Partida Rol por web

Tras daros cuenta del peligro que corre el ejercito, vais raudos avanzando por el castillo, el cual esta vacío, algo que rápidamente obtenéis una respuesta al mirar por una de las ventanas que dan al patio de armas del castillo, pues están todos los hombres bestia luchando fuera, contra las tropas de la orden, las cuales han conseguido tomar la cabeza de puente que es la entrada del castillo y poder mover tropas a lo alto de los muros para neutralizar a los arqueros enemigos, por lo que sin mediar palabras, la elfa se va, despidiéndose de manera rápida, corre a avisar al maestre, mientras, ustedes siguen su camino.

Pronto llegáis a una gran puerta que esta antes de llegar a lo que debe ser la sala del trono del señor del castillo, pero os recibe un hedor asqueroso y lo que parecía ser los ladridos de una jauría, aunque algo antinaturales, algo que os halaba la sangre y hacía que archie se quisiera esconder detrás de su amo, por lo que tras un segundo de respirar y concienciar la mente, el enano y el patrullacaminos abren las puertas de una patada, por lo cual, el hedor del lugar, el cual es mas nauseabundo de lo que habéis pensado, "bienvenidos, ya veo que mis intento de eliminar a la hechicera han fracasado, no se preocupen, los dioses del caos recibirán con gusto vuestras almas" dice el chaman, el cual esta enfrente de la puerta, aunque algo viejo, os mira con una mirada tranquila, como si no fuera una amenaza, detrás, tiene a un bestigor con armadura completa algo oxidada y lleva a  tres sabuesos del caos en una mano y otro que parece un erizo en la otra, "¡SUELTA A LOS SABUESOS!, que maten a estas presas con aire de grandeza, espero que el perro sobreviva, nos sera muy útil para procrear" 

Avanzaban sin ver, y de repente... ¡BLAM! - Tras el patadón del enano y el patrulla de caminos se abría una sala, y sus tripas hacían lo propio.

Vomitaría el sirviente al oler el hedor que salía de aquella habitación que era más o menos lo mismo que había sufrido en la anterior sala, solo que anteriormente había conseguido contener la vomitona. 

Apenas escucharía lo que el ser del demonio diría, porque estaba más preocupado en vomitar apoyado en su vieja espada que de otra cosa. 

Parecía que su misión acababa aquí. Su misión, o su vida.

El iniciado contuvo sus tripas está vez, quizá porque ya no tenía mas que echar. Se santiguó al ver el desafío que tenían delante con unos murmullos, respiró hondo y se preparó para atacar. -Hartmann, no dejes que esas bestias alcancen a la dama. Maese Jossefsson, ¿Va usted a por el grandullón?

Sin tiempo para esperar la respuesta de sus compañeros, Hraldan dio unos pasos y con un rápido balanceo golpeó con el martillo el hocico del primer sabueso que llegaba.

El tránsito hasta el santasantórum del chamán es rápido y carente de enemigos, hecho que pronto podemos achacar a verlos enfrascados en una cruenta batalla en el patio de armas de la fortaleza donde parece que los caballero han logrado abrirse paso a la fuerza.... adentrándose cada vez más en la terrible trampa

Pronto la elfa parte para dar la voz de alarma, ante lo que me limito a ver como se marcha la pataslargas con rápidas zancadas. De los presentes es, sin duda, la más adecuada para semejante tarea, aunque sus flechas nos habrían venido muy bien para acabar con ese conjurador cabruno. Tocaría hacerlo a la vieja usanza, clavándole el hacha entre ceja y ceja

Finalmente llegamos hasta una puerta doble de buena factura que, sin más dilación, abrimos a las bravas para toparnos con la nauseabunda presencia del chamán junto al que parecía su guardaespaldas y sus mascotas; no dudó en alardear sobre su superioridad, pero seguía escudándose en los suyos en vez de intentar acabar con nosotros... su prepotencia sería su perdición

Lancé una mirada de reojo a Ludwig cuando indicaba algo parecido a un plan a seguir, gruñendo quedamente en señal de asentimiento... viendo como aquel infeliz cargaba a lo loco sobre la jauría de perros mutados cual matador. Chasqueé la lengua, resignado, pues así solo conseguiría que lo trocearan aquellos mastines mutados

- Alexis, Hraldan, apoyad a ese loco o lo van a hacer trizas. Yo entretendré al gradullón... Ana, ¿podrás con ese viejo chamán?- añadí mientras golpeaba el hacha contra el escudo segundos antes de lanzarme sobre el bestigor

-¡Khazukan Kazakit-ha!

Ludwig obnserva impasible la escena. Despues d elos muertos del piso inferior y las runas arcanas encontrarse chuchos infernales aqui le parfece hasta normal. Si es que esto está lleno de brujos, ¿cómo iba a ser de otra forma?

NADIE amenaza con hacerle cosas feas a Archie y sale indemne! Levanta a "impetinente", su decorada pistola de noble y le asesta un tiro al que parece un erizo. Ela bala impacta entre los ojos de la bestia, que aulla herida. 

Con un fluido movimiento guarda la pistola y desenvaina su espada mientras avanza para situarse junto a los compañeros que han corrido al frente. Hora de hacer de plebeyo carnicero. Su respiracion se acelera como siempre que s ehalla en una situacion de alto roesgo y empieza a serrar los dientes. Este es un momento de gloria y muerte. Parece que estos pensamientos le distraen un poco, y si añlguien le observara veria que no ha levantado el escudo tan alto como de costumbre. 

El hedor era insoportable. ¿El chamán acaso se revolcaba en su propios desechos toda la noche?. Ana no pudo hacer nada, ni siquiera concentrarse para un simple hechizo. Las arcadas le venían involuntariamente.

-A...atraerlo hacia afuera para que podamos luchar mejor.-

ante vuestra llegada, el chaman intento lanzar un hechizo sobre el noble, al cual ve que es el que nota mas debil de voluntad y con mas resentimiento, pero el hechizo falla, por otra parte, el disparo de Ludwig mata a la bestia con pinchos, cuando un golpe del enano mata a otro, y Hraldan consigue herir a uno con un golpe contundente, pero para sorpresa de todos, estos seres parecían estar imbuidos en una especie de sed insaciable, pero solo uno consigue aceptar con un contundente mordisco a su presa, ya que el otro solo se come la madera del enano, mientras, el bestigor que estaba detrás de los sabuesos, agarra lo que debío de ser una espada a dos manos, y avanza hacía el combate que hay en el centro de la sala con los perros.

Hraldan pensaba que el golpe había sido suficientemente potente como para derribar al can, pero el sabueso se recompuso de forma instantánea y le asestó un mordisco en el brazo izquierdo. El iniciado no tuvo tiempo de reaccionar y encajó la dentellada con un gritó ahogado -¡Bestia de los infiernos!-
Hraldan sentía que tampoco pasaría mucho tiempo antes de que la bestia pudiera arrancarle el brazo, así que levantó el martillo, resistió con el brazo izquierdo firme, y descargó un segundo martillazo que destrozó el lomo del sabueso. Con la esperanza de que el perro del caos no se volviera a levantar, alzó la mirada a la vez que hacía lo mismo con el escudo, no sin dificultad. ¡Vamos!

RRRAAAAAAAHHHHH!!! Por Ulric!

Con un grito a su dios, Ludwig carga contra los perros infernales. Peor no parece que Ulric esté escuchándole, ya que su ataqueresulta ser más voluntarioso que efectivo. El hecho de acabar de disparar y sacar las armas hace que se aproxime a los cánidos astrales patosamente, llegando mal y a contrapie. Pero al menos avanza esta vez con el escudo en alto y bien preparado para interceptar ataques de sus oponentes. 

Los perros del chamán lograron interceptar mi carga, aunque le costó la vida a uno de ellos que acabó con el cráneo abierto. A mi lado, otro de los chuchos mutados muere de un balazo de Ludwig antes de que éste se una a la refriega junto al sacerdote, que se acaba de llevar un buen mordisco siendo correspondido con un buen golpe de martillo... viendo que la situación con los cánidos está controlada en apariencia me centro en el bestigor, que se ha dejado de tonterías y viene a por nosotros con un espadón a dos manos que podría fácilmente partirme en dos 

Sonrío ante el desafío implícito y vuelvo a golpear el escudo, adoptando una postura defensiva ante su inevitable carga mientras le dedico unas palabras

- Ven a probar suerte contra mi hacha, bestia sarnosa. Tus chuchos no son rivales para mí- le digo obviando a los animales mutados - ¿O acaso el miedo te corroe y hace que esas patitas de cabra te tiemblen? Vamos, suelta un balido y hazme feliz, cuernecitos- le increpo para provocarle... solo espero que esto salga bien

Ludwig no pouede más que apreciar como el trozo de escoria montañosa insulta al bestigor con un vocabulario digno. Para ser un mutante es bastante ingenioso. 

Ya recuperado de su vómitona, el humano se lanzaría a por una de esas criaturas perrunas poseídas por el caos. Su espada haría una parábola que impactaría en el cuerpo de ese ser, dándole en el cuerpo con bastante fuerza.

Miraría de reojo el sirviente a la cosa enorme que se acercaba hacia ellos con un hacha del tamaño de una persona, asegurándose de estar preparado si es que venía a por el.

Anawelle se concentró en acabar con el chamán. Los vientos eran propicios y no gastó tiempo en palabras mundanas. La magia arcana fluía por su mente y las palabras brotaban de su boca, pero el hedor del lugar interrumpió sus pensamientos fracasando el conjuro.

La batalla rapidamente del bestigor, enfurecido con la palabras del enano, se lanza a la carga, e intenta hacer un barrido con su espada, pero la lentitud de esta permitio que tanto el enano como el patrulla caminos que casualmente se encontraba en el trayecto la esquivasen sin problemas, mientras el chucho del caos intenta atacar al enano, pero Archi lo detiene y un golpe de Alexis hace que muera, por otra parte Hraldan remata de una vez por todas al otro can demoniaco, mientras, el chaman con una sonrisa, empieza a hacer unas pocas gargaras y escupe un chorro de sangre ardiente sobre Anawelle.

Loa chuchos habían muerto finalmente y el bestigor había picado el anzuelo, topándose con una férrea defensa que lo dejaba en desventaja ante lo que alcé el arma y la descargué con saña sobre su cuerpo acorazado intentando causarle el mayor daño posible pero sólo logré escuchar el sonido del metal contra el metal sin haber causado un daño aparente

Anawelle fue engullida por el chorro de llamas. Instintivamente se ladeó y protegió su cara levantando el brazo derecho.
La túnica ardió en un instante y la piel desnuda se quemó haciendo que soltara su bastón con un grito estremecedor de dolor. El fuego mágico recorrió su brazo como una laceración malévola y caótica quemando sus nervios. Poco faltó para que se desmayase.

Su brazo caía inerte en su costado, chamuscado y deforme. Ana echaba humo de todo su ser y la trenza casi se había deshecho. Olía al inconfundible olor de la carne quemada. Sería un milagro que no tuvieran que amputarla el brazo.

La rabia inundó su ser. Quería destruir de inmediato a esa criatura abominable. Canalizó una gran cantidad de energía pero al intentar mover el brazo para realizar el sortilegio, el lacerante dolor del brazo cruzó su mente anulando el hechizo.   

Al levantar la mirada, Hraldan pudo ver como el chamán, imparable, escupía su magia demoníaca sobre la hechicera. La desdichada averlandesa gritó de dolor mientras parte de su cuerpo se deformaba a causa del intenso calor. - ¡Anawelle! -

El iniciado corrió temeroso hasta su posición, dejó el martillo en el suelo y rápidamente sacó un mejunje apestoso. Intentó encontrar la parte más grave para tratarla de inmediato, pero entre los nervios y que la hechicera no paraba de moverse por el dolor, no consiguió hacer nada. - Quieta, déjame que te ayude. ¡Maldita sea, derribad a ese hijo de puta! -

Con el enano entretenido con el bestigor, y rápido de piernas como era, el sirviente cargaría en dirección del chamán. Acababa de ver como achicharraba a la joven hechicera, y no podía permitir que esa cosa volviera a lanzar otra vez sangre de esa que quemaba.

No entendía de magia, pero era consciente de que era peligrosa y de que Anawelle había quedado casi incapacitada. Mientras cargaba vería como el iniciado intentaba curarla, y le gritaría:

- Acabemos con esa cosa y ya tendrás tiempo de curar al personal! Vamos sacerdote! Vamos!!!! - diría mientras cargaba poseído de odio.