Partida Rol por web

cuando llegáis al campamento, rápidamente llegáis a la tienda del maestre, el cual esta con el resto de oficiales, el maestre era un hombre de mediana edad el cual no parecía nada tener que pegarle estar en un puesto tan alto, pero ya sabíais que en el estado de la orden, suponéis que de todos los supervivientes era el mas veterano y capaz, o eso queréis pensar, "bien, exploradores, por vuestros rostro os veo que traéis algo importante, ¿de que se trata?" os dice sin ningún tipo de presentación ni formalismo.

Miraría alrededor para constatar que nadie iba a hablar y abriría la boca, para luego dejar la cabeza de uno de los bestigors en el suelo mirando al noble.

- Más que exploradores hemos sido cazadores de bestias... al haber tenido que hacer frente a unas bestias que enarbolaban armas del tamaño de mi cabeza y tenían la fuerza de un mulo. De vuelta al campamento hemos visto como esas cosas se reunían en un gran grupo, no soy muy ducho en esto pero tiene la pinta de que van a presentar batalla y no esperar a que ataquemos nosotros. Por lo demás me gustaría preguntarle si en intendencia sobra algo con lo que pudiéramos equiparnos mejor, o si por haber conseguido abatir a estas bestias nos podría recompensar con algo por muy poco que fuera... Créame que no busco oro sino ser más útil en el campo de batalla, y sobrevivir...

Diría ésto último de manera sincera, recordando las palabras del enano. No era dinero lo que buscara, solo salvar la vida.

El iniciado vio como el joven estirlandés se adelantaba rápidamente para dar las malas noticias de forma un poco violenta. Hraldan intentó apoyar el mensaje de su nuevo compañero con palabras mas comedidas. - En efecto, mi señor... como dice el bueno de Hartmann, nos encontramos con varias patrullas de camino al fuerte. Gracias a los sentidos de la elfa y el galgo del señor Georg Vll fuimos capaces de evitarlas a casi todas, pero nos topamos de frente con un grupo de esas bestias... - El iniciado hace una pausa, se ajusta el cinto y carraspea antes de seguir. - Siendo honesto, mi señor, contra esos seres del demonio nos faltaba armamento, luchamos mas con valentía y fé que con otra cosa. La suerte evitó que uno terminara descabezado. Pero pudimos eliminar a todas las bestias que nos enfrentaron. Sus cabezas dan fé de ello. - dice mientra señala a sus compañeros. - Y en un último rodeo pudimos ver el contingente que se está reuniendo. Parecen muchos y bien armados.

La hachicera se adelantó al resto antes de que se pusieran a pedir espadas y armaduras al maestre.

Con una reverencia la humana comenzó ha hablar.
-Maestre de Izale, supervivientes de la noble casa y comandantes, soy Anawëlle Hoffmann, estudiante de artes arcanas de la academia de hechicería de Averland. Mis maestros me han enviado para reforzar sus defensas y ayudarles en todo cuanto pueda.- La aprendiz se irguió de nuevo adelantándose un paso al resto del grupo.
-Como podéis ver,- dijo señalando la cabeza del bestigor en el suelo y la que portaba Urgan, -hemos encontrado un grupo numeroso de gors, bestigors y ungors que se dirigían hacia la fortaleza. Allí los hombres bestia están reuniendo su ejército, con un total de efectivos tan numeroso como el del nuestro. Recomiendo por lo tanto paciencia y astucia frente a esas bestias del caos. Es posible que muy pronto ataquen y no sería una deshonra preparar una trampa para minimizar las bajas y asegurar la victoria.- Anawelle acompañó las últimas palabras con otra reverencia, aunque esta menos profunda que la primera, dando así cierto aire de consejera.    

-Si me lo permitís,- continuó la mujer -tener a vuestras tropas bien surtidas no solo aumenta vuestro prestigio, sino vuestras posibilidades de victoria. Estos hombres han demostrado que sin apenas armas decentes son grandes luchadores. ¡Imaginaos que harían por vos bien armados!.-

La hechicera calló esperando una respuesta y rogando a los dioses que los demás compañeros no estropearan el momento pidiendo más y más cosas. Aunque por supuesto, toda acción en la guerra tenía un precio y su lealtad a cambio de armas sería ese precio.

Ludwig se mantiene un poco apartado de la primera linea. Como último miembro de los Georg, esta actitud de plebeyo pedigüeño de "es triste de pedir pero más triste es de robar..."  le sienta como un tiro. Esperava más de Hartman tras verle desenvolverse en situaciones complicadas. . Aunque ve clara la necesidad de mejorar su equipo, el pedírselo al general del ejército es de no tener las ideas y status sociales demasiado y claras. 

La usuaria del Caos ya ha dado la información adecuada, así ir no siente necesidad de intervenir, aunque él no hubiera intentado dar consejos a sus superiores morales, intelectuales y físicos como ha hecho al bruja. Menos ml que Hraldan sabe hablar en público. Se nota aque es un devoto de Ulric, como debe ser. 

Ludwig Georg para serviros, Maestre. Como  dicen los plebeyos y el devoto de Ulric así ha sido la situación. El enemigo está andando sus fuerzas y tienen un contingente tan numeroso como el nuestro y parecen prepararse para una batalla total. Yo no me aventuró a dar consejo como la bruja, pero si que parece claro que un ataque nos puede poner en situaciones comprometidas. En los bosques los hombres bestia cuentan con ventaja al ser animales, y nosotros sólo tenemos algunas bestias élficas que les igualen en ese entorno.

Ludwig no dice nada sobre equipo. Eso queda sobreentendido entre los conocedores. Hace una ligera reverencia y se retira. Es bien sabido connquien acaban de hablar y uno sabe su posición social. 

La recepción entre los humanos es escueta en parafernalia y directa, tal y como a mi me gustaba, haciendo que las tonterias previas a las que tan acostumbrados estaban los petimetres fueran relegadas al olvido

Dejé a los humanos tratar con el maestre, añadiendo la cabezota del bestigor al montón del resto manteniéndome en silencio mientras exponían los pormenores de nuestros problemas así como lo que nos habíamos topado hasta que Ludwig  dejó claro de qué pasta estaba hecho

Le clavé una dura mirada al amo del galgo junto a un gruñido de desagrado pero no dije nada al respecto. Era mejor que el maestre no nos viera discutiendo nada mas comenzar pero anoté mentalmente aquello para hablarlo mas adelante

Al ser mencionada como una bruja, Ana lanzó una clara mirada de odio al pisaverde venido a más. Tal vez debiera taner una charla con el mas tarde, y amenazarle con convertirlo en sapo. 

El maestre escucha vuestros informes y propuestas, "lo mas probable, como dice la bruja averlandesa, que el enemigo ataque, lo mas probable es que sea por la noche, se como funcionan estas bestias, no necesito consejos" le dice a la hechicera, por la cual se puede notar, que el consejito no le ha gustado, por otra parte mira a los demás, "apenas poseemos armaduras, podría decir que os den escudos o unas pocas armas, pero sobre las armaduras, eso tendéis que buscarlo por vuestra cuenta" añade, pero luego os hace un gesto para que os acerqueís, "hay una cosa, cuando el castillo cayo hace varios años, yo estaba entre los que conseguimos escapar, gracias al sacrificio del maestre y su circulo interno de la orden, los cuales aguantaron y nos permitio que varios escapáramos, pero recuerdo que había un chaman, que tenía pinta de ser poderoso que dirigía a la horda" os dice mirando el mapa de la zona, y luego levanta la mirada, "Os lo cuento porque vuestra misión va ser infiltraros en el castillo y matarlo, eso nos podría dar la victoria, mi idea es aprovechar que la mayoría estarán enfrascado en luchar contra nosotros y el estará solo o con poca guardia, podréis usar un pasadizo secreto que hay, nosotros lo usamos para escapar durante la caida del castillo, y puede que la br..., hechicera os sea util" dice levantando la cabeza, "y señor Greog, yo que usted no llamaría bestia a los elfos, ya que muy probablemente te pueda matar de un flechazo sin que te des cuenta" algo que se corrobora con la cara de aun menos amigos de Arniel, "creía que a la nobleza se os había enseñado a saber que decir, y cuando pero viendo que eres un patrulla de caminos, no me extraña que no lo sepas, ya podréis iros y descansar"

-Como desee maestre.- Anawelle wstaba ofendida. La pulla de Ludwig y el rapapolvo del maestre acerca de sus consejos había acabado con la paciencia de la hechicera. Ana se dió la vuelta y salió de la tienda a todo lo que le daban sus piernas.

-¿Bruja?- pensó para si misma. -Si fuera una bruja habría envenenado el agua y la mitad del ejército habría caído antes del primer ataque. Así es como piensa una bruja. Pero como no quiere aceptar mis consejos..- Anawelle seguía caminando a buen ritmo sin un rumbo prefijado mientras continuaba con su monólogo. -..pues ya sabe donde se los puede meter el gran maestre, por su gran culo de maestre y ojalá le provoque dolor de tripas. A él y a ese Ludwig de baja cuna que cree saber nada y lo que sabe es el doble, nada de nada.-

Hraldan estaba bastante incómodo con lo que estaba pasando. El nuevo grupo asignado la noche anterior había trabajado bien... quizá también con mucha suerte, pero habían alcanzado el primer objetivo. Le pareció que durante la refriega con la patrulla de hombres cabra congeniaron bien. Pero ahora parecía que, antes de la gran misión, todo se iba al traste. Y tampoco estaban quedando bien con el Gran Maestre. 

Dubitativo al principio, mientras veía como la hechicera los dejaba con un semblante aterrador, el joven iniciado intentó seguir la conversación y saber mas sobre el plan. - Ehh uhh... me parece una gran idea, señor. ¿Cree usted que el ataque se producirá esta misma noche? Creo que nos sería de gran ayuda poder ver el plan de actuación sobre el papel. ¿Le importaría elaborar un boceto de la localización de ese pasaje secreto y la estructura del castillo? ¿Tendría usted idea de dónde podríamos encontrar a ese maldito brujo?

Tras las contestaciones oportunas del líder de la orden, Hraldan hizo otro comentario acerca del equipo - En cuanto al grupo asignado para esta misión, que todos entendemos es de suma importancia, supongo que no dispondremos de mas tropas para realizarla, lo cual está bien, porque para infiltrarnos lo mejor será disponer de un grupo pequeño... - el joven estaba tirando de labia y de conocimientos adquiridos leyendo, no por propia experiencia - ... pero en ese caso los pocos que somos deberíamos ir debidamente equipados. En mi caso, y como usted bien dijo, me valdría un escudo y una chaqueta de cuero para tener un mínimo de protección. También agradecería disponer de algunas vendas y ungüentos para ayudarme a sanar a estos valientes guerreros. - y haciéndose hacia un lado y levantando el brazo en dirección a los compañeros, como invitando a que ellos mismos pidieran lo suyo, prosiguió - No creo que mis compañeros requieran muchos mas. Quizá algo para protegerse bien la cabeza de posibles golpes aturdidores. -

Habiendo despejado dudas e intentado conseguir lo mínimo de pertrechos, con una reverencia y una sonrisa algo forzada se despidió del Gran Maestre y del resto - Si alguno necesita que le mire alguna herida, estaré en mi tienda... o tomando una cerveza, como había acordado con el enano y mi Señor. - dio un beso a su medallón y salió corriendo.

El iniciado estuvo un buen rato buscando a la estudiosa averlandesa. Finalmente, la encontró en su tienda y le pidió unos minutos para hablar. - Disculpe, mi señora, ¿se encuentra bien? ¿tiene algún golpe que le gustaría que revisara? No piense nada raro, gracias a mis estudios tengo algunos conocimientos básicos de sanación. - dijo con gesto amistoso, para romper el hielo. - La noté un poco afligida durante la charla con el Gran Maestre. Siento que se haya sentido ofendida por los comentarios que tuvieron lugar allí. Pero me gustaría tener la certeza de que está en buenas condiciones físicas y mentales como para afrontar el desafío que tenemos por delante. Como usuaria de la magia, comprenderá lo importante que es abatir a ese cabrón favorecido por las fuerzas del mal. Y para poder llevar a cabo esta tarea, debemos estar unidos. - El joven hizo una pausa y esperó la respuesta de la hechicera.*

...

Tras la pequeña charla con Mrs Hoffmann, Hraldan se fue a buscar una buena cerveza para dar gracias a los dioses por la buena fortuna que tuvieron, y para pedir que la misma les dure en la próxima misión. **

Luego se retiró a su tienda e intentó curarse las heridas del pecho, pero quizá estaba ya demasiado cansado y/o ebrio como para poder operar en condiciones, y cayó rendido en el camastro de paja.

El iniciado estuvo un buen rato buscando a la estudiosa averlandesa. Finalmente, la encontró en su tienda y le pidió unos minutos para hablar. - Disculpe, mi señora, ¿se encuentra bien? ¿tiene algún golpe que le gustaría que revisara? No piense nada raro, gracias a mis estudios tengo algunos conocimientos básicos de sanación. - dijo con gesto amistoso, para romper el hielo. - La noté un poco afligida durante la charla con el Gran Maestre. Siento que se haya sentido ofendida por los comentarios que tuvieron lugar allí. Pero me gustaría tener la certeza de que está en buenas condiciones físicas y mentales como para afrontar el desafío que tenemos por delante. Como usuaria de la magia, comprenderá lo importante que es abatir a ese cabrón favorecido por las fuerzas del mal. Y para poder llevar a cabo esta tarea, debemos estar unidos. - El joven hizo una pausa y esperó la respuesta de la hechicera.

Estaba sola, como siempre, pues cuando las demás vieron que se acercaba a la tienda huyeron buscando excusas de quehaceres invisibles y tareas incumplidas. Anawelle tiró el cayado con fuerza al suelo quitándose la capa, el cinto y dejando caer la espada, un recuerdo de su primera aventura.
Se sentó en el jergón de paja mirándola. Sus recuerdos fueron interrumpidos por el iniciado de ulric, algo más joven que ella pero también mayor para ser todavía un iniciado. Se preguntó cuál sería su historia.

-No estoy herida. Al menos físicamente. Esta vez tuve suerte.- Dijo evocando cuando casi todo su grupo estuvo a punto de morir presa de unos malvados goblins. -La culpa es mía.- continuó -por hacerme ilusiones que no deberían de ser. El maestre es muy capaz de hacer su trabajo y mis conocimientos sobre la guerra no son lo que se dice muy amplios. Aunque los de sus comandantes tampoco deben serlo si lleban tres años intentando tomar una fortaleza que perdieron hace doce.- Miró a aquél hombre que vestía una túnica negra con el collar del lobo, símbolo del dios Ulric. La fuerza y la determinación eran su fe.

-No te preocupes, estaré preparada cuando llegue el momento para derrotar a las fuerzas de la naturaleza que pueda invocar ese chamán.- Ana alzó la cabeza en un gesto desafiante, pero sin provocación. Era más un intento de defensa. -No volváis a llamarme bruja, soy una hechicera, ellos utilizan otras artes. Sería como si yo te pidiera que rezaras a Morr o a Sigmar. Nada tiene que ver su magia con la nuestra, pero si es verdad que compartimos la misma fuente de magia arcana. Aunque supongo que para un gran maestre de la orden de los caballeros, le es indiferente si soy una bruja o un perrito faldero mientras le ayude a retomar su ruinoso castillo.- Anawelle observó los camastros vacíos de su tienda. - Gracias Hraldan, eres un buen hombre. Mañana será un día duro y es mejor descansar.- Con un silencioso adiós despidió al iniciado de Ulric.

Cuando se acostó miró de nuevo a los jergones vacíos que la acompañaban. Siempre era así, siempre estaba sola deambulando de aquí para allá a las tareas que sus maestros le encomendaban. Era un bicho raro, daba lo mismo que fuera una bruja que una hechicera, para el común de los mortales era alguien a evitar, alguien que daba miedo y no tenía sentimientos por los demás. Era escoria prescindible que, una vez usadas sus habilidades, tenía que desaparecer.

Anawëlle se quedó dormida pensando cómo vencer al chamán hombre bestia.

El sirviente miraría alrededor y asentíría a las palabras del religioso, él también necesitaba algo con lo que protegerse y parecía que las palabras del iniciado eran convincentes, así que se unió a la petición del mismo.

- Una chaqueta y un escudo sin duda ayudarían. De hecho en vez del escudo pediría unas grebas de cuero, y ya estaría servido... 

Escucharía también las palabras de la hechicera. En cierto modo la entendía, si bien había escuchado que había hechiceros que hacían el mal, también se escuchaban gestas de hechiceros que luchaban por el imperio y utilizaban las armas del enemigo para acaba con ellos. No sabía por qué se despreciaba a la hechicera como tampoco entendía el hecho de que alguien venido a menos como Ludwig se pensaba que era mejor que nadie. En Stirland la guerra había dejado patas arriba todo, y había quien pensaba que un hombre valía por lo que era capaz de hacer, no por su nacimiento. Ya en privado, hablaría delante de todos

- Entiendo de lo que habláis, y yo personalmente siempre me referiré a vos como Anawelle, que es como presentasteis. Si estáis aquí es para ayudar, estáis en nuestro bando y es por eso que confío en vos. En cierto modo, entiendo cómo os sentís, porque aquí un servidor proviene del estatus social más bajo y también odia que le desprecien por el hecho de haber nacido pobre. Es por eso que estoy aquí, para cambiar mi estrella. Y creo que todos sangramos igual y peleamos igual. Así que basta de malas palabras y prejuicios porque estamos todos en el mismo barco.

Apoyaría su vieja espada junto a él y se quitaría el gorro de cuero. Se asearía un poco y se prepararía para descansar un poco antes de la misión que les habían encomendado. No era el mejor guerrero, pero algo aportaría.

Me mantuve en silencio mientras se "negociaba" con el gran maestre pese a mantenerme sumamente atento a las indicaciones demandadas acerca de la fortificación y el pasadizo; cualquier detalle podía ser de crucial importancia.

Obvie solicitar cualquier tipo de protección adicional, ya que dudaba poder obtener algo mejor de lo que portaba, dedicando el tiempo a actos mas productivos... como afianzar las uniones del grupo y dejar clara la postura de mi persona en cuanto a Ludwig y sus impresiones

Lo primero era atajar de lleno la actitud del petimetre de Ludwig con respecto al resto, ante lo que aguardé a qude saliera de la tienda del maestre y, sin preámbulo alguno, lo aferré de un brazo y lo llevé a un aparte de un modo un tanto brusco

- Escúchame bien, humano, pues solo lo diré una vez. El mundo es oscuro, cruel y traicionero, pero si insistes en ningunear a quienes deben cubrir tus espaldas en mitad de lo que se avecina, acabarás muerto. Nadie se juega el pellejo por un bocazas que falta al respeto a sus compañeros... tu chucho no siempre estará ahí para guardarte- le dije muy serio - Si fuera mi abuelo te habría saltado los dientes, por fortuna para ti soy mas comedido*

...

Me encaminé en busca de Hraldan y la cerveza prometida, encontrándolo junto a Ana . Mantuve las distancias durante unos segundos hasta que me recordé que mis convicciones no eran las de mi padre, o abuelo.

Me acerqué cuando el seguidor de Ulric se alejaba, haciéndole un gesto de asentimiento con al cabeza a modo de saludo junto a un escueto "- Ahora voy" antes de acercarme a Ana

Carraspeé ruidosamente, tanto para aclarar mi voz como para ordenar mis ideas, antes de dirigirme a ella

- Ludwig es un bocazas, y el maestre es demasiado prepotente como para poder apreciar tus consejos - dije sin mas - Los dawi siempre hemos recelado de la magia, pero los tiempos cambian y aunque soy consciente que nunca me fiaré de un hechicero, también se que son tan necesarios como nuestros herreros rúnicos para contener el poder del caos... así que no te ofusques mas allá de lo necesario. La mejor forma de demostrar que se equivocan es poner de manifiesto tu valía. Perservera y ayúdanos, Ana. Te necesitamos en esta empresa... y no es poca poca que esas palabras salgan de boca de un enano... si mi abuelo me escuchara me obligaría a tomar la senda del matador... - le dije afablemente - Tarde o temprano ese barbilampiño entenderá que todos estamos juntos en esto

...

Salí en busca del iniciado, sin duda para compartir una buena cerveza con el miembro de aquel gruponconbel que sentia mas afinidad

- Veamos como está ese meado de burra- sonreí de forma burlona, mientras me dejaba caer pesadamente en un taburete junto a él - Quien sabe si la próxima será en los salones de Gimir

...y entonces el enano se largó. Ludwig se quedó con cara de flipado durante un rato entre las tiendas en las que el enano le habia soltado su perorata. No entendia como un mutante le podia decir eso.

Luego se cabreó. El puto tapón gordo ese no sabia de qué hablaba. Claro, si es un trozo de roca venido a más. Y la piedra no arde. A diferencia de lo que hace la carne humana en un incendio causado por llamas azules sobrenaturales. Suponia que si ese guijarro gruñón hubiera visto morir a toda su familia a manos de brujos del caos pensaria distinto, pero igual no. Ya se sabia que los mutantes no alcanzaban a más en muchos casos. 

Sin embargo el subhumano sí tenia razón en una cosa. La hechicera era necesaria para enfrentarse a sus iguales del bando opuesto. Y debia llevarse mejor con ella. Se disculparia si el merecido epíteto de bruja le habia ofendido, aunque no entendia por qué. es como si a él le ofendiera que le llamaran ex-vizconde. Escocía mucho, pero era lo que era.

Pero estaba divagando. Se trataba de llevarse bien con la hechicera, ya que aunque su vinculo con las fuerzas del caos eran claras en este caso habia decidido obrar correctamente y apoyar a la causa correcta. 

Con la mandíbula apretada se dirigió adonde se encontraban el resto buscando hablar con la hechicera.

Ludwig llegó a la tirenda de la hechicera tras ver salir de ella a otros miembros del grupo. Dio unos toques en el poste d esoporte antes de entrar. 

Disculpe señorita Hoffmann, desearia hablar con usted. 

Sin esperar una réplica real empezó a hablar. Queria disculparme si mis palabras en el concilio la han ofendido. Entiendo que usted opera en el mismo bando que nosotros, pero eso no evita algo muy obvio. No me gusta la hechiceria por diversas razones. Eso lo quiero dejar claro. La cara de Ludwig es sombria aqui, y deja entrever mucho dolor al decir esrto aunque pronto se repone. Sin embargo, entiendo perfectamente que no todos los usarios de las fuerzas arcanas pertenecen al mismo bando. Y entoendo que la necesitaremos. Especialmente en esta mision semi-suicida a la que nos mandan. Parece que los ojos y oidos somos prescindibles. Al decir esto escupe al suelo. Mucho homor hay en esta empresa, sí, si no fuera que es muy probable que no volvamos. Para tener opciones de éxito vuestras artes serán necesarias, como lo serán las habilidade de los otros miembros del grupo. M8i experiencia con la magia no es grata, pero eso no quita que esté dispuesto a protegeros ni a contar con vos para poder tener exito. Y despues le cvamos a exigir al mariscal una recompensa adecuada con el servicio que hemos hecho. Aqui su sonrisa canina se parece a la de Archie. 

tras salir, cada uno se va por su lado, por un lado, tanto el iniciado de ulric como el sirviente convertido en un soldado, consiguen que le den un escudo una chaqueta de cuero a cada uno, lo que ya era mejor de lo que tenían, por otra parte, el enano le da un rapapolvos al noble venido a menos, el cual se granjea la enemistad de Archie, para luego encontrarse con Anawelle y dar una par de consejos mientras busca a Hraldan para tomarse unas cervezas, aun sabíendo que esta gente solo tiene cerveza de una calidad algo pobre, aunque eso era el pensamiento típico de cualquier enano sobre una cerveza que no sea de su gente, por su parte la elfa se pone a hacer guardia, y Ludwig intenta pedir disculpas a la hechicera por sus palabras

tras poder descansar, os levantáis, no por los gritos de los gallos al amanecer, sino por los ladridos de los perros y los gritos de la batalla, por lo que rápidamente os ponéis como podéis vuestras armaduras y os preparáis para enfrentaros al grupo de hombres bestias que ha llegado a vuestra posición, el cual esta formado por cuatro brays* y un bestigor con cabeza de vaca que los dirige con una gran hacha a sus manos.

Ludwig se caga en todo. ¡No se puede dejar un campamento militar sin buenos otreadores! ¿Quien ha puesto a petimetres en el perímetro? Ni que fueramos halflings asquerosos pensando que esto es un paseo por el campo. ¡Arriba! ¡Arriba todos! ¡Nos atacan! grita de manera innecesaria, pues el campamento ya se halla en plena vorágine de actividad. Viendo lo que se acerca apunta con su pistola en posición de duelo. Toca el sello de Ulric que cuelga de su cuello y musita para sí mismo El único bestigor bueno es el bestigor muerto. Tras eso toma aire y dispara mientra slo deja salir lentamente. BLAM! El sonido seria atronador si no hubiera tal jaleo a su alrededor. 

Su tiro impacta en el brazo izquierdo de la bestia, aunque ésta no parece detener su avance. Sólo algo caótico se puede comer un tiro asi en el hombro y seguir como si nada. Viendo esto, deja caer la pistola y saca su espada. Toca su frente con la cruz de la misma y adopta una pose marcial con el escudo típica de los espaderos imperiales. No piensa dejarse matar por algo tan rastero como un animal de corral con aires. 

El iniciado despertó con las campanas de batalla de Karak Norn en plena llamada dentro de su cabeza. El enano le había estado contando historias de su pueblo y se vio "forzado" a tomar más de lo debido. Y ahora se estaba arrepintiendo.

Con los gritos y el barullo en el campamento se espabiló. El vómito también ayudó. Como pudo se vistió, se ajustó la chaqueta de cuero y se embarazó el escudo que le habían dado la noche anterior.

Martillo en mano, Hraldan sacó la cabeza lo justo para ver cuál era la situación y dónde se encontraban sus compañeros. Vio al ex noble preparándose para recibir la embestida de algunas bestias y corrió en su ayuda.

Notaba que no estaba en condiciones de combatir pero es área su penitencia. Tendría que apechugar con los efectos de la noche anterior y ayudar a sus compañeros de la mejor forma posible.

Con un gritó, llegando a la posición de su compañero, intentó lanzar un martillazo a una bestia cercana pero notó el arma mas pesada que otras veces, y a la bestia más ágil que con las que había luchado el día anterior.

La mujer dormía plácidamente después de todas las visitas que había tenido cuando se fue a dormir. Los hombres eran así. Hoy te hacían daño y al día siguiente te idolatraban. Lo que sí la sorprendió fue la charla del enano, al cuál tenía por bruto afín a sus costumbres. Tendría que preguntarle acerca de sus motivaciones más adelante.

Pronto la hechicera cayó rendida debido a la caminata. Hasta que una explosión la despertó. El barullo y bullicio de las voces borrachas alrrededor de la hoguera se habían transformado en gritos de alarma, entrechocares de aceros y sangre. En medio segundo Ana comprendió lo que ocurría. Se levantó de un salto comprobando que sus "compañeras" de tienda no habían dormido allí, como hacían últimamente. Eso facilitaría las cosas.

Se puso el cinto con la espada, la capa y recogió su bastón. Sin terminar de salir de la tienda comenzó a canalizar la magia arcana que la rodeaba, pero el brusco despertar no había despertado del todo su mente.

Cuando salió se encontró con varios brays que atacaban enloquecidos por impresionar a su jefe, ¿un minotauro? Ana no sabía si todavía no se había despertado del todo, o era de verdad. Fuera lo que fuera, tenía que actuar.

Ludwig estaba combatiendo cerca de ella. A los demás no los veía, pero no andarían muy lejos. -¡Hay que acabar con él cuanto antes!.- Gritó la humana para hacerse oír entre el combate. -¡Y salir de aquí para acabar con el chamán!.-

Tuviera o no tuviera las energías necesarias, Ana formuló en la antigua y arcana lengua el conjuro preciso para que esa bestia soltara su hacha, dando la posibilidad a los guerreros de acabar con ella inmediatamente.

La noche cayó, y el joven sirviente se dejaría llevar por las historias que escuchaba a lo lejos de grandes batallas y héroes que peleaban por lo que más querían. Casi sin darse cuenta, cerraría los párpados y descansaría plácidamente después de un feo episodio con bestigors como protagonistas. 

De repente, alguien daría la voz de alarma pillando al joven de improviso. Había dormido vestido así que solo le faltaría ponerse rápidamente la armadura, ceñirse el escudo y la espada y estaría preparado para la fiesta. Allí venían... 

Vio como una mole se acercaba a ellos junto con cuatro más pequeñitos. Todo el mundo hablaba de abatir al grandote así que él se decantó por emparejarse con uno de los pequeños.

Al fin y al cabo, yo no soy un guerrero.

Levantaría la espada haciendo un arco después de una leve finta que impactaría en el enemigo, pero no con la fuerza que le hubiera gustado.

Empezaba a pillarle el tronquillo a la espada, pero tenía menos fuerza que el pedo de un neonato. Y así no iba a ir lejos.