Partida Rol por web

Jerome a vos nos encomiendo!

Digo al clérigo antes de apoyar una mano es su hombro y recitar mientras mi mano izquierda queda libre gesticulando

Sanguis Fluit Per Venas Titan

Dans Tauri Viribus Flure!!!*

Momento en el cual el siervo de Kord es inundado por una enorme fuerza propia de un toro!

La fuerza me inunda. Es la mano de mi compañero quien la canaliza, pero no es otro que el Sagrado Púgil quien me la concede.

¿Qué quieres de mí, señor? ¿Qué debo hacer?

Odio la idea de atacar a la criatura. Pero hay gente en peligro. Pero yo les dije que no atacaran, y allí fue Andras y POR LA ESPALDA. Indigno!!

Debo intentar reducir a la criatura sin matarla. Si tienen buen fin las señales que Kord me ha hecho percibir en el atormentado ser, mi mano será guiada para reducirla sin darle muerte y luego sanar sus heridas...

  La Crique corre, veloz, sobre el monstruo, y lo golpea tan fuerte que la bestia no tiene oportunidad de reaccionar. Un sonoro crack escapa del pecho del ettin, que cae al suelo, inmovil. Al acercarse, descubren el resultado del golpe: el ettin ha muerto.

 Sin embargo, La Crique no se detiene sino hasta luego de golpearlo tres veces más en el suelo.

   Que su alma atormentada encuentre la paz en mejores tierras- digo al soltar un profundo y sostenido suspiro. Me arrodillo ante ella para decir unas pocas oraciones por su alma y me preparo para lo que sería el discurso de La Crique, quien quería a la criatura viva, pero me anticipo a lo que fueran a decir los demás y apresuro en hablar -Combatientes y demás personas de magia, no creo que esta fuera la única criatura de este tipo y claramente tenía un problema que le atormentaba, pero no podía permanecer con vida sin antes conocer un punto de quiebre y sacar a la luz su dolor. Ahora deben volver a lo que hacían antes y tratar de seguir adelante- y me volteo al clérigo -Nosotros podemos seguir su rastro y encontrar algo en su morada, pero quizás necesitemos a alguien dedicado para este trabajo-

    Alton sale de su escondite para aproximarse al ettin, quien yacía en el suelo, sin vida. El mediano no era de muchas palabras en el grupo y no podía quitarse la túnica de la curiosidad ante tal hecho, pero se mantuvo a un lado de todo, tratando de comprender algo que no podría hacer y se limitó a largar un susurro en voz alta, un pensamiento que fue sonoro para el resto -Bueno...Qué haremos ahora?-

 Malwick se incorpora al instante, pero las heridas del combate no lo dejan quedarse mucho tiempo en pie, por lo que cae al suelo y se queda sentado, respirando aliviado.Al fin...se ha acabado. Maldita criatura del demonio...

 No pasan más de dos minutos, cuando escuchan un extraño ruido viniendo del cuerpo muerto de la criatura. Sus huesos se mueven en su cuerpo, acomodándose de manera extraña. La cabeza que no hacía otra cosa que atacar se desarma en el suelo, dejando tras de sí un rastro de carne muerta, mientras que la otra cabeza toma forma humana. Su cuerpo se moldea, perdiendo tamaño y tono, y cuando todo termina queda en su lugar un simple humano, muerto, y con una expresión de dolor en su rostro. ¿Quién sería esa persona?

Por todos los dioses de Faerum...

Murmuro al ver la transmutación y preguntarme qué ha sido lo que ocacionó aquello...

...Valgame... Es una maldición más grande que una montaña...

Respiro hondo, limpio la hoja de mi espadón y lo devuelvo a su vaina con un gesto solemne.

Lamento su muerte, pero es la voluntad de Kord. Si la inocencia moraba en su alma, también lo hacía en las de aquellos que murieron por su locura desatada.

Oigo las palabras de Malwick y frunzo el ceño.

¿Demonio, decís? No deduzco yo en este asunto más mano que la de algún mortal. Pero la sangre inocente no será vertida en vano, y a fe mía y del Sagrado Púgil que se hallará al responsable de esta tragedia.

Me arrodillo junto al pobre humano víctima de tan cruda maldición y lo coloco en una posición de descanso sereno.

Id con paz, señor. Y ruego perdonéis mi incapacidad de poner remedio a vuestro mal de otra manera...

Cruzo los brazos e inclino la cabeza sobre ellos, dedicando una plegaria en honor del pobre hombre.

Quizá más apesadumbrado que el reste de los compañeros, el elfo se pone de rodillas a centímetros del humano hasta hace minutos prisionero dentro del ettin.

Lo siento tanto...Creí...Creí que...

Deja su arco a su izquierda, su libro de conjuros a la derecha, y clava la daga frente a si.

Luego, como sólo lo hubieran visto una sola vez desde que comenzaron a vagar los cinco por los caminos de Faerum... Sólo una vez, con la muerte del explorador... Ven como ejecuta el ritual de pena de los elfos del bosque de la Serpiente... Con la voz serena y triste, las manos con los dedos entrelazados a la altura de los ojos, y éstos vibrantes y cerrados, cual si estuviera conteniendo lagrimas de congoja sincera...

Luego de recitar aquellas palabras a Corellon Larethian en el idioma antiguo, el mago junta sus cosas sin volver a mirar al humano muerto nuevamente. Y se aleja un poco del sitio para meditar en silencio, con algo de  rabia en su ser, y un sentimiento que no termina de identificar en su pecho...

 Malwick, enfadado, encara al elfo al ver cómo reza por el extraño en el suelo.Pero...¿Es que estás loco?¡Esta cosa...hombre...ser...Lo que sea! ¡Esta cosa quiso matarnos! Podría haber destrozado toda la aldea si no lo hubiésemos enfrentado! ¿Cómo puedes sentir compasión por él?

 El resentimiento en su voz es demasiado obvio. Talvez una pérdida en el pasado lo hubiese guiado por el camino de la venganza y ahora segase su juicio.

Estos viajeros...Debo darles las gracias por salvarme. - Con un gesto de agudo dolor por las heridas del combate, Malwick se pone de pie. Sin embargo, no toleraré que le den sepultura a esta monstruosidad. Acabó con la vida de al menos cincuenta personas en este pueblo.

 Con un poco de dificultad, Malwick parte hacia algún lugar del pueblo. Seguramente alguien se encargaría de curarlo.