Partida Rol por web

¡BOOM! La explosión hizo que todos los pieles verdes quedaran quietos y callados durante unos segundos, un tiempo que Grenda aprovechó para correr más si todavía cabe, e intentar librar el pellejo.

El escudo se desactivó, el camuflaje holográfico se desactivó y los piles verdes miraron al cielo...donde unas estelas de humo blanco anunciaban el inminente bombardeo.

Grenda seguía corriendo. Si los orkos no la mataban de un disparo tal vez sus propias tropas si lo hicieran en el bombardeo. Tenía que correr sin parar.

Grenda corría a través de los proyectiles orkos. Impactaban a su lado, la pasabna cerca e impactaban en las motos allí aparcadas cuando pasó cerca de estas. Por suerte, el emperador protege y ningun disparo alcanzó a la soldado.

Lo había logrado. Había conseguido desactivar el holograma. Si duda había hecho un buen trabajo, pero ahora quedaba lo más importante. Salir por patas y no ser abatida en el intento. No quería que su familia recibiera una medalla en una caja...

Y Grenda salió corriendo con todas sus fuerzas, que ya eran pocas por otra parte. La misión había sido agotadora y las piernas de la soldado flaqueaban. Las balas silbaron cerca de ella e impactaron en la roca rebotando por doquier.

- ¡Mierda! - Gritó aterrada.

Se oían disparos de proyectiles por la radio. Alguien estaba disparando como si las balas no costasen. 

...

Laura se estaba empezando a poner nerviosa.

-Corre Grenda, corre- Yulia dejó de gritar al ver como un disparo alcanzaba a la valiente heroina. Ella que había dado su vida por el Emperador, ella que se había sacrificado para que el resto viviese.
Yulia cerró sus ojos, se los Galo con la mano y giró el rostro para no ver la caída de Grenda. Estaba convencida de que si no miraba aún le quedaba una oportunidad

Las fuerzas te abandonan en el último momento. Las piernas no responden y caes al suelo. El sobreesfuerzo ha sido brutal, pero eso no sacará compasión de los orkos... ni de los bombarderos. Oyes como se aproximan para lanzar su carga y los disparos vuelven a sucederse alcanzando a la soldado que yace apenas sin fuerzas.

El primer dispro la alcanza en la pierna izquierda. La bala entra y sale dejando un agujero limpio. El brazo derecho también es alcanzado y si no hubiera sido por el casco Grenda ahora sería un frío cadáver. Pero la soldado aguanta, bien por la fe en el emperador o por su familia, pero aguanta.

Dolorida y agotada, Grenda continuó prácticamente arrastrándose, hacia la salida de aquella caverna. No deseaba que esa fuera su tumba y no quería morir bajo el fuego amigo. No... No se iba a rendir. Tenía que llegar fuera como fuera.

- ¡Aaaaah! - Gritaba dolorida a casa paso.

Las lágrimas de dolor y terror por su más que probable muerte, era única compañía que la soldado tendría en aquella penosa procesión hacia la salvación. Nadie iba a acudir en su ayuda. Nadie iba a salvarle el culo. Sólo ella podía alcanzar su propia salvación.

Y paso a paso se fue acercando hacia la salida. Paso a paso se alejaba de la muerte, pero las balas golpeaba cerca y anunciaban su próxima muerte. No obstante, sacó fuerzas de dónde no quedaban y siguió avanzando. No le quedaba otra...

Los orkos no paraban de disparar, ella se arrastraba hacia la cueva y entonces los bombarderos atacaron. El cráter se llenó de fuego, hierro y tierra.

Nada sobreviviría a eso.

Media hora después, fatigados y exhaustos, la séptima escuadra de reconocimiento se puso ffirme cuanddo el capitán Maddock se personó en el área. Tras él una compñía completa más tanques blindados rodeaban el perímetro del cráter.

Una escuadra de veteranos zapadores se adentró en el túnel para abrir hueco, cuando por el comunicador sonó un grito de alarma.

-Está...está viva. ¡Manden a un médico! ¡soldado herido en la cueva!-

Grenda se había refugiado en una piedra de la enrtada cuando el bombardeo alcanzó el cráter. Sobreviviendo por pura fuerza de voluntad.

Una semana después...

La séptima escuadra había sobrevivido a aquél horror perdiendo solamente dos de sus miembros. Era un buen balance según los estadistas del Administratum. 

El cuartel se había engalanado. Los soldados vestían uniformes de gala, los vehículos blindados brillaban y las armas olían a grasa reciente.
Las banderas, pendones e insignias ondeaban al viento mientras las palabras del archisacerdote os bendecían y rogaban para que matarais a muchos enemigos.
Familiares y amigos aguardaban en la zona civil mientras os graduaban. Al llegar a la séptima escuadra el comandante ovacionó vuestro valor, vuestra integridad y herísmo como cabe en ser en la guardia aimperial, escudo de la humanidad. El propio comandante os colocó la medalla al merito especial, algo más allá del deber. El orgullo os hincha el pecho.

Ahora si que podéis decir que sois los guardianes de la humanidad. Ahora es cuando ccomienza vuestra historia.

                                                                                     FIN