Partida Rol por web

— Yo estoy seco, así que con gusto dormiré en su alojamiento. — parecía mas calmado que cuando llegó la primera vez en la posada. Incluso había momentos que no apoyaba el bastón y jugaba con él tranquilamente y de manera distendida.

— Supongo que con no ser enemigos y cubrirnos las espaldas será suficiente, ya encontraremos suficientes problemas ahí dentro — dijo eso y miró de reojo a las dos mujeres que habían irrumpido de manera desproporcionada y a malas maneras en su pequeño laboratorio improvisado.

— Todos mis preparativos están listos.

Retiró el brazo lentamente, sin apartar la mirada del enano, al ver que este ignoraba su saludo por completo. Pues vale.

- Yo agradecería pasar la noche en tu casa, a ser posible. -Se dirigió a Luthica-. Si vuelvo a mi casa es posible que no pueda volver a junto a vosotros para la misión.

Tenía bastante claro que su padre se pondría muy pesado a pesar de que no hiciese más de un día que se había ido. Ya había pasado otras veces, se había ido un par de días de acampada por ahí con Alis y Folkher, y al regresar su padre tenía miles de tareas que encomendarle en la taberna solo para hacer que no volviese a escabullirse porque la había echado muchísimo de menos y aquella era su forma de demostrarlo.

-Oh, pues si hubiese sitio también para mi, yo también estaría agradecido. -Dijo Erik, ruborizado y algo avergonzado, dándole vueltas en su mano al asta de su lanza, que tenía apoyada en el suelo, de puro nerviosismo.

No estaba seguro de cuanto costaban las posadas allí, pero no le quedaba mucho dinero. Había pensado dormir encaramado a un árbol a las afueras de la ciudad, o algo. Después de todo, no creía que a los guardas les hiciera mucha gracia verlo durmiendo en la calle. Pero poder dormir con un techo encima, sin ramas pinchándolo cuando se moviera, y sin bichos corriéndole por la ropa, sonaba bastante mejor.

-Con un rincón en el suelo en cualquier parte me basta, no necesito una cama ni nada así. Estoy acostumbrado a dormir en cualquier sitio.

Gemnir no dice nada mientras Lakara le observa con una extraña sonrisa en su rostro. ¿Habrá algo en el aspecto del enano que le haga gracia? Pero antes de poder preguntarle, la joven se presenta sin más.

—Es un placer conocerte, Lakara —responde Gemnir—. Y también a ti, Morwen. Lo siento... esta noche es un poco caótica —se disculpa por no haberle estrechado la mano a tiempo.

Tras la conversación del resto, mira a la mediana.

—Parece que eso deja un sitio libre —dice—. Te lo cedo con gusto, si lo quieres. No es que desprecie la hospitalidad de Luthica, pero me pasa lo mismo que al joven Erik. Estoy acostumbrado a dormir sin lujos. Además, no me llevo mal con el dueño de la posada en la que os habéis reunido. Podemos encontrarnos a la hora y en el sitio que decidáis para partir mañana.

No, no por favor, cualquier cosa menos ir a la casa de la elfa loca. Aunque sabía que no tenía mucho sentido negarse a aquella invitación y gastar el dinero estúpidamente cuando se lo podía ahorrar pero lo cierto era que estaba más bien lejos de sus deseos compartir techo con ella. Aquello sí eran prejuicios, pero que se le iba a hacer, ella los acogía en su corazón hasta que se demostrara lo contrario.

- Bueno, sí, supongo que no me iría mal - acabó por musitar cuando el enano le cedió amablemente su plaza -. No tendrás un establo, ¿por casualidad? He dejado a mis burros en el de la posada pero no me entusiasma la idea de dejarlos aquí sin mí.

- N... no te preocupes -contestó a Gemnir visiblemente sorprendida y algo avergonzada. Estaba claro que no se esperaba en absoluto una disculpa pues había asumido que le había negado el saludo por algún tema de enemistad racial. No recordaba toparse con otro enano antes, pero no era la primera vez que alguien le miraba con desdén por ser una semielfa.

Parece que, al final, todos han decidido descansar esa noche y partir por la mañana, con la luz de un nuevo día. Así pues, tras la decisión tomada, parten hacia la casa de Luthica donde todos pasarán la noche. Reponiendo fuerzas para comenzar el viaje. Y, quizá, incluso sanen las ampollas de los traseros de algunos.

Quedan muchas preguntas sin respuesta, pero, quizá, la más importante sea: ¿cómo afectará el retraso de su partida en la misión? ¿Llegarán a tiempo o la rueda del destino ya se ha puesto en marcha y no podrán hacer nada para cambiar lo que ya se ha escrito?

Fin del capítulo I