Poco después de anochecer aparcáis el coche en la acera de enfrente del Riles Club. Es un local modesto tirando a tugurio, pero de tamaño y aforo considerable. En Harlem hay decenas de estos clubs.
Empujáis las puertas de cristal y pasáis al vestíbulo, que está enmoquetado y huele un poco a rancio. A vuestra derecha una taquillera tras un cristal os vende dos entradas, por 1 USD cada una. Un hombre negro vestido de traje y de complexión bastante grande está de pie en la pared opuesta a la vendedora con actitud atenta a lo que le rodea, os recoge los tickets y os deja pasar.
Bajáis por unas estrechas y desgastadas escaleras de madera y llegáis al Club. Es un sótano bastante grande, con aforo para 100-150 personas sentadas en mesas redondas pequeñas con mantelitos blancos y una lamparita en cada una. Enfrente de las mesas hay un escenario donde tocan desenfrenadamente un grupo de músicos negros.
Enfrente del escenario, y tras las mesas, hay una barra muy larga hecha de roble, tras la barra varios barman atienden al público sentado en taburetes.
El 80% del público son negros, pero hay algunos blancos en grupo o sentados en parejas disfrutando del espectáculo. Hay aforo tanto de hombres como de mujeres
Hace mucho, mucho calor, y huele mucho a tabaco, sudor y alcohol. El escenario está iluminado, así como la barra, pero el resto del local está en penumbra, con las lamparitas de las mesas, que en realidad apenas iluminan.
Si os ponéis en la barra un barman negro con pelo canoso se os acerca al poco rato:
- Buenas noches, ¿Qué les pongo?
Si queréis ir a una de las mesas un camarero negro vestido con una especie de smoking blanco os sienta en una mesa libre.
- Buenas noches Señores ¿Qué desean tomar?.
Si queréis hacer otra cosa me decís.
¿Qué queréis hacer?
- ¿Alguna sugerencia? - Preguntó John. - ¿Este club es famoso por algún tipo de combinado? - Le preguntó al camarero negro.
No creía que le fueran a entregar la droga que buscaban de una forma tan evidente, pero no perdía nada por preguntar. Fuera como fuera, estaban en aquel antro. Estaba repleto de negros y ellos, pero también había algún blanco y por suerte dos blancos más no iban a desentonar demasiado. No al menos por el color de su piel, aunque quizás si por su apariencia, olían a pasma a kilómetros de distancia.
Se mantendría atento a cualquier cosa que pudiera resultar sospechosa. A eso habían venido y no a escuchar esa música moderna o a beber rodeado de aquella gente que a Rogers no le gustaba ni un pelo.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 59 (Fracaso) [59]
- Claro Señor. Son muy famosos nuestros Daiquiris, especialidad de la casa - dice muy atento - ¿desean uno entonces? *
Observas el interior del local, pero no hay nada a simple vista sospechoso o fuera de lugar.
* El daiquirí se hizo popular en la década de 1940. El racionamiento en tiempos de guerra hizo que el whisky, el vodka, etc., fueran difíciles de conseguir, pero debido a la política de Buen Vecino de Roosevelt (que abrió las relaciones comerciales y de viajes con América Latina, Cuba y el Caribe), el ron era fácil de conseguir.
Sí, oléis a poli a distancia.... pero los polis también van a sitios así a beber... más a menudo de lo que uno esperaría ;)
No notáis que nadie os mire especialmente.
Por cierto, tienes 25% en Disfrazarse, sirve para hacerse pasar por alguien que no eres, así que si quieres podrías usar la habilidad para intentar no parecer un poli...
El garito estaba animado cuando llegamos. Tras comprar la entrada y entrar, nos dirigimos a la barra para pedir algo.
-"Yo tomaré una cerveza." Respondí, mirando fijamente al barman.
Me puse a mirar a todos lados: salidas, local, gente, músicos... Algo de esta sala olía mal, y no eran los sobacos de los clientes. Tras un rato observando, le pregunté al barman.
-"¿Este grupo de música está todos los días? Me gustaría saber quién actuó hace dos noches. Me han hablado maravillas de este sitio y en especial de la música que aquí tocan." Le dije.
Si esos eran los músicos que estaban cuando el secuestrador vino, podríamos hablar con ellos para ver de qué manera le habían drogado, si es que habían hecho tal cosa.
- Enseguida - dice el barman canoso.
Al poco vuelve y pone sobre la barra el Daiquiri y una cerveza fresca.
- Son 2 dólares con 48 centavos por favor.
¿Quién paga?
- Pues la verdad no sé si estos músicos tocan todas las noches, pero espere... - alarga el brazo y coge un panfleto sobre la barra - aquí tiene un programa.
Es un programa mecanografiado en una cuartilla, con el logotipo del Club impreso en ella.
Según el programa de esta quincena hace dos noches tocaron: John Hawkings, Gerry Coltrane, Nicholas Brittle, Coleman Mulligan y "Mazacote y Orquesta". (Estos últimos aparecen escritos en castellano en el programa).
Las siguientes horas las pasáis bebiendo, observando y escuchando Jazz. Cuando uno no conoce el Jazz (y quizás apenas la música gente de los años 40 que no tienen el acceso de hoy día a contenidos diversos), oírlo (y que te guste de primeras) puede ser toda una... aventura, porque es una música muy compleja que no es nada fácil de que te entre a la primera.
Podéís aprovechar para hablar entre vosotros de béisbol, mujeres o chismes del departamento. O bien si queréis que le guste esta música a vuestro PJ, perfecto :)
- ¡Un fuerte aplauso para ellos! - el presentador despide al grupo que estaba tocando.- Y ahora... Damas y caballeros.... den un fuerte aplauso a esta joven promesa.... el Príncipe del saxofón.... ¡¡Nicholas Brittle!!
Se sube al escenario un joven larguirucho con sonrisa tímida, y empiezan a tocar.
Al principio para vosotros no difiere de lo que sonaba antes, pero al cabo de un rato lo notáis... sentís un extraño vértigo y notáis como si el cerebro se os pusiera del revés.
La melodía de repente se vuelve absurda, las fusas y semifusas fluyen con locura, para después volver a un ragtime a doble tiempo precioso y descender a un rugido chirriante de notas terroríficas. Todos los músicos sudan y se mueven con frenesí. El batería lleva el absurdo tempo que salta de 5/12 a 3/4 y luego realiza asíncopas aparentemente aleatorias.
Brittle se retuerce mientras toca como si todo el aire de sus pulmones tuviera la misión de ejecutar cada una de esas notas con maníaca precisión.
La cabeza os da vueltas, el aire os falta. Hay pasajes deliciosos que os hacen estar a punto de saltar las lágrimas en éxtasis para romperlos a continuación en macabra disonancia.
Y de vez en cuando aparece esa pegadiza melodía "Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... Tarararí, Tarí, Tarí, Tararará... "para luego salir de nuevo a pasajes sin ningún sentido para vosotros.
El ritmo, la intensidad y el horror van in crescendo, más alto... más rápido... más horrible...
Y de repente se acaba la pesadilla. Ya no suena la música, sólo los aplausos del público como una especie de ruido blanco que vuestro cerebro recibe como si fueran ángeles los que aplauden.
Nicholas y los músicos saludan y se retiran por las bambalinas. La gente aplaude con normalidad. No sabéis cuanto tiempo habéis estado en esa especie de pesadilla. Para vosotros han sido 5 minutos, pero según vuestro reloj han sido 50.
Ambos sudáis mucho, os encontráis cansados, mareados y tenéis náuseas.
¿Qué queréis hacer?
Hay que tirar COR
- Éxito: Pérdida de 1D3. Una vez termina te sientes mareado y muy confuso por la experiencia, pero nada más.
- Fallo: Pérdida de 1D8, y tirar en esta tabla (1D4)
1- Mientras están tocando te das cuenta de que toda la gente del bar en realidad son seres monstruosos, con escamas, colas y garras. El horror te paraliza.
2- Observas el rostro de tu compañero y ves cómo su cara se derrite como si fuera de cera.
3- Ves que los músicos están tocando instrumentos orgánicos, con tentáculos que se insertan en sus orificios de su cabeza o en su piel a través aguijones.
4- Estás tan feliz oyendo esta música que tienes unas ganas tremendas de ponerte a cantar. Cuando lo haces descubres que de tu boca sale un chorro continuo de cucarachas vivas que corretean por suelo como plaga de muerte.
Cuando acaba la actuación todo vuelve a la normalidad, y en caso de haber fallado la tirada vuelves a ver el Club como antes, no hay monstruos, ni cucarachas.
Aunque Rogers no lo admitiría nunca, aquella música no le estaba resultando tan molesta como en un principio hubiera creído. De hecho, se sorpredió a si mismo en más de una ocasión marcando el ritmo con el pie o realizando chasquidos con los dedos. Siempre que se percataba de ello, se detenía inmediatamente como avergonzado de ello.
Mientras las horas iban pasando y nada ni nadie parecía sospechoso de nada, se fue relajando y comenzó a parlotear con Stone sobre asuntos menores. Beisbol, la tarta de manzana que hizo su hermana Jessica la tarde anterior, el buen humor que mostraba el jefe Mckenzie en la última semana o lo estúpidos que eran Jan y Dexter. Se la habían jugado teniendo que vigilar aquella casa durante varias jornadas.
- De momento no hay noticias de tipo ese... - Pensó entonces.
Justo en ese momento comenzó a sonar una melodía diferente y muy discordante con el resto. Era pegadiza, de ese tipo de canciones que el obligan a uno seguir escuchándolas y sin embargo, le producía cierta angustia. Por suerte acabó pronto, o lo que a él le pareció pronto, porque cinco minutos se conviertieron en cincuenta y eso era sin duda, un punto de partida de por donde empezar a buscar.
- Creo que deberíamos seguir a esos músicos. - Le susurró al oído a Stone. - Les esperaremos a la salida y vemos a donde van...
Motivo: Cordura
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 3 (Exito) [3]
Motivo: Cordura pérdida
Tirada: 1d3
Resultado: 1 [1]
Motivo: Disfrazarse
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 63 (Fracaso) [63]
Pierdo 1 de cordura y nada más.
El tiempo pasó rápido y no veíamos nada raro en el ambiente. La gente bebía y escuchaba la música, pasando una velada agradable. No me desagradaba el sitio para tomar algo, así que decidí volver en otro momento en el que no estuviera de servicio. Con Rogers estuve hablando de muchas cosas y ya casi al final de la actuación musical, cuando pensaba más en irme a casa que en quedarme, comenzó la pesadilla. Al principio la música parecía atraparte, no dejándote salir de su influjo, para después llevarte en volandas hacia una oscuridad presente. La voz de mi compañero fue sustituida por esa música embriagadora y terrible que me aceleraba el corazón. Empecé a agobiarme y a tener miedo. Logré mirar alrededor con gran esfuerzo, solo para ver que el resto de la gente no era gente normal. El corazón se me aceleró tanto que creí que me daba un ataque. Aquellas personas eran monstruos sacados de la peor pesadilla. Los ojos se me abrieron de par en par y empecé a sudar muchísimo. Notaba las gotas de sudor resbalando por la espalda y la camisa empapada, pegada a mi cuerpo. No sé el tiempo que estuve así, catatónico, pero se me hizo eterno. Solo cuando paró la música y escuché la voz de John, pude hablar.
-"¿Lo has visto? ¿Has visto eso?" Le dije fuera de sí, al oído.
Volví a mirar alrededor, pero esa grotesca visión de los monstruos había desaparecido. Volvían a ser todos personas. Un camarero pasó justo al lado y me le quedé mirando fijamente, intentando ver algún tentáculo saliéndole del traje o algo parecido, pero nada sucedió. Me enjugué el sudor de la frente con un pañuelo y respiré profundamente. Miré de nuevo a John.
-"Sí, vale, entendido. Les esperamos afuera y los seguimos." Respondí bastante ido.
Motivo: Cordura
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 65 (Fracaso) [65]
Motivo: Pérdida de cordura
Tirada: 1d8
Resultado: 3 [3]
Motivo: Tabla
Tirada: 1d4
Resultado: 1 [1]
Salís del bar, con Rogers ayudando a Stone a tenerse en pie. A la gente no le extraña en un bar a las tantas de la mañana.
Esperáis en el coche y al rato salen los músicos del local por un callejón lateral y se quedan hablando y fumando en la puerta del local. Hablan y bromean entre ellos, y también está en el grupo de personas un hombre negro bajito, un poco rechoncho con traje caro, ríe animadamente.
Tras un buen rato se despiden, John Brittle se sube en su coche arranca y sale. Un minuto después arrancáis y seguís el coche de Brittle. Conduce por las calles desiertas llenas de basura sin recoger por la huelga hasta el Bronx. Aparca frente a un edificio de seis plantas en la calle Fulton, en una zona un tanto deprimida. Sale del coche con una funda de saxofón y entra con una llave del portal.
Al poco se enciende las luces del apartamento del segundo piso. Están encendidas bastante rato, y a veces le veis desde la ventana andar por el apartamento.
Finalmente a las 4:47 am las luces se apagan.
¿Qué queréis hacer? Os recuerdo que al día siguiente tenéis que ir a la Comisaría a trabajar, así que si queréis ir a casa a ducharos, dormir una hora e ir con ropa limpia al trabajo es el momento de irse. Pero, podéis hacer lo que queráis, sin problema :)
Rogers aguanta bastante bien! Stone está más afectado, pero ha perdido poca cordura afortunadamente.
Stone tiene COR 56, y Rogers COR 44. Please actualizadlo en vuestras hojas.
Salimos del pub siguiendo a uno de los músicos, concretamente al que había tocado esa extraña melodía que me había alterado tanto. Aún sentía el corazón palpitar en las sienes por el miedo. Al parecer, John no había visto nada de lo que yo vi, así que estaba claro que me habían drogado. La bebida o algo en el ambiente, probablemente. Montamos en nuestro coche y seguimos al tipo hasta su residencia, sita en un edificio de un barrio pobre. Desde la calle le veíamos pasear por su piso de un lado a otro, cuando pasaba al lado de las ventanas.
-"Estoy bastante cansado y me duele la cabeza. Vayamos a casa a descansar y mañana por la mañana, mientras hacemos el informe, pensamos qué hacemos. Ya sabemos dónde vive este tipo y no creo que se vaya a vivir fuera..." Le comenté con voz cansada a mi compañero.
Rogers no tenía ni idea de acerca de que le estaba hablando su compañero. Posiblemete le hubieran drogado, pues él, pese a la terrible y desacompasada música de aquella última banda, no había visto nada extraño. Mucho menos lo que su compañero le había narrado. Sin duda, alguna sustancia alucinógena rondaba por la sala de fiestas.
Por suerte el seguimiendo de John Brittle a través de las calles de la ciudad, fue bien. No parecía haberles descubierto y en cambio ellos, ya tenían un lugar por donde empezar a trabajar, su vivienda. A esas horas de la noche y con poco margen para asearse, dormir y regresar al trabajo, lo más lógico era regresar a casa y hacer lo que diera tiempo a cada uno.
- Mañana seguimos. - Le respondió a su compañero. - Quizás, si por la noche vuelve a tocar en algún pub, podríamos hacerle una visita en su casa. Veamos que esconde...