Al igual que Alex, la escritora también quería ver cuánto antes de qué iba todo aquello; aunque no creía demasiado seguro que solo las dos se arriesgaran a presenciar la representación. Una duda que Sophia despejó al proponer que fueran más los espectadores.
—Podemos llamar a nuestros compañeros si así estás más contenta —dijo, mientras pensaba que si la joven se mostraba animada quizás los problemas fueran menores. Por alguna razón Lotta creía que Sophia era el centro de toda aquella ruina que rodeaba a la posada, o al menos era el instrumento que algún vaesen, o tal vez el espíritu de su madre, estaban utilizando—. Voy a buscarlos y ahora vuelvo ¿vale?
Lotta dio media vuelta dispuesta a hablar con sus compañeros, esperando que estos accedieran a ver la representación y, de esa forma, intentar que todo aquello terminara.
-Está bien, yo me quedaré aquí para vigilar... que no llegue su padre y rompa todo-dijo Alex, aunque en realidad estaba más preocupada por no quitarle un ojo a la joven pelirroja. Iba armada, pero en aquella situación no le daba ninguna confianza y desde luegoi no tenía ninguna intención de disparar ni amenazar a la cria.
-Ten cuidado Lotta, no tardeis-dijo algo inquieta.
—No te preocupes —respondió a Alex antes de dar media vuelta, no sin antes echar una última mirada a Sophia.
Salió del desván y fue en busca del resto de sus compañeros a los que se imaginaba que encontraría en la planta baja. Esperaba que ellos se animaran a terminar con todo aquel asunto viendo la representación y lo único que podía estropearlo sería la actitud del dueño de la posada, el cual había sido uno de los que no se había quedado dormido.
Alguien hizo crujir las escaleras que daban acceso a la planta superior de la posada, era Lotta que bajaba a buscarles. La escritora se encontró a un empapado Kiran, quien debía haber regresado del exterior, y al padre Simonsson y a Eamon. Estos últimos bastante más nerviosos que antes y algo alterados. No había ni rastro del posadero, Sami Harjula, y el resto de huéspedes del salón de la posada seguían dormidos roncando profundamente, prácticamente en el mismo lugar donde habían caído.
Aunque mantengáis el estado, Victor y Eamon, podéis ir recuperando la compostura.
Kiran ayudó a incorporar a uno de los huéspedes casi sin esfuerzo. Ahora que sus ropas estaban mojadas, podían intuirse los entrenados músculos del criado. Prefería subir corriendo a auxiliar a su patrona, pero no podía ignorar la petición de sus compañeros.
—¿A dónde los llevamos? Fuera parece seguro, pero está diluviando.
Cuando la escritora descendió las escaleras, Kiran alzó la vista con semblante preocupado.
—¿Dónde está Alex? ¿Va todo bien?
Víctor se animó al ver a Kiran actuar. Fue a ayudarle con unos de los huéspedes dormidos pero se dio cuenta en seguida que no haría falta. Se giró e intentó mover a otro de los durmientes mientras le respondía a su compañero indio.
—No tengo ni idea Kiran. Yo los he reunido aquí para que estén todos juntos pero es posible que necesiten estar en otro lugar, o tal vez no tenga nada que ver..— el sacerdote mostraba así su resignación ante la caótica situación, que había llegado a superarle por unos momentos —..esperaba que Alex o Lotta, que están hablando con Sophia nos dieran alguna pista, pero creo que están tardando demasiado y eso no es bue...— y antes de que Víctor acabara de terminar la frase Lotta apareció bajando por las escaleras.
Cuando llegó a la planta baja comprobó que el resto de sus compañeros estaban allí. El esfuerzo que hacían para agrupar a los durmientes y colocarlos en posiciones más cómodas era patente, aunque a esas alturas Lotta consideró que había temas más importantes que arreglar. Si no ponían fin a lo que fuera que estuviera sucediendo de poco serviría que los cuerpos estuvieran en una u otra posición.
—Tranquilo, Alex está bien —contestó al indio sin moletarse en ocultar su descaro a la hora de contemplar los marcados músculos del hombre—. Hemos hablado con Sophia y según ella todo terminará una vez se realice la representación hasta el final... Pero tiene que ser con público.
»Íbamos a verla Alexandra y yo pero Sophia prefiere que haya más gente, por eso he venido a buscaros. No creo que pase nada por ver esa función y si la chica se queda más tranquila...
Pero por el tono de voz de la escritora se notaba que no estaba muy convencida de sus palabras. La función en el fondo la preocupaba bastante y lo que pudiera suceder una vez comenzara a representarse.
Kiran se tranquilizó ante las palabras de Lotta.
—¿Queréis que intente traer al dueño de la posada para ver "la función"? Parece un hombre rollizo, tal vez necesite ayuda para hacerle entrar en razón. Está ahí fuera aullando como un demente.
Ante la pregunta de Kiran, la escritora permaneció unos segundos en silencio, valorando qué sería lo mejor. Pero Lotta no lo tenía claro.
—No sé si será buena idea. Quizás Sophia no quiera representar la obra si su padre está presente. Además... —dijo, rascándose inconscientemente la cicatriz de su cara—. Si ya está tan alterado no quiero ni pensar lo que pueda hacer cuando se lo propongamos. Por otra parte... Si Sophia tiene razón y todo termina con el final de la función, quizás sería buena idea que él estuviera presente. —Tomó una decisión nada más que esas palabras salieron de su boca—. Sí, avísalo, pero espero que se mantenga lo suficientemente calmado para que el espectáculo salga adelante.
Parece que Alex y Lotta habían dado con la posible solución a esta caótica situación, lo que hizo que el sacerdote se sintiese más aliviado. Ahora la tarea era volver a traer a Sami Harjula hacia la posada, tal y como dijo Lotta, si la maldición termina, sería conveniente que él estuviese presente.
Entonces se dirigió hacia Kiran y le dijo —Si me permites, quizá yo pueda ayudar, Sami es un hombre de fe y tal vez pueda intentar calmarlo y convencerlo de alguna forma—
Salieron a la fuerte tempestad del exterior a buscar a Harjula, quien según Kumari estaba en el exterior aullando como un demente. Siguiendo al sirviente indio llegaron a la parte trasera de la posada donde se encontraba el destartalado invernadero sobre el que caía la lluvia inclemente. Pero Harjula ya no se encontraba allí, y no había rastro alguno de adónde podría haber ido. Los truenos seguían rugiendo en el cielo oscuro tan solo iluminado a trazos por los rayos que lo desgarraban. El ambiente fuera, no era mucho más acogedor que en el interior de la posada. Y allí al menos estaban secos.
Mojados y muertos de frío regresaron con las manos vacías de vuelta a la posada donde la chimenea había dejado de dar calor y el frío atenazaba sus cuerpos calados hasta los huesos. Reunidos otra vez con Eamon y Lotta, subieron a la planta superior. En sl suelo, en mitad del pasillo, yacía dormida la muchacha extraña con la que había intentado hablar Lotta al llegar a la posada. En una de las camas de las habitaciones para invitados yacía Sven, quien estaba preparando las habitaciones para ellos cuando le sorprendió aquella repentina somnolencia. El resto de habitaciones, o tenían la puerta cerrada o estaban abiertas y en su interior no había nadie, acondicionadas por Sven antes de quedar sumido en aquel extraños suelo. Al final del pasillo, se encontraba la escalera que daba acceso a la trampilla del techo que conducía con el desván. Allí se encontraba Alex junto a Sophia.
Lotta tardó un rato en regresar, pero lo hizo con el resto del grupo, aunque Victor y Kiran estaban calados y temblaban por el frío que reinaba en la posada. El desván estaba lleno de baúles, cajas, libros y ropa vieja. Una gran cortina dividía por la mitad el espacio del desván y tras ellas se habían dispuesto varias hileras para el público y un pequeño y rústico escenario conformado por una caja de madera sobre la que había una mesa con un mantel verde. Sobre la mesa había un sofisticado teatro de sombras que consistía en farolillos, figuras de papel pegadas a palitos y pantallas de tela intercambiables para representar distintos fondos. Todo ello conectado mediante raíles y mecanismos bastante curiosos. Una manivela servía supuestamente para mover las luces, figuras y los fondos. El conjunto formaba un intrincado y complejo mecanismo hecho a mano cuyas figuras mostraban vestimentas que estaban de moda en el continente europeo a finales del siglo XVIII.
—Si toman asiento —dijo con voz suave y dulce la muchacha—, empezaremos la función.
Eamon siguió al grupo hasta el desván, caminaba a paso un poco lento aún recuperándose, a unos metros detrás del grupo, solo su fiel perro se mantenía a su lado. Los últimos escalones semle hicieron eternos y llegó arriba con la respiración un poco acelerada aunque se sintió un poco despejado después de haber caminado unos pasos.
Ante la invitación de Sofía Eamon se sentó en una de las cajas cerca de la salida, no sentía muy seguro de lo que pudiera pasar ahí, su mascota se sentó a su lado con las orejas levantadas en señal de curiosidad.
Eamon dio un suspiro profundo para liberar tensión y esperó expectante con una mano en su daga.
Lotta esperó a que tanto Victor como Kiran volvieran de buscar al dueño de la posada. Los truenos retumbaban alrededor del edificio, iluminando el interior con la blanquecina luz de los rayos y la lluvia golpeaba con fuerza en los maderos. Por nada en el mundo a la escritora le hubiera apetecido salir, por eso no dejaba de admirar a esos dos hombres dispuestos a arriesgarse a enfermar solo para encontrar a Harjula.
Pero volvieron con las manos vacías y una buena mojadura encima. Sin un fuego en el que secarse y sin tiempo para ello, Lotta guió a los otros hacia el desván sin prestar atención a lo que se veía en la planta superior. Al fin y al cabo ella ya lo había visto con anterioridad.
Cuando llegaron, Sophia ya lo tenía todo preparado y, siguiendo las indicaciones de la joven, la escritora tomó asiento. Se quedó durante unos instantes admirando el teatro de sombras que reposaba sobre un mantel verde encima de una mesa. Se sorprendió de que una joven como Sophia tuviera un teatro como aquel, el cual parecía ser de una cara manufactura.
—¿Hace mucho que tienes este teatro de sombras? —preguntó a Sophia mientras esperaba que el resto de sus compañeros se sentaran.
Víctor, triste por no poder encontrar al señor Harjula, y aterido de frío, entró en aquel desván siguiendo a sus compañeros. La visión de aquel teatro situado sobre la mesa lo maravilló de tal forma que despertó en él una curiosidad aguda. Por un instante se olvidó de todo lo demás, y sin dejar de observarlo buscó un lugar adecuado y se sentó.
Calado hasta los huesos, Kiran entró en el desván de mal humor, aunque se tranquilizó un poco al comprobar que Alex se encontraba bien.
Lotta aprovechó para indagar más sobre el teatro de sombras y Eamon mantuvo las distancias. El criado, sin embargo, tomó asiento en primera fila. Estaba en guardia. Tenso como un tigre que está a punto de saltar sobre su presa. La ropa mojada se le pegaba a la piel y se veía perfectamente cómo tensaba los músculos. Aunque incómodo, no dejaría que ninguno de sus compañeros resultase herido.
—Pues desde hace unos meses —contestó la joven a Lotta mientras el resto tomaban asiento en las sillas de las improvisadas gradas, a excepción de Eamon que se colocó con su perro en una de las cajas del fondo—. Damas y caballeros, bienvenidos a El baile de los sueños.
Sophia relajó los hombros y dio los últimos ajustes a su teatro antes de empezar la función. El resto la miraban expectantes, aguardando el comienzo de la obra y lo que sucedería cuando se representase. Antes les había dicho a Lotta y Alex que cuando la representaba la posada se calmaba y que los sucesos extraños que acontecían dejaban de tener lugar. ¿Sería así?
Cambiamos de escena: El baile de los sueños.