A lo largo de la Historia, las criaturas sobrenaturales conocidas como vaesen han vivido entre los pobladores de los países escandinavos. Pero estas criaturas no son perceptibles a los sentidos humanos... a menos que decidan serlo. Son seres invisibles que ayudan en las granjas, asisten en los partos, se aseguran de que las ovejas extraviadas sepan volver a su rebaño y protegen a la población durante incendios o inviernos durísimos, a cambio de un poco de grano y leche de las granjas. Los vaesen llenan los campos de flores, muestran el camino a estanques donde la gente puede ver su futuro reflejado en la superficie del agua y susurran sueños en los oídos de los durmientes.
El siglo XIX es una época en la que Escandinavia está sufriendo una gran transformación debido a la industrialización, la guerra y diversas revoluciones. A través de sus universidades, se están difundiendo nuevas formas de ver y comprender el mundo: se están cuestionando las antiguas verdades. La población más pobre de las zonas rurales acude en masa a las ciudades o cruza el Atlántico huyendo del hambre, esperando forjarse una vida nueva en la que puedan ser libres. Ya no son los nobles y los sacerdotes los que deciden cómo debe pensar y actuar la gente. Quienes sean capaces de utilizar los inventos de esta nueva era podrán hacerse ricos y ejercer su influencia mediante sus riquezas. Están emergiendo fábricas por todas las ciudades y aparecen enormes suburbios donde los trabajadores más pobres viven hacinados en condiciones durísimas. Los ancianos se quedan en los pueblos, junto con todos aquellos demasiado débiles o temerosos como para irse. Los prados quedan cubiertos de maleza, se talan los bosques y se construyen líneas de ferrocarril entre las ciudades, destruyendo senderos y comunidades con siglos de antigüedad. Las fábricas de vidrio desprenden agentes químicos, mientras que las minas devoran el interior de las montañas como lobos deleitándose con las entrañas de un animal herido.
Los vaesen de Escandinavia también están cambiando. Antiguamente, los aldeanos sabían qué hacer para apaciguar a estas criaturas cuando estaban furiosas y recibir su ayuda para las tareas agrícolas. Por ejemplo, se abstenían de orinar en el suelo donde los vaettir tenían sus madrigueras y les daban gachas y un sombrero nuevo cada año a los nissar. Pero parece ser que las viejas reglas y tradiciones ya no se respetan. Los vaesen se han vuelto agresivos y sanguinarios, raptan a niños de los pueblos, destrozan las casas y prenden fuego a los graneros. En ciertas partes de Escandinavia, parece que lo sobrenatural se ha hecho más fuerte y muestra comportamientos extraños, como una tormenta arrasando las tierras de labranza. Corren rumores de gatitos nacidos con dos cabezas, ríos donde el agua lleva sangre, bosques que arrullan a los niños llevándolos a un sueño eterno y hadas que bailan por las aldeas y atraen a los jóvenes a las arboledas para convertirlos en esclavos de los moradores de las profundidades. En otros lugares, estas criaturas parecen haberse desvanecido de los campos, como si no hubieran existido nunca. Y al desaparecer ellos, ha desaparecido la magia. También se dice que algunos vaesen han seguido a la gente a las ciudades y se han instalado en alcantarillas y en fábricas abandonadas.
En Escandinavia hay gente que tiene la capacidad de ver a los vaesen, incluso aunque éstos intenten permanecer invisibles. Es lo que se denomina "tener la Visión".
Las gentes que han adquirido la Visión lo han hecho como consecuencia de algún tipo de trauma físico o psicológico, seguramente debido a un acontecimiento de origen sobrenatural, ya fuera durante su infancia o ya de adulto. Los traumas son variados, tal vez alguien estuvo a punto de morir en un incendio, o tal vez un licántropo decidió aparecerse delante suya; pero desde ese día, ya nada volvió a ser lo mismo para esa persona. De pronto, podía ver espíritus robando comida de la mesa o troles apareciéndose de improviso en una boda o en un bautizo.
A la gente que tiene la Visión se los conoce como Hijos del Jueves debido a la canción infantil:
El hijo del lunes es fino de cara.
El hijo del martes destaca por su gracia.
El hijo del miércoles aflicción tendrá.
El hijo del jueves muy lejos llegará.
El hijo del viernes es amoroso y generoso.
El hijo del sábado se emplea en ser laborioso.
Y el que nace el día de descanso es lindo, despreocupado, bueno y animado.
Varios Hijos del Jueves con el don de la Visión se han reunido en Upsala, en el centro de Suecia. Han descubierto que antiguamente había una organización llamada La Sociedad, cuya misión era estudiar los vaesen y combatirlos. Sin embargo, los últimos miembros de La Sociedad desaparecieron o abandonaron la organización hace unos diez años. Desde entonces, el cuartel general de La Sociedad, el viejo castillo de Gyllencreutz, junto al río Fyris, en Upasala, quedó abandonado.
Este grupo de personas, con los más diversos motivos, se han propuesto restablecer la organización. Una antigua integrante de La Sociedad, una anciana llamada Linnea Elfeklint que vive en el manicomio de la ciudad, les ha dado las llaves del castillo junto a toda la documentación que los convierte en sus propietarios legales.
La Sociedad existió durante siglos, y estaba formada por personas que tenían la Visión y que dedicaban su tiempo a estudiar a los vaesen y expulsarlos cuando causaban algún mal. Nadie conoce porque el último miembro de La Sociedad cerró diez años atrás el castillo y se fue de allí, y la señora Elfeklint no quiere decir nada al respecto, aunque sí ha informado bien al grupo sobre las historias y tradiciones de La Sociedad. No obstante, la anciana se niega a abandonar el manicomio.
La misión de La Sociedad es proteger a la humanidad de los vaesen, pero las cosas no son siempre de color blanco o negro. A menudo, los vaesen son víctimas de otros vaesen o de actividades humanas, así que los miembros de La Sociedad deberán posicionarse y hacer lo correcto. Sea lo que sea. Los miembros de La Sociedad van fuertemente armados, pero utilizar sus armas contra los vaesen es como atacarlos con palitos y bolas de papel. El armamento humano puede detener o ahuyentar a un vaesen temporalmente, pero rara vez se los puede matar con espadas o armas de fuego. Para combatirlos, La Sociedad deberá recurrir a las historias y libros olvidados de antaño. Los rituales requeridos son precisos y raramente son fáciles de llevar a cabo. Cada vaesen protege su punto débil cuidadosamente, y cualquiera que trate de sacar provecho de él se arriesga a provocar la ira de la criatura.
El Norte Mítico está marcado por una serie de conflictos que afectan a vuestros personajes. Europa está empezando a recuperarse de las Guerras Napoleónicas, que se libraron por todo el continente, y otros muchos conflictos bélicos están a punto de empezar o ya se están produciendo. Desde el otro lado del Atlántico, llegan noticias de la Guerra Civil estadounidense. Un sentimiento creciente de nacionalismo divide a la población en dos: nosotros y ellos.
Se ha vuelto importante decidir lo que es un verdadero sueco o un verdadero noruego. Los que no logran cumplir los re- quisitos se arriesgan a que los excluyan, los deporten o incluso que los asesinen. Además, dentro de la Iglesia están surgiendo cada vez más conflictos. Los católicos se enfrentan a los protestantes, y todos aquellos que intentan ir por libre con pequeñas denominaciones independientes son perseguidos y duramente castigados.
La industrialización genera conflictos entre lo antiguo y lo nuevo, entre los trabajadores y los empleadores, y entre la gente que vive en la ciudad y los que van hasta allí para buscarse la vida. Surgen tensiones también entre la gente que quiere abandonar los poblados rurales y los partidarios de preservar todo aquello que las generaciones anteriores contribuyeron a construir. En los bosques, los campesinos luchan contra las compañías madereras y mineras que tratan de desahuciarlos con el fin de conseguir madera y minerales para las fábricas de las grandes ciudades. Hay una gran división entre la ciudad y el campo. La ciudad es un lugar dinámico y efervescente. Las máquinas de las fábricas expulsan humo constantemente a través de sus gigantescas chimeneas, mientras en los puertos y estaciones de ferrocarril circulan con frecuencia cargamentos de mercancías y materias primas. Además, a la ciudad llegan sin parar visitantes de todo tipo, con sus historias y sus ideas. La clase baja se multiplica en los suburbios, mientras que el centro se llena de edificios nuevos, donde los hombres de negocios sacan provecho del oro y de la mano de obra. Las generosas donaciones de los más acaudalados están impulsando las universidades, donde se cree que la difusión del conocimiento ayudará al hombre a someter a la Naturaleza. Todo es posible. Todo puede explicarse y comprenderse.
En las zonas rurales, muchos pueblos se marchitan y mueren. Las casas están abandonadas y los campos están cubiertos de vegetación descompuesta. El agua de las marismas está subiendo, y se adentra en las casas de la gente. Cuando se agota la comida, los enfermos y los pobres mueren en medio de la nieve. La Naturaleza desenfrenada es imposible de domesticar. Hay profundas injusticias en la distribución de la riqueza y el conocimiento. La Iglesia y la nobleza siguen teniendo poder, pero se ven amenazados por la burguesía y por la influencia que proporcionan el comercio y las propiedades. El mundo es jerárquico, tanto a nivel político como doméstico. Abajo del todo están los pobres y los desposeídos, los niños y todos aquellos que han sido declarados locos o enemigos del estado. También hay tensiones generadas por la lucha por los derechos de hombres y mujeres. Es una época en la que se está desafiando la desigualdad de género y en la que, poco a poco, las mujeres están ganando el derecho a heredar propiedades y a tomar sus propias decisiones sobre sus vidas. Además, las mujeres tienen una presencia cada vez más prominente en los lugares de trabajo. Sin embargo, desde ciertos sectores sociales han surgido unos ideales de género muy estrictos que dan lugar a nuevas limitaciones: las mujeres deben ser delicadas, llevar corsé y, preferiblemente, desmayarse en situaciones difíciles. Como reacción, surge un incipiente alzamiento feminista, que asegura una mayor seguridad de movimiento para algunas mujeres. Los estrictos códigos de vestimenta que denotan estatus social y de género están empezando a erosionarse. Por toda Europa surgen grupos revolucionarios con diversas filosofías y propuestas sobre cómo debería organizarse la sociedad. Entre ellos surge la idea de que el statu quo no sólo puede desafiarse, sino que se puede derrocar.
Upsala se encuentra al norte de Estocolmo, capital de Suecia, justo al borde de Norrland, una región de amplias extensiones salvajes y muy pocas poblaciones. La ciudad es famosa por su universidad, pero también es un lugar muy arraigado en el mundo pagano. Upsala fue uno de los últimos reductos de la antigua religión nórdica durante la cristianización del país.
A las afueras de la ciudad se encuentran los Montículos de Upsala, túmulos donde se enterró a diversos reyes poderosos en el siglo VI. Hace poco, Upsala sufrió un terrible incendio que se cobró la vida de una quinta parte de su población, además de devastar buena parte de sus edificios. La ciudad estuvo al borde de la destrucción absoluta, pero emergió de sus cenizas. Desde entonces ha vivido una transformación significativa, con la construcción de numerosos edificios nuevos, la llegada de una gran cantidad de trabajadores para las fábricas y la aparición de estudiantes y científicos de todo el mundo, que acuden a su universidad.
Las calles de Upsala están iluminadas por lámparas de gas. Los repartidores de periódicos proclaman a gritos los últimos titulares. El río Fyris cruza el centro de la ciudad, de camino al lago Malar. Hay varios puentes sobre el río, incluido el Puente de la Catedral y el Puente de Hierro. Las zonas más pobres de la ciudad están infestadas por el cólera. Los asaltantes se esconden en los callejones, y los policías se pasean sable en mano en busca de ladrones y de tugurios clandestinos. El uso extendido de los ladrillos de arcilla ha dado lugar a toda una industria del ladrillo. Además, en las afueras de la ciudad hay varias fábricas textiles. Sin embargo, la principal fuente de ingresos de la ciudad es la producción de aquavit. El dinero que genera la producción de esta bebida destilada (tanto de forma legal como ilegal) financia muchos de los establecimientos de la ciudad.
El campus universitario está formado por numerosos edificios majestuosos y es realmente gigantesco, gracias al patrimonio de la era gustaviana. En el siglo XVII, el rey Gustavo Adolfo donó 400 granjas y sus terrenos a la Universidad de Upsala. Los estudiantes se congregan en sociedades estudiantiles, cantan canciones y debaten sobre ciencia y filosofía. Algunos grupos defienden los ideales románticos, ensalzando las emociones en lugar de la razón, idealizando todo lo que es exótico e interesándose por el misticismo. Otros grupos creen en las ciencias naturales y desprecian lo sublime. Se interesan descubrir verdades a través de experimentos cuidadosamente ejecutados. Entre estos grupos se producen conflictos y confrontaciones constantes.
Upsala es una ciudad dividida. Los granjeros, los obreros industriales y la servidumbre viven junto a los estudiantes, la nobleza y el clero. Los primeros se desloman trabajando para satisfacer todas las necesidades de los últimos, que gozan de lujos extravagantes en grandes apartamentos y villas. Aunque no es frecuente que surjan conflictos abiertos entre los dos grupos, cuando sucede suele ser en clubes clandestinos y prostíbulos, donde la distinción entre ricos y pobres no es tan clara.
La Iglesia cuenta con un gran poder. El arzobispo de Suecia, Henrik Reuterdahl, tiene su sede en Upsala. La catedral gótica es una de las más grandes de Escandinavia. La gran campana de la catedral, llamada Storan, se puede oír en toda la ciudad. La cruz del altar contiene una reliquia de la Vera Cruz, y el nuevo órgano ocupa una pared entera del interior.