Partida Rol por web

Chasqueo la lengua al ver a mis compañeros entregarse a la bebida como si no hubiera cosas más importantes que hacer en este momento.

¿A eso nos dedicamos? ¿A la cata de caldos locales? ¡El jugo de un cítrico es lo que necesitáis para tonificaros! ¡Y proteínas en abundancia! ¡Y un descanso reparador! -señalo la jarra de Andras, ceñudo-. ¡No hay mejor bebida que el agua fresca, que aclara la visión!

Me sitúo en el centro de la posada.

¡Aldea de Torrenueva! ¡Yo, el hermano Jerome La Crique, divulgador devoto de la palabra de Kord, he ofrecido en compromiso mis humildes nociones para erradicar el mal que os atenaza! ¡Aquellos de vosotros que quieran poner fin al caótico imperio de ese vil engendro bicéfalo, tienen una cita mañana al alba ahí fuera mismo! ¡Yo uniré vuestra voz y vuestro acero, guiándolos al triunfo de mano de Kord, el Divino Púgil!

Arrugo después la nariz hacia mis dos compañeros, mirándolos a través de los ojos entornados.

Mitigad vuestros reflejos con ese veneno si así os place. Yo buscaré un lugar donde meditar y descansar hasta que el imprudente mediano asome el hocico de nuevo.

  Algunas personas te miran, atónitos, mientras otras murmuran palabras que para ti suenan a voces de seguidores. Es entonces cuando un pequeño grupo compuesto por tres semi elfos, cuatro humanos, los semiorcos y dos medianos estallan de la risa. ¡No pueden creer en tus palabras y tu orgullo! Pero más allá de eso, no parecen buscar problemas pues no tomaron sus armas o avanzaron hacia ti de forma agresiva. No, siguen sentados en sus respectivas mesas.

 ¡Eh, tú! El predicador. - Gerd suena algo molesto. Esto no es una plaza o una iglesia para que vengas a refregarnos tu dios en nuestros rostros. No quiero tener que golpearte para que dejes este lugar, pero si no te calmas no dudaré en hacerlo.Cuántos tontos rondan los caminos estos días...

Ignorando la ridícula amenaza física del evidentemente gordo, lento y desentrenado enano, extiendo el índice hacia él a modo de sermoneo:

¿Refregar? ¿A quién servirás tus vicios, mesero, si ese monstruo sigue pululando por la aldea como Pedro por su casa? -me vuelvo hacia el grupo risueño-. ¡Me alegra que entre tanto dolor y penuria aún haya quien halla motivo de júbilo! ¿Os divierte que un gigante pisotee esta aldea y a sus gentes?

 No te lo advertiré una vez más. Sal de aquí ahora. Ignorando tus insultos, Gerd, hacha en mano, da dos pasos hacia ti. Varios de los allí presentes se ponen de pie. Por la forma en que se acercan estás seguro que simpatizan con el tabernero y seguramente lo defenderán.

Murmuro a Andras, dejando mi bebida apenas iniciada

Mejor nos vamos ya. La Crique se ha irritado nuevamente... Y como bien dices, Alton puede estar ya en cualquier sitio...

Niego con la cabeza, algo irritado, pero comprendiendo el accionar del clérigo.

Me pongo de pie, tras haber murmurado algo a Andras, no sin antes dejar otra moneda de oro al enano

Haya paz señores. Si bien estamos de paso, y nuestras intenciones no son otras que auxiliarles en esta oscura hora, no hay necesidad de hacer llegar la sangre al río. Mirando a La Crique, pero sin ser evidente a los parroquianos Hermano, sus voluntades se encuentran apesadumbradas tras tanta pérdida y tanta impotencia... Si con la bestia nada han podido hacer, inutil es refregarles su fracaso...  Murmuro al clérigo poniendome entre el enano y este, dando la espalda al enano en clara señal de cese a las hostilidades Nos vamos a buscar a nuestro amigo, Andras? Pregunto al camarada Viene hermano? digo conciliador a La Crique, ofreciendole una salida elegante a un baño de sangre inutil, pero temiendome que con su tozudes lo rechace.

Olvidemos el entredicho y sigamos con lo que sigue! Ha sido un descanso bien merecido deleitar nuestros paladares con tamaña delicia... Hasta otra oportunidad!

Digo y ahora sí camino hasta la puerta... Tratando de ocultar lo molesto que estoy, tanto con el sermón de La Crique, el cual encuentro absolutamente justificado y coherente con su forma de actuar, y con la senda que ha tomado hace decadas su corazón... ahora pareciendome un exceso de tozudes, como con la descortesía del enano en desenfundar su hacha... Pero por sobre todo, CON ALTON Y SUS ANDANZAS!!!

  El enano parece calmarse un poco ante tu actitud arbitraria y apaciguadora. Al ver que éste baja su arma, la multitud que lo apoyaba en el posible conflicto se calma y retrocede.

Molesto, irritado y defraudado por la impertinencia del enano cobarde, decido aplicar uno de los mandamientos de Kord: Sea dueño cada cual de escoger su senda mientras no corte otras lícitas. Veremos si echa mano al arma tan velozmente cuando la sombra del ettin se cierna sobre su tabernucha.

Salgo del local con gesto pétreo, incapaz de digerir la inútil soberbia del mesero y menos aún el ciego respaldo de unos necios. Ay de ellos si Kord creyese propio un escarmiento de mano de este, su humilde siervo... buena tunda iban a llevar ese hatajo de peleles embriagados.

Ya fuera de la taberna, comento a nuestro inquisidor clérigo Compañero, crees que Altón haya ido efectivamente tras la criatura? Quizá debamos explorar los alrededores para diseñar mejor la estrategia para enfrentarnos al monstruo si acaso visita el poblado esta misma noche, como es de esperarse tras las palabras del muchacho. Le digo sin hacer mención alguna al incidente dentro del local, puesto que lo hecho hecho está, y que, La Crique ha actuado siempre acorde a su fe... Por mal que en algunos casos nos haya pesado.

Dudo que haya sido tan imprudente. Si bien es cierto que tras la juerga se esperaría que la bestia fuese a descansar a su guarida, buen momento para explorar los alrededores, el ir solo y sin conocer mínimamente el terreno sería una temeridad absurda.

Me froto la barbilla, pensativo.

Por no hablar de la ridiculez que sería irse y no decirnos nada. Sigamos buscando a ese pequeño gusarapo.

 La cerveza que me invitó el enano no estuvo nada mal. Fue una de las mejores que he probado en todos mis años de viaje. Pero viendo que mis compañeros se retiran, no me queda otra que seguirles; separarse no es buena idea.

Bueno, bueno, que no vinimos aquí a armar problemas, Hermano.[/b`] - Digo, tratando de calmar los humos del conflicto, aún cuando no me interesé en lo más mínimo.

 Entonces recalco en esa pequeña figura que se aleja hacia la torre en construcción no muy lejos de nosotros. [b]Oigan, ése...¿ése no es Alton?

  Luego de diez minutos de caminata llegas a la taberna. A esta hora parece estar mucho más poblada. Varios clientes se abarrotan en la barra, y algunos ocupando las mesas tienen que quedarse parados por falta de lugar. Nunca habías visto tantas personas en una taberna tan temprano.

    Al ver la taberna tan llena, Alton decide vagabundear hacia la iglesia, curioso de lo que fuese a suceder, especialmente la posibilidad de que la criatura apareciese de nuevo por ese sector. Si veía algo aquella noche, se lo diría a los demás, pero el mediano prefería tener la primicia antes que ellos, pues parecían estar demasiado quisquillosos con lo que venía sucediendo en el pueblo.