser abominable al que no puedes dejar de mirar, hipnotizado de horror, como el engendro que es. Pero de repente notas algo, algo que por simple curiosidad desvías la vista un momento de la abominación. Un contacto físico con tu mano. 
Bajas la mirada y te encuentras con dos ojos azules, grandes, tristes, llorosos. Te miran esperanzados y su calidez hace que parpadees, una dos veces, olvidñandote por un segundo del monstruo.

Mientras sus compañeros libraban una batalla literal contra el Archienemigo, Crassus se enfrentaba a sus propios demonios. La mera visión de la bestia mutante había hecho tambalear todo su ser. Había pecado de arrogante. Creía conocer al enemigo al que se enfrentaba el Imperio, que los innumerables escritos y crónicas que había transcrito en el scriptorium de Scintila habían templado su alma para plantar cara con el mismo coraje con el que lo habían hecho los santos y héroes de la Humanidad antes que él. Ahora se daba cuenta de que no, de que era un insignificante y débil mortal luchando contra bestias más allá de su comprensión. Cerró los ojos, con fuerza, y comenzó a recitar una plegaria al Emperador. 

Entonces notó algo cálido acariciarle la mano. Cuando bajó la vista, la niña que habían encontrado con él estaba allí, mirándole. Sus ojos estaban tan enrojecidos por las lágrimas como los suyos, pero brillaban de esperanza. Respiró hondo y, para su sorpresa, de pronto se sintió más tranquilo. Las ráfagas de proyectiles que sus compañeros disparaban contra el mutante le devolvieron al callejón, pero habiendo dejado atrás el miedo. Miró las armas que llevaba en las manos, y asintió, temblando por la adrenalina. 

Aquella bestia inmunda la había tomado con él. Se empeñaba constantemente en centrar sus ataques contra el granuja. Suerte que era torpe como el que más y cuando dirigía bien sus ataques, los reflejos del propio Xazhum salvaban la papeleta.

Había logrado esquivar dos nuevos ataques cuando se vio de nuevo con opciones de descargar toda su ira contra su agresor. Miró por el rabillo del ojo a Grunda, le sonrió y entonces apuntó descargando una nueva ráfaga de balas contra su adversario.

- ¡De ésta no te libras engendro! - Le gritó mientras el rifle escupía balas, una detrás de otra contra la abominación gigantesca.

El rifle de Xaz vomitó su carga, escupiendo plomo y furia a partes iguales. Casi inmediatamente la última bala cargada en la pistola de la salvaje partió hacia el mismo objetivo.

De nuevo lanzó su oleada mental contra el cerebro ahora debilitado de su enemigo. Pero a Grunda no le había pasado desapercibida la mirada y la sonrisa de su compañero, y sumada a la visión del rugir de las balas enfilando hacia la mole de carne, le impidió concentrarse lo suficiente como para dirigir su poder con precisión.

Esperaba que esa cosa cayera por fin bajo la lluvia de proyectiles que le estaban propinando entre todos...

Tras el disparo vuelvo a intentarlo otra vez, pero me acuerdo de que mi escopeta tenia una par de cartuchos, por lo que abro el cargador y echo lo que queda en la recamara y empiezo a recargar el arma

Crassus levantó el brazo, y apuntó a la bestia, pero las manos todavía le temblaban y su vista se le antojaba borrosa. No estaba seguro de si lo había impactado. 

Los disparos eran simultáneos y las balas silvaban en el callejón impactando en la putrefacta carne y el hormigón, mientras los destellos de vuestras armas iluminaban brevemente aquél oscuro rincón del caos que tantas vidas inocentes había costado, como si de un rayo de esperanza para sus almas se tratara.

El rifle de Xazhum escupió sus balas en una danza mortal, impactando varias veces en la cabeza, el brazo y el pecho. Grunda aportó sus balas perforadoras que atravesaban la costra de aquél engendro sin dificultad y Crassus había demostrado que el conocimiento podía derribar enemigos.

La primera bala abrió un surco en la costra del ser, quemando la carne y exponiendo su cráneo deforme. La segunda hizo que su cabeza malformada reventara en varios trozos y esparciera su consumida masa por el hormigón. La bala perfora hombres atravesó la costra del cuello impactando contra la columna. Un chasquido os indicó que esta había sido truncada y la masa deforme de la cabeza salió despedida impactando con un sordo ¡CHOOF! contra el suelo. Crassus disparó a la pierna partiendo el hueso del ser, que retrocedió por el impacto como acto reflejo. Finalmente la masa se derrumbó y el callejón pudo encontrar la paz.